Casi siempre, cuando hablamos de la parentalidad, nos enfocamos en la madre y su rol vital en el desarrollo bio-psico-social del niño, se idealiza la figura de la madre, y no quiero decir que esté injustificado. Sin embargo, en muchas ocasiones las mamás se convierten en el mundo entero de sus hijos, ya que son el pilar principal, tanto emocional como económico del hogar, cargando sobre sus hombros la enorme responsabilidad de intentar cumplir dos roles al mismo tiempo.
Cuando la madre lleva al hijo de ambos en el vientre, sería ideal que el padre sea el sostén, proporcionándole los cuidados y atenciones que ella necesite: “Es importante que el padre pueda contener su gestación y más tarde, al bebé” (Cortés, 2018).
En nuestro contexto, hemos normalizado la imagen de un papá proveedor, trabajador, protector y dador de seguridad, tal vez a muchos de nosotros nos cueste recordarlo de otra manera, más aún cuando en el pasado los roles dentro de las familias estaban muy marcados desde lo que se creía “era cosa de hombres o cosa de mujeres” , alejando al padre de un rol tierno, amoroso y sentimental; felizmente en la actualidad esto está cambiando;
los padres se muestran más involucrados en el crecimiento de sus hijos, los cargan, cambian y dan de comer, los llevan al parque y juegan con ellos, sin duda son padres más presentes. Y si bien los roles actuales están evolucionando, aún no se da en general, ya que algunas formas de crianza se mantienen y repiten de generación en generación, y marcan paternidades que defienden el rol del padre tradicional en función a garantizar la seguridad, economía, protección, fortaleza, fuerza, reglas, valores familiares y cultura. Estas características fortalecen el vínculo con el niño y proveen a este de herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la vida, pero mantener estos roles rígidos y como únicas formas de relacionarse con los hijos también pueden mantener modelos basados en la distancia emocional de años pasados, en donde se tenía la creencia de que eras mejor padre mientras tus hijos te tuvieran más miedo y sean más obedientes. Incluso la Psicología tuvo con Watson, el desliz desafortunado de difundir la idea de una crianza en la que los padres no toquen a su hijo con demasiada frecuencia y que mantengan una distancia emocional para no malcriarlos, pues según él: “jugar con los niños interrumpiría sus rutinas ya que un niño feliz, no llora ni busca atención”. Su libro «El cuidado psicológico del bebé y el niño» se volvió un éxito de ventas, algunos gobiernos occidentales empezaron a difundir la idea, mediante folletos, de que no se podía besar a los hijos. Watson que tuvo una infancia difícil, quería ser un buen padre, y aplicó dichas enseñanzas con sus propios hijos, lamentablemente las consecuencias solo dañaron a sus hijos que desarrollaron severos problemas psicológicos… Tal vez aquí encontramos algún origen del por qué las paternidades se desarrollaron así en el pasado, mas allá de un modelo basado en el machismo en el que se vivía en esos tiempos que afectaba, no solo a mujeres sino a toda la familia, como podemos ver muchos años después.
Usualmente las palabras como amor, cuidado, preocupación, ternura, de manera intrínseca, se asocian al concepto de mamá ¿Y si tendríamos que hacer el mismo ejercicio con el concepto de papá? Consultando a varios padres e hijos, anoté algunas palabras, entre ellas las que más se repitieron fueron:
PAPÁ: Confianza, independencia, trabajo, sentido de vida, estructura, objetividad, valores, seguridad, carácter, resguardo, el que lo puede todo, validez, reglas, respaldo.
¿Ustedes qué creen? (pueden dejarlo en los comentarios)
Se me ocurrió hablar del padre, ya que este mes lo celebramos como cada año. Y después de una pandemia que se llevó a muchos de ellos (en condiciones en las que nos fue difícil procesar o que continuamos haciendo) es justo valorar su aporte, su esfuerzo, su sabiduría, sus palabras y hasta sus sermones… ¿por qué no? Honremos también a todos esos abuelos, tíos y hermanos que nos brindan esa imagen paternal que los llevó a ser un ejemplo, que no pidieron, pero que seguramente realizan con muchísimo amor.
En consulta se puede ver cómo ante parejas que no pudieron permanecer juntas, la paternidad se ausenta con el término de la relación, tal vez debamos difundir más la idea de que la relación padre-hijo debe ser construida, alimentada y atendida con mayor esmero porque como sabemos, en esta relación no existe ese vinculo fisiológico que sí existe con la madre. Carl Jung decía que la madre se ocupaba del mundo interno emocional del niño/a y que el padre se hacía cargo del mundo exterior, el de proteger, contener, educar, guiar y dar seguridad. Se dice que el padre aprende a serlo cuando conoce a su hijo e interactúa con él, cuando el bebé toma su mano o lo mira y persigue llamándolo papá, en los juegos y en las explicaciones de los primeros «¿porqués?», cuando el papá ayuda al hijo con algo pesado o complejo, cuando el niño extraña al papá que se va a trabajar, muchas veces lejos, para darle lo mejor. Lamentablemente, muchos padres al no haber sufrido ningún cambio fisiológico, ni ser la fuente de alimento del bebé, no desarrollan la paternidad necesaria para que su hijo se sienta, visto, querido y válido, lo cual influye en cómo se ve así mismo.
De acuerdo al estudio de Torres (2004), el padre aprende a serlo dentro de la familia “Y en la relación con el padre es donde el varón tiene su primer contacto con la masculinidad”, por lo que si un hijo toma como modelo su forma de pensar y hacer las cosas como el de la madre, puede que desarrolle una personalidad “menos masculina”.
La idea avasalladora con la que el niño debe lidiar cuando le preguntan por su papá ausente, es muy dura para un ser tan pequeño: ¿porqué no puede quererme? Se preguntan, muchas veces en silencio, creyendo que no tienen el derecho de cuestionárselo a sus padres, pensamientos y sentimientos que luego se convierten en ira y rencor, en rebeldía, desinterés y muchas veces autosaboteo por baja estima. Pues sí, esto produce el no tener a papá cerca o no haberlo conocido, o ver que tiene otra familia de la que está más cerca.
Sin duda, son temas delicados y muy personales que muchas veces no queremos tocar, pero que están instalados muy dentro de nuestra cultura y que incluso usamos en bromas, como si nos tuviéramos que acostumbrar a la idea de que no podemos cambiarlo, pero es que resulta muy complejo cambiar algo que no queremos ver, cuestionar y sanar, nuestros padres hacen lo mejor que pueden hacer con lo que tienen y les dieron a ellos, recordemos que son los únicos que tenemos, no podemos cambiar ese hecho, lo que sí depende de nosotros, es intentar decidir qué padre quiero ser, que sí y que no quiero imitar de ellos, ¿Qué me han trasmitido que hoy considero valioso? ¿Qué aún duele? Y si hay cosas que aún no he resuelto por amor a mí, trabajaré en eso para no repetirlo y viviré con los propósitos que en el camino me siga trazando, es cierto que en un momento dependemos y somos responsabilidad de nuestros padres, más luego crecemos y nos toca a nosotros hacernos cargo de la forma en la que queremos vivir.
Referencias:
- La Teoría del Conductismo de Watson.
- Bigelow, K. M., & Morris, E. K. (2001). John B. Watson’s advice on child rearing: Some historical context.Behavioral Development Bulletin, 10(1), 26–30. https://psycnet.apa.org/fulltext/2014-55587-006.html
- La larga y oscura noche del conductismo. http://robothink.blogspot.com/2005/09/long-dark-night-of-behaviorism.html
- 5 estilos de Crianza y sus Efectos en la Vida https://www.youtube.com/watch?v=ECCCFPfKZDs&t=8s
- Torres, L. E. (2004). La paternidad: una mirada retrospectiva. Revista de Ciencias Sociales (Cr), III(105),47-58. https://www.redalyc.org/pdf/153/15310504.pdf
- Cortés C. (2018). Mírame, siénteme. Estrategias para la reparación del apego en niños. España, Editorial Desclée De Brouwer.
Palabras Clave:
- Papá, paternidad, rol, parentalidad, hijos, familia.