Memento mori: Recuerda que morirás

La muerte es un suceso trascendental que pone fin a nuestros días, para muchos, el final en este plano de existencia es causa de reflexiones, temores y cuestionamientos, y por esto, obliga a los hombres a ser más profundos.

La Magdalena penitente de Francesco Lupicini

Memento mori, recuerda que morirás, es una frase que proviene del latín y que nos recuerda la finitud de la condición humana, se dice que en un sentido que pretende evocar humildad en la persona. Se encuentra también en escritos de filósofos estoicos como Séneca y Marco Aurelio, quienes tenían reflexiones sobre lo efímero de la existencia, y es en este sentido donde yo creo que la frase tiene más relevancia, en que la reflexión sobre la muerte nos llame a vivir de forma significativa y con conciencia, de forma virtuosa como decían los filósofos estoicos.

La vida y la muerte

Me encantan las reflexiones sobre la vida que tiene esta nueva generación, es parte de la adolescencia el hacerse preguntas y cuestionar las cosas, las reglas y lo que los adultos les dicen. Como una persona que le da importancia a filosofar, nada me merece más respeto que esta necesidad de cuestionar. Esta nueva generación con más libertad, se da el permiso de ser graciosa, de hacer bromas de sus miedos, de su dolor, y muchos (no todos) están preocupados en cuestionar y enojarse con la gente que se burla de otros, que hablan de físicos ajenos o que discriminan y son intolerantes a las diferencias. Mis ojos brillan al ver a los adolescentes.

Uno de los «eventos canónicos», como bien dirían ellos, fue cuando vi una tendencia donde los jóvenes se quejaban de haber nacido, de que nadie les había pedido permiso para traerlos a este mundo. Así como lo leen, queridos lectores. No hay nada más interesante y gracioso, pues son cosas que pensé, pero que nunca pude expresar, y, al tener a mi adolescente interior tan presente, yo dije: «los acompaño en su dolor, en el dolor de este despertar». Sé que para muchos la actitud de estos jóvenes será ridícula y una actitud ingrata, pero no es más que un despertar profundo a lo que significa la vida, a la insoportable levedad del ser.

Venimos aquí para morir, venimos a un mundo de dificultades, un mundo que nos exige, nos critica y que no se cansa de pedir cosas, con estándares de éxito y de belleza. La vida y la muerte nos hace pensar en todo esto, ¿qué sentido tiene el estar vivos?, ¿acaso se trata de quién sufre menos?

Los Duelos

La ira

El proceso por el que pasamos en cada pérdida es el duelo, y los duelos que pueden llegar a ser más significativos son aquellos que nos enfrentan a la muerte, a dejar de ver vivos a nuestros seres queridos, o a saber que nosotros mismos dejaremos este mundo. Lo cierto es que enfrentaremos muchos finales con el paso del tiempo: el final de nuestra niñez, el final de nuestras amistades, el final de nuestras relaciones amorosas, entre otras pérdidas, y todas nos obligan a reinventarnos.

Uno de los finales que nos trae de forma obligada una reinvención es la adolescencia. El empezar a apreciar la vida con los ojos de un adulto que ve como muere su niñez, es una de nuestras primeras pérdidas. Y para muchos adolescentes, puede hacer que empiecen lo que sería la segunda etapa del duelo, la ira, pues la vida puede ser injusta y las personas crueles.

En mi propia experiencia de vida, recuerdo descubrir, por primera vez, que la gente le podía hacer daño a otros seres vivos solo por diversión, recuerdo cómo podía ver a muchos adultos minimizar cosas que eran espantosas. Bajo mi mirada, asimilar estas cosas y otras más personales, fue todo un proceso, del que no era del todo consciente.

Como adulta y profesional de la psicología, puedo decir que dudo que exista un solo ser humano (con capacidad de sentir) que pueda decir que no pasó por situaciones desagradables y dolorosas; y sé que cada profesional que se dedica a alguna vocación donde tenga que ver las situaciones personales de otros seres humanos, entiende que los casos varían y que, aunque todos sufrimos y tenemos una historia, estamos frente a una escalera de males y dolores que van desde el escalón de lo triste hacia el escalón de lo inenarrable. La etapa de ira, probablemente, será tan grande como tan alto nos haya tocado estar en la escalera de los males.

Asimilar que nadie escoge venir al mundo, que nadie escoge a sus padres, ni la condición económica de los mismos, ni su genética, ni el entorno en donde nos toca crecer, puede ser más o menos difícil, según el caso, y sin duda, podría hacer que nos llenemos de enojo y nos cuestionemos: ¿Por qué? Esto es muy válido, pero no superar esta etapa puede volvernos personas resentidas. Yo lo llamo el duelo patológico de estar vivos.

La negociación

Esta etapa del duelo es donde las personas, ante una pérdida, después de estar en negación y de pasar por la ira, intentan hacer un pacto: personas que profesan una religión o fe, lo hacen con Dios, otros, con la vida misma. En esta etapa se intenta sopesar nuestras opciones para superar la pérdida por la que se atraviesa. En el caso de estar ante el duelo del final de la inocencia y de la despreocupación de nuestra condición de infantes, después de pasar por la ira o indignación, podemos ver a muchos pasar por esta etapa de negociación, pues no son pocos los adolescentes que se suman o se acoplan a ciertas causas, que encuentran personas a quienes admirar y escuchar, porque comparten sus ideas y con quienes crean relaciones parasociales, hacen de algunas causas, sus causas, y pueden llevar esto hasta el punto de modificar sus acciones, hábitos y estilos de vida. Como por ejemplo, un jovencito que, después de una serie de cuestionamientos, decide hacerse vegano, o una jovencita que, después de lo mismo, decide estar en cada marcha feminista y empaparse de la literatura sobre el tema.

Toda decisión que implique que las personas tomen acciones y procuren cambios, implica una negociación con la vida, para que lo malo mejore. Los adolescentes más comprometidos, a veces, tienen toda la intención de cambiar el mundo, de cambiar lo que es injusto.

Los logros del woke - Nueva Revista

La depresión

Al enfocarnos en el paso de la adolescencia a la adultez, se vive la depresión cuando entendemos que no podemos cambiar a otros, o que no podemos cambiarlo todo de acuerdo a nuestras expectativas. Diré que este es uno de los últimos golpes antes de que se determine qué clase de adultos seremos, el golpe definitivo.

Al igual que en la antigua leyenda de los indios Cherokee, donde se nos ejemplifica cómo en la vida nos encontramos ante la dualidad, el dolor de la vida nos puede llevar a caminos diferentes y opuestos, tan opuestos como lo serían un lobo bueno y un lobo malo. Según el relato indio, en nuestro corazón luchan estos dos lobos y ganará al que más alimentemos: El lobo malo representa el miedo, la ira, la envida, la pena, el arrepentimiento, la avaricia, la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras, el falso orgullo, la superioridad y el ego; y el otro lobo bueno representa la alegría, la paz, el amor, la esperanza, el compartir, la serenidad, la amabilidad, la benevolencia, la amistad, la generosidad, la verdad y la fe.

Entonces, ¿qué determinará nuestro camino, después de llorar ante la realidad de nuestras limitaciones, de las limitaciones de nuestros esfuerzos?

Nos determinará todo lo que nos ha alimentado durante este proceso. Son aquellos amigos que hicimos en el camino, aquel profesor que nos inspiró respeto, a quien diferenciamos de otros, porque se sabía real su interés por sus alumnos; aquellos momentos donde vimos gestos genuinos de nuestra familia o de alguna persona de nuestro entorno; el recuerdo de estar ilusionados, de cómo nos podía emocionar la sonrisa de un amor platónico; aquella canción que nos hizo llorar, y toda pequeña cosa, incluso si fuese insignificante, pero, sobre todas las cosas, ese algo que nos hizo entender que la vida no se trata de quién sufre menos, sino de qué es lo que hacemos ante el sufrimiento.

Ese algo puede venir en forma de un libro, en forma de una película, puede venir a través de la voz de alguien a quien admiramos y respetamos, o a través de una experiencia donde logramos ser cruciales en la ayuda a un compañero o amigo, o a un pequeño ser vivo que logramos salvar, porque no podemos cambiar el mundo, pero podemos cambiar vidas, tenemos impacto sobre otros, y, en alguna medida, sobre la sociedad, porque es esta la suma de sus individuos.

La aceptación

Todos tenemos dos vidas, y la segunda inicia cuando te das cuenta de que solo tienes una.
Confucio

La aceptación no es solo saber y entender algo, es tener paz con lo que sabes, es hacer las paces con la realidad. ¿Recuerdan algún momento en su vida donde lloraron tanto que ya no habían más lagrimas?, ¿alguna vez donde se desahogaron de tal manera que, después, solo los inundó un profundo silencio? Esa es la calma después de la tormenta.

Si no has tenido el infortunio de que alguien te haya transmitido constantemente la idea de que la vida es para estar enfocándolo todo en lograr algo —podría ser el dinero, una carrera, éxito de algún tipo, alcanzar estándares sociales a nivel obsesivo— sin descanso alguno, podrás volver a encontrar aquello que creíste que habías perdido, pues al igual que cuando perdemos a un padre, a una madre o a alguien significativo, aunque esas personas no estén más en esta vida, viven en nosotros, cada recuerdo, cada abrazo y el amor que aún les tenemos están presentes, por ello, tratar de no pensar o de olvidar la muerte, es hacer mal el duelo. A todos los que nos importan y nos dieron felicidad, hay que darles un lugar siempre, y, cuando ya no podamos encontrarlos en carne y hueso, hay que encontrar un lugar donde podamos, simbólicamente, acercarnos para honrarlos y decirles que los amamos. Hay que darles un lugar en nuestras vidas, porque solo desaparecerán cuando nosotros ya no podamos recordarlos, cuando nosotros ya no podemos amarlos.

Aquello que perdiste al finalizar tu niñez, fue tu capacidad de enamorarte de estar vivo, de vivir cada cosa aparentemente insignificante, pero que detrás de ello, podías sentir pequeños y hermosos momentos por los cuales vale la pena vivir. Ajeno al miedo a no ser lo suficientemente bueno, puedes tener perspectiva para ver que ninguna meta es el propósito de la vida y, por tanto, que el fracaso no te condena a no vivir una vida feliz.

Por su puesto que las metas y objetivos son importantes, estas nos dan orden, y el orden dota de belleza a todo. Las metas nos encaminan a mejorar e incluso a ser mejores personas, pero no son el propósito de la vida en sí mismas.

Hay un viejo poema que ejemplifica el poder de las metas en cuanto a nuestro propósito, con el que me despido, no sin antes expresar la frase que inspiró todas estas palabras: “Recuerda que morirás y recuerda cada momento por el que vale la pena vivir”.

Ítaca

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues —¡con qué placer y alegría!—
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya, qué significan las Ítacas.

Poema de Konstantíno Kaváfis

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Descubrir mi fuerza interior

Cómo la práctica espiritual ha ayudado a transformar áreas de mi vida.

En el bullicio de la modernidad, donde prima el estrés, los problemas y las preocupaciones que nos rodean constantemente. Surge algo liberador, algo transformador, una guía desde una postura filosófica, y desde una cosmovisión muy interna que ayuda a cultivar la fortaleza de uno mismo, la paz y la serenidad mental. 

En estos tiempos, algo que me ha permitido mejorar en muchos aspectos de mi vida ha sido encontrarme con este lado espiritual, basado no solamente en la teoría, sino también en la práctica. Varias personas han hablado acerca de ello, desde el punto de vista filosófico, como Séneca, Marco Aurelio y Epicteto, siguiendo sus posturas y corrientes propiamente dichas. Pero más allá de que sean ideas que pueden tener un juicio de valor personal para cada uno de ellos, tiene que ver con principios que generalmente cuentan con una visión de transformar nuestras vidas, tal y como lo ha sido en mi caso. Para ello, las bases que yo he encontrado han sido reponedoras.

Analizando cómo esto se ha aplicado de una forma muy personal en mí mismo, podemos identificar el estoicismo. ¿Qué es el estoicismo? En primera, es más que una postura filosófica, es un estilo de vida para poder navegar a lo largo de las implacables problemáticas que podemos tener, pero con mayor sabiduría, mayor resiliencia, mayor empatía, y mayor despertar. En esencia, se trata de aceptar lo que uno insistentemente siempre pretende cambiar, porque muchas veces creemos que las circunstancias tienen poder sobre nosotros y, en base a ello, pretendemos cambiar cosas que generalmente no dependen de nosotros, lo cual nos trae mucha frustración, mucha tristeza, y demás circunstancias dolorosas. 

Brevemente les voy a explicar ciertas prácticas que han ido ayudándome a tener un mayor raciocinio de cómo llevar esta postura filosófica de vida de una forma más práctica: 

La primera es la meditación: Es importante comenzar nuestro día con una reflexión que nos lleve a un estado de tranquilidad. Dentro de ello hay que considerar que tenemos que manifestar intenciones para abordar situaciones que puedan surgir durante el día con calma y resiliencia. Muchas personas piensan que meditar significa poner nuestra mente en blanco, sin embargo, por contradictorio que aparente ser, en realidad significa estar abierto a que venga cualquier tipo de pensamiento denominado bueno o malo, pero que venga porque nos quiere esclarecer algo, pues nos quiere decir que hay algo que resolver, que trabajar en nosotros mismos y no deberíamos huir de ello. 

La segunda es tener un diario: Un diario donde nosotros podamos anotar cosas por las cuales estamos agradecidos, antes de dormir o al despertarnos —además de leerlo—. ¿En qué aspectos me siento bendecido? Es un ejercicio que puede resultar simple, pero ayuda a tener una postura más realista frente a la vida, donde uno puede analizar realmente qué cosas, qué aspectos hay que agradecer, y, decir también que hay muchas cosas positivas frente a una mirada de repente de devastación, de tristeza, o de que no salen las cosas como queremos. Realmente agradezco este día, agradezco que haya pasado, pues me ha servido verlo desde esta perspectiva, porque muchas veces ante una mirada de sombra, de oscuridad, de una profunda tristeza, uno solo se centra en lo negativo, y esta mirada no es algo realista, porque en realidad, es una actitud que empaña la vista del panorama completo, al no tener una postura clara y pareja, y lo único que hace es que nos hundamos en nuestro propio dolor. Y esa mirada, muchas veces, se hace más y más poderosa cuando en realidad no debería serlo. 

La tercera es contemplar la muerte: Puede que suene un tanto sombrío, pero reflexionar sobre la finalidad de algo que muchas veces tratamos de escapar, es decir, la muerte, en verdad, es parte de la vida en sí. La muerte nos recuerda la importancia de aprovechar el presente, el “ahora”, en cada momento. Contemplar algo que es tan parejo para todos, donde no importa la condición económica ni la postura ideológica. Nos hace notar que, a pesar de todos nuestros intentos de sentirnos seres especiales, únicos y diferentes, en realidad no podemos escapar de algo que es tan universal e inevitable para la existencia de todos, como lo es la muerte. Esto nos ayuda a enfrentarnos a nuestro yo, porque infunde gratitud, claridad y nos ayuda a poder tomar decisiones que son realmente fundamentales en nuestras vidas. Hay que disfrutar y ser feliz con las pequeñas alegrías, con los pequeños logros, y darnos cuenta de que, en una visión de contemplación frente a la muerte, nadie está ajeno.

Cuando vemos al estoicismo como una práctica desde una postura también espiritual, notamos que sus propias enseñanzas pueden tener un gran impacto en nuestra vida. Por ejemplo, a mí me ha ayudado mucho a reducir el estrés. Al centrarme en lo que puedo controlar y aceptar, y darme cuenta de que desistir en lo que no puedo cambiar también es parte de esa aceptación, lo que genuinamente ayuda a contemplar el hecho de que hay situaciones en las cuales ya no hay que luchar, que el rendirse es necesario, pero no de una postura de derrotista. Al rendirse significa desistir, “ya no más”, “hasta aquí doy”, “no he perdido la guerra, he avanzado en otros planos de mi vida y tengo que enfocarme en ellos”. 

Otro aspecto en que el estoicismo es de mucha ayuda es a ser resiliente. Las adversidades se vuelven menos perturbadoras cuando uno se enfrenta con calma y determinación a estas circunstancias y dice, incluso ante lo malo, ante lo negativo: “En la adversidad he aprendido y con gratitud lo acepto, puedo darme cuenta de que en esa sombra u oscuridad que veo a mi alrededor, también puedo sacar aspectos positivos”. 

Esta práctica también ayuda a mejorar las relaciones interpersonales. ¿A qué me refiero? Al comprender que no puedo controlar las acciones de los demás, me ha permitido desarrollar empatía y paciencia. “Yo no tengo poder sobre los demás, nadie tiene poder sobre mí”. Esta frase me permitió comprender que hay circunstancias que, en un acto de crecimiento propio, no tengo que solucionar la vida de nadie. No tengo que poner mis esperanzas, mi felicidad, mis planes, mi determinación en o a través de los demás. 

En conclusión, de esta forma puedo decir, a modo personal, que más que una mera teoría, postura filosófica o forma de llevar la vida, realmente puedo notar que hay cambios positivos desde una mirada más integral. Hay que permitirnos abrazar, comentar y difundir estas enseñanzas que son capaces de transformar una vida, ya que en esta práctica también está el agradecimiento. 

Yo los invito a que puedan aceptar un desafío con gracia y determinación y tengan en consideración estas enseñanzas y que también las pongan en su práctica diaria, en vistas a realizar un cambio. Y si en algún momento necesitan ayuda en su recorrido, pueden acudir a mí o a otros especialistas para poder apoyarlos en el camino tan hermoso que es la psicoterapia, aquella recuperación emocional donde, muchas veces, partimos desde una visión poderosa y transformadora, para mejorar nuestras vidas.

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El espíritu de la Navidad

Una de las cosas que más marca la temporada de fiestas navideñas es el exagerado consumismo que vemos en los negocios, centros comerciales y en todo lugar; así como las grandes diferencias de aquellos que lo tienen todo (o al menos más que los demás) y de quienes no tienen nada; lo que genera un caos total que eleva en cada ser, emociones intensas que conducen a algunos a amar estas fiestas, y a otros, a detestarlas, a sublimar o deprimirse. 

Galletas fáciles de Navidad | Me gustan estas galletas fácil… | Flickr

Aquellos que tienen familias grandes, se vuelven creativos para cubrir las expectativas familiares; y aquellos que no las tienen, sienten el temor a la soledad y al olvido, se llenan de nostalgia, de recuerdos que un día fueron y hoy no están, o de ansiedad por lo que les hubiese gustado tener, y no tienen.

Basset Hound Marrón Y Blanco Cerca Del árbol De Navidad · Foto de ...

Esto pareciera un estado alterado y frenético, por dejar una “huella de amor” y de presencia en el otro, con una acción, un regalo, una obra de caridad, etc. Los más exigentes esperarán que no falte ningún miembro de la familia antes de las doce, y los más relajados estarán más atentos a cubrir las fantasías de aquellos que todavía creen en “la magia de la navidad”.

Papá Noel en trineo Stock de Foto gratis - Public Domain Pictures

Lo cierto es que dentro de cada persona, hay un mover que se manifiesta en presiones, pasiones, deseos, compromisos, expectativas, temores, etc. Las personas se conducen compulsivamente por las calles, con el anhelo de poder dar a sus seres queridos lo que sus propios deseos y anhelos los motiva a dar.

File:Calle Sierpes (Navidad).jpg

Ese mover en cada persona, es, en esencia, “el Espíritu de la Navidad” que nos toma y nos acoge. Para quienes somos creyentes, celebramos la venida de Cristo, quien simboliza el amor perfecto y la posibilidad de una vida eterna. Para aquellos que no son creyentes, es un tiempo de celebración en familia, de unión y de hermandad. “El Espíritu de la Navidad” es aquel que nos invade de un amor perfecto, que construye y no destruye, que aprecia y no desprecia, que incluye y no excluye. 

Quizás, solo por eso, hoy me permita celebrar el caos, la locura por las compras, la alegría en las calles invadidas de villancicos, luces, árboles y nacimientos. Aunque sea una expresión efímera y pasajera “el Espíritu de la Navidad”, llevado en un recto sentido, nos envuelve, y nos aleja de lo violento. 

Agradezco y celebro el esfuerzo de cada uno por llevar lo mejor de sí a sus hogares, aun cuando esto sea algo comprado o donado, algo nuevo o de segundo uso, algo de una marca reconocida o algo artesanal, o simplemente una banalidad, qué importa, si brinda alegría y satisfacción. 

En este sentido, con una taza de chocolate caliente, escuchando una de mis canciones y películas favoritas de navidad, Last Christmas en la versión de Jada Facer y Alex Alexander, termino con la imagen de mi más preciado regalo, celebro “el Espíritu de la Navidad” y deseo para todos una ¡Feliz Navudad!…

Belén de Navidad Stock de Foto gratis - Public Domain Pictures

No todo está bajo nuestro control: ¿Todo en psicología se puede medir?

En psicología, medir es una acción esencial al momento de aventurarnos en este mundo tan grande. Por mucho tiempo, diferentes investigadores en su afán de descubrir algún método, vieron la necesidad de medir lo imposible. Ya que nos regimos bajo las leyes físicas, medir se ha convertido en una tarea que no solo está basada en fórmulas, sino que también se rige bajos ciertos parámetros, los cuales no podemos controlar.

Medir es un proceso de asignar valores numéricos de acuerdo a reglas específicas, al psicólogo le permite cuantificar características humanas y dar objetividad.

Por medio de pruebas psicológicas, que son instrumentos estandarizados, evalúan características particulares de personas con el objetivo de medir conocimientos, intereses, habilidades, capacidades, actitudes, e incluso la personalidad; estas son parte de un proceso general organizado para llegar a una impresión diagnóstica. En fin, medir es cuantificar características cualitativas y volverlas en cuantitativas.

Tantos estudiosos en la materia y desde épocas muy antiguas ya se planteaban este dilema. En la época Antigua, Aristóteles, en su obra «De Anima» señala: «buscamos examinar e investigar primero la naturaleza y esencia del alma y luego sus atributos».

Platón, en el texto III de «La República», realizó una clasificación de las personas en escala primitiva: oro, plata, hierro y latón, refiriéndose a ella como una «mentira noble» y un «cuento», a la vez que señalaba que todos son hermanos y todos son afines.

En el Renacimiento, Descartes, Locke, Hume y Kant enfatizan en lo que define y caracteriza a la humanidad.

Sin duda alguna, todos ellos se esmeraron en la búsqueda de la verdad acorde a sus posibilidades de poder medir y cuantificar. Ahora bien, debemos ponernos a pensar en el bagaje inmenso del que está compuesto el ser humano. 

¿Pero qué sucede cuando partimos desde lo más simple y vamos a lo más complejo? ¿Que sucede cuando lo sensible se convierte espiritual? 

A continuación veremos unos ejemplos:

A través del cuerpo, más allá de lo sensible, de la percepción, de las emociones, y de las funciones vegetativas, existe aquello en el ser humano que carece de sustento corpóreo. 

Hablaremos de la inteligencia. Para ello, debemos empezar desde su primer acto que es la abstracción, es decir, separamos una forma de lo material singular, y lo convertimos en lo universal. Este universal no es material al igual que nuestra inteligencia. La inmaterialidad se demuestra por medio de la capacidad que posee la inteligencia de conocerlo todo, a diferencia de los sentidos y de lo que conocemos como umbral. Eso a lo que la psicología denomina como límites. El loco intento de tratar de traspasar ese límite puede dañar el órgano y perjudicarlo, como la luz solar que hace que el ojo se cierre al ser tan fuerte. 

Nos detenemos minuciosamente, y vemos que la inteligencia se conoce a sí misma, y que no es como los demás sentidos. Por ejemplo, el ojo no se ve a sí mismo, ve las demás cosas que hay a su alrededor. De tal forma, la inteligencia conoce sus actos, actos de conocer. Y esto nos dice que carece de soporte orgánico. 

Ahora no solo hemos visto una de las facultades más elementales del ser humano que no solo es inmaterial, y a pesar de ello, han inventado manera de cuantificar ciertos resultados. Pero, ¿qué pasa si vamos más allá? Nos encontraremos con lo que es notorio al momento de demostrar que lo que trasciende va aún más lejos de los límites de lo medible: el alma.

Ya el alma como dimensión co-principio del cual está sujeto el ser humano, se encuentra en este mundo material siendo inmaterial en su totalidad, pero que subsiste gracias a la unidad psicofísica, y a su vez, no se corrompe y no se separa de sí misma.

Santo Tomás de Aquino está a favor del carácter espiritual del alma humana que ejecuta actividades intelectuales que no dependen de sustento orgánico alguno, sino que son actividades espirituales. Pero esto no quiere decir que no exista una relación entre la actividad intelectual y la actividad espiritual. 

En lo que a mí respecta, considero indudablemente que el hombre busca medios para poder entender el universo en el que cohabita desde que este se originó. Que el ser humano, al ser un conjunto dinámico de dimensiones que existen en armonía se complementan bio-psico-espiritualmente. El hombre es una unidad, y tratar de medir al hombre solo sería encuadrarlo y limitarlo a parámetros que nosotros mismos estamos estableciendo; es decir, que nosotros mismos nos estamos limitando y encasillando. 

¿Acaso somos números? ¿Acaso somos fórmulas? Nos hemos estancado en vivir en límites parametrados pero no podemos ir contra natura, pues esta nos reclama y ella escapa a cualquiera de estas ataduras a las que nosotros mismos nos hemos condenado en este afán de entender quiénes somos o qué somos realmente. 

Para finalizar, está de más decir que los esfuerzos han sido considerablemente aplaudibles por quienes aún hoy en día, se esmeran en cuantificar al hombre, pero, siempre hay que recordar que existirá ese misterio enorme y hermoso que es la complejidad del ser humano en esa búsqueda del ser; que este descubrir nos lleve a una nueva vía provechosa, llena de dicha en materia de la psicología…

Referencias

  • Entrevista con Roger Miller Silva (filósofo) – Profesor de Antropología Filosófica y Teológica de la UCSP. 

¿La soltería es un castigo? Parte II

Hoy desaprenderemos las experiencias pasadas y descubriremos cómo es el «ejercicio de la soltería», ese que no se juzga por la sociedad, ni por uno mismo, y que además, no se encadena a la memoria de una realidad ya lejana que no existe.

Hagamos un repaso leve, en la primera parte, encontramos las diferentes relaciones y formas de pensar de una serie de individuos, los cuales, gracias a sus trampas vitales buscaban en el otro un cobijo idóneo, un bunker anti-sentimientos para escapar de sensaciones nuevas. Al mismo tiempo, había otros atrincherados en la poderosa fantasía de que preferían la soledad porque así se evitaban inconvenientes; nada más lejos de la realidad, pues, la soledad y la fachada de mentiras que esta yergue ya los había embebido.

¿Por qué duele tanto separarnos?

Juguemos un poco con la imaginación. Identifica ese supermercado que tiene todo, carnes de primera, verduras frescas, frutas de temporada en excelente estado, electrodomésticos de última generación y con fascinantes cuotas de pago, al mismo tiempo, la atención es genuinamente agradable, pero, sin llegar a la servidumbre. Con semejantes instalaciones, ¿buscarías otro establecimiento comercial? Raras veces podemos decir que sí. Esto es lo que precisamente sucede con el amor borracho, donde se desborda la satisfacción por un solo elemento, porque ya la persona no existe, nuestra mente lo ha transformado en ese satisfactorio centro de placer, al que ya conocemos en días malos, el que podemos encontrar como refugio de lava en momentos cálidos y, por sobre todo, como ese techo que tras la tormenta de la cotidianidad nos da refugio. ¿A qué duele despegarse de esa idea?

Cuando distorsionamos el amor y lo volvemos un mecanismo de satisfacción plena, nos desdibujamos, nuestra existencia gira en torno a un eje que no es estable ni perennemente fiel, porque ningún ser humano está dispuesto a eso, a menos que así lo decida, y esa elección es diaria y a cada instante. ¨Pero, el humano necio y enjuto se empeña en creer que si será así y se intoxica con el «para toda la vida», borrando del horizonte el futuro cambiante.

Por estas razones, separarse es una quimera. Despegar al debilucho de la botella de agua por la que da su vida por un sorbo más, así sea de poca calidad es una cuestión que le rompe y destruye.

Entendiendo el cataclismo

Si enlistamos todos los apelativos o frases con los que se describe la soltería, de seguro acabaríamos mas tarde que temprano, sin embargo, vamos a mencionar algunos de la mano de Cañedo (2022):

  • «Dulce tesoro que esconde tranquilidad».
  • «Al fin tiempo para mí».
  • «Ya no dependo del amor de otro».
  • «Puedo seguir mis sueños».
  • «Ahora soy rica, soy soltera».
  • «En relación, pero con la libertad».
  • «Vivir bajo mis términos».

Detente. ¿No te parece curioso que estas ideas maravillosas no estén unidas a las de una pareja? ¿Qué clase de relaciones has tenido que crees que amar a otro implica adherencia y un falso sometimiento?

El sentimiento de declive es normal, en tanto podamos apreciarlo como una tristeza que envuelve el duelo de haber perdido una relación. Inclusive, te invito a hacer inventario sobre aquello que posiblemente sientes que ya no está:

  • Pérdida del sentimiento de cercanía.
  • Pérdida de un compañero a quién preguntarle cómo está.
  • Pérdida de una realidad en conjunto con alguien más.
  • Pérdida de identidad, no se quién soy.
  • Pérdida del amor, creer que ya no hay para nadie más.
  • Pérdida de la noción del sentido de vida: ¿Qué haré de mi vida ahora?
  • Pérdida de gusto sexual. Si no es con esa persona ya no tiene caso.
  • Pérdida del gusto por vivir.

Como vemos, el sentimiento de declive es total, arrasa con todo lo que la persona concibe como propio, resultando en una amarga realidad cuyas paredes estaban construidas en torno a otro. Por esto y más ideas distorsionadas, la soltería resulta un precio demasiado alto que muchas personas deciden no pagar, concibiendo este estado como un castigo.

Revisa las trampas de conejo, cuidado con caer en ellas

¿Qué hice de más? ¿Qué tanto diste que te desdibujaste y perdiste la esencia de quién eras?

¿Qué hice de menos? Hazte responsable de las actividades que dejaste de lado en pareja o en soledad y que pudieron significar un paso más hacia la insatisfacción.

¿Alguna vez culpé al otro sobre lo que sentía? Lo que surge de ti es cosa tuya. ¿Cómo pudiera algún otro repararlo, si es algo que es de tu entera responsabilidad?

Yo aguanto, yo me desdibujo, yo me sacrifico. Si consideras que amar es sufrir en cada paso de la construcción de la relación, el no tener por quién sufrir implica un dolor de cabeza más que un alivio, te adaptaste a la tristeza como forma de amar, y resulta que esto, no es amor.

Preguntas importantes: ¿Qué hago para reconstruir después del cataclismo?

Nilda Chiaraviglio en una de sus conferencias mencionaba, a grandes rasgos, lo siguiente: Cuando me separo y sufro, el dolor del rompimiento es natural, es una manifestación profunda de incomodidad, tristeza, muchas veces inclusive de frustración, pero, si esto se profundiza y estos embates perduran; entonces, ya no hablamos de dolor por la separación en sí, aquí, hablamos de nosotros mismos, profundizando en el dolor y regodeándonos en él sin querer (queriendo).

Partiendo de este punto, cabe preguntarse: ¿Sí yo amé así y este es el resultado cómo elijo amar ahora? Aquí, cabe acotar, que amar es un verbo que involucra acciones. Entonces, reflexiona: ¿Cuáles serán tus nuevas medidas para activar un amor sano y que provea bienestar en lugar de remover carencias?

Además, ¿cuál es el concepto de amor que voy a elegir para mi vida? Es decir, ¿cómo decidiré cuáles serán las pautas de amor que el otro establecerá conmigo?

¿Cómo amo? ¿Qué me gusta hacer? ¿Qué hago cuando digo que voy a amarte? ¿Qué cosas me harán reforzar la idea diaria de que el siguiente día lo quiero pasar contigo? Y, muy importante, ¿cómo me gustaría que me quieras?

Las relaciones se construyen, pero, antes de colocar los primeros cimientos con otros, construye en ti mismo la base que soportará los obstáculos que puedan presentarse, instruye en ti mismo el marco para navegar a puerto seguro cuando creas que el clima afuera es desfavorable. La tristeza, aunque ahora no lo veas, trae este regocijo que parece mínimo al inicio, y es el de tener un espacio reflexivo, un comodín antes del exterminio de toda esperanza, alzar la vista y querer vivir sabiendo que el dolor se disipará porque se están tomando acciones para ello.

¿Para qué sirve el dolor de no estar en una relación? Para enterarme que necesito reencontrarme y reaprender a sentir lo que significa tenerme para mi, de forma genuina y no por partes. Redescubrirme.

Carta a la soltería, lo que quiero escuchar y quiero saber y no me animo a preguntar

Referencias

Cañedo, C. (2022, 24 junio). 30 frases sobre la soltería que te inspirarán. Cosmopolitan. https://www.cosmopolitan.com/es/sexo-amor/amor-pareja/g38854642/mejores-frases-solteras/

Chiaraviglio, N. (2022). Link de video no disponible [Vídeo]. Conferencia privada derivada de la página web: https://www.nilda.com.mx/

¡Sigue al conejo!: Alicia vs. Freud

Existen mil historias que desde pequeños nos han cautivado y no es distinto el caso de “Alicia en el País de las Maravillas”. A medida que iba creciendo vi una relación con ella, donde todos podíamos envolvernos. Después de todo, existe un componente psicológico bastante interesante y que puede revelar mucho. En el caso del psicoanálisis, y el acontecimiento de tal conocimiento, lo plantea Freud en su libro La interpretación de los sueños”. La obra presenta una teoría general sobre la formación del sueño, y ofrece consideraciones. Finalmente dibuja el primer modelo de funcionamiento del aparato psíquico en el que identifica tres instancias: el inconsciente, el preconsciente y la conciencia. Hace que sea muy interesante, pero aún más cuando podemos ver todo lo antes mencionado en la propia búsqueda en la protagonista del primer libro mencionado, que es Alicia…

Caída de la conciencia al preconsciente de Alicia 

Comenzamos en un jardín muy hermoso en el que Alicia y su hermana se encuentran en una lección de historia. Alicia dice algo que describe muy bien su inocencia: “¿Cómo se puede prestar atención a un libro sin dibujos?”. A partir de aquí comienza a describir cómo sería su mundo soñado en el que nada tendría sentido, básicamente, el País de las Maravillas.

Acto seguido, ve un conejo vestido formalmente que viene saltando y que después de ver su reloj se da cuenta de que va tarde y sale corriendo. Alicia intrigada va tras la entrada de este conejo. Este último es una antítesis de Alicia ya que demuestra madurez y responsabilidad con sus compromisos. Después de entrar en la madriguera, Alicia cae a un precipicio que no parece tener fin. A medida que cae,nos vamos encontrando con una atmósfera bastante onírica, pues como bien sabemos toda la historia está cimentada en los sueños de Alicia y en este caso tanto la caída como su paso a través de estas puertas son la representación de la entrada al subconsciente de Alicia.

En el subconsciente de Alicia 

La puerta es tan pequeña que Alicia no puede pasar y por eso bebe del contenido de una pequeña botella. Esto hace que se vuelva lo suficientemente minúscula como para poder cruzar por la puerta, no obstante se encuentra cerrada con llave. Así que se come unas galletas para volver a crecer y alcanzar la llave, pero crece más de la cuenta. Alicia ante la desesperación empieza a llorar y sus lágrimas gigantes hacen que todo se inunde y se atraviese por la puerta hasta desembocar en una especie de océano. Aquí ya nos empezamos a encontrar con una serie de criaturas antropomórficas comandadas por un dodo el cual le da Alicia una serie de consejos poco coherentes haciendo de esta una experiencia cada vez más extraña y sin sentido básicamente. Por eso Alicia se va rápidamente de ahí; pero segundos después se encuentra con los hermanos gemelos (Tararí y Tarará). Los cuales le cuentan un cuento que habla de una morsa y un carpintero que encuentran unas ostras en el mar. La morsa las convence de que hay un mundo más tentador más allá del mar y aunque su madre les advierte que no es buena idea, las ostras terminan accediendo a irse y son devoradas por la morsa. Este cuento sirve como analogía para advertirnos que el viaje en el que Alicia se está sumergiendo representa un grave peligro. 

Lo podemos ver también en el plano en el que se adentra a las profundidades de este bosque y su figura es cubierta por las sombras. Más adelante llega una casa y descubre que es la del conejo. Este confunde Alicia con su criada y por eso le pide que le traiga sus guantes, y por miedo, no se opone; una vez dentro se encuentra unos pasteles que dicen “cómeme” y el lugar de respetar la propiedad privada, Alicia los prueba y se vuelve gigante, varios minutos más tarde encuentra la forma de encogerse, pero en este caso se vuelve demasiado pequeña. Alicia, al crecer, no cabe en ninguna parte y la incomodidad es absoluta, en cambio cuando es muy pequeña se ve limitada en la realización de la mayoría de sus acciones. Esto simboliza el crecimiento de los niños de repente mucha ropa les empieza a quedar pequeña, no caben en la cama o tal vez ya no pueden utilizar ciertos juguetes como triciclos y bicicletas pero a pesar de esto aún no son lo suficientemente grandes para hacer cosas como alcanzar lugares altos, tener la capacidad de mantener una conversación con cualquier persona, etc.

En el momento en que Alicia está en su tamaño más pequeño, el conejo vuelve a salir corriendo porque aún va tarde y ella va tras él, pero por supuesto no lo alcanza. Sin embargo, en medio del camino se encuentra ahora con más criaturas antropomorfas, pero lo más destacado de la secuencia está a cargo de las flores las cuales comienzan a criticar y a burlarse de Alicia, queda rodeada por las sombras producidas por las flores potenciando aún más el concepto de intimidación, a lo que ella responde que ha cambiado muchas veces y que no es ella misma. Esto también representa un poco los problemas de identidad que llegan a tener muchos niños a la hora de crecer. 

La metamorfosis 

Al ver que no es tan bien aceptada, Alicia escapa de ese lugar encontrándose con otro ser bastante peculiar. La oruga, quien le realiza varias preguntas y la pone a prueba, pero cada palabra que pronuncia está cargada de soberbia y cierto desprecio hacia la protagonista, también se evidencia que prácticamente no comprende nada de lo que dice el insecto. Esto representa a muchos adultos que son incapaces de sentir empatía por los niños y que por eso los tratan con cierto desprecio simplemente porque no los entienden un poco. Harta de todo esto, Alicia decidió marcharse pero curiosamente la oruga se compadece de ella, y busca la forma de ayudarle cuando la niña le explica que le gustaría hacer más grande, porque ocho centímetros es una altura espantosa. Podemos ver los complejos que tienen los niños a medida que crecen, algunos quieren ser más altos otros quieren ser más delgados, otros quieren otro color de pelo o de ojos. Alicia expresa su inconformidad y la oruga estalla, lo cual hace que se convierta en una mariposa que se aleja volando, y le deja el secreto para crecer o encogerse; el champiñón sobre el cual estuvo parada gran parte del tiempo. Hasta aquí podríamos creer que el mensaje que nos están dando es que, crecer es lo peor que le ocurre pasar al ser humano,  aunque hay etapas difíciles de la vida en donde puedan haber más obstáculos. Estos son indispensables para un buen cambio, el caso de la oruga es el mejor ejemplo posible de una criatura un poco fea —y desagradable en cuanto a su personalidad, hablando del personaje del cuento en particular— que se convierte en una de las más hermosas de la creación, y todo gracias a que vive un proceso de metamorfosis.

Alicia muerde un lado del hongo y crece, pero esta vez, se vuelve monstruosamente grande, al punto tal de que desplaza una mamá pájaro de su nido, el ave, al observar la gran longitud de Alicia, se asusta porque cree que es una serpiente pero Alicia lo niega. La señora le pregunta si come huevos y Alicia no tiene más remedio que aceptar que sí, así que la señora llega a la conclusión de que sí es una serpiente. Esto es algo que nuevamente nos lleva de forma implícita a la pregunta: ¿Quién eres tú? Y nos deja claro que los rasgos físicos y ciertos comportamientos no definen quiénes somos, después de todo hay muchas especies, y dentro de estas, hay muchos seres que tienen muchas cosas en común.

Depende de dónde quieras ir…

Una vez que Alicia logra volver a su tamaño original, emprende un camino medio turbio en el que no hay claridad de qué es lo que se puede encontrar; hasta que de repente, aparece este icónico personaje el cual conocemos como el gato risón, pero en realidad es un gato de Cheshire, del cual podemos notar que tiene muchas características únicas, pero hay una que sobresale, y no es otra que su enorme sonrisa.

Este personaje nace de un dicho popular que había en el Reino Unido del Siglo XVIII:  “sonriente como un gato de cheshire”. Alicia, al encontrarse con el gato, pregunta por dónde debería ir, a lo que el animal le responde que depende a dónde quiera ir. Ella dice que realmente no importa el destino, y naturalmente, él sentencia que entonces, no importa el camino. Aquí está muy bien representado el carácter de los niños y las personas jóvenes quienes constantemente toman decisiones pero casi nunca planifican y no saben qué es lo que quieren realmente, tampoco piensan en las consecuencias, por eso escogen cualquier camino como en este caso. La segunda cosa que quiero que miremos es la pregunta: ¿A dónde quieres ir? La cual me lleva a recordar la pregunta que anteriormente se repitió varias veces: ¿Quién eres tú? Y es que hay algunas preguntas que se repiten constantemente en la filosofía como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo? y ¿hacia dónde voy? Las cuales intentan explorar el ser. Esto nos deja más que claro que en este viaje hay una constante búsqueda de la identidad. El gato sabe que Alicia está aquí porque está siguiendo al conejo, así que le sugiere ir a ver al Sombrerero loco o a la Liebre de marzo, pero le advierte que los dos están locos.

¡Todos estamos locos aquí!

Alicia decide seguir su camino y llega a una casa en la que se encuentran los dos personajes anteriormente mencionados, acompañados de un lirón, quiénes están cantando una simpática canción. Desde el segundo uno, se puede evidenciar su locura pero cada uno de ellos tiene una razón de ser. En primer lugar está el Sombrerero quién nace a partir de la idea de que los sombreros de esa época estaban locos, ya que para la fabricación de los sombreros de fieltro se utilizaba el mercurio, lo que provoca una alta tasa de intoxicación entre los que trabajaban en la industria del sombrero, causando daños neurológicos tales como dificultad para hablar, pérdida de memoria, y temblores; a partir de ello se hizo popular la frase “loco como un sombrero”. Ahora miremos la liebre que se inspira en otro dicho inglés, “loco como una liebre de marzo”, el cual nace de la creencia popular de que a finales de marzo, que es cuando los machos de esta especie se pelean a golpes entre sí para determinar quién se queda con la hembra. Y por último tenemos el lirón que tiene un protagonismo un poco más secundario, pero que es interesante explicar, básicamente un lirón es un roedor muy pequeño que se parece al ratón pero que se caracteriza por tener largos periodos de hibernación, este por supuesto, no es la excepción y por eso la mayor parte del tiempo lo vemos durmiendo o en un gran estado de somnolencia. Estos personajes son una representación clara de la visión que tenía Alicia respecto a las costumbres que tienen los adultos:

  • La primera es la hora del té: Aquí apreciamos una exageración de este hábito tan arraigado que se originó más o menos en esa época, pues pasó a ser algo casi sagrado (e incumplirlo era una falta de respeto). Con esto no solo se crítica esta costumbre en sí, sino todas aquellas que se siguen de forma dogmática y sin cuestionar nada.
  • Además de que todo se vuelve muy rutinario y monótono, aunque paradójicamente, está el tema del no cumpleaños el cual se celebra 364 días al año y cuando se cumple años también lo hacen, es decir, que siempre están de celebración algo que a los niños les encantaría; celebrar, comer dulces, jugar y compartir con muchas personas. Por eso Alicia y a los demás personajes parece gustarles mucho la idea.

Al perderse nuevamente, Alicia entra en un estado de desesperación absoluta, este plano refleja muy bien sus emociones. Se siente sola, desamparada y tonta por haber tomado malas decisiones. Hay algo muy interesante que se hizo con la película, y es que después de la publicación del libro, en el habla inglesa se hizo popular la expresión “sigue al conejo blanco”, que describe el acto de seguir algo o a alguien y que esto termine en una aventura, un descubrimiento o quizás una tragedia. Así que a través de esta escena, quisieron reflejar todo lo que terminó a causa de seguir al conejo

¡Que le corten la cabeza!

Cuando parece que está todo perdido aparece nuevamente el gato de Cheshire, quien la envía con la reina pues, según él, ella es su única carta de salida de este lugar. En una especie de jardín en dónde se encuentran algunos naipes de una baraja muy atemorizados de la reina, ella se comporta de una forma muy particular, pues incluso antes de que llegue, notamos un dominio absoluto por su parte, y es que solo con hacer algo que a ella le disguste, los personajes propician que les corten la cabeza. El hecho de que sus súbditos sean una las cartas de un mazo, representa que los utiliza como juguetes, además de que en el partido de croquet que tiene con Alicia utiliza también a seres vivos. Asimismo, las propias criaturas hacen todo lo posible para que la reina pueda ganar, mostrándonos que cada cosa que se hace y cada decisión que se toma, se ejecuta siempre pensando en favorecer a la reina y no a los demás, aunque esto resulte injusto. 

Hay que recordar nuevamente que, esta novela se desarrolló en la época victoriana, es decir, durante el reinado de Victoria del Reino Unido, en quien muy seguramente se basó este personaje, ya que comparten muchas similitudes en cuanto a su carácter, pero lo que nos lleva a pensar eso no es ella, sino su consorte, en este caso, el rey de corazones o en la vida real el príncipe Alberto. Lo que ocurre es que la gente sentía un gran respeto por la reina Victoria y tenía un gran recelo con el príncipe Alberto, ya que no era inglés. En la obra, la reina es grande, robusta e imponente, y el rey es pequeñito y parece más un consejero o un asistente que un monarca.

En el primer encuentro entre Alicia y la reina, se vuelven a tocar estas preguntas que mencionamos anteriormente, la reina dice: ¿quién es ésta? Y luego le pregunta a Alicia: ¿de dónde vienes? y ¿hacia dónde vas?…

Juicio de Alicia y salida del subconsciente

Cuando están jugando crockett, el gato aparece y comienza a sabotear todo, haciendo que lleven a Alicia a un juicio para determinar si le cortan la cabeza. Hay algunas frases que dice la reina que describen muy bien la situación en la que se encuentra Alicia: “todas las formas, son mis formas”, “yo hago las preguntas aquí”. Cuando el conejo está leyendo los cargos contra Alicia, la reina lo interrumpe para decirle que llegue a la parte donde la hizo enojar, dejándonos muy en claro que no se busca la justicia simplemente satisfacer sus caprichos.

Cuando ya está todo perdido Alicia se come los dos hongos, volviéndose primero muy grande, para luego regresar a su tamaño normal. A partir de aquí, comienza una persecución muy divertida pero que a medida que avanza, se va tornando más alocada y sin sentido. Hasta que llega a la puerta del principio, con la intención de representar la salida del subconsciente. Es cuando Alicia por fin despierta, finalizando así esta increíble aventura. 

Tal vez, solo esto sea una invitación a explorar nuestra mente, a descubrir la belleza de etapas anteriores y valorar su significado…

La Psicología y el Derecho

Para comenzar a introducirnos en este tema, he de dejar claro lo siguiente; tanto la Psicología y el Derecho son ciencias que tienen su origen en la naturaleza del hombre, específicamente en su naturaleza social, y es que tanto la psicología como el derecho analizan, clasifican y repercuten en la conducta del hombre en sociedad.

Durante todo el desarrollo del Derecho en sus diferentes ámbitos y ramas (teniendo en el penal especial énfasis), vemos que la conciencia interna del hombre es un elemento primordial a la hora de calificar sus conductas. Es pues la Psicología, de entre todas las ciencias, la que tiene las herramientas precisas para ayudarnos a comprender el comportamiento del hombre y su repercusión dentro de nuestra sociedad.

En el presente artículo intentaré hacer un breve repaso de toda la implicancia de la Psicología dentro del Derecho. En primer lugar, he recalcar que la ciencia de la Psicología tiene como uno de sus objetos de estudio al comportamiento humano criminal, lo comparte con otras ciencias (por ejemplo, el Derecho, la Criminología, la Psiquiatría, la Antropología, la Sociología, la Medicina forense, etc.), pero también dichas ciencias abordan este objeto de estudio desde diferentes, y a veces radicales, perspectivas; desarrollando sus propias herramientas, técnicas y métodos de estudio. 

Comenzaremos a hablar de la psicología criminal, ésta se sitúa dentro de la psicología jurídica y abarca áreas como: psicología criminalística, tratamiento de delincuentes, investigación criminal, victimización delictiva, etc. La psicología criminal aborda el delito, sus causas, sus efectos, su incidencia y su tratamiento, lo que tiene especial efecto dentro de la ciencia de la criminología. Entre los mayores aportes tenemos: la adaptación social de los delincuentes, la relación entre inteligencia y delito, y la conceptualización psicodinámica del delito.

En efecto, actualmente es necesario analizar el comportamiento delincuencial, no solamente para tratar sus efectos sino para identificar sus causas y poder prevenirlo. Esto es vital para los programas sociales de reinserción de presos y también para legislar políticas que ayuden a aislar elementos dentro de la sociedad que causen la conducta delictiva, como lo son el maltrato familiar, las drogas, la falta de acceso a la educación, etc.

Asimismo, el conocimiento del delincuente permite desarrollar técnicas o metodologías específicas para los especialistas y profesionales durante su intervención, especialmente en la toma de declaración o entrevistas. El conocimiento previo sobre el comportamiento, pensamiento y emociones del criminal nos permite desarrollar técnicas que logren un resultado más acertado sobre quién es la víctima o el delincuente, además permite perfeccionar técnicas de entrevistas a diferentes sujetos, tomando en cuenta su edad, raza, nivel socio-cultural, etc. Por ejemplo, no podemos dirigirnos de la misma manera a un supuesto criminal de 18 años que a uno de 60 años. 

La Psicología también nos ayuda a comprender mejor a las víctimas del hecho delictivo. En primer lugar, analizamos las consecuencias primarias del hecho delictivo y las secuelas que la víctima pueda experimentar a causa de esto. Esto nos ayuda a un mejor planeamiento de su recuperación. Hablando, en concreto, de la realidad jurídica del Perú, la Psicología plantea la no revictimización de las víctimas: por ejemplo, en el caso de una violación sexual, se orienta a que tanto la policía como a los organismos de administración de justicia, que no requieran que la víctima reviva el abuso que sufrió; se utiliza para estos casos la entrevista única y, en caso de violación a un menor de edad, la utilización de la cámara Gesell.

La cámara Gesell fue implementada en el Perú por primera vez en el año 2008, y desde entonces, se ha tenido como prioridad aplicar este método a lo largo del todo el país. Actualmente existen 75 de estas cámaras y de las cuales solo 63 se encuentran operativas. En marzo del 2019, el Congreso de la República aprobó la ley N° 30920, que declara que es de interés público y una prioridad para el Estado, la implementación progresiva de cámaras Gesell en todas las instancias judiciales del país.

En casos de violencia hacia la mujer, las políticas del Estado establecen que es de vital importancia que se dicten medidas que impidan que la violencia se prolongue. El juzgado de familia, la fiscalía y la policía nacional, son los organismos encargados de que dichas medidas de protección se dicten con la mayor brevedad e idoneidad posible.

Actualmente el Ministerio de la Mujer es el encargado de brindar un seguimiento, mediante la asesoría y tratamiento a mujeres e integrantes del grupo familiar que fueron víctimas de violencia, o que se encuentran en estado de vulnerabilidad, todo esto a cargo de psicólogos especialistas. 

Para concluir, brindaré un resumen del presente trabajo: Todas las ciencias nacen del hombre, y tienen como objeto de estudio al ser humano y su comportamiento, a pesar de que la forma y metodología con la que estudian dicho objeto, varía. Ninguna ciencia se excluye, por el contrario, se complementa. En el caso del Derecho, se encarga de administrar justicia en la sociedad, es decir, su fin es dictar leyes que orienten el comportamiento del hombre. Sin embargo, no es en vano decir que, por mucho que nuestros legisladores se esfuerzan por implementar leyes que garanticen los derechos de todos y todas las peruanas, muchas veces, estas por sí solas, no son suficientes para garantizar esta protección. Se necesitan estudios, encuestas, porcentajes, e investigaciones para poder tener objetividad a la hora de legislar, y sobre todo, asegurarnos de que estas mejoren la calidad de vida y no sean solo palabras escritas sin ningún valor. En este caso quise resaltar la importancia de la Psicología en el derecho penal, ya que debido al hecho de que el Estado esté implementando (y cada vez más) mecanismos de otras ciencias en el saber jurídico, es de vital importancia en el momento de conocer la verdad de los hechos y sobre todo, de proteger a las víctimas. 

Este artículo está dedicado a todos los estudiantes y profesionales que practican el Derecho y la Psicología diariamente. Es indispensable educarnos sobre cómo diferentes carreras pueden unirse y crear conexiones que ayuden a los pacientes o clientes en general. También me gustaría dedicárselo a mi hermana y a mi padre, quienes me han inspirado para escribir este artículo desde que ejercieron la abogacía en el ejercicio de su profesión.

El poder de la vulnerabilidad

Escrito en conmemoración del 30 de abril, día del psicólogo peruano

Palabras clave: TLP/DRE, Terapia Dialéctica Conductual, vulnerabilidad, experiencia. 

A raíz de que ya fueron pasando los años se me hizo más sencillo hablar respecto a mi diagnóstico, aunque no lo crean ya han pasado siete años y por más que parezca que ya sea bastante, siento que aún me causa un poco de nerviosismo. Es como subirse a un escenario y realizar la mejor performance de toda mi vida o al menos, de lo que va… 

Supongo que a todos nos gusta tener el control de todo o la mayoría de los factores dentro de las circunstancias habitualmente.

Yo como paciente TLP o DRE  no lo tengo y tal vez sea porque no he desarrollado las facultades o capacidades que muchas otras personas como tú (estimado lector/a) posiblemente poseas. Sin embargo, la experiencia de ser diferente no tiene pierde.

A lo que quiero llegar es que, todos hemos pasado por ese túnel oscuro que es la vulnerabilidad, pero que muchas veces consideramos qué no existe una luz al final de este mismo. Hoy (y siempre que se pueda) solo quiero decirte que es todo lo contrario…

A lo largo del camino incendiario, hemos dejado pasar un concepto que tal vez había quedado desapercibido durante todo este tiempo y que les puede suceder de igual modo a muchos pacientes, que es justamente el validar. 

 Primero aprende a Validar 

Pero, ¿qué es validar?

Validar desde el aspecto coloquial es el aceptar/permitir. Sin embargo, en la práctica que realizó en DBT (Dialectic Behavior Therapy/ Terapia Dialéctica Conductual). Podemos aborda el término de la siguiente manera:

«tener presente el conocimiento de ciertas conductas o comportamientos que están ahí presentes, que tienen una causa y que se busca entender dicho origen…» 

Y es justamente, el no validar lo que nos hace vulnerables, por nosotros mismos.

El dolor que sentimos, al no tener quizás las capacidades como para poder afrontar dicha situación adversa o eventos que se puedan considerar desafortunados a lo largo de nuestra vida. Somos los primeros tal vez en no saber cómo definir ciertas situaciones (etiquetar), conductas y que a su vez el momento de pedirle al contexto desde un inicio (en nuestros años tiernos de vida) que nos puede enseñar qué es esto y el temor aparece en el ambiente, ocasiona la invalidación, más frustración; por ende sufrimiento, la vulnerabilidad misma.

Porque nadie va por la vida diciendo: «yo pienso mal», «yo siento mal». Pues incluso en ciertas conductas (que suelen ser disfuncionales) para algunos otros o no aceptadas, existe verdad. Verdad que no puede ser negada, ni mucho menos invalidada. 

Aproximación al otro

El problema radica en no entender la experiencia privada del otro y esto se da en lo más íntimo del círculo (sociedad): en la familia. 

Ocurre que en el modelado de la búsqueda de una crianza adecuada se puede caer en ciertos errores de estrategias, cuidados… Al no conseguir los resultados que se esperaban y que, como normalmente se ha visto en nuestra cultura, sigue un castigo que resulta justamente insuficiente frente al modelado inicial ante las instrucciones dadas.

  • Esto no solamente explicaría la cacería de brujas que se puede ocasionar en la  búsqueda del cambio, sino en las habilidades de nuestros pacientes para lograr el éxito. 

Pero resulta, en la mayoría de veces, tedioso. Tendríamos que evaluar la mismidad (condición de ser uno mismo) y además la individualidad de la persona. Comprender que no todas las estrategias son buenas para todos y que no todas las habilidades son las mismas en todos los pacientes. 

Recuerdo muchísimo la imagen de un pez qué está plácidamente en su pecera pero que si le preguntas si puede volar te dirá que es incapaz; incluso se podría presentar otros cuestionamientos. Como el no ser lo suficientemente apto para hacerlo, por consiguiente, surge la sombra de la desconfianza. 

En ocasiones me sentía ese pez, nadando a contracorriente frente a mi falta de destreza y armonía con las matemáticas y la Física, llegaba el castigo y sufría. Solo cuestiónenlo… ¿alguna vez les ha pasado?

A veces, pedimos más de lo que nos pueden dar los demás, cuando lo que ya nos proporcionan y poseen es sumamente valioso y no sabemos reconocerlo. Y al fallar, ocurre el antes mencionado castigo sistemático. Los intentos de pedir ayuda se vuelven nulos y aparece lo que es la desesperanza.

Esto solamente sería el preludio para una muerte anunciada o más bien, de un manejo de contingencias anunciado: 

  • Que serían las expresiones llamativas, lo que ocasiona un cambio en el contexto.

En mi experiencia, recuerdo no solo el confiar mis secretos a los personajes de entrañables libros, o poemas que solía escribir desde muy pequeña, sino a la soledad o aquellas conductas que no se ven políticamente correctas, las cuales serían aquellos medios desesperados para pedir ayuda cuando ya todo está consumado (invalidado)  al menos es lo que se genera y se conoce como self-harm (daño a uno mismo), solo por mencionar una de estas. 

Todo en consecuencia de conductas invalidantes. 

Es cuando se minimiza la dificultad al mostrarnos vulnerables ante esta experiencia, y no se le da la oportunidad al individuo a tolerar el malestar de forma gradual y lenta, antes de ser resuelto. 

Es tenerle temor y miedo a la experiencia reveladora del sufrimiento. 

No es una oda a los eventos desafortunados, sino es la hermosura que nos puede proporcionar la adversidad. La  sociedad nos vende un happy ending cuando esto, muchas veces no nos pasa. Solo eso ocasiona una frustración tal, que causa el nacimiento descarnado de conductas extremas para provocar una respuesta de nuestra atmósfera ya doliente. 

Una comunicación errática del: «sonríe o muere» y no cuestionamos qué nuevo nos puede traer la vulnerabilidad, la experiencia de darle un nombre a lo que nos hiere, darle una antesala al encuentro.

Jamás seremos capaces del cambio, sin validar. 

En algún momento todos nos vestimos de verdugo de nosotros mismos (y tal vez, de otros) y decimos: ¿realmente no sé si importa lo que yo creo? Y el depender; el estar solo; el que no puedo; el que siento de manera inadecuada; que actuó mal, es una constante…

Ser vulnerable es mostrarse desnudo, en pensamiento, palabra, cuerpo y no en omisión alguna. 

Este es solo un pequeño haz de luz, de reflexión, de cómo estaba sentada en su momento al otro lado del escritorio, pero los roles cambiaron, ahora soy yo la que está frente a ustedes, en un día tan especial como este. 

Hablar para no olvidarme de mí mismo

Esta vez más que un artículo, les traigo una reflexión sobre la importancia vital que tiene el hablar sobre lo que sentimos y compartir lo que nos pasa, esta vez no hay secretos ni consejos, es solo el reflexionar y decidir, al menos tomar una decisión y elegir en vez de seguir haciendo lo mismo de siempre, aunque nos haga sentir mal.

Es curioso que: Disimular, encubrir, enmudecer, incomunicar, guardarse para sí, olvidar sean sinónimos de callar, bueno al menos yo me sorprendí, ya que algunas de esas palabras (aunque no de manera explícita) describen el acto de no comunicar con intención.

Algunas personas son más reservadas que otras, debido a su personalidad, algún dolor, experiencia o aprendizaje. Sin embargo, hay quienes callan sin saber por qué, sin haberlo elegido, sin ver el potencial del efecto que esto les produce: la no aceptación de sí mismo.

Muchas veces no basta con racionalizar las cosas que nos pasan, hay que sentirlas también, aunque a veces sean muy dolorosas, tan solo con el permitirse confesar aquello que pensamos realmente, le damos paso a una posible limpieza emocional que nos otorga alivio y un poquito de paz, al menos por ese momento. Creo que está muy menospreciado el ejercicio de hablar, ya que para algunas personas no les incomoda hablar sobre sí mismos, es más quisiéramos que nos escuchen y nos irrita que hablen solamente de ellos. ¿Será que todos queremos ser escuchados? Tal vez en alguna ocasión no te sentiste escuchado, o sentiste que tus personas cercanas no te prestaron atención ni te preguntaron cómo estabas, si es así es comprensible que hayas perdido las ganas de contarle a alguien lo que te pasa, se entiende porque ya no lo has puesto en práctica, tal vez ahora podrías hacerlo por ti mismo, porque ya entendiste que lo mereces y que puedes darte la oportunidad de expresar concreta y directamente al otro: ¡quiero que me escuches!

Como vemos, también depende de uno entender que merece ser escuchado, recibir ayuda y consuelo, aunque la otra persona no haga nada más que escuchar atento, asintiendo, comprendiendo, validando lo que la otra persona siente. Damos por sentado el hablar, porque lo hacemos con frecuencia, le quitamos la importancia que tiene y nos olvidamos que necesitamos compartir con el otro, nuestros sentimientos, deseos, miedos, sueños, creencias, dolores…

Con el fin de incluir más opiniones que solo la mía, realicé una pequeña investigación “encuestal” con el objetivo de reunir algunas razones de por qué creen que las personas suelen guardarse para sí lo que les pasa, entre las respuestas más comunes están:

  • Miedo, miedo a que me juzguen.
  • Por desconfianza.
  • Porque nadie me entiende.
  • La gente es intolerante y poco empática.  
  • Por vergüenza.
  • Por mantener la apariencia.
  • Por temor a abrirme.
  • Nadie me escucha.
  • Porque a nadie le importan mis problemas. 
  • Porque no necesito contarle a nadie lo que me pasa. 
  • Porque no quiero cargar a los demás con mis problemas 
  • Porque no quiero que opinen y me digan qué tengo qué hacer.

Tal vez nos identifiquemos con muchas o todas estas razones, pero si reflexionamos con detenimiento, la única persona que se queda con todo lo que siente es uno mismo, pero ¿qué es lo peor de esto? ¿Por qué tengo que hablar con alguien más? Bueno en primera, no debes hacer nada que no quieras, por que si sale mal buscarás culpables, desde el momento en que decides abrirte, hacerse responsable con uno mismo es lo más comprometido puedes hacer. Luego al abrirte y empezar a confiar, te darás cuenta que existen muchos más beneficios, porque podrás aceptar lo que sientes, lo que piensas, porque sale de ti a través de palabras y que empieza a tomar forma, lo aceptas, por lo tanto, el dolor o problema existe, ya que te das cuenta de que sí hay algo que te está costando y que el confesarlo te alivia mucho, más si hay una escucha sensible y atenta por parte de otra persona que te valida y no juzga lo que sientes, al contrario lo recibe con empatía y comprensión.

Por ejemplo: piensa en algo que exista, que no tenga nombre o que no puedas poner en palabras… Es complicado ¿cierto? Entonces nos podemos dar cuenta que, la comunicación es muy poderosa, te permite conocerte, entenderte a ti y a los demás y darles un lugar a las emociones no procesadas. Es a través de la palabra que traemos al presente hechos pasados que, desde una mirada madura, podemos resignificar y conseguir que ya no duela tanto, podemos entender mejor los “para qués” de los problemas de la vida. Me atrevería a decir que existe mayor beneficio cuando uno habla, que cuando escucha.

Y por favor que no se malentienda, claro que es importante ir a terapia si deseas buscar una guía o soporte, pero puedes empezar compartiendo con tu círculo cercano de familia o amigos los importante es que aprendas a confiar en los demás, que seguramente estarán contentos de escucharte, y… tampoco estoy hablando sobre no tener privacidad e intimidad con uno mismo, todos merecemos ese espacio para nosotros. Solo que a veces, decirlo nos permite desenredar eso que no logramos solucionar, al compartir con otros lo que sentimos o lo que nos pasa, nos damos cuenta de que no estamos solos, que no nos ocurre particularmente a nosotros determinado problema o situación. Como mencionaba nos permite cambiar nuestra narrativa de vida, es decir, lo que pensamos sobre nosotros, los demás, y  sobre nuestra propia historia de vida. Muchas veces adquirimos la forma de valorarnos de acuerdo a lo que nos dijeron y no siempre esa es la verdad, y uno crece, avanza, madura y aprende y ya no es más esa versión antigua que se mostraba errada por falta de experiencia de vida. Hablar nos permite traernos al presente, y valorar lo que somos, y lo que tenemos hoy para empezar a vivir ahora y ya no en el pasado donde habían cosas que nos dolían. Ahora puedo cambiar las cosas, ahora depende de mí, ahora puedo tomar decisiones, valerme por mí mismo, tomar riesgos y construir la vida que quiero.

El mejor disfraz del mundo

La depresión leve. Se esconde bajo facetas que hace que explicarla parezca un cuento de hadas para todos. Es como los hermanos pequeños a quienes la familia no les hace caso debido a sus niñerías. Sin embargo, quien las padece, lejos de simular ser un alma inocente y libre de angustias y sufrimiento, realmente demuestra un monstruo que sonríe y golpea con tal contundencia y arrogancia que sin que te des cuenta te lleva a las puertas de un abismo insondable y a veces sin recuperación real, como la muerte.

Por eso, es el mejor disfraz, tiene un camuflaje de persona activa, quien se bambolea a lo largo de la vida sin prisa y siendo eficaz. No obstante, a solas, con la casa vacía, llena de muebles y al son del viento de medianoche y un trabajo que rechazas se descubre en medio de la esquina como el coco que acecha al indefenso en la oscuridad una quimera terrible.

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V), la caracteriza como:

Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo… cuyo rasgo común es la presencia de un ánimo triste, vacío o irritable, acompañado de cambios somáticos y cognitivos que afectan significativamente a la capacidad funcional del individuo” (pág. 155)

Entonces, como se observa, hay una estancia que irrumpe cada sonrisa, sueño y vivencia entrañable, pasando de una explosión breve de alegría a una pesadumbre. Es como si la alegría y la felicidad no existieran, es más, no existe como estadía ni utopía, es que la felicidad no sabe a nada.

Describir un día de depresión leve es ir al trabajo pensando en querer dormir, en los momentos en que la hipersomnia está prevalente. O, por el contrario, el insomnio se manifiesta haciendo presente todos los escenarios macabros posibles. De este modo, la idea de trabajar se hace más por un deseo externo que una verdadera vocación o bocanada de motivación, la cual brilla por su existencia.

A esto le sumamos, que el desgano por el autocuidado es tal que lavarse los dientes, peinarse, depilarse o rasurarse parece una actividad de otro milenio. Asimismo, comer, es un vaivén que puede ir de extremos que rondan la inanición intermitente a momentos donde lo único que apaña el vacío de los pensamientos es comer.

¿Cómo es la vida familiar? Enmascarada, tal cual un carnaval veneciano, no existe la verdadera algarabía, y si la tristeza se sobrepasa y desborda, solo existen episodios de llanto, pero ninguna explicación plausible a lo que sucede.

¿Cómo verbalizar lo que no se sabe que se tiene?, ¿cómo explicar que pese a tener éxitos laborales todo carece de una brújula para llegar a una meta?, ¿cuál meta, qué objetivos?, ¿la pareja? ¡Por favor! Sí la ideación suicida ronda con más intensidad que la idea de una vida con alguien, ¿qué vida puede existir si lo que se añora inexplicablemente es acortarla?

De este modo, se puede ver en resumen cómo es la vida de la depresión leve, necesita ayuda, entendimiento, difusión y, sobre todo, comprender que también puede bordear límites peligrosos sí no se atiende prontamente. Vivir en tristeza no es normal, no tener motivación interna para ejecutar las actividades tampoco lo es, y mucho menos es natural tener que sonreír incomodos ante una vida llena de escenas grises, sin matices chispeantes que evocan al suspiro.

¿Qué haces cuando te duele el alma?

¿Qué haces cuándo el alma duele?, cuando su dolor es taciturno, tenue a la vista de otros, pero para ti, enunciarlo parece más bien gritos y alaridos desaforados en lugar de los pausados susurros que te dices y no terminan jamás de salir.

Qué haces cuándo el alma clama por justicia, pero no comprendes la diferencia entre dicho concepto y la venganza.

Qué haces cuándo tu alma pide como famélico que aclama al mendrugo un pedazo de escucha y solo recibe la carga incontenible de un sordo que de mudo no tiene nada.

Qué haces cuándo tu alma se apaga y nadie parece notarlo, cuando desaparecen las luces y solo hay oscuridad y un tren marchante que no cesa llamado responsabilidad.

Qué haces cuándo la ilusión de dormir y despertar con fuerzas más parece un martirio y un castigo más que una esperanza.

Qué haces cuándo tu alma reclama por una fantasía de estabilidad y te das cuenta con los ojos bien abiertos que no se puede, que simplemente no existe posibilidad, y la que hay es lejana, llena de astillas y púas.

Qué haces cuándo en la noche lúgubre te abraza la profunda tristeza y no tienes más que abrazarla y verla de frente, observando como ella gana en el tira y encoje de la soga.

Qué haces cuándo te apaciguas porque ya no sabes llorar, porque te cansaste de intentar salir a flote y tus brazos ya se cansan de ver inamovibles la actitud de otros.

Qué haces cuándo te exprimen a tal nivel que aun cuando pides que cese intentas un cambio y ya todo da igual, y más bien pides más carga para regodearte en la pocilga y así decir que tienes razón, que nadie escucha. Algo de ilusión pasajera debe servir para algo, pero no es así.

Qué haces cuándo tu alma solo escucha un eco de sí misma y se ve obstinada en el otro que, aún con los ojos bien abiertos es incapaz de notar el dolor que causa su indiferencia, su incapacidad de notar el pedido de cobijo, porque de ayuda, no se habla.

Cómo le dices a tu alma que pida socorro si el único paramédico está incapacitado, está tonto, y simplemente no está.

Cómo callas a tu alma si cuando rememora sus buenos momentos solo encuentra un ápice de alegría y un listado enorme de quienes se hizo ave de presa, y la utilizaron.

Cómo descansar si los demonios persiguen a la pequeña y enjuta que corre a través de un bosque pavimentado de espinas y solo encuentra matorrales en medio de cientos de personas que, como espectadores zombies contemplan el final.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

American Psychiatric Association – APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5a. ed. –.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.