El mejor disfraz del mundo

La depresión leve. Se esconde bajo facetas que hace que explicarla parezca un cuento de hadas para todos. Es como los hermanos pequeños a quienes la familia no les hace caso debido a sus niñerías. Sin embargo, quien las padece, lejos de simular ser un alma inocente y libre de angustias y sufrimiento, realmente demuestra un monstruo que sonríe y golpea con tal contundencia y arrogancia que sin que te des cuenta te lleva a las puertas de un abismo insondable y a veces sin recuperación real, como la muerte.

Por eso, es el mejor disfraz, tiene un camuflaje de persona activa, quien se bambolea a lo largo de la vida sin prisa y siendo eficaz. No obstante, a solas, con la casa vacía, llena de muebles y al son del viento de medianoche y un trabajo que rechazas se descubre en medio de la esquina como el coco que acecha al indefenso en la oscuridad una quimera terrible.

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V), la caracteriza como:

Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo… cuyo rasgo común es la presencia de un ánimo triste, vacío o irritable, acompañado de cambios somáticos y cognitivos que afectan significativamente a la capacidad funcional del individuo” (pág. 155)

Entonces, como se observa, hay una estancia que irrumpe cada sonrisa, sueño y vivencia entrañable, pasando de una explosión breve de alegría a una pesadumbre. Es como si la alegría y la felicidad no existieran, es más, no existe como estadía ni utopía, es que la felicidad no sabe a nada.

Describir un día de depresión leve es ir al trabajo pensando en querer dormir, en los momentos en que la hipersomnia está prevalente. O, por el contrario, el insomnio se manifiesta haciendo presente todos los escenarios macabros posibles. De este modo, la idea de trabajar se hace más por un deseo externo que una verdadera vocación o bocanada de motivación, la cual brilla por su existencia.

A esto le sumamos, que el desgano por el autocuidado es tal que lavarse los dientes, peinarse, depilarse o rasurarse parece una actividad de otro milenio. Asimismo, comer, es un vaivén que puede ir de extremos que rondan la inanición intermitente a momentos donde lo único que apaña el vacío de los pensamientos es comer.

¿Cómo es la vida familiar? Enmascarada, tal cual un carnaval veneciano, no existe la verdadera algarabía, y si la tristeza se sobrepasa y desborda, solo existen episodios de llanto, pero ninguna explicación plausible a lo que sucede.

¿Cómo verbalizar lo que no se sabe que se tiene?, ¿cómo explicar que pese a tener éxitos laborales todo carece de una brújula para llegar a una meta?, ¿cuál meta, qué objetivos?, ¿la pareja? ¡Por favor! Sí la ideación suicida ronda con más intensidad que la idea de una vida con alguien, ¿qué vida puede existir si lo que se añora inexplicablemente es acortarla?

De este modo, se puede ver en resumen cómo es la vida de la depresión leve, necesita ayuda, entendimiento, difusión y, sobre todo, comprender que también puede bordear límites peligrosos sí no se atiende prontamente. Vivir en tristeza no es normal, no tener motivación interna para ejecutar las actividades tampoco lo es, y mucho menos es natural tener que sonreír incomodos ante una vida llena de escenas grises, sin matices chispeantes que evocan al suspiro.

¿Qué haces cuando te duele el alma?

¿Qué haces cuándo el alma duele?, cuando su dolor es taciturno, tenue a la vista de otros, pero para ti, enunciarlo parece más bien gritos y alaridos desaforados en lugar de los pausados susurros que te dices y no terminan jamás de salir.

Qué haces cuándo el alma clama por justicia, pero no comprendes la diferencia entre dicho concepto y la venganza.

Qué haces cuándo tu alma pide como famélico que aclama al mendrugo un pedazo de escucha y solo recibe la carga incontenible de un sordo que de mudo no tiene nada.

Qué haces cuándo tu alma se apaga y nadie parece notarlo, cuando desaparecen las luces y solo hay oscuridad y un tren marchante que no cesa llamado responsabilidad.

Qué haces cuándo la ilusión de dormir y despertar con fuerzas más parece un martirio y un castigo más que una esperanza.

Qué haces cuándo tu alma reclama por una fantasía de estabilidad y te das cuenta con los ojos bien abiertos que no se puede, que simplemente no existe posibilidad, y la que hay es lejana, llena de astillas y púas.

Qué haces cuándo en la noche lúgubre te abraza la profunda tristeza y no tienes más que abrazarla y verla de frente, observando como ella gana en el tira y encoje de la soga.

Qué haces cuándo te apaciguas porque ya no sabes llorar, porque te cansaste de intentar salir a flote y tus brazos ya se cansan de ver inamovibles la actitud de otros.

Qué haces cuándo te exprimen a tal nivel que aun cuando pides que cese intentas un cambio y ya todo da igual, y más bien pides más carga para regodearte en la pocilga y así decir que tienes razón, que nadie escucha. Algo de ilusión pasajera debe servir para algo, pero no es así.

Qué haces cuándo tu alma solo escucha un eco de sí misma y se ve obstinada en el otro que, aún con los ojos bien abiertos es incapaz de notar el dolor que causa su indiferencia, su incapacidad de notar el pedido de cobijo, porque de ayuda, no se habla.

Cómo le dices a tu alma que pida socorro si el único paramédico está incapacitado, está tonto, y simplemente no está.

Cómo callas a tu alma si cuando rememora sus buenos momentos solo encuentra un ápice de alegría y un listado enorme de quienes se hizo ave de presa, y la utilizaron.

Cómo descansar si los demonios persiguen a la pequeña y enjuta que corre a través de un bosque pavimentado de espinas y solo encuentra matorrales en medio de cientos de personas que, como espectadores zombies contemplan el final.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

American Psychiatric Association – APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5a. ed. –.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.

¡Qué bien estás desde que te quieres tanto!

Eran las tres de la mañana, mi celular empezó a vibrar. A oscuras lo busqué en la mesa de noche, vi una luz fuerte reflejando un número desconocido medio dormida, contesté.

–¿Hola?

–Hola Meli –dijo–. Escucha (dejó sentir toda la bulla de la discoteca, así como su lengua adormecida), quiero verte –agregó–.

–No gracias, ya tengo amor propio –Respiré profundo y colgué–.

Es raro, si hubiera sido esa llamada hace años atrás, ya me hubiera levantado y alistado a esperarlo. Pero esa noche sentí tanta felicidad y seguridad en mi interior, que dormí tranquila. Al despertar no podía creer lo que había respondido, que después de tanto tiempo complaciendo a los demás por buscar afecto, al fin pude decir que no. Y es que cuando tienes amor propio se nota, es más fácil poner límites, disfrutas tú tiempo a solas, reconoces y validas tus emociones. Te aceptas con tus luces, incluso sombras, y dejas de buscar culpables haciéndote cargo de tu vida.

Cuando estoy en consulta me perciben como una persona segura, estable emocionalmente, “alto autoestima”; que tengo amor propio. Pero la verdad es que para encontrarlo tuve que pasar situaciones tormentosas, relaciones dañinas, ideas destructivas y aceptar que vivía en negación. Negación de mi historia, de las heridas de la infancia, de conflictos no resueltos en la familia que se iban arrastrando de generación en generación. El no quererte también se nota, cuando te involucras con alguien por carencia en vez de por amor, cuando aceptas todo y te cuesta decir no, al querer complacer a los demás por busca de aprobación y cuando sabes que estás involucrada en algo no sano pero eres incapaz de soltar.

Todos tenemos una imagen mental de lo que somos, el aspecto que tenemos y qué tan buenos somos haciendo ciertas cosas. Buena parte de esa autopercepción es la que contribuye a formar nuestra autoestima y amor propio. Este debe ser nuestro primer gran amor. A veces cuesta mucho encontrarlo, es cierto, pero cuando llega es pleno, pues está lejos del ego y del egoísmo y cerca de la aceptación e imperfección. Como todo lo que nos importa es necesario cuidarlo, alimentarlo y engreírlo porque también puede irse, y cuando desaparece no solo perdemos nosotros sino también todos los que están a nuestro alrededor.

Para mí no fue fácil hallarlo. De hecho, no fue hace mucho que aprendí a amarme tal cual soy. Con todos mis defectos que son los que me hacen única y mis virtudes que, aunque no son tantas, he tratado de potenciarlas al máximo para sentirme orgullosa de mí, todos los días. Antes de ello me culpaba mucho y era muy crítica. Sin embargo, hallé el amor propio cuando aprendí a estar bien y cómoda conmigo misma, cuando comprendí que no necesitaba de nadie para sentirme en paz y estar en paz. Cuando comencé a sonreír mientras me miraba al espejo. Cuando logré aceptar que el tiempo pasa y que con él inevitablemente llegan las imperfecciones, pero que sabiendo verlas bien se pintan de experiencias que nos hacen madurar.

¿Cómo encontrar el amor propio? No lo sé, no tengo la receta exacta ni las coordenadas de donde se encuentra para llegar fácilmente a él. Lo que sí sé es que se necesita de mucho valor y de gran honestidad para hallarlo. De un baño de verdad que, aunque al comienzo pueda parecer que va a tumbarnos, a la larga no hace más que fortalecernos. Es que si de por sí no es fácil digerir cuando alguien nos señala o hace ver nuestros errores y defectos, es mucho más difícil todavía el aceptarlos. ¡Y aún más complejo reconocerse a sí mismo como un ser imperfecto! Pero es absolutamente liberador. Quiero mencionar que, trabajar en él es cómo construir un edificio, tenemos que hacerlo desde los cimientos e ir poniendo ladrillo tras ladrillo para que vaya tomando forma, debemos empezar por el autoconocimiento.

Conocimiento de sí mismo como también podemos llamarlo, es preguntarnos quién soy, qué características tengo, cuáles son mis cualidades, así como mis áreas por desarrollar, eso incluye lo físico, así como lo mental, implica tu historia, todo esto hay que observarlo, sin juicios ni culpas. Ahora viene el proceso de la “auto aceptación”, tal cual dice su nombre es poder aceptarnos, reconocer nuestras heridas, las cosas que me pasan así como las que me han pasado y me han ido construyendo. El objetivo es entender quién soy y aceptarlo de una manera compasiva y amorosa; para esto debemos ser honestos con nosotros mismos, ver si tengo que perdonar o si tengo que pedir perdón. Al combinar estos dos pasos doy apertura a trabajar en lo que quiero conservar, en lo quiero mejorar, preguntándome qué necesito, cómo lo voy hacer; asimismo, debo aceptar que hay cosas que no van a poder cambiar y está bien, de eso se trata aceptarnos.

En este punto puedo hablar sobre mi autoestima, si es alta, si me siento contenta con lo que veo en el espejo. O por lo contrario, la percibo baja; y si es así no pasa nada, es más, nos abre camino a trabajar en eso. Una vez que esa respuesta es positiva y estamos trabajando en la construcción de nosotros mismos, pasamos a los dos pisos importantes del “amor propio”, el autocuidado y la autoprotección. Empecemos por el autocuidado, que tiene que ver con cuánto sabemos escuchar a nuestro cuerpo, cómo cuido mis emociones, observar mis hábitos, analizar con qué alimento mi mente, en términos de información, redes sociales o de las personas con que te vinculas; evaluar cuánto influyen en mi estabilidad emocional o toma de decisiones. Este primer piso se trabaja cuidándote, estableciendo espacios saludables para ti y  tomando distancia con lo que nos hace mal. Ahora vamos a pasar al segundo piso, que es la “autoprotección”, la cual es entender que nadie me va a querer, cuidar y proteger cómo lo hago yo. Este piso es más complicado porque nos enseñaron que las fuentes de protección vienen de afuera, que el amor de la vida es algo externo, que debemos ser rescatados  por “la persona ideal” del cual había que depender u ofrecer todo hacia afuera.

Cuando empecé a comprender que soy yo quien me debo cuidar, que no necesito de los demás para sentirme protegida, que soy capaz de tomar mis propias decisiones sin depender de los demás, que soy humana susceptible y me equivoco, pero un error o característica no me define, fue recién que pude establecer relaciones sanas no desde la necesidad ni la carencia, más bien, de mis ganas de compartir. En ese entonces descubrí lo que es trabajar en tu amor propio. Y no es un acto de egoísmo, es muy distinto, porque en la medida que yo estoy satisfecha conmigo misma con todas las inestabilidades que pueda llegar a tener, puedo dar lo mejor de mí para los otros. Cuando te nace el amor propio eres capaz de dar cariño desinteresadamente y la gente a tu alrededor fluye, se motiva y te conviertes en un generador de buena energía para los demás. Tienes la capacidad de decir “me equivoqué” y “perdón” de manera frecuente y no te hace sentir mal reconocerlo. Esta fidelidad a ti mismo te hace inmune a los que quieren verte caer y te da la capacidad de sonreírles, demostrarles de qué estás hecho y superar las piedras del camino.

Si hay algo con lo que me quedo de haber encontrado la auto afirmación en mi vida, es aquella capacidad de empezar a mirar el mundo y a la gente que habita en él de manera diferente. De adentro hacia afuera y no al revés. Ahora me quedo con lo mejor de los seres humanos y desecho lo que no quiero a mi alrededor. Cada día que pasa juzgo menos, doy paso al aprendizaje y estoy trabajando en ser más tolerante, agradecida y feliz. Recuerda que es válido  pensar en ti primero, buscar ayuda, decir no de vez en cuando, empezar de nuevo, descansar de todo y todos así como  está bien,  no estar bien.

Y tú, ¿te animas a trabajar en tu amor propio?.

Trauma: Aparentando normalidad

¿Cuál era mi otro yo? Aunque habíamos dividido una personalidad entre nosotras, yo tenía la mayoría de las acciones. Yo era la que iba a la escuela, hacía amigos y ganaba experiencia, desarrollando con ello mi parte de la personalidad, mientras que moral y emocionalmente ella seguía siendo una niña que funcionaba por instinto más que con la ayuda de la inteligencia.

Sylvia Fraser (1987)

¿De qué hablamos cuando hablamos de trauma? 

El trauma es una experiencia individual y única, que surge como consecuencia ante un evento estresante, en el que desafortunadamente una persona ha experimentado un intenso miedo o la sensación de que estaba en peligro inminente, que desintegra lo que sucede en el presente, no existe una narrativa clara ya que nos desborda, este se da a nivel psicológico y físico como “complejos efectos somáticos, cognitivos, afectivos y conductuales (e.g., Van der Kolk, McFarlane & Van der Hart, 1996; Van der Kolk, Pelcovitz et al. 1996; Van der Kolk, Roth, Pelcovitz, Sunday & Spinazzola, 2005) citado en Van der Hart (2008), con el potencial de afectar a cualquier persona, sea un bebé, niño, adolescente, joven, adulto o adulto mayor y que sobrepasa la capacidad emocional y mental de asimilar dicho evento en el momento presente en que esto le ocurre, entonces, debemos comprender que la persona con trauma no ha integrado la experiencia traumática dentro de los recuerdos que conforman su identidad. “Fue horrible, no puedo creer que sobreviví a eso, tampoco puedo recordarlo bien”.

Muchas veces, depende de la intensidad y constancia en el tiempo, para que el trauma sea catalogado como simple o complejo, sin embargo, en ambos casos al ser recuerdos tan dolorosos, se disocian mediante un bloqueo amnésico, lo que ofrece la oportunidad de vivir el presente sin la necesidad recordar constantemente el o los traumas, ya que revivir los recuerdos de manera cotidiana alteraría la funcionalidad de la persona.

La base para entender el trauma: 

Para entender el objetivo y propósito del siguiente artículo, me es muy importante que se conozca sobre la Teoría de disociación estructural, la cual explica cómo afecta el trauma a la integración de la identidad y como una identidad con trauma responde al entorno para intentar aparentar normalidad y funcionar en sociedad.

Trauma: los esfuerzos de una identidad que alterna.

“… la vida puede ser una lucha constante para los pacientes crónicamente traumatizados” (Van der Hart, 2008). Si hablamos por ejemplo de un trastorno por estrés post traumático debemos entender que la persona para resistir y seguir adelante (con el trauma no procesado), debe organizarse y separar el recuerdo doloroso para retomar su vida lo más parecida posible, a como era antes, esto quiere decir que la parte aparentemente normal (PAN) asume las funciones diarias, mientras que la parte emocional (PE) disocia la información del trauma (que aún sigue latente) y reprime el dolor. Así, la PE se activa solo cuando algún detonante interno o externo le trae a la memoria lo antes sucedido, por lo que la persona presenta los siguientes síntomas:

  1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso(s) traumático(s).
  2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está relacionado con el suceso(s) traumático(s).
  3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Estas reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente.)
  4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
  5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).

(DSM – V, 2014)

Double Exposure

El trauma y el cuerpo:

Durante el trauma la capacidad de pensar y planificar se inhibe ya que estamos viviendo una situación que amenaza a nuestra supervivencia, el sistema nervioso entonces se activa y se prepara para ejecutar conductas defensivas, lo que la persona percibe, no sólo ocurre mediante un análisis cognitivo. Sino también mediante una serie de experiencias sensoriales y sensaciones (olores, formas, memoria táctil, sonidos, etc.) por eso, pasado el evento, el cuerpo reaccionará automáticamente, cada vez que alguno de estos recuerdos se active, por las sensaciones que se experimentaron durante el trauma, como si quedarán guardadas como estrategia preventiva, por si el evento le vuelve a suceder, todo esto de manera intrusiva y sin que la persona pueda controlar a voluntad.

Es importantísimo comprender la naturaleza de los recuerdos traumáticos, dado que el tratamiento eficaz, independientemente de las técnicas utilizadas, pone el énfasis en transformar los recuerdos traumáticos en una narrativa simbólica. Ello requiere un grado substancial de integración de la PAN y la PE.

Charlotte Delbo (1985), superviviente de Auschwitz, rememora la diferencia entre los recuerdos impersonales de la PAN y los recuerdos traumáticos de la PE. Tuvo pesadillas intrusivas recurrentes en las que la PE revivía los sucesos traumáticos:

… En estos sueños, me vuelvo a ver a mí misma otra vez, yo, sí, yo, exactamente como estaba entonces: apenas capaz de tenerme de pie… traspasada de frío, sucia, escuálida; y el dolor es tan insoportable, tan exactamente el dolor que padecí allí, que lo vuelvo a sentir físicamente, lo vuelvo a sentir por todo el cuerpo, el cual se convierte en un bloque de dolor y siento que la muerte se apodera de mí, me siento morir. 

(Van der Hart, 2008)

La fragilidad de un cristal:

Ahora que ya sabemos lo que le ocurre a una persona traumatizada, vamos al trasfondo de esto con la metáfora del joyero.

El joyero experto antes de trabajar tendrá que definir exactamente, qué tipo de material es el que tiene para saber cómo proceder ¿cierto? No puede trabajar igual con un cristal simple como lo haría si se tratase de un diamante ¿no? (siendo el diamante un material más resistente que el cristal). Logra hacer esta distinción, debido a la definición de fragilidad y flexibilidad. Algunos otros materiales como el plástico, ante el peso ceden y se doblan, es decir resisten, y pueden regresar a su forma habitual; los cristales no pueden hacerlo por su propia composición. Ahora imaginemos que el plástico es igual a una persona sana psicológicamente, el cristal igual a una persona que acude a psicoterapia por un problema que desea solucionar y ¿Qué material sería igual a una persona con trauma?  Pues un cristal muy delgado, que nos da la ilusión de estar en buen estado o un cristal quebrado que trata de seguir cumpliendo su función, pero que al mínimo golpe o tensión se romperá porque no ha sido reparado. 

Esto contiene una imagen de: High speed glass breakage - Make:

Como sociedad y como profesionales de la salud, no podemos pretender que una persona con trauma se comporte o se recupere de inmediato y menos sin las herramientas necesarias que puedan utilizar al momento de experimentar flashbacks, recuerdos intensos, pesadillas, etc. Se encuentran frágiles y pedirles fortaleza o responsabilidad sobre sí mismos, sin haberlo detectado, cuando el trauma aún los retiene, es contraproducente, los daña y los revictimiza. Ya que fue algo que no pudieron controlar en su momento, no le da más fuerza, al contrario, porque primero necesita tener una base mucho más sólida para poder ir construyendo todo lo demás. 

Con la metáfora del joyero, intentó llevar a la conciencia también a los profesionales de la salud mental, psiquiatras y psicólogos (en especial a los clínicos). Es muy importante saber si la persona ha desarrollado un trauma que no ha procesado, antes de proponerle, por ejemplo, realizar solo un tratamiento basado en modificación de pensamientos y conductas, porque como hemos visto el trauma también necesita ser procesado por el cuerpo, el sistema nervioso debe aprender que ya no está en peligro y que no está viviendo en el presente esos recuerdos que experimenta como reales, (terapias como la de desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares EMDR, la terapia sensorio-motriz, la teoría polivagal y muchas que han demostrado gran eficacia dentro del abordaje clínico y son herramientas necesarias para trabajar con pacientes traumatizados). Por eso es importante conocer los efectos del trauma en una persona, hasta vital diría yo, para garantizar una rehabilitación exitosa y un tratamiento que alivie la alivie y así, fortalecer la eficacia y adherencia al tratamiento del paciente. 

No se puede ver aquello que no se está buscando o se desconoce.

*Para ejemplificar este punto hay un video que lo ilustra.

 Palabras clave: Trauma, tratamiento psicológico, salud mental, clínica, sociedad.

Referencias:

  • El trauma y el cuerpo. Un modelo sensoriomotriz de psicoterapia. UOC – Universitat Oberta de Catalunya. 
  • Deb D. (2018). La terapia polivagal: Cómo unirse al ritmo de la regulación. Editorial Eleftheria
  • Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM 5. (2014).
  • Van der Hart, et al., (2003, 2006). El YO atormentado. Editorial desclée de brouwer, S.A.

Si pudiera crearme otra vez: El derecho de ser Yo

          En sesiones de consultas psicológicas es natural recibir a quién se siente afligido por heridas del pasado. Esa típica persona que tiene huellas imborrables y selladas con sangre que se le dificulta el hecho de procesar y elaborar aquello que vivió. Un acudiente que añora como el más fantasioso de los cuentistas, poder regresar al pasado y colocar todos los cimientos de manera perfecta y así decir en el futuro que todo saldrá bien. Son personas que juran y perjuran que actualmente son un desastre y que, de haber actuado de manera distinta, hoy, serían más felices.

          Pero, cuando asiste una persona que más que cambiar situaciones decide verse al espejo que refleja su alma y decirse que prefiere cambiarse a sí mismo, que no quiere alterar esos altercados con sus padres o ese desengaño con su pareja, sino que desea ser otra persona, encarnar a un personaje totalmente alejado de sus convicciones y principios cuya personalidad avasallante sea radicalmente distinta y, sobre todo, acertada. ¿Qué tan distinto es el panorama?

          Cabe resaltar que no estamos hablando de una situación como en películas de cambio de cuerpo o de un trastorno de personalidad múltiple (ahora, llamado trastorno de personalidad disociativa). Sino más bien, de sentir la misma identidad, de estar en la misma familia, comiendo lo mismo y compartiendo en los mismos círculos con ellos, pero, tal vez, siendo más altos, más iracundos y temerarios, o, por el contrario, más silenciosos, dubitativos y menos impulsivos, tener unas pulgadas demás, el cabello más liso, entre otras particularidades. Vamos a fantasear, veamos qué resulta.

Ejercicio de identidad

La Flaca Ramírez, asiste a sesiones de terapia debido a frecuentes náuseas que la aquejan desde la adolescencia, llegando a ausentarse de clases de la universidad y del trabajo debido a las mismas, con la consecuente fatiga y reproche que se hace a sí misma por no saberse ser de otra manera. Los resultados del servicio de gastroenterología y demás especialidades arrojan un cuadro totalmente conservado, normal, según los médicos.

Ese día, en que contactamos por segunda vez estaba especialmente pálida, encorvada y pesadumbrosa. Un mendrugo tendría más ánimo que esa chica cuyo cabello opaco hacía entrever unas pesadas ojeras y ojos cansados que advertían de una noche pegada al wáter. Empezó su relato así:

Es que, si yo hubiera sido otra, le hubiera gritado, le hubiera pegado, ¿cómo es posible que se enamorara de ella? Aceptó ser nuestro padrastro, nos cambió pañales, nos dio de comer, y mi hermana ahora tres años mayor que yo le parece el amor de su vida, es incomprensible, esto no es la vida de Woody Allen, es la realidad, y de solo pensarlo me revuelve el estómago”.

          De esta manera, tan cruenta y llena de garbo inició el proceso. ¿Cómo ser otros? Realmente, si estuviéramos en el tiempo cero de nuestra historia, y estamos parados frente a la tienda de habilidades y atributos de la vida, realmente ¿te crees tú, enteramente capaz de tomar todo lo que se necesita?, ¿Sin que falte absolutamente nada para atacar y defender la existencia? Detente, y piénsalo.

Con la Flaca Ramírez, cuyos años se habían acumulado, esta idea no había hecho más que crecer en lugar de aminorar. De este modo, se le preguntó:

  • ¿De dónde vienes?
  • ¿Qué hacen los tuyos cuando la madurez los alcanza?
  • ¿Cómo se mueven ustedes en la vida cuando hay amenaza de lluvia en el horizonte?
  • ¿Qué festejos proclama tu gente cuando sienten la vida recorrer por sus venas?

La manera de preguntar, que recuerda al viejo oeste con un anciano a las afueras del pueblo deviene de cimentar en la persona un sentido de identidad, que recuerde que no vino sola de la nada, sino que, es parte de un sistema, que inculca modos y procederes y ella no es ajena a estos, por lo tanto, sin esperar ánimos de víctima, se le recuerda que no es una pobre alma presa de las circunstancias, pero si es alguien que puede ser quién es aún pese a ellas. De allí el énfasis en hablar de “los suyos” y no tomarla a ella como un ser meramente individual, sino alguien que tiene una historia que está ligada a otros.

Considerando lo anterior, la Flaca Ramírez se retorcía mentalmente buscando sus respuestas. Fue para ella un proceso doloroso, un problema que aquejó en su ser la búsqueda de una verdad que según ella solo la escondía su mente. Sin embargo, al verse descubierta por la realidad que la arropaba comenzó gradualmente al cabo de un tiempo a reflexionar sobre las vivencias de su casa.

Más allá del ejercicio de identidad

Volvamos a la cuestión anterior, sí respondes la pregunta base sobre sí tendrías todo lo necesario para tu vida, ¿qué te asegura y da garantía total de que no necesitarás más nada?

La tortura de creerte una persona carente de habilidades y destrezas perpetúa la idea de saberte un inútil, un escupitajo de la vida que llegó a la tierra a tropezar sin talento alguno. De creerte un ser que lejos de ofrecer claridad solo oscurece la vida de todos y la de sí mismo, busca además estallar en frustraciones por sentir que no vale nada y que la vida es una pena que merece ser decapitada más que vivida y luchada.

A veces, para algunos, fantasear con ser otro resulta un escape adorable, una ilusión anodina que hace suspirar con la idea de que el pasto del vecino es más verde. Es un laberinto hedonista que eterniza la idea de sentir que se es nada. Esta realidad fantasiosa no es más que una trampa.

El mundo, se maneja como un sistema amplio de arbitrariedades y probabilidades, podemos estar en un momento de confort y de repente la tierra se estremece y quedamos de nuevo en cero. O, por el contrario, estamos en un pozo oscuro y con un toque de suerte y personas correctas surgimos y exploramos un estado de estabilidad que va más allá de riquezas y se muestra como una serie de disfrutes “simples” como sentirse querido, apreciado y valorado.

La trampa de querer ser otros

Cómo observamos, la Flaca Ramírez mantenía la ilusión de que siendo otra pudo haber advertido y protegido a su hermana mayor, trazar otro camino diferente al de su familia y ser además quien rompiera todas las cadenas que arrastraba su sistema familiar conforme siempre con las circunstancias que atravesaba. De este modo, mentalmente y lleno de oasis de fantasía creó una intrincada configuración que buscaba siempre escapar de la cruda realidad. Aquí, en este hueco cálido donde ella como protagonista siempre ganaba, se sentía segura, pensaba que podía dar soluciones y recibir siempre una palmada en la espalda por estar en lo correcto. Todas mentiras.

El camino largo de ser quien eres porque los otros “personajes” ya han sido tomados

Una vez, estando en la universidad en la asignatura dinámica de grupos un chico que tenía muchas particularidades entre ellas ser tajante, me escribió una pequeña nota a petición del profesor para una dinámica sobre opiniones y cómo vemos a otras personas. Cuando leí su nota, me quedé anonadada por lo que decía, en resumen, era: compórtate de manera genuina, revisa quién eres y no finjas.

Y ciertamente, todavía hoy me cuestiono qué había en mí y mi conducta que despertó esa idea en él, sí lo habían pensado otros, sí tal vez estaba equivocada en mi proceder, sí yo fuera otra tal vez me hubiese aceptado, en fin, muchos argumentos se dieron sin respuesta alguna, acompañados todos de dolor, por supuesto, llegando inclusive a romper la nota y dejarla en la basura, aunque, ciertamente el recuerdo seguía conmigo.

Hoy, avanzo un poco más y me doy cuenta que, si bien el recuerdo persiste, no había manera que yo fuera otra persona, mi lugar en el mundo no está determinado por su nota ni por la de nadie más. Esa idea extenuante de siempre proceder de acuerdo a otros no solo es una labor suicida, sino que además corroe la propia existencia, por lo que no hay manera de ser genuino ya que siempre estamos sobre el molde de lo que otros piden y quieren. Hoy, ciertamente soy distinta, me manejo con algunas barajas nuevas y persigo objetivos que antes eran totalmente fuera de serie.

De esta manera, logré consolidar la fantasía de ser otra persona, pero, siendo auténtica a mí, adquirí la capacidad de transformarme para mi bien cuando las circunstancias lo ameritan y no soy un disfraz endeble que se desvanece con los días de lluvia, al contrario, siendo yo como soy, puedo ser recordada por más habilidades de las que soy capaz de mencionar.

Finalmente, me aleccioné y noté que no puedo ser buena en todo, aunque lo anhele, que ser capaz en más de un área y no en todas me brinda mayores posibilidades de expansión y alegría que sobrecargar sobre mis hombros la idea de ser siempre idónea y quien sobresale en todo. Reafirmo el compromiso de que, aunque pertenezco a un modelo donde se barajan y entregan las cartas de una manera, soy yo la que decide qué hacer con cada opción que se me presenta, no seré hoy la persona hedonista que busca siempre destacar en la fantasía, sino que seré la mujer real que se transforma por su bien y para vivir en un mundo donde nada es absoluto y eso es lo más realista que hay.

La línea invisible entre el paciente y la psicóloga

Todas y cada una de las ocupaciones son excepcionales. Me imagino a un odontólogo interviniendo a un paciente mientras revisa sus dientes, pide una radiografía, y efectúa muchos otros estudios que denotan definitivamente de mucho conocimiento y destrezas propias de la profesión. Me imagino también a un arquitecto diseñando en la computadora, poniendo en cada gráfica una gran cuota de talento y de arte. Y así podría observar desde afuera a cada una de las ocupaciones. Pero hoy, por motivos muy personales, quisiera centrarme en los psicólogos(as).

Los psicólogos trabajamos con lo abstracto, las emociones, los sentimientos, percepciones, ideas y creencias, etc. Somos estudiantes eternos, cada caso es un tema único. Hay distintas variables que analizar, determinar que técnicas podemos aplicar para cada situación, para cada persona.

Sería muy gratificante que algunos de nuestros pacientes pudiesen llegar a leer este texto, creo que aquí va a pasar lo contrario a la dinámica de las sesiones. Por primera vez voy a hablarles de lo que pasa en mi vida al haber elegido esta maravillosa vocación.

Primeramente, necesitamos comprender que la mayoría de pacientes acuden a consulta psicológica por primera vez cuando tienen la percepción de haber tocado fondo. Aún cuando no mencionen el motivo central en la primera cita, lo cual puede deberse a muchas razones, tales como el miedo a que al decirlo en voz alta, todo se vuelva más real, o también puede ser que aún no hayan identificado con claridad las causas de su malestar, entre tantas otras cosas. El hecho es que, lo verbalicen o no, lo sienten. El motivo por el que asisten es por dolor emocional.

Claro que despierta muchas emociones el conocer a un nuevo paciente, es como si abrieras un libro nuevo, que cada vez que lo vuelvas a abrir, tendrá nuevos capítulos. Aunque no lo vas a poder leer desde la hoja número uno, ya que a veces partirá desde más de la mitad, y poco a poco se podrá ir retrocediendo, conforme el autor lo lea.

En cada libro, hay una forma de escritura única, y de lectura también. 
El poder leerlos, te permite de algún modo, tener la sensación de haber aprendido junto al protagonista. Pero no solo es eso, cada vez se pone más interesante. A veces, los autores (pacientes), te invitarán a leer los libros que ellos han escrito sobre otros personajes (que suelen ser personas que han impactado en sus vidas). Y aún no es todo, porque una vez que se avance lo suficiente con cada autor, se puede invitar a coautores, en sesiones de terapia familiar.

Entonces de pronto, vas recopilando todas las versiones, y este es uno de los puntos más difíciles e importantes, ya que un psicólogo(a), no es ningún personaje. Es la voz sin rostro, sin género, es el público que escucha, que aplaude, que se conmueve con cada página. Creo que desarrollar gran parte de la vida, atendiendo pacientes, te hace más humano, te va alejando del ego, te permite vivir cada día cuatro o diez vidas, aún sin ser parte de ellas. 
Esa es la línea invisible, que necesitamos ir aprendiendo a trazar entre las historias de vida de nuestros pacientes, las cuales resultan ser tan ajenas, pero por instantes cuando tu empatía esta al mil, son tan cercanamente propias.

¿Cómo se traza esta línea? En realidad es algo que se va a tener que dibujar antes de iniciar cada sesión, durante la misma (a veces en más de una oportunidad), y sobre todo al terminarla. Yo lo hago algo así: Escucho los relatos y me detengo por breves momentos para cuestionar mis emociones, es un juego de piensa rápido, mi sentir es maravilloso para empatizar y puedo dejar que crezca lo necesario, hasta que podría iniciar a doler. Es entonces cuando racionalizo de inmediato el propósito de mi función como psicóloga de esa persona, que está depositando su confianza, quizás como nunca antes lo ha hecho con nadie, en mi.

Pensamientos como: «La historia es ajena a ti, no se trata de remediar lo que pasó, o aplicar la ley del espejo y permitir que la transferencia se vuelva poderosa, se trata de ayudar a tu paciente a que algún día vuelva a narrar lo sucedido, con una moraleja de vida, lejos de cualquier creencia irracional, lejos de la culpa, pero sobre todo lejos del dolor».
No puedes sentir luego de que tu paciente terminó de hablar. Es más, muchas veces ni siquiera puedes hacerlo antes. Y si nos permitimos hacerlo, necesitamos tener la apertura de sentir con el corazón ajeno, lejos de cualquier sentimiento de la vida propia.

Un viejo truco, es dar lo mejor de ti como profesional en la sesión, prestar una atención plena a lo que ocurre. A mi me ayuda muchísimo tomar apuntes, ya que pongo en funcionamiento a varios procesos mentales al hacerlo. Ya no solo es el escuchar, si no el sintetizar mediante la escritura, que posteriormente podrá servir para una lectura previa a una siguiente sesión.

¿Un psicólogo(a) necesita ir al psicólogo(a)? Creo que sería necesario una ley que lo avale, es más, un estudiante de psicología necesitaría iniciar con su tratamiento personal, y continuar teniéndolo por el resto de su vida. En realidad, todas las personas lo necesitamos. Y sé que muchos piensan lo contrario, pero me pregunto si tienen por lo menos una experiencia de haber ingresado a una cita, o más importante aún, si cuando fueron llegaron a confiar en su psicólogo(a), porque si no lo hicieron, que en realidad es un trabajo en equipo, es como si nunca hubiesen ido.

Yo también voy a la psicóloga, y me enorgullece decir que, especialmente en los pasajes más duros de mi vida, he tenido la humildad de pedir ayuda, y lo seguiré haciendo. Se disfruta tanto de la psicología que sería una locura no buscar sentarme del otro lado.  También he ido notando, con el pasar de los años, que cada vez más son los estudiantes de Psicología quienes buscan ese apoyo, así como colegas míos.

¿Cómo hacemos para atender a pacientes que tienen problemas, si nosotros también tenemos nuestros propios problemas? Es bastante lógico plantearnos esta pregunta, la verdad es que, como cualquier otra persona, también tenemos heridas emocionales, a veces también nos hieren o herimos. Un psicólogo(a) que no presente estabilidad no debería ejercer la psicología clínica en ese momento.

Podemos reprogramar una cita, o derivar un caso si sentimos que se nos dificulta establecer esa línea invisible, porque probablemente el caso que vemos nos toca en la fibra más sensible de nuestro ser. Y está bien, lo que se cuestiona es el no identificarlo. Trabajamos en la salud mental, nuestra base es nuestra propia salud mental. Si no estamos estables, no podremos ver las cosas con claridad, y tenemos al frente vidas. Del mismo modo con los prejuicios y creencias, hay que quitárnoslos todos, y no solo antes de entrar a consulta, si no en equilibrio con la vida personal.

Es un estudio constante de uno mismo, no me avergüenza poder hablar de algunos acontecimientos propios en alguna sesión, si corresponde y de forma muy puntual, no como desahogo, ya que nuevamente lo ponemos sobre la mesa, no se trata de tu sentir, si no del paciente. Este no es tu libro, eres la voz que lo lee, o los oídos que lo escuchan, según corresponda.

¿Puede un psicólogo llorar o reír durante una sesión? Claro que podemos, es más hay momentos en la vida, en donde es lo mejor que podemos hacer, porque es la manifestación cúspide de nuestra empatía. Pero no podemos desbordar, no podemos permitir que ese pequeño momento se alargue, no podemos dejar de racionalizar, es algo muy puntual. Y quizá una de las cosas que más te una a aquella persona que te mira con el rostro lleno de confianza. Se puede llorar de compasión, se puede llorar de bondad. Y es aquí donde comprendo porque pueden pasar 1, 2 o 6 años, y no he tenido un solo día de aburrimiento en mi vocación. Porque estoy donde necesito estar, me siento realmente viva, con el cerebro y el corazón a mil al estar en mis sesiones. ¡Gracias por tanto!

 Dedicado a mis queridos pacientes de Warayana

¿Y si hablamos de la muerte? Continuación…

“Doctora, últimamente me siento triste, sin ganas de nada, no tengo apetito y tengo muchas ideas en mi mente a veces no quisiera despertar… Hace 6 meses falleció mi hermano, me dicen que debo estar bien, que ya pasó mucho tiempo, que a mi hermano no le gustaría que yo esté triste… Pero yo sólo quiero llorar  y pensar que esto no es real,  ¿usted cree que estoy mal?

Confesiones cómo ésta escucho a menudo en consulta, muchos piensan que sólo se debe hablar de la vida y cómo vivirla o que hay emociones buenas y malas;  que no hay que llorar a los  muertos porque se ponen tristes o “no los dejamos descansar en paz”, y que todos viven el duelo de manera similar.  La única vez que nos permiten llorar y se alegran es cuando nacemos, luego se nos lo prohíben… Somos analfabetos emocionales. Cuando llegan a la primera sesión no son conscientes ni de sus emociones, ni pensamientos. Creen que los responsables son los demás o que lo que sienten está mal, pero juntos trabajamos el observar sus emociones sin juzgar, dándole la bienvenida tanto a la alegría cómo a la tristeza, al goce y al dolor. 

En mi caso, los pequeños golpes que me iba dando la vida, no fueron suficientes para despertarme, tuve que tocar fondo para descubrir por fin qué era lo realmente importante, para aprender a disfrutar de las cosas cotidianas. Recuerdo en mi  formación en Psicología que nuestra mente sólo tiene dos objetivos: buscar el placer y evitar el dolor. Sin embargo, una vida en absoluto placer, sin percibir las otras emociones básicas, estaría indicando un desequilibrio y de seguro alguna enfermedad mental.

Nos han enseñado que los errores son fracasos, que no podemos equivocarnos, la equivocación conlleva castigo. El castigo nos expone, nos avergüenza, nos hace sentir culpables y produce dolor. ¿Pero de verdad es que podemos ser perfectos? Esta exigencia impuesta por los sistemas educativos y aceptada por nosotros desde niños como si fuera real, nos lleva a inhibir la autenticidad que hay detrás del dolor. ¿Y si lo que entendemos por castigo fuese realmente una bendición?

Probablemente hayas escuchado que el dolor es inevitable y el sufrimiento opcional. Pero es posible que esta afirmación te haya despertado cierta confusión y rechazo. Estos dos conceptos, aunque muchas veces aparezcan unidos, son opuestos. Además, la tendencia de reacción de cada persona hacia alguno de ellos tiene mucho que ver con sus vivencias tempranas. Es decir, con el modo en que aprendimos a gestionar la frustración y los cambios. El dolor es una reacción natural ante un suceso desagradable, una experiencia transitoria, cambiante, que se diluye si la abrazamos y permitimos. El sufrimiento, por el contrario, puede alargarse indefinidamente: depende de nosotros crearlo o ponerle fin por medio de la aceptación, ya que se produce cuando nuestro pensamiento se resiste a una sensación que considera molesta. Cuando nos sumimos en el sufrimiento nos sentimos víctimas injustamente tratadas por la vida e incapaces de controlar lo que sucede. 

El dolor nos da un mensaje que nos protege y regenera, nos inspira y enseña el camino correcto, nos hace más fuertes, nos permite aceptar realidades diferentes. Nos enseña cuáles son nuestras limitaciones, y a partir de ese momento, entrenarlo (como si fuese un músculo) nos hace más resilientes.  Si fallece un ser querido, si perdemos una relación importante o si quedamos desempleados es normal que el dolor aparezca. En general cualquier pérdida significativa, cualquier situación en que nuestras expectativas se rompan nos generará este sentimiento.

Todos reaccionamos de forma diferente a la muerte y echamos mano de nuestros propios mecanismos para sobrellevar con el dolor que ésta conlleva.

Cuando evocamos en nuestra memoria la palabra “duelo”, suponemos que estamos hablando de pérdidas humanas y que tiene que ver sólo con la muerte. Nos cuesta pensar que si nos mudamos a otro país o cambiamos de trabajo también vivimos un duelo, que si me cortan una pierna debido a una enfermedad también lo transito, al igual que cuando pongo fin a una relación. Un divorcio o alejarte de alguien con quien mantenías un vínculo afectivo es un “duelo de vivos”,  la aflicción es más intensa porque sabes que la persona aún está y puedes imaginártela en su rutina diaria o hasta te la puedes volver a encontrar. Es más difícil procesarlo y sanar, a veces quedan palabras pendientes, conflictos no resueltos que se van arrastrado. Se viven las mismas etapas que en una defunción; el shock o negación de no entender, la rabia junto a la culpa y reproches, la tristeza profunda que es la etapa más larga hasta llegar a la anhelada “aceptación”.

Sea por deceso o por alejarse de alguien, en ambos casos no respetan lo que podemos llegar a sentir, quieren vernos bien. Si estamos en el velorio nos dan agüita de azar o incluso pastillas para calmarnos ¿Y cuándo podremos llorar la ausencia de esa persona? Se dice que duelo que no se llora no avanza; no es que lo superemos del todo y volvamos a hacer nuestra vida como si nada, se aprende a caminar con  el pesar. Sentir confusión, rabia, desesperanza es natural;  hay que  atravesar todas las fechas especiales como Navidad, Día de la madre, o los cumpleaños sin la presencia de esa persona.

En el camino del duelo hay que tomar decisiones, vamos eligiendo continuamente la forma de recorrerlo y en este trayecto hay una serie de tareas que han de realizarse para conseguir una sana elaboración del mismo:

  1. Aceptar la ausencia, para poder llegar a esto primero debemos atravesar los distintos estadios identificados por la psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross en su libro «Sobre el duelo y el dolor»
  • Negación: La persona no asume la muerte o separación , puede entrar en estado de shock y sentir la sensación de que está viviendo un sueño o pensar que su ser querido va a  volver en cualquier momento, puede haber una cierta sensación de irrealidad y las emociones se pueden bloquear.
  • Culpa: Pensamientos cómo “no haber hecho lo suficiente” o “no haberse portado bien con el otro”, por ejemplo. Sentirse culpable por haber provocado una discusión o por no estar presente en el deceso.
  • Rabia: Los sentimientos de frustración y de rabia cuando se produce una muerte son naturales, y es necesario hacer consciente esta emoción para no transformarla en rabia hacia nosotros mismos pues es cuando surge la culpa patológica.
  • Desesperanza: En esta etapa la emoción principal es la tristeza al hacerse consciente de la pérdida. Este dolor nos hace conectar con un sentimiento profundo de soledad y vacío, podemos llegar a tener la sensación de que sin el otro no podemos vivir.
  • Aceptación: Cuando admitimos la muerte es momento de empezar a rehacer nuestra vida. Hacerse la idea que la otra persona ya no está no quiere decir que ya no nos duela o no la echemos de menos. Aprendemos a vivir sin ella, aunque siempre nos quedará su recuerdo.

2. Abrirse al dolor, permitirse sentir todo ese dolor, mirarlo, abrazarlo, expresarlo, no esconderlo o reprimirlo. Permitirnos también los momentos de tregua (sino sería como mirar fijamente al sol) ya que el duelo fluctúa entre el sentir y el hacer, la orientación a la pérdida y la orientación a la recuperación.

3. Aprender a vivir sin esa persona, todo lo que antes se hacía de forma compartida o lo realizaba la otra persona ahora ha cambiado y con ello, nuestras responsabilidades, costumbres… Una parte tuya muere y hemos de reestructurar nuestra identidad, no solamente como individuos sino también en relación con los demás.

4. Encontrar de nuevo sentido a la vida, volver a ocuparse de ella y de los vivos. También es cierto que para transmutar un gran dolor es necesario encontrar un propósito o proyecto cuyo amor sea proporcional a la magnitud del dolor sufrido.

Se dice que en la sociedad existe una tendencia negadora a la muerte y se arraiga la idea de ésta como si fuera un fantasma. Pero de igual forma la experiencia dice que si a este fantasma se le pone nombre y apellido se le integra y se vuelve parte de nuestra vida. Jorge Bucay, terapeuta y escritor argentino en su libro “El camino de las lágrimas” nos habla sobre las necesidades emocionales de las personas que atraviesan una pérdida y cómo verse satisfechas:

  • Necesitan ser escuchadas y creídas en toda su historia de la pérdida.
  • Sentirse protegidas y tener permiso para expresar emociones.
  • Ser validadas en la forma de afrontar el duelo (saber que esto que les pasa es natural, está bien hecho y no es malo sentirse así).
  • Estar en una relación de apoyo desde la reciprocidad (que la otra persona le entienda gracias a una experiencia similar o que la otra persona “sepa” de lo que está hablando el afectado).
  • Que respeten su individualidad y forma de procesar el duelo.
  • Necesitan poder expresar amor y vulnerabilidad ante otras personas.

Todos en algún momento hemos experimentado un duelo, ya sea por terminar una relación,  por el diagnostico de una enfermedad o la pérdida de un ser querido. Quiero terminar éste artículo con algunas ideas que pueden ayudar a transitar este tiempo:

  • Busca el apoyo de familiares y amigos.  Es importante saber que en ocasiones preferimos estar solos o acompañados, va a depender del momento. Es normal sentirnos confusos y no saber qué es lo que deseamos, ten paciencia, no te culpes, ve a tu ritmo.
  • Intenta compartir tus malos momentos con personas diferentes para que ninguna de ellas pueda sentirse desbordada.
  • Evita tomar decisiones importantes de forma precipitada. En ocasiones la emoción es la que intenta controlar esa decisión y no siempre es la acertada.
  • Permítete estar en duelo emocional, pero a la vez es positivo marcarse pequeñas obligaciones con la finalidad de no aislarse y recuperar nuestra vida familiar, social, laboral y personal.
  • Te sugiero ver de manera gradual los recuerdos que te resulten dolorosos, no quieras correr ni exponerte en exceso. Poco a poco lo irás consiguiendo y el sufrimiento irá disminuyendo.
  • Intenta cuidarte a ti mismo, a través de la alimentación, el ejercicio físico, el descanso, la reducción de hábitos no saludables.

Soy consciente de que los consejos que te acabo de proponer no son fáciles de seguir. Pero no olvides que todos tenemos una capacidad de adaptación inimaginable. Te animo a que cada vez que sientas ese dolor y esa tristeza tan intensa que puede llegar a invadirte por dentro, intentes sustituirlos por amor. Amor hacia lo que tuviste, amor por todos los buenos momentos vividos.

Referencias

Jorge Bucay (2006). El camino de las lagrimas. España: Grijalbo.

Elisabeth Kübler-Ross ( 2005). Sobre el duelo y el dolor. Barcelona: Ediciones Luciernaga.

¿Y si hablamos de la muerte? Primera parte

No se puede pensar: “Voy a ser feliz el día que mi papá se mejore definitivamente”. Tengo que ser feliz hoy con su cáncer. Y él también. Pero ojo: puedo «ser feliz y no estar contenta». En la quimioterapia, la gente es feliz pero no lo vive contenta. Nadie quiere estar en ese lugar. Sin embargo, agradece cada circunstancia, cada sonrisa, cada día. Esa gente tiene conciencia de la muerte aprendió a disfrutar de la vida.

¿Por qué en vez de hablar de cómo tenemos que vivir, hablamos de que queremos hacer antes de morir? Una de las características del ser humano es darse cuenta de su temporalidad, de que no estará vivo siempre. La muerte nos acompaña desde el principio del camino. Esto ha sido siempre un drama terrible para nosotros, que a lo largo de nuestra existencia tenemos que enfrentarnos a situaciones que conllevan dolor. Entender que es tan parte nuestra como nacer, mencionarla es adecuado porque permite mayor consciencia en el trajín diario y que los duelos por las pérdidas sean también transiciones más naturales.

¿Podemos decir entonces que conversar de la muerte es saludable?, creo que “Es sanador”. Nos aporta recursos, nos posiciona en otro lugar ante la vida, nos ayuda a practicar la gratitud y tener una postura de aprendiz ante ella.

Esta es una de las claves para que se pueda disfrutar plenamente de nuestro paso por aquí, hay que darle un poco más de acogida a la muerte, que deje de ser tabú, aceptarla para que nos ayude a transitar con mayor intensidad, con mayor disfrute.

Todos entendemos que en algún momento nos vamos a ir, pero no lo hacemos real, no lo tenemos consciente hasta que perdemos a alguien muy cercano, cayendo en sobrevivir desde un lugar muy omnipotente, “como si fuéramos eternos , aún sabiendo desde el minuto cero que sí somos seres finitos”.

Yo quisiera departir desde mi historia en que pude ver la muerte tan de cerca, en el año 2016 tuve a mi segunda hija y debido al embarazo se me formaron múltiples cálculos en la vesícula que si bien de manera externa no había problema, por dentro me estaban destruyendo. Tenía algunos cólicos, unos manejables otros peor que un parto, pero mi respuesta era: “me voy a operar más adelante que mi hija pequeña cumpla seis meses”; cada día eran más fuertes hasta que en uno de esos colapsé… Cuando tuve conciencia estaba en la clínica en una camilla con un dolor insoportable,  recuerdo la cara de los médicos preocupados, mi esposo con cara de desesperanza y yo retorciéndome en la camilla, no recuerdo más. La mañana siguiente desperté,  estaba hospitalizada con suero, él a mi lado y el médico, al verme abrir los ojos dio una sonrisa más grande que la de un niño cuando abre su regalo de Navidad. Me explicaron que había sufrido de una pancreatitis y que en la mayoría de casos era mortal, “hace dos días falleció un chico en la habitación de al lado por el mismo diagnostico”, comentó el doctor seguido por estas palabras: “estas viva por milagro”.

Estuve dos semanas hospitalizada sin ver a mi familia, sin probar alimento alguno;  todo era suero. Tenía los brazos destrozados e hinchados. Los primeros días fueron buenos porque me los tomé como un descanso sin embargo cuando me daban más días de hospitalización y ya me estaba olvidando de masticar por lo que no probaba alimento, empezó a salir mi lado impaciente; hubo días que lloraba, otros que rezaba y también venían las preguntas: ¿Por qué a mí? algún motivo debe haber… buscaba y buscaba. Finalmente lo encontré; antes de esto vivía renegando de mi historia y del rol que me había tocado, agestada 24 x 7, sin una pisca de gratitud, envidiando la libertad de los otros, anclada en el pasado con sentimientos de melancolía. Hoy puedo decir gracias “pancreatitis” porque así me di cuenta que no seré eterna, que no tengo el control de nada ni de nadie y que debo conectarme con el presente aquí y ahora cómo un regalo, ser agradecida, ponerme en el papel de alumna ante la vida y sobre todo gozar de quienes tengo hoy conmigo.

«Ofelia» por John Everett Millais, representa una escena de Hamlet por William Shakespeare

El poder hablar de esto es lo que me va a ayudar a vivir mejor cada instante, a disfrutar de mis seres queridos, de lo natural, de lo cotidiano. Conversar de la muerte, propia o ajena, suele ser difícil. Rodeos, excusas, palabras cómo “no hables de eso”, “te vas a poner bien” son las que usamos al ver a alguien enfermo. Sin embargo, con la pandemia de coronavirus como protagonista y de cara a una estadística que pone en evidencia constante la lista de víctimas, la finitud se hizo visible así cómo los procesos de duelo.

La muerte no es lo único que provoca duelos en la vida: puede haberlos por cualquier tipo de desenlace, desde la baja en un trabajo, defunción o hasta una mudanza. Es un proceso de adaptación emocional ante cualquier pérdida. Puedes hacerlos hasta por el extravío de algún objeto, lo que cambia es cómo se va a desarrollar, si voy a ser más o menos consciente de eso. El duelo se desarrolla de manera individual, cada uno lo transita a su manera donde lo único en común es poder aceptar las circunstancias, así recién podemos ver qué mensaje hay detrás.  Esto tiene que ver con codificar elementos de la inteligencia espiritual: ese para qué le da sentido a esa experiencia, ese para qué invita a que valoremos nuevos hábitos, evaluar nuestros afectos, hayamos cambiado prioridades, aumentemos nuestros espacios de conciencia, tengamos mucho mayor conocimiento de vivir en gratitud y con flexibilidad.

La Dra. Arango que lanzó su libro “Mundos Invisibles” discute sobre la muerte y el duelo, donde señala que no podemos elegir cómo morir pero si cómo poder morar bien. Según Arango asumir la certeza de deceso, además, ayuda a disfrutar el día, a estar en paz y a ser más feliz. Esto no significa no tener dificultades porque los retos y los problemas hacen parte de la evolución , sino actuar con bondad, compasión y honestidad. “Las personas que viven bien están conectadas con su alma y un alma buena es aquella consciente de los valores básicos que deben guiar a un ser humano bondadoso”. Se trata de experiencias naturales que deberían estar más presentes en la cotidianidad. Pues como ella dice, “si aprende a hablar de la muerte la gente se libera de muchos temores y vive con mayor tranquilidad”.

“El duelo es un proceso totalmente natural, no es patológico y no es una enfermedad”. No siempre se necesita de ayuda psicológica para llevarlo adelante; sin embargo, hay cierto tipo de pérdidas que quizás hagan que se necesite ayuda profesional desde el principio…

Referencia

Arango, E. L. (2016). Mundos invisibles: Una guía para comprender el viaje del alma de regreso a su hogar y contactarnos. Colombia: Penguin Random House

Animales de asistencia y apoyo

Las personas con discapacidad pueden mejorar su calidad de vida con la ayuda de animales de servicio y apoyo emocional. Actualmente gran parte del mundo reconoce la importancia de su protección legal, integrando derechos civiles que protejan tanto a la persona como al animal de servicio. Sin embargo, por desconocimiento o la pobre adaptación de algunos negocios o instituciones se dificulta la labor.

Cómo gestionar el duelo de un animal de compañía | Fundación Affinity

Animales de servicio.

Organizaciones como ADA, reconocen que el animal de servicio es un animal altamente entrenado, capaz de realizar tareas de ayuda para personas con disparidad visual o motora. Principalmente se considera a los perros como primera opción, pero se puede optar por otras especies (ADA, s. f.-a).

  • Animales guías, principalmente son perros cuidadosamente entrenados para facilitar el viaje de una persona que tiene impedimentos visuales.
  • Animales oído o señal, principalmente son perros entrenados para alertar a la persona ante un golpe significativo, ruido o señal sonora de emergencia.
  • Animales de servicio psiquiátrico, son animales entrenados para reconocer el inicio de episodios psiquiátricos, reduciendo sus efectos. Así mismo, se le puede entrenar para que recuerde las horas designadas para la toma de medicamentos, como los controles de seguridad.
  • Animales de señal social o sensorial, son animales entrenados para ayudar a personas con autismo a reducir sus conductas repetitivas.
  • Animales que responden a convulsiones, como su nombre lo indica son animales entrenados para reconocer el inicio de un episodio, asistiendo a la persona durante y después. Estos perros son capaces de buscar ayuda.

Animales de apoyo o terapia

Los animales de apoyo o terapia, como su nombre lo sugiere, son animales entrenados para dar asistencia emocional como parte del plan de tratamiento médico. Sin embargo, estos no son comprendidos como animales de servicio, por lo que, si bien son reconocidos en instituciones médicas, legalmente no se encuentran protegidos como los animales de servicio.

Actualmente se encuentra en desarrollo la inclusión terapéutica de especies animales, claramente se aprecia los beneficios que tiene la integración a protocolos tradicionales, puesto que se reduce la brecha con el profesional, crea lazos afectivos y de seguridad (Abellán, 2008).

Es importante resaltar, que si bien no todas las especies están reconocidas como animales de apoyo o servicio. Estos animales proporcionan compañía, alivian la soledad e incluso facilitan el tratamiento de depresión, ansiedad y ciertas fobias.

Especies y razas reconocidas.

Las intervenciones terapéuticas, educativas, recreativas y motivacionales que empleen animales en su protocolo de atención, deben de considerar la especie y raza mas adecuada para cumplir dicho fin. Puesto que si bien con entrenamiento, los animales pueden desarrollar actividades específicas, puede que el estrés que suponga dicha actividad deteriore su bienestar (Trossero & Sm, s. f.). No es lo mismo integrar a un grupo de niños un perro altamente sociabilizado, que un gato o caballo.

Los perros, gatos, caballos, monos capuchinos son las especies con mayor aceptación internacional como animales de servicio. Sin embargo, puede existir distinciones de país en país. Por ejemplo, solo se reconoce a los perros para brindar asistencia en lugares públicos (ADA, s. f.-b).

Efectos relacionados

Ciertamente se han demostrado los efectos positivos en la calidad de vida de las personas que cuentan con animales de asistencia y apoyo emocional. Sin embargo, también es cierto que no se ha profundizado lo suficiente, esto se debe a la juventud de estos programas. Si revisamos los primeros programas de adestramiento canino con fines terapéuticos, datan de hace 30 años.

En base a la observación conductual, los perros y gatos son capaces de reconocer las emociones de sus cuidadores, demostrando un acercamiento más notado cuando este es de tristeza. “La sensibilidad es la ventana por la que los animales se asoman al mundo” (Zamarra, s. f.).

Conclusiones.

Los animales asistencia y apoyo emocional son claves para el tratamiento y la independencia de las personas con dificultades. Así mismo, es importante resaltar que no todos los animales son iguales, muchos tienen naturalezas o características que los hacen aptos como animales de asistencia. Por otra parte, es importante resaltar la falta de investigaciones formales.

Referencias

Abellán, R. M. (2008). La terapia asistida por animales: Una nueva perspectiva y línea de investigación en la atención a la diversidad. Indivisa: Boletín de estudios e investigación, 9, 117-146.

ADA. (s. f.-a). Animales de servicio y animales de apoyo emocional | ADA National Network. Recuperado 15 de noviembre de 2021, de https://adata.org/guide/animales-de-servicio-y-animales-de-apoyo-emocional

ADA. (s. f.-b). Service_Anima_lBooklet_Spanish.pdf. Recuperado 15 de noviembre de 2021, de http://southwestada.org/html/publications/Spanish/Service_Anima_lBooklet_Spanish.pdf

Trossero, B., & Sm, G. (s. f.). Venciendo prejuicios. 2.

Zamarra, S. J. (s. f.). Terapia asistida por animales.pdf. Recuperado 15 de noviembre de 2021, de https://www.psicoterapiaequina.cl/pdf/Terapia%20asistida%20por%20animales.pdf

BASKET CASE: UNA CANCIÓN SOBRE LA ANSIEDAD

Billie Joe Amstrong, líder del grupo Green Day, compuso la canción “Basket Case” que significa “Caso Perdido”. Es una canción basada en la propia experiencia del cantante, quien sufre de Ansiedad y ataques de pánico.

El video de “Basket Case”, fue grabado en un hospital psiquiátrico abandonado, y el lugar va acorde con la intención que tiene el cantante de hacer entender a los demás el cómo se siente cuando está en estado ansioso. Por otro lado, las letras de la canción, reflejan todo el caos y confusión que se produce en la mente de una persona durante un ataque de pánico.

Fragmento de la Canción «Basket Case»

De hecho, del fragmento extraído, entiendo lo que Billie trata de comunicar sobre la ansiedad: La sensación de opresión en el pecho y sentir estar atrapado en un laberinto sin salida, tratando de encontrar una explicación lógica a todo ese desorden mental. A la vez preguntándose lo siguiente: ¿No estaré ya paranoico?, al mismo tiempo tratar de avizorar esa luz al final del túnel, ese pedacito de control que tanto se anhela en ese momento.


Las letras de la canción reflejan lo que hoy en día millones de personas están pasando, ya que vivimos tiempos de desasosiego, desesperanza e incertidumbre. Y es que la presencia del COVID -19 ha hecho estragos en la salud mental. Probablemente, sintiendo que no hay salida y tratando de encontrar soluciones para poder encontrar un remanso de paz y una cura para el alma.

La OPS, indica que en estos tiempos de COVID -19 es muy importante preservar la salud física y mental, por ello ha brindado la posibilidad de hacer uso de líneas telefónicas para las personas que requieran ayuda psicológica.

Si bien, existen infinidad de alternativas para cuidar de la salud mental, el presente artículo tiene como objetivo brindar información de cómo la música es un medio efectivo para reducir la ansiedad.

Ansiedad: El otro lado de la Pandemia

De pronto el mundo cambio, todo dio un giro, las personas se quedaban sin poder regresar a sus países de origen, las empresas cerraban, como consecuencia el aumento de desempleo y las escuelas se trasladaban a las casas. Después, existía la incertidumbre de no saber si uno se iba a enfrentar a una pérdida abrupta de un amigo, de un abuelo, de un hermano y hasta de un hijo.

Así como afirma Huarcaya (2020), los principales problemas que ha causado la pandemia son: depresión, estrés y ansiedad. Debido a que existe incertidumbre acerca de la enfermedad, a lo cual se añade el confinamiento que obligó a las personas a recluirse y a no tener contacto social. Asimismo, el autor señala que se ha ido acrecentando la ansiedad por salud, la cual explica, es tener la equivocada creencia de presentar los síntomas de la enfermedad. Generando conductas desadaptativas como excesivo lavado de manos, acudir constantemente a centros de salud y comprar compulsivamente.

¿Qué es la Ansiedad?

El Manual estadístico y diagnóstico de trastornos mentales (DSM-V) define la ansiedad como “una respuesta anticipatoria de un daño o desgracia futura, acompañada de un sentimiento de disforia desagradable, síntomas somáticos de tensión o conductas evitativas”.

Otra definición de ansiedad, fue emitida en la Conferencia Virtual: «Manejo de la Ansiedad» a cargo del Psicólogo Carlos Vásquez Solís Ríos, quien indica que la ansiedad es una respuesta fisiológica a varios problemas previos. Además de mencionar que, si no se duerme bien es muy probable que la persona entre en estado de ansiedad y ataques de pánico. La ansiedad a través del ataque del pánico presenta una alta frecuencia cardiaca con un intenso dolor en el pecho.

Las personas con trastornos ansiedad, por lo general presentan problemas en sus ciclos de sueño, que a su vez afecta sus hábitos alimenticios. Por lo tanto, el psicólogo Carlos Vásquez, menciona que si se desea prevenir la ansiedad es importante la regulación del sueño.

Asimismo, Carlos Vásquez menciona que el pronóstico es favorable para las personas con ansiedad, ya que, es posible reducir sus efectos con la terapia. También en su experiencia ha observado resultados óptimos en pacientes con ansiedad usando la música y poesía en sus sesiones terapéuticas.

Musicoterapia: Una alternativa para enfrentar la ansiedad

Jiménez (2017) indica que estudios neurocientíficos han demostrado que la música como terapia repercute en los procesos cognitivos emocionales de una persona, es decir, que realizar una actividad musical brinda soporte y ajuste emocional.

Además, realizar una actividad musical es conectar con nuestra esencia misma, con nuestro ser profundo, con el núcleo donde habitan nuestras emociones. Moviliza sensaciones, nos hacen evocar recuerdos y en ocasiones nos invita a bailar. Por eso se dice que, a través del sonido, es posible hacer funcionar el nivel físico, mental y afectivo emocional del ser humano.

“Los aspectos propios de la música como lo son el ritmo, la armonía y la melodía, han contribuido positivamente a los resultados de este estudio. El ritmo incide en la presión sanguínea, en las funciones cerebrales, en la respiración…y reduce la fatiga. Así lo hemos observado durante las sesiones, pues a través de éste se ha conseguido activar el organismo, reducir la ansiedad, estimular el cerebro y aumentar la energía. La melodía contribuye a la evocación de recuerdos, comunicación y expresión de emociones y pensamientos. La armonía, a su vez, afecta a la dimensión cognitiva”. (Jiménez, 2017)

Por otro lado, Mora y Pérez (2017) realizaron un estudio en España, con un grupo de alumnos con el fin de comprobar la efectividad de la musicoterapia como medio de reducción de estrés y ansiedad. Lo que hallaron fue que: “La musicoterapia es un proceso capaz de ayudar a reducir los niveles de estrés y ansiedad, así como mejorar la autoestima y ajustar la autoimagen”.

Música en Pandemia

Billie Joe Amstrong, encontró en la creación de “Basket Case” una forma de lidiar con su propia ansiedad. Ahora bien, el fin de sugerir la música como terapia para reducir la ansiedad, no es la composición de un gran hit musical, al contrario, la idea es tratar de preservar nuestra salud mental para poder enfrentar mejor esta nueva realidad.

Conciertos virtuales (Fuente: ONU)

Por otro lado, la ONU se unió a diversas organizaciones bajo la consigna: La música no cura una pandemia, pero alegra el alma. Por ello, realizaron conciertos gratuitos en línea con artistas de distintos géneros musicales. Así como exponer las canciones que tratan sobre confinamiento como la canción “Cuando estés aquí” de Pablo Alborán.

También como olvidar los vídeos virales de pandemia, tal es el caso de la canción “Resistiré”, versionada en varios países. Canción que alienta a seguir adelante y “ser como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie”.

Para terminar, la musicoterapeuta Nuria Escudé (2020), menciona estas recomendaciones para darse un espacio y conectarse con la música:

  • Apartar una hora del día para escuchar canciones de nuestro agrado.
  • Mirar conciertos en vivo.
  • Si alguna vez intentó tocar instrumentos, el momento es ahora.
  • Visualizar situaciones positivas mientras se escucha una canción.
  • Realizar una lista de canciones de acuerdo a nuestro estado de ánimo.
  • Bailar y cantar canciones.

Referencias

“Basket Case”, la canción con la que Billie Joe Amstrong, de Green Day, diagnosticó su locura. (11 de enero del 2021). La Nación. Recuperado de: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/basket-case-cancion-billie-joe-armstrong-green-nid2547509

Conoce la historia detrás de la canción “Basket Case”. (11 de febrero del 2015). Radio Oasis. Recuperado de: https://oasis.pe/noticias/musica/conoce-la-historia-detr-s-de-la-canci-n-basket-case-6381#1

Jiménez (2017). Musicoterapia para el tratamiento de ansiedad, depresión y somatizaciones: Estudio de un caso. Revista de investigación em Musicoterapia, 1, 85-105. Recuperado de: https://revistas.uam.es/index.php/rim/article/view/7725

Huarcaya (2020). Consideraciones de la salud mental en la pandemia de COVID -19. Revista peruana de medicina experimental y salud pública, 37(2), 327-334. Recuperado de: https://doi.org/10.17843/rpmesp.2020.372.5419

Instituto de Formación Continua – Universidad de Barcelona. (6 de abril del 2020). La música como herramienta en tiempos de pandemia de la COVID -19. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=jAewghjSiBo&ab_channel=InstitutdeFormaci%C3%B3Cont%C3%ADnuaIL3-UniversitatdeBarcelona

Mora, R., y Pérez, M. (2017). La musicoterapia como agente reductor del estrés y la ansiedad en adolescentes. ArtsEduca, 18, 213-233. Recuperado de:

https://www.e-revistes.uji.es/index.php/artseduca/article/view/2659

Organización de las Naciones Unidas (2020). La música no cura una pandemia, pero alegra el alma. Recuperado de: https://www.un.org/es/coronavirus/articles/el-poder-de-la-musica-durante-coronavirus

Organización Panamericana de la Salud (2020). Cuidado y autocuidado de la salud mental en tiempos de COVID-19. Recuperado de: https://www.paho.org/per/index.php?option=com_content&view=article&id=4546:cuidado-y-autocuidado-de-la-salud-mental-en-tiempos-de-covid-19&Itemid=1062