¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué motivo habitamos esta tierra? ¿Tendrán todas nuestras experiencias, tanto positivas como negativas, algún propósito? Son preguntas que todos nos hacemos en algún momento. La única certeza que tenemos es que en esta vida vamos a experimentar dolor, sufrimiento, y que eventualmente vamos a morir. Aunque muchas personas ven la muerte como lo antagónico de la vida, en realidad es una parte integral de ella.
Recientemente, comencé a leer el libro “El Hombre en Busca de Sentido” de Viktor Frankl, un psiquiatra de origen judío quien sobrevivió a los horrores de cuatro campos de concentración, entre ellos el de Dachau y Auschwitz entre los años de 1942 a 1945. Este libro había estado en mi lista de lecturas pendientes por mucho tiempo y cuando finalmente lo tuve en mis manos no pude dejar de leerlo. Es una obra realmente impresionante, y considero que quienes estén atravesando una crisis existencial deberían leerlo al menos una vez en la vida.
Una de las partes que más me impactó fue cuando Frankl describe cómo los prisioneros, después de un tiempo, desarrollan una apatía que les hace indiferentes al sufrimiento de sus compañeros. Esto era una respuesta a las condiciones inhumanas en las que vivían, y también al trato deshumanizante que recibían de los soldados, quienes los veían como algo menos que humanos, casi como animales; con referencia a esto Frankl sugiere que el dolor de ser tratados con indiferencia, de ser insultados y despojados de su humanidad, era a menudo más intenso que el dolor físico.
Una de las partes que más me impactó fue cuando Frankl describe cómo los prisioneros, después de un tiempo, desarrollan una apatía que les hace indiferentes al sufrimiento de sus compañeros. Esto era una respuesta a las condiciones inhumanas en las que vivían, y también al trato deshumanizante que recibían de los soldados, quienes los veían como algo menos que humanos, casi como animales. Frankl sugiere que el dolor de ser tratados con indiferencia, de ser insultados y despojados de su humanidad, era a menudo más intenso que el dolor físico.
En los campos de concentración, aunque los prisioneros podían perder la vida cuando eran enviados a las cámaras de gas, Viktor Frankl observó que lo único que realmente poseían era su vida desnuda. Al ingresar a los campos, les quitaban todas sus pertenencias; por ejemplo, Frankl perdió un manuscrito en el que había trabajado durante mucho tiempo. Sin embargo, había algo que no les podían arrebatar: su vida interior y su capacidad de encontrar un sentido en medio del sufrimiento. Como señala Frankl, «La salvación del hombre está en el amor y a través del amor» (p. 43).
Muchos prisioneros lograron sobrevivir aferrándose al pensamiento de sus seres queridos o a algo que les daba esperanza. Incluso aquellos que enfrentaban la muerte inminente se apoyaban en su fe, sus creencias, o aquello que más amaban, anhelaban y apreciaban. Frankl también destaca que «la conciencia del amor propio está tan profundamente arraigada en las cosas más elevadas y más espirituales que no puede arrancarse ni viviendo en un campo de concentración» (p. 67). Esta idea refuerza la noción de que, aunque las circunstancias externas pueden ser terribles, siempre tenemos la capacidad de elegir la actitud con la que enfrentamos la vida. No son las condiciones de vida las que determinan nuestra existencia, sino la forma en que decidimos afrontarlas.
Esta perspectiva se alinea con la filosofía estoica, como lo expresó Epicteto: «No es lo que te sucede, sino cómo reaccionas ante ello lo que importa». Así, entendemos que el poder más grande que poseemos es la actitud con la que nos enfrentamos a los diferentes retos de la vida.
El sufrimiento, según Frankl, es una parte inevitable de la vida. Pero no es algo intrínsecamente malo; es una oportunidad para crecer, tanto espiritualmente como más allá de nuestros propios límites. Las situaciones difíciles nos permiten encontrar un sentido más profundo en la vida. En este contexto, la frase de Dostoyevski «Espero ser merecedor de mi sufrimiento» (citado por Frankl) cobra un significado profundo, ya que resalta la idea de que el sufrimiento, si lo enfrentamos con dignidad y propósito, puede convertirse en una fuente de crecimiento y redención.
Frankl menciona: «Solo muy lentamente se podía devolver a aquellos hombres a la verdad lisa y llana de que nadie tenía derecho a obrar mal ni aun cuando a él le hubieran hecho daño» (p. 95). Esto lo dice en referencia a los llamados “capos,” prisioneros que, al tener una especie de jerarquía sobre otros, se caracterizaban por su crueldad al sentirse superiores a sus compañeros recluidos. Frankl subraya que, aunque uno haya atravesado horrores, eso nunca justifica el obrar mal hacia otras personas. Esta reflexión refuerza nuevamente la idea de que, independientemente de las circunstancias que enfrentemos en la vida, siempre depende de nosotros cómo actuamos ante ellas.
Señala al mismo tiempo, que hay tres formas de vivir la vida: una vida activa, en la que creamos algo; una vida pasiva, en la que disfrutamos de los placeres de la vida; y una vida de sufrimiento. Las tres son vidas que merecen ser vividas. No importa si en un momento nos encontramos en una etapa activa, pasiva o de sufrimiento, todas tienen su valor y sentido.
También destaca que «la conciencia del amor propio está tan profundamente arraigada en las cosas más elevadas y más espirituales que no puede arrancarse ni viviendo en un campo de concentración» (p. 67). Esta idea refuerza que, aunque las circunstancias externas pueden ser terribles, siempre podemos elegir la actitud con la que enfrentamos la vida. No son las condiciones de vida las que determinan nuestra existencia, sino la forma en que decidimos afrontarlas.
Como escribe Frankl: «Solo muy lentamente se podía devolver a aquellos hombres a la verdad lisa y llana de que nadie tenía derecho a obrar mal ni aun cuando a él le hubieran hecho daño» (p. 95).
Mientras reflexionaba sobre estas ideas, me encontré viendo la película Titanic, y hubo una escena que me impactó profundamente en relación con lo que había leído en el libro. Cuando el barco comienza a naufragar, los músicos siguen tocando. A medida que la situación se vuelve más desesperada, uno de ellos se despide diciendo: «Caballeros, ha sido un honor tocar con ustedes esta noche», y todos se desean buena suerte. Sin embargo, el mismo músico que pronunció la frase decide seguir tocando, y los demás regresan para acompañarlo. En ese momento, para ellos, el sentido de la vida, incluso ante la inminencia de la muerte, era la música. Esta escena muestra que cada persona puede encontrar su propio sentido, y que ningún sentido es más o menos valioso; todas las vidas son igualmente valiosas.
Como dijo Nietzsche, «Quien tiene algo por qué vivir es capaz de soportar cualquier cómo». Cada persona tiene su propio sentido de vida; no puede haber un sentido único, porque cada uno de nosotros es un universo diferente.
Y cierro esta entrada de blog, con la frase que más me impresiono de la increíble obra de Frankl: “Después de todo, el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padre nuestro o el Shema Yisrael en sus labios”
Referencias:
Frankl, V. (1946). El hombre en busca del sentido. Editorial Herder
Ni la cómoda soltería, la presión familiar, mucho menos la social, me ha llevado a descargar varios aplicativos de citas. Respaldadas también por ciertas amistades que confirman su efectividad, no solo para tener citas, sino también para crear vínculos más profundos como amistad, amor, pasión, compañía, etc, me han inspirado su uso en mi dispositivo móvil.
Sin embargo, es importante considerar el impacto psicológico que pueden tener estas plataformas. Mientras algunos indican varias ventajas de las apps, están otros que no logran enganchar con la dinámica de la comunicación de estas. Algunos también juzgan estos aplicativos manifestando que las personas que los descargan no tienen autoestima, buscan validación, etc. En pleno siglo XXI con todos los avances tecnológicos, prefiero enfocarme en lo positivo, siempre y cuando se use de manera regulada. Pero veamos un poco más acerca del tema.
2. ¿Cómo Funcionan las Apps de Citas?
Las aplicaciones de citas como Tinder, Bumble, OkCupid, Happn, Badoo, entre otras han revolucionado la manera en que los jóvenes buscan pareja. Estas plataformas ofrecen una forma moderna y digital de conocer personas (García, 2021), todas comparten una dinámica similar en general, sin embargo, hay algunas diferencias, por ejemplo, Tinder es una plataforma nacional, por lo general encuentras incluso personas de tu entorno social, al igual que Happn que te muestra personas dentro de un radio de tu ubicación, sin embargo, en OkCupid y Bumble, encuentras personas extranjeras y también nacionales, en la app de Bumble, por otro lado, son las chicas las que dan el primer paso. Así que hay algunas diferencias entre una app y otra.
En las apps de citas, los usuarios crean perfiles y exploran otros deslizando hacia la derecha si están interesados y hacia la izquierda si no lo están. Un «swipe» hacia la derecha indica interés, mientras que un “swipe” hacia la izquierda lo descarta. Cuando ambos usuarios se deslizan hacia la derecha en los perfiles del otro, se forma un «match», permitiéndoles iniciar una conversación y conocerse mejor. Algunas apps también ofrecen funciones adicionales como super likes y filtros para mejorar la experiencia.
3. Lo Positivo y lo negativo de las Apps de Citas
Como cualquier avance tecnológico, existe lo positivo y lo negativo. Las apps de citas ofrecen un acceso rápido, una manera sencilla de conocer muchas personas, esto facilita la conexión con otras personas que comparten gustos e intereses, además ofrece amplios detalles sobre el físico, como estatura y fotos, que permiten ver si en primera instancia una persona te gusta o no; así mismo, permite iniciar conversaciones con personas que probablemente tienen intereses e intenciones similares. Sin embargo, muchas de estas conexiones están basadas justamente en demasiadas expectativas, por lo que vemos y leemos en el perfil atractivo, que en ocasiones puede estar lejos de la realidad, la imagen idealizada en los perfiles a menudo no coincide con la realidad, ya que una persona elige su mejor foto que no necesariamente coincide con el tiempo, situación actual y personalidad de alguien, lo que podría generar desilusión, así mismo, ya que obtenemos “matches” o “swipe” o no, esto podría traer consigo una búsqueda de validación constante, lo que podría afectar nuestra autoestima y generar ansiedad en altos niveles al no conseguir la atención requerida.
Es por ello que mencioné que las apps de citas son positivas, pero deben ser bien reguladas. Antes de descargar estas aplicaciones, es crucial definir nuestra identidad, conocer quiénes somos, qué queremos, y tener clara nuestra autoestima. Esto ayuda a usar las apps de citas de manera más consciente y saludable, evitando posibles frustraciones y promoviendo interacciones más auténticas, satisfactorias y congruentes.
5. ¿Es para Todos?
Las apps de citas no son igual de efectivas para todos. Mientras que algunas personas encuentran fácil establecer conexiones significativas, otras pueden enfrentar dificultades debido a la superficialidad del formato (García, 2021). Adaptarse a las plataformas de citas puede variar muchísimo según la persona y sus habilidades sociales. Para algunos, iniciar una conversación es sencillo y natural, mientras que para otros puede resultar complicado dar el primer paso. La facilidad con la que se interactúa en estas apps depende mucho de la confianza en uno mismo y de la capacidad para comunicarse eficazmente en un entorno digital.
No pasa nada si sientes que las apps de citas no fueron tan funcionales para ti como esperabas. Cada persona tiene experiencias distintas, y lo que funciona para unos puede no ser adecuado para otros. Es importante recordar que hay muchas formas de conocer gente, y encontrar la que mejor se adapte a tus necesidades y personalidad puede llevar tiempo y se requiere experimentar con diferentes métodos y experiencias.
Por otra parte, si estás utilizando aplicaciones de citas, te sugiero ser auténtico (a) y transparente, mostrarte tal como eres. Presenta tu verdadero yo en tu perfil y en las conversaciones, y sé claro sobre tus intenciones y lo que buscas en una relación. Es fundamental gestionar tus expectativas y recordar que estas plataformas al fin y al cabo son digitales. Mantén siempre en mente tu identidad, autoestima, valores y personalidad para guiar tus interacciones y decisiones.
Por último, las aplicaciones de citas han transformado la forma en que buscamos pareja, ofreciendo desde oportunidades así también como retos y aunque facilitan la conexión con nuevas personas, hay riesgos como la tendencia a valorar más la apariencia y la búsqueda de validación instantánea. Así mismo, es importante evitar ceder a algún tipo de presión por encontrar pareja o al miedo de quedarse soltero(a), y en su lugar, definir la identidad y mantener congruencia con uno mismo para usar estas plataformas de manera efectiva. Si en algún momento no te sientes cómodo(a), es completamente válido desinstalar la app; como se ha mencionado, no siempre es lo ideal para todos.
«El amor sólo se da entre personas virtuosas» – Aristóteles.
Referencias
García, R. (2021). Psicología del amor en la era digital. Editorial PsicoMente.
Gómez, A. (2021). Nuevas formas de conocer gente: El impacto de las apps de citas. Revista de Psicología Contemporánea, 18(3), 45-58.
A raíz de las fiestas patrias que acaban de pasar y también al ser fanática de una de las mejores series de los últimos tiempos, pensé en hacer un análisis sobre la política en la que vivimos, tomando un poco de referencia a las series de Juego de Tronos (GOT) y La Casa del Dragón (HOD). Entiendo que no tengo la razón absoluta y tampoco la busco obtener; simplemente quiero compartir cómo se pueden ver las cosas en nuestra realidad diaria a través de la lente de estas series.
Desde hace ya algunos años, me considero una gran fanática de la saga Juego de Tronos y también de su precuela La Casa del Dragón. Sin embargo, algo que me ha dejado pensando es la necesidad imperiosa que muestran los personajes de estas series por obtener y mantener el poder. En Juego de Tronos, el mismo nombre de la serie nos da una pista de la trama central: la lucha por el trono y cómo en este juego no hay personas que sean realmente de fiar. Cada quien jala para su lado, buscando asegurar su lugar y dominio.
Por otro lado, La Casa del Dragón comienza con una disputa familiar que desencadena una guerra interna. Los hijos del rey Viserys I, quienes deberían ser aliados por su vínculo de sangre, terminan enfrentándose por el trono. Si no has visto los episodios, te advierto que podría haber spoilers, así que lee bajo tu propia responsabilidad. Lo interesante aquí es cómo el honor y las promesas hechas anteriormente se ponen a prueba. Muchas casas que habían jurado lealtad a la reina Rhaenyra Targaryen (la verdadera y legítima reina), siguen respetando ese juramento, pero otras se voltean de bando ante amenazas o simplemente por conveniencia, buscando su propio beneficio, sea este dinero o supremacía.
En el episodio 2×05, vemos una escena donde Alys Rivers, una bastarda de los Riverlands y una especie de «maestre», conversa con el rey consorte Daemon Targaryen, señalando que quienes suelen sufrir más en los conflictos son los inocentes, especialmente niños y mujeres. Esto ocurre después de que Daemon ordenara a William Blackwood hacer lo necesario para que los Bracken se unan al bando de Rhaenyra, lo que resultó en una masacre de inocentes, un acto que fue repudiado incluso por los señores de Riverlands.
Esta reflexión me lleva a pensar en la epistemología del poder. La palabra «poder» proviene del latín potere, que hace alusión a la autoridad y al mando. El poder, fuera de la sociedad, no es imaginable porque siempre se manifiesta a través de las relaciones sociales. A su vez, una sociedad sin poder no puede existir, ya que necesita esa energía que la impulsa y establece las reglas mínimas indispensables para vivir en grupo. La anarquía permanente no es una posibilidad real; en cualquier grupo o asociación, es indispensable la existencia de un poder. No es correcto enfrentar la noción de grupo a la de poder como si fueran antagónicas, ya que el poder es necesario para mantener el orden, y la libertad no es posible sin él (Carpizo, 1999).
No existe sociedad sin poder. Lo social y el poder se implican recíprocamente, uno no puede existir sin el otro. Aristóteles afirmaba que el hombre es un ser político, lo que generalmente se traduce como que el hombre es un ser social. Esta idea sugiere que el poder debe servir para unificar al pueblo, y no para que unos pocos se beneficien a costa del bien común, algo que vemos tanto en La Casa del Dragón y Juego de Tronos como en nuestra realidad diaria.
Aunque actualmente las monarquías son escasas y la democracia ha dado más protagonismo al ciudadano común, seguimos viendo que, a pesar de poder elegir a nuestros gobernantes, muchas veces estas personas solo buscan su beneficio propio. Aquí es donde entra en juego la corrupción. Por otro lado, la psicología también tiene un papel importante en lo social; somos seres sociales y, por ende, tener una visión crítica de la problemática política es fundamental para ser conscientes de las normas que nos rigen. Como mencionaba Alys Rivers, son los más vulnerables quienes suelen verse más afectados.
Palabras finales
La única forma de contrarrestar esto es saber que el conocimiento es poder, como dijo Sir Francis Bacon, celebre político y filósofo inglés. Esa así, como ciudadanos, nuestra responsabilidad elegir un voto informado. El poder es necesario para mantener el orden y la cohesión en la sociedad, pero debe ser manejado con responsabilidad y en beneficio de todos, no solo de unos pocos. Las series de fantasía como Juego de Tronos y La Casa del Dragón nos recuerdan que, aunque los escenarios sean ficticios, las luchas de poder, la corrupción y las consecuencias de estas decisiones son muy reales.
Referencias:
Carpizo, L. (1999). El poder: su naturaleza, su tipología y los medios de comunicación masiva. Boletín Mexicano de Derecho Comparado, 1(95). https://doi.org/10.22201/iij.24484873e.1999.95.3588
Epicuro, filósofo griego que propone el hedonismo, expone que, para dar paso al placer permanente, genuino, como flor que emerge en la acera, hay que dar paso al dolor.
El dolor no siempre debería ser repudiado, en un mundo donde hay respuestas para todo parece evidenciarse un vacío en el ser humano por evitar a toda costa el dolor. Por ello el dolor se hace insoportable, desagradable e ilusoriamente mortal. El frutar de la vida es como una manzana y el dolor es la cáscara. Elegimos pelarla priorizando nuestro placer sabiendo que nos haría mejor comer la cáscara junta.
Es por ello que el placer para Epicuro no implica el desborde de una vida de necesidades prescindibles, implica la prudencia para evitar el dolor a largo plazo, el sufrimiento.
El placer epicúreo es la elección de instancias de dolor para cultivar un auto cocimiento y un placer ataráxico.
Por otro lado, sin caer en el meollo del existencialismo, el dolor nos invita a la angustia de la muerte, a la angustia de los límites de estar vivo, al cuestionarse lo soportable de la vida, pero también nos ayuda a apreciar las cosas mínimas, las purezas y contrastes del ser humano, los detalles del mundo que nos rodea, las vibraciones de los otros y la verosimilitud del entorno.
En el séptimo arte se ha propuesto un subtexto donde se translitera el dolor y se psicoanaliza socialmente. El cine como medio social, muestra ultimadamente largometrajes donde el protagonista recorre un camino de desazón para llevarse un aprendizaje alineado con la apreciación de lo mínimo, lo pequeño, lo visible solo a los ojos cuestionadores como en el filme Rotting In The Sun (2023) de Sebastián Silva que describe a un hombre que genuinamente podría ser el 80% de la población, sumido en el mundo irreal de las redes sociales, un mundo percibido por otros. A lo largo del filme, observamos como es sometido por la enfermedad del cuestionamiento debido a elegir ver el mundo por una pantalla de celular. Topándose con el sin sentido de su vida, acarrea una angustia inminente que se hizo poco a poco insoportable cultivando la idea de negarse.
Actualmente existe una utopía personal donde cada hombre enfrasca su dolor y al momento de que la tapa parece desenroscarse, el hombre inmediatamente lo aprieta con más fuerza proporcional al mundo violento de entretenimiento y de sed insaciable de este. Cuando sales de la utopía dejas el legado a los otros como si de enfermedad se tratase, la enfermedad que te invita a la introspección, vacuna del sufrimiento, la angustia permanente y la desesperación crónica.
En Films como Perfect Days (2023) y Poor Things (2023) dirigidas por Wim Wenders y Yorgos Lanthimos respectivamente, proponen personajes transparentes que incluyen el dolor en sus vidas como herramienta de aprendizaje.
Esto puede parecer incongruente en primera instancia, pero es la manifestación de nuestro deseo hambriento de hacer lo que tenemos que hacer, símil al Expresionismo que proyecta los miedos de un mundo post guerra, la nueva estética aborda un mundo post globalización que exige la conexión a las emociones humanas, el anhelo colectivo inconsciente para volver a lo primigenio y un llamado de auxilio interno en cada uno para abrigar nuestra naturaleza doliente.
Asimismo, desde una perspectiva científica, la psicología es consciente de ello. Por lo que invita al rechazo del control intempestivo del pensamiento y las emociones, para bajar la guardia y transitar el dolor. En los últimos años se ha propuesto un nuevo enfoque respecto al dolor y que estamos nosotros para asumirlo. Este nuevo enfoque intenta desterrar el uso de medicación para explorar el umbral del dolor mental, para que el ser humano pueda experimentar su proceso y su importancia en las etapas de vida.
Emil Cioran, filósofo rumano perteneciente a la corriente filosófica del pesimismo y quien sentó base para la psicología positiva, por su parte nos menciona que nuestra época está predispuesta a sufrir enormemente debido a que no se nos permite ser miserables naturalmente y solo lo somos para nuestros adentros. Es así cómo explica que la cura de una miserabilidad forzada es proporcionar un desasosiego.
Palabras finales…
Hay una riqueza en explorar los caminos dolientes de la vida sin evitar atajos turbulentos de placer fugaz. Hay una elección en el ser humano, al evitar el dolor, pecando consigo mismo; pero es absurdo pecar siendo absurdos con nosotros mismos al no permitirnos ser miserables junto al dolor.
REFERENCIAS:
20th Century Studios LA. (2023, 8 junio). Pobres criaturas | Tráiler oficial | subtitulado [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=RNWIdv39b60
MUBI. (2023, 9 agosto). ROTTING IN THE SUN | Official Trailer | Sep 8 in US theaters & Sep 15 on MUBI [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=LVRKCAsFy9Y
NEON. (2023, 9 noviembre). PERFECT DAYS – Official Trailer [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=QzZBbX5A1FA
Ram Talks. (2020, 25 julio). EPICUREÍSMO: filosofía del PLACER y DOLOR – el hedonismo de epicuro y la gratificación instantánea [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=jvxCmPP3x0w
The School of Life. (2017, 9 junio). PHILOSOPHY – Emil Cioran [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=wMOM34XEi2k
En 1950, el psicoanalista estadounidense Erik Erikson, planteó la teoría del Desarrollo Psicosocial. En ella, identifica estadios de tiempo en los cuales se presentan peculiares conflictos internos que van de acuerdo a la edad y etapa de desarrollo en que la persona se encuentre. Estos conflictos surgen de fuerzas intrapsíquicas que se contraponen, generando una crisis que, si es superada, desarrollará una virtud o, de no ser superada, producirá un estancamiento.
Aquí, un cuadro de las etapas:
Para Erickson, en la etapa seis, comprendida entre los 20 a los 40 años de edad, la prioridad de la persona consiste en cumplir con su entorno, dicho de otra forma, su prioridad está en encajar y también afianzar su identidad a través de poner ciertos límites que no está dispuesto a negociar, ceder, ni contentar. Esto no debe ser visto como una rebeldía para diferenciarse del otro, como sucede en la adolescencia (etapa anterior), más bien, como un hecho activo que afianza su «yo» o su self (1950).
Este adulto joven, cuando logra establecer su identidad (su self), se encontrará listo para el compromiso, para formar relaciones íntimas y recíprocas. Así, estará dispuesto a adquirir responsabilidades y deberes que requieran sacrificios. Sin embargo, si no alcanzara esta capacidad, el resultado de la crisis sería el aislamiento. Por tanto, superada la crisis, el fruto sería el “amor”.
Han pasado más de setenta años y con los avances tecnológicos, surge la ocasión de que cuestionemos la vigencia de esta vieja teoría y busquemos nuevas respuestas a la crisis de identidad y al hedonismo social actual. Sociólogos, filósofos, psicólogos y pensadores contemporáneos ven, en los adultos jóvenes, una serie de cambios en su cosmovisión y los perciben con un padecimiento existencial.
Zygmunt Bauman (2002) acuñó el término de modernidad líquida a los tiempos contemporáneos. Bauman explica que vivimos una época de constante cambio, donde lo líquido hace referencia a algo que corre fácilmente y no se detiene, que es maleable y escurridizo. Expresa que el mundo acelerado que se vive, se asemeja a una costra volcánica que se endurece, para luego fundirse y cambiar de forma en comparación con la solidez de la vida pasada, de décadas atrás, que era más predecible y controlable.
Así mismo, critica la modernidad y plantea que, bajo este escenario, el sujeto se vuelca en una búsqueda de identidad y su tarea es construirse para poder integrarse a un mundo global, cambiante y maleable, en donde debe inventarse y moldearse a partir de máscaras para sobrevivir, por lo tanto, ya no existe una visión colectiva, un sentido de pertenencia, sino una notoria individualidad.
En esa línea, las relaciones interpersonales que predominan en esta “modernidad líquida”, las llama “amor líquido” y tienen algunas características como el hedonismo, la satisfacción inmediata y una búsqueda insaciable de goce.
Este “amor líquido” es superficial y frágil, idealizado, afectado por la insatisfacción e individualidad, siendo un amor efímero, algo así como simples conexiones y vínculos superficiales (Bauman, 2005). La posibilidad de casarse, tener hijos, o crear compromisos sobre el otro son reemplazados por vitrinas de consumo, no hay cabida para el sacrificio o la frustración.
A partir de esto, ¿qué podría decir como profesional de la salud mental? ¿Está vigente aquella etapa específica del desarrollo psicosocial en tiempos de crisis y caos? ¿Puede un joven en esta etapa de su vida vivir según la virtud del amor y darle un lugar protagónico? O más bien, ¿se resistirá a la intimidad, al relacionamiento significativo con el otro y a forjar relaciones duraderas?
La falta de compromiso se ve en diferentes esferas, en lo laboral: alta rotación de trabajadores; en lo personal: el embarazo se aplaza o desestima cada vez más; en la pareja: la vivienda pasa a ser parte del ajuar de novios o la dote del matrimonio. Sin embargo, concuerdo en que la teoría de Erikson sigue siendo significativa y vigente, a pesar de la realidad actual. La intimidad vista como el relacionamiento con uno mismo y con los demás, debe ser rescatada y fomentada, además de que es un factor de protección frente a otras aflicciones.
Bauman propone, en la persona, lograr constituirse bajo una responsabilidad reflexiva y autónoma frente al otro, dirigida a la inclusión y la autorrealización, en contraposición con el aislamiento que sería la carencia de intimidad que produce una sensación de estancamiento o de no poder avanzar.
Byung-Chul Han (2023), filósofo contemporáneo, sugiere abandonar la hiperactividad de la época y recuperar el sentido, el equilibrio y la vida interior. Incluir momentos contemplativos en el día a día que faciliten esta tarea.
Entender la intimidad y procurarla, dará como fruto al “amor”, esto no cambia a pesar de los tiempos, y le da vigencia a esta teoría, específicamente, en esta etapa del desarrollo psicosocial. Tener intimidad con uno mismo es darse el tiempo para cultivar una relación vigorosa y sana con uno mismo, con los demás, y, si eres creyente, con Dios.
Referencias
Bauman, Z. (2002). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.
Bauman, Z. (2005). Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Madrid: Fondo de Cultura Económica.
Erikson, E. (2000). El ciclo vital completado. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.
HAN, B. C. (2023). VIDA CONTEMPLATIVA, ELOGIO DE LA INACTIVIDAD. ESPAÑA: TAURUS.
Universidad Nacional del Nordeste. (2014). CORRIENTES DEL PENSAMIENTO. CUADERNO DE CÁTEDRA, 93-98. https://hum.unne.edu.ar/academica/departamentos/educa/catedras/cpc.htm
A menudo se plantean las siguientes preguntas: ¿Por qué sucedió esto?, ¿por qué sucedió aquello?, ¿qué es lo que causa lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos?
Ante ellas tenemos dos realidades paralelas que están vinculadas y coordinadas sincronísticamente, la relación de la mente con la materia, una fuente inagotable de interés e intriga para Jung.
En la vida cotidiana somos parte de un acontecimiento que sucede sin que lo notemos, el cual es, sin duda, algo de suma importancia, cuando le tomas el tiempo de analizarlo. Estamos hablando de la suerte, del azar, las casualidades, el universo y muchas otras formas de decirlo; no tenemos claro qué es o cómo suceden, pero es un hecho que todo el mundo tiene este tipo de casualidades latentes, ya sea que estén conscientes de ello o no. De todas formas está sucediendo en todas partes, así pues, surgen preguntas y respuestas interesantes de las que quiero compartirte algunas reflexiones.
En la vida se han presentado este tipo de casos, como por ejemplo encontrar dinero que necesitabas urgentemente y sucede que lo hallas en el suelo de la calle, y justamente pasaste ese día a esa hora exacta, cuando la calle estaba vacía, prácticamente ese dinero estaba esperando por ti. Podrías interpretarlo como una respuesta del universo, y estoy seguro de que a más de uno le ha sucedido algo similar.
Carl Jung, notable psicólogo, trabajó junto a Sigmund Freud, ambos fueron pioneros en el psicoanálisis, pero Jung hizo un camino diferente y siguió sus propias ideas de pensamiento científico, místico, religioso y casi mágico. Intentó mantener esta tensión sin favorecer a ninguno de los dos elementos, religión y ciencia, esa es la pieza fundamental de su trabajo, postuló que los seres humanos tienen un pensamiento causal, pero que también tienen un pensamiento científico.
Para Jung, desafiar el experimento causal es ignorar el sentido común, al cuestionar el argumento de causa y efecto. Jung encontró que la física moderna era aliada, ya que se había enterado de que la descomposición de los elementos radioactivos también era causa de probabilidades donde se puede mostrar un análisis matemático, sin embargo, no se ha encontrado un argumento especifico, que de fe a su acontecer. ¿Se trata solo de elementos causales?, la probabilidad es importante para abordar este tema.
Jung se alejaba de las correspondencias que han sido propuestas por unos filósofos como Arthur Schopenhauer, decidió tener una postura científica, empírica y racional. Durante muchos años lidió con el misterio de lo oculto, con los temas de tesis acerca del puente sobre lo material con lo sutil (lo que se puede ver y lo que solo se puede sentir).
El problema de la sincronicidad me ha confundido mucho tiempo, desde la mitad de los años veinte, cuando estaba investigando un fenómeno del inconsciente colectivo y me encontraba continuamente con relaciones que, sencillamente, no podía admitir como agrupaciones casuales o “rachas”. Lo que encontré fueron “coincidencias”, que estaban tan significativamente relacionadas que su probabilidad de producirse era increíble.
Carl Jung
Su teoría de “los arquetipos” y del “sí mismo” se combinaron con la “sincronicidad” para llegar a un solo pensamiento, esta debe ser considerada como la sincronicidad. Además, también para entenderse, debe comprender la teoría de los arquetipos, por ese motivo es que pocos psicólogos han seguido a Jung en cuanto a esta teoría,.
Según el propio Jung, son pocos los psicólogos que se sentían cómodos en abarcar esta teoría que brinda una lección mental que pocos académicos podrían igualar, son tímidos a la hora de apartarse de su propio tema, pero Jung nos presenta una característica de trascendencia más allá de la conciencia y la psique.
Para un mejor entendimiento de mis lectores, haré un paréntesis y hablaré brevemente sobre el significado de los “arquetipos”, Jung, en su libro Arquetipos e Inconsciente Colectivo, hace referencia a los arquetipos como símbolos o imágenes inconscientes que pueden suscitarse mediante los sueños, nos pueden indicar un significado mediante símbolos, muchas veces son la inspiración que uno tiene para pintar algún cuadro, escribir algún cuento o novela, componer una sinfonía, escribir una canción; sin que lo sepamos, puede pertenecer a un recuerdo de algún familiar o antepasado que, gracias a los cromosomas o los genes (que son los únicos que nunca se extinguen), podemos tener esas “luminarias” o inspiración que no sabemos de dónde nos llega, pero según lo que postula Jung, son arquetipos que pueden provenir de nuestros antepasados.
Por ello, Jung propone un conocimientoinexplicable que puede acontecer en un momento crucial, que podemos llamar existencia inmediata de imágenes inconscientes que no tienen bases reconocibles o que también se encuentran situaciones causales reconocibles.
Es así como llegó a la conclusión de que, al parecer, la presencia de la afectividad tiene influencia para que la sincronicidad aparezca.
Una coincidenciatemporalsignificativa puede adoptar tres formas:
La coincidencia de un estado psíquico (pensamiento) con su proceso objetivo (materia) correspondiente, cuyo acontecer tiene lugar simultáneamente. Ejemplo: Pienso y deseo fervientemente que me toque un as en la baraja para ganar un juego de póker.
La coincidencia de un estado psíquico subjetivo con un fantasma (sueño o visión) que más tarde aparece como reflejo más o menos fehaciente de un suceso “sincronístico” y objetivo que tuvo lugar, más o menos, simultáneamente, aunque a distancia. Ejemplo: Sueño que estoy en medio de una guerra, días después veo en las noticias que empezó un conflicto armado entre potencias mundiales.
Lo mismo, salvo que el evento percibido tiene lugar en el futuro y está representado en el presente solo por un fantasma que se corresponde con él.
Hablando de manera técnica, para los psicólogos que lean este artículo, entendemos que en el primer caso, un suceso objetivo coincide con un contenido subjetivo, la sincronicidad en los otros dos casos solo puede comprobarse después, aunque el suceso sincronístico como tal este constituido por la coincidencia de un estado psíquico neutro con un fantasma (sueño o visión).
En su libro Sincronicidad, Jung nos indica lo siguiente: «Con frecuencia la sincronicidad ocurre cuando una persona se encuentra psíquicamente en un estado-nivel más bajo de consciencia, es una disminución de un estado de alerta de conciencia, cuando una persona a avanzado a un nivel que su inconsciente pasa a un estado mas activo y puede pasar el umbral hacia la consciencia es posible que lo psíquico se encuentre en un estado intuitivo». Basándose en su propia experiencia, Jung afirma que el inconsciente tiene un conocimiento a priori.
¿Cómo puede un evento remoto en el tiempo y en el espacio producir una imagen psíquica correspondiente?
Según lo que postula Jung, tenemos en el inconsciente un conocimiento a priori, o una teoría que tiene una base causal, reconoceremos que somos capaces de conocer cosas que nosotros tenemos dentro de nuestro inconsciente, para Jung el inconsciente desafía las teorías del conocimiento, en cuanto a los limites de lo que es posible conocer.
Leamos el siguiente fragmento de Sincronicidad:
En mi propia experiencia médica: «Una paciente, de cuya fiabilidad e integridad no me cabe la menor duda, me contó que su primer parto fue difícil. Tras treinta horas de trabajo en vano, el doctor consideró que sería necesario utilizar los fórceps, lo cual se realizó bajo una ligera anestesia. Se desgarró muchísimo y tuvo una gran pérdida de sangre. Cuando el doctor, su madre y su marido se habían ido, todo estaba en orden. La enfermera quería comer y la paciente la vio asomarse a la puerta y preguntar. ´¿quiere algo antes de que me vaya a cenar?´. Ella intentó contestar, pero no pudo. Tenía la sensación de que, a través del colchón, se estaba hundiendo en un vacío insondable. Vio a la enfermera corriendo hacia la cabecera de la cama y cogerle su mano para tomarle el pulso. Por la forma de mover sus dedos de un lado a otro, la paciente pensó que debía ser casi imperceptible. No obstante, ella se sentía bastante bien y hasta le resultaba un poco divertida la alarma de la enfermera. No estaba asustada en lo mas mínimo, eso fue lo último que pudo recordar durante mucho tiempo. Lo que recordó después fue que, sin sentir su cuerpo ni su postura, se encontraba mirando hacia abajo, desde el techo, desde donde podía ver todo lo que sucedía en la habitación debajo de ella: se vio a si misma echada en la cama, mortalmente pálida y con los ojos cerrados. A su lado se encontraba la enfermera. El doctor andaba inquieto de un lado para otro de la habitación, y le pareció que había perdido el control y no sabia que hacer. Sus parientes se amontonaban a la puerta. Su madre y su marido entraron y la miraron con cara de susto. Se dijo que era demasiado estúpido por su parte pensar que se iba a morir, pues volvería en si de nuevo. Durante todo ese tiempo, sabía que detrás de ella había un paisaje celestial, como un parque que brillaba con los colores mas refulgentes, y, en particular, un prado verde esmeralda con una hierba baja, era primavera y el césped estaba salpicado de pequeñas y alegres flores que nunca había visto. Toda la región centelleaba con la luz del sol y todos los colores tenían un esplendor indescriptible. El prado, que hacia una ligera pendiente, estaba limitando a ambos lados por los árboles verde oscuros. Le dio la impresión de que había un bosque que todavía no había pisado pie humano. ´sabia que era la entrada a otro mundo y que, si me volvía a contemplar el cuadro directamente, sentiría la tentación de entrar por la puerta y dejar la vida´. Ella, en realidad, no vio el paisaje, puesto que estaba de espaldas a él; pero sabía que estaba allí. Sentía que no había nada que le impidiera cruzar la verja. Solo sabía que regresaría a su cuerpo y que no moriría. Por eso encontraba ridícula y fuera de lugar la excitación del médico y la preocupación de sus parientes. Lo que ocurrió después fue que despertó de su coma y vio a la enfermera inclinada sobre ella en la cama. Le dijeron que había estado inconsciente durante media hora. Al día siguiente, unas quince horas después, cuando se sintió un poco más fuerte, hizo una observación sobre el comportamiento incompetente e ´histérico´ del médico durante su estado de coma. La enfermera negó enérgicamente esa critica creyendo que la paciente había estado completamente inconsciente en aquel momento y que no podía, por lo tanto, saber nada de lo que había ocurrido. Solo cuando describió con toda suerte de detalles lo que había sucedido, la enfermera se vio obligada a admitir que la paciente había captado todos los acontecimientos como habían sucedido en realidad». (Jung, 1988, p. 120)
En este ejemplo resulta difícil explicar cómo puede producirse un proceso psíquico tan intenso y recordarlo en un estado de colapso grave, ni como la paciente pudo observar los sucesos reales con detalles concretos con los ojos cerrados. Lo que cualquiera podría pensar es que una amnesia cerebral impediría que se produjeran procesos de este tipo Para Jung este ejemplo podría abrir una última posibilidad de su teoría de la sincronicidad, ya que estas percepciones independientes del espacio y del tiempo no pueden explicarse como procesos en el substrato biológico.
Esta actividad de la conciencia se da en casos excepcionales, pero, suelen ser frecuentes en un estado de desmayo. Jung habla sobre el sistema simpático, que podría considerarse como un posible vehículo de las funciones psíquicas, de igual modo, los posibles sueños conscientes pueden considerarse de la misma forma. En este caso, según Jung, los sueños se producen no tanto por la actividad de la corteza dormida como por la del sistema simpático que no duerme, y son, finalmente, de naturaleza trascerebral.
Podemos darnos cuenta de que el inconsciente sabe muchas cosas que no podríamos percatarnos que sabemos, este suceso puede ser denominado como pensamientos no pensados o pensamientos a priori. Recuerda esta locución, pues la tocaremos mas adelante.
¿Acaso nuestro nacimiento y la familia que nos tocó se debe al azar o la casualidad?, ¿o debe tener un significado?, ¿o la psique esta por secuencia de etapas epigenéticamente establecidas?
En mi anterior artículo, sobre el Bardo Thodol y la liberación de la conciencia, que esta publicado en este mismo blog (y te invito que lo revises si aún no lo has hecho), indico que, según el Bardo Thodol, nuestro inconsciente o espíritu, constantemente está de vida en vida, moviéndose por eones de años y busca donde encarnarse, así pues, es importante mencionar que los sacerdotes tibetanos tienen un entrenamiento o siguen un camino de preparación de toda una vida, para cuando llegue el momento de morir, así, su conciencia o espíritu ya no vuelve a encarnarse, sino que regresa al creador y se vuelve uno con él. De hecho, esto no está exclusivamente dado para los sacerdotes, sino para todo aquel que este buscando un camino superior hacia la divinidad y alcanzar nuevos límites de conciencia.
De acuerdo a la experiencia de Jung, los misterios que se incorporan en los sucesos sincronístico transforman a las personas, su vida adquiere un nuevo rumbo y lleva a la conciencia hacia niveles más profundos.
Existe una filosofía o experiencia de vida de estar en el Tao, lo que se hace asequible para la conciencia, es la esencia de lo real porque, como seres humanos podemos estar y todo esto tiene que ver con la voluntad de Dios. Para Jung nuestra conciencia es capaz de reflejar en el cosmos y atraerlo, vivimos en un universo que puede describirse, haciendo uso de cuatro principios.
Causalidad.
Sincronicidad.
Causa.
Efecto.
Poco a poco, Jung se fue adentrando en temas sobre el universo y la conciencia, indicó que el universo procede a nivel del psicoide del inconsciente, estos son ciertos patrones de orden y cualquier individuo puede ser testigo, tal como es arriba así es abajo, tal como es adentro también es afuera, son leyes universales que están ahí, para todo el mundo.
Aquí tienen un ejemplo de casualidad brindado por el propio Jung:
El 1 de abril de 1949
Es viernes, tenemos pescado para comer, a alguien se le ocurre mencionar la costumbre tradicional de dar inocentadas ese día. Aquella misma mañana escribí una nota que decía “est hotmo totus medius piscis ab imo”. Por la tarde, una antigua paciente mía, a la que no había visto desde hacía meses, se me enseñó algunos dibujos de peces, muy llamativos, que había pintado por aquellos días. Por la noche me enseñaron un bordado con monstruos semejantes a peces. El 2 de abril por la mañana, otra paciente, que no había visto desde hacia muchos años, me contó un sueño en el que, a orillas de un lago, vio un gran pez que nadaba hacia donde ella se encontraba y se puso a sus pies. Por aquel entonces yo estaba estudiando la simbología del pez en la historia. Solo lo sabía una de las personas mencionadas aquí. Es completamente lógico suponer que se trata de un caso de coincidencia significativa, es decir una conexión a causal. Debo confesar que estos sucesos me impresionaron mucho. Me pareció que tenían alguna cualidad sobrenatural. En tales circunstancias nos inclinamos a decir que “eso no puede ser una simple coincidencia”, sin saber exactamente lo que estamos diciendo. […] Es muy extraño que el tema del pez aparezca no menos de seis veces en 24 horas; pero debemos recordar que el pescado en viernes es una cosa normal y el 1 de abril no podría pensar muy fácilmente en el pescado de abril. Por entonces, yo llevaba trabajando varios meses sobre la simbología del pez. Los peces aparecen muchas veces como símbolos de satisfacciones inconscientes. Por eso no hay justificación posible para ver en ello algo más que una coincidencia del azar. (Jung, 1988, p. 15)
En su libro, Sincronicidad, Jung cita un experimento realizado a cinco personas: «El experimento consistía en poner 25 cartas en grupos y que las personas por turnos intenten descifrar las cartas correspondientes a sus pares, en el experimento se dieron cuenta que el azar podría ser algo estadístico y que las cinco personas que tuvieron resultandos diferentes, algunos con más acierto que otros, indican estadísticamente y matemáticamente que el azar son hechos estadísticos, que suceden 1 de 1,500 veces, en otros casos 1 de 1,500 al cuadrado».
Entonces, que cualquier persona entusiasta por la estadística le dedique tiempo a verificar o experimentar con las probabilidades, de una u otra forma, podemos concluir que las cosas (que podemos llamar azar o casualidades) suceden estadísticamente de 1: 1500, no obstante, Jung nos da un análisis más profundo.
Me pongo en el lugar del lector, y sé que estas citas son largas, pero quiero rescatar la esencia de lo que Jung postula en su libro Sincronicidad. Bien, ya que estos hechos de causa y efecto suenan como algo difícil de entender, daremos un concepto general acerca de lo que es la sincronicidad para Jung: Sincronicidad es una sucesión simultanea de dos acontecimientos significativos no relacionados causalmente, que tienen el mismo significado o similar, contrastando con el “sincronismo” que manifiesta el acontecimiento simultaneo de dos sucesos.
De hecho, por medio las investigaciones y experimentos de J. B. Rhine, Jung construyó una base estadística para su teoría de la sincronicidad; se dio cuenta de algo muy interesante: En uno de sus experimentos, decidió utilizar unos dados para ver en tal caso, cuál era la probabilidad de que salga un número en específico. Después de varias pruebas con diferentes personas, se dieron cuenta de que obtuvieron mayores aciertos cuando la persona que tiraba los dados deseaba fervientemente que salga dicha numeración, en este caso tuvo más acierto que los demás que lanzaban los dados de manera mecánica, entonces, aquí tenemos una conclusión y debemos formularnos una pregunta: ¿El azar se puede inducir con el deseo y los sentimientos?
Según Jung, cuando se considera un acontecimiento sin restricciones experimentales, el observador puede estar influido fácilmente por un estado emocional que altera el espacio y el tiempo por “contracción”, esto quiere decir que cada estado emocional produce una alteración de conciencia que llaman “descenso del nivel mental”. Lo cual significa que se produce una reducción de conciencia con su correspondiente aumento del inconsciente, en el caso de sentimientos fuertes, esto es perceptible incluso para el inexperto o para los que no están familiarizados con el tema.
Haciendo una referencia al libro Arquetipos, podemos destacar la aparición de imágenes y recuerdos olvidados que no pueden reproducirse por el momento, y quizás nunca. Entre los contenidos subliminales, se distingue la percepción de un “conocimiento inexplicable” o “existencia inmediata”.
Podemos afirmar que, en la cultura popular, muchas personas han tenido, al menos una vez en su vida, el famoso déjà vu, acontecimientos o escenas que crees que ya pasaste o que se te hacen conocidas por alguna razón inexplicable. En tanto a las investigaciones de Jung, en el inconsciente hay algo así como un conocimiento a priori o una presencia inmediata de sucesos a los que falta una base causal. Por lo que afirma que en su concepto de causalidad es incapaz de explicar los hechos.
Así pues, ya que el tema se torna complicado, Jung, trata de ayudarse para la explicación mediante sus experimentos y citas.
La sincronicidad se compone de dos factores:
Una imagen inconsciente entra dentro de la consciencia, ya sea de forma directa o indirecta (simbólica o sugerida) a modo de sueño, idea o premonición.
Una situación objetiva con este contenido.
En Sincronicidad, Jung cita a Alberto Magno, denominado el santo de la ciencia: “He descubierto un relato instructivo (de magia) en el Liber Sextus Naturalium de Avicena, que dice que reside en el alma humana un cierto poder de alterar las cosas y que subordina a ella todo lo demás, en especial cuando la mueve un arrebato de amor, odio o placer. Por eso cuando el alma de un hombre cae en una pasión desmesurada, enlaza cosas (mágicamente) y las transforma a su antojo. Durante mucho tiempo no lo creí, pero después de haber leído libro nigrománticos y otros sobre signos y magia, me di cuenta de que la emotividad del alma humana es la causa principal de todas estas cosas, ya sea porque, debido a su gran emoción, cambia su sustancia corpórea y las demás cosas en las que ella busca, ya porque, considerando su dignidad, las otras cosas inferiores están sometidas a ella, o bien porque la hora apropiada o la situación astrológica u otro poder coincide con tan desordenada emoción, y nosotros (en consecuencia) creemos que es el alma la que desencadena este poder, quienquiera que aprenda el secreto de hacer y deshacer estas cosas, debe saber que cualquiera puede influir en todo con la magia, si cae en algún arrebato… y que debe hacerlo en el momento en que le sobreviene el arrebato y actúa con las cosas que el alma le indica. Pues el alma esta entonces tan deseosa del trabajo que debe realizar que, por iniciativa propia, escoge el momento astrológico mejor y mas significativo y que rige además en las cosas relacionadas con el tema. Por tanto, es el alma la que desea una cosa con más intensidad, la que hace las cosas mas efectivas y mas parecidas a como suceden. Así es como procede el alma cuando desea algo intensamente. Todo lo que hace con vistas a lograr ese objetivo tiene fuerza motriz y eficacia para lo que ella desea”.
Según la cita de Jung, Alberto Magno, como gran filósofo y teólogo, confirma que, gracias a sus estudios, tiene la certeza de que dentro de nosotros existe un poder oculto, que se desencadena o se activa mediante las fuertes emociones y sentimientos. Nuevamente, Jung se apoya en las citas de personajes para darle bases contundentes y opiniones de grandes pensadores para su teoría de la sincronicidad.
Además, gracias a los experimentos antes mencionados de Rhine, sus conclusiones acerca de los números indican que lo más parecido a pruebas concretas de lo que somos y de lo que existe, son, en efecto, los números. Es así que evaluó a mujeres y hombres con diferentes variaciones y dio con diversos números, estimaciones y valores de media. Para entender que la sincronicidad muchas veces se ubica de manera estadística y poder ver en qué momento podría ocurrir un azar gracias a los números. No obstante, podemos entender que, aunque el azar ocurra de manera estadística, nosotros podemos causarlo mediante emociones y sentimientos.
Para Jung el arquetipo representa una probabilidad psíquica, puesto que reproduce los sucesos instintivos (tipos). El psicólogo fue franco en su investigación y admitió que la sincronicidad no es un fenómeno fácil de demostrar.
La sincronicidad no es una opinión filosófica, sino un concepto empírico que plantea un principio intelectualmente necesario, esto no puede llamarse materialismo o metafísica, ningún investigador serio afirmaría que la naturaleza de lo que se observa que existe y la de lo que lo observa, es decir, la psiquis, son cantidades conocidas y reconocidas. Si las últimas conclusiones de la ciencia se están aproximando cada vez más a la idea unitaria del ser, caracterizada por la de espacio y el tiempo, por un lado, y por la causalidad y la sincronicidad, por el otro, eso no tiene nada que ver con el materialismo. Parece demostrar, por el contrario, que hay posibilidad de deshacerse de la inconmensurabilidad existente entre el observador y lo observado, el resultado, en este caso, sería la unidad del ser, que habría de expresarse con un nuevo lenguaje conceptual, un “lenguaje neutro”.
Jung
En sus propias palabras, Jung nos indica que «la razón principal es sencillamente la ignorancia que, hoy en día, por desgracia, oculta el horizonte por fuerza limitada de los estudios especializados desde todos los puntos de vista y de la forma más indeseable. ¡Cuántas veces no hemos descubierto que las llamadas “supersticiones” contienen una base verdadera que vale la pena conocer! Los anhelos con sentido de deseo podrían ser una acción mágica, y la creencia tradicional en la eficacia de la plegaria, estén basadas ambas en la experiencia de fenómenos sincronísticos concomitantes».
Cuántos de ustedes no han hecho plegarias y en algunos casos lo han pedido con tanta fe que se han cumplido. Estoy seguro que conocen a alguien que le sucedió algo similar, de hecho, yo tengo varios pasajes en mi vida que me asistió la casualidad y por eso mismo le dedique tiempo a este tema para traerles de manera entendible (a medida de lo posible) y juntos, poder llegar a un mejor entendimiento de lo que sucede en nuestra vida cotidiana, y expandir nuestra mente y nuestra conciencia.
A diferencia de la cultura occidental, ponemos el caso de China como base anclada a la filosofía del Tao, en la que está impregnada la causalidad en toda su cultura. Lao-Tse describe el Tao en su libro, Tao Te King:
Hay algo sin forma, aunque completo, que existe antes que el cielo y la tierra. ¡Que apacible¡, ¡que vacío! No depende de nada, no cambia, lo impregna todo, es infalible. Uno puede considerarlo como la madre de todas las cosas que existen bajo el cielo. No conozco su nombre, pero le llamo “significado”. Si tuviera que darle un nombre lo llamaría “El Grande”.
El Tao Te King es una obra sublime, para aquellas personas que tienen una inclinación hacia su ser, su conciencia y quieren encontrar el equilibrio en sus vidas, esta obra, aunque está escrita de una manera filosófica y en alguna medida metafórica, paradójicamente, también dice las cosas de manera directa y deja que el intelecto de quien lo lee sea capaz de captar su esencia y llegue a sus propias conclusiones.
Ponemos treinta radios juntos y lo llamamos rueda, pero la utilidad de la rueda depende del hueco donde no hay nada. Amasamos la arcilla para hacer una vasija; pero la utilidad de la vasija depende del hueco donde no hay nada. Creamos, puertas y ventanas para hacer una casa, pero la utilidad de la casa depende de esos huecos en los que no hay nada (Tao Te King, capítulo XI).
Con el fragmento anterior, Jung hace referencia al Tao para explicar ciertas cuestiones subjetivas e indica que al aprovecharnos de lo que es, deberíamos reconocer la utilidad de lo que no es. Nada es, evidentemente “significado” o “propósito” y se le llama “nada” porque se manifiesta a sí misma en el mundo sensible, del que es organizadora.
Utiliza tu ojo interno y tu oído interno para penetrar en el corazón de las cosas y no tengas necesidad del conocimiento intelectual.
Chuang Tse
Según Jung, esta es una alusión al conocimiento absoluto del inconsciente y a la presencia de acontecimientos macrocósmico en el microcosmos. Dicha concepción taoísta es típica del pensamiento chino.
Esto me lleva a pensar en Platón y en su alegoría la caverna, donde hace una referencia de hombres que están atrapados en una caverna, viendo solamente sombras en la pared que otros proyectan, y piensan que es la realidad, sin embargo, el gran objetivo es salir de la caverna y darte cuenta de que allá afuera se encuentra la realidad y es muy diferente de lo que ellos piensan que es real estando dentro de la caverna. Tiene un sentido metafórico para que, nuevamente, cada uno saque sus propias conclusiones.
Jung postula que estos hechos no son causa desconocida, sino que la causa no es ni siquiera imaginable en términos intelectuales, es decir, lo que causa que tengamos consciencia y un inconsciente, y que el modo de operar de estos tenga una causa superior, es precisamente el caso cuando el espacio y el tiempo pierden su significación o se han hecho relativos. La existencia de espacio y tiempo para su continuidad se hace completamente impensable, de hecho, hablar de un ser superior escapa totalmente del raciocinio humano, ya que no puede entender lo que es, ni como es, porque no existe una palabra que lo describa en la filosofía hindú, más bien le llaman el “El Todo”
Llegando a una conclusión, primero sobre el arquetipo, es la forma de la ordenación psíquica a priori, que puede reconocerse de modo introspectivo; indica que los procesos sincronísticos externos también están ordenados por el universo, y que la ordenación psíquica son actos que podemos crear en el tiempo. algo característico de estos fenómenos y por lo que Jung les ha llamado sincronísticos. Entonces, ¿Jung nos trata de decir que podemos ordenar y crear casualidades en el espacio-tiempo y eso se llamaría sincronicidad?
Así es, en mi opinión, gracias a nuestros sentimientos, deseos y emociones, nosotros podemos crear en el espacio-tiempo una brecha para que el universo manifieste una casualidad que, por consiguiente, sería una sincronicidad: puede ser de aquello que soñamos y, a la vez, surge en la realidad como la conocemos.
Es decir, aquello que anhelamos pueden ser tus sueños más apreciados, deseos fervientes, metas y objetivos en tu vida cotidiana, los cuales, al ser combinados con sentimientos fuertes, hacen que puedas causar tus propias casualidades. Si hace unos minutos creías que sucedían por azar, ahora sabes que ese azar está a tu favor, si lo utilizas de manera adecuada.
“Cristo entro en la sala”, lo digo de una manera pintoresca porque para mí es un personaje muy importante que partió la Historia en dos, y soy un fiel seguidor de su verdadera enseñanza. Recordemos lo que dijo: “Lo que entra por la boca, no mata al hombre, sino, lo que sale de su boca” (Mateo 15: 11).
En tal sentido, para que todo esto se lleve a cabo, hace falta el poder de la “palabra”, lo que sale de tu boca te puede matar, pero también te puede construir. Lo que quiero decir es que, no basta solo con tener el sentimiento o el pensamiento de tus deseos fervientes, sino también, hace falta pronunciarlo, decirlo en voz alta, la palabra, el logos. “Y el verbo se hizo carne”, ¿recuerdas?
Quiero dejar algo bien en claro, y espero que te lo lleves a casa como un mensaje importante. Nosotros podemos causar nuestras casualidades, pero tenemos que tener intención, por ejemplo, ¿quieres ser un gran orador? Entonces, ¿qué esperas que no practicas? Toma acción y muévete donde haya presión, habla delante de muchas personas, muéstrate y practica en público, pronto la casualidad te asistirá porque estarás haciendo lo que dijiste que harías. Tú no sabes como llegará la casualidad, nadie lo sabe, pero será armonioso para tu vida, porque pondrás pensamiento, sentimiento y tu palabra. Piénsalo, imagínate que, por casualidad, justo ese día que vas a una plaza para hablar de un tema x, va una persona que busca un orador y te contratan por tu habilidad, por decir algo…
Lo mismo aplica para los que quieren ser artistas, cantantes, actores o escritores. No basta con el deseo ardiente de querer que se cumpla, ya tienes el cetro en tus manos para realizar cualquier cosa que te propongas, sabes como poner de tu lado al universo, ya sabes como causar tu propia casualidad, como indica Jung, la sincronicidad perfora el espacio y el tiempo.
Te invito a que salgas de la caverna y cumplas todos tus sueños y objetivos, recuerda que el azar favorece al que esta preparado.
Cómo la práctica espiritual ha ayudado a transformar áreas de mi vida.
En el bullicio de la modernidad, donde prima el estrés, los problemas y las preocupaciones que nos rodean constantemente. Surge algo liberador, algo transformador, una guía desde una postura filosófica, y desde una cosmovisión muy interna que ayuda a cultivar la fortaleza de uno mismo, la paz y la serenidad mental.
En estos tiempos, algo que me ha permitido mejorar en muchos aspectos de mi vida ha sido encontrarme con este lado espiritual, basado no solamente en la teoría, sino también en la práctica. Varias personas han hablado acerca de ello, desde el punto de vista filosófico, como Séneca, Marco Aurelio y Epicteto, siguiendo sus posturas y corrientes propiamente dichas. Pero más allá de que sean ideas que pueden tener un juicio de valor personal para cada uno de ellos, tiene que ver con principios que generalmente cuentan con una visión de transformar nuestras vidas, tal y como lo ha sido en mi caso. Para ello, las bases que yo he encontrado han sido reponedoras.
Analizando cómo esto se ha aplicado de una forma muy personal en mí mismo, podemos identificar el estoicismo. ¿Qué es el estoicismo? En primera, es más que una postura filosófica, es un estilo de vida para poder navegar a lo largo de las implacables problemáticas que podemos tener, pero con mayor sabiduría, mayor resiliencia, mayor empatía, y mayor despertar. En esencia, se trata de aceptar lo que uno insistentemente siempre pretende cambiar, porque muchas veces creemos que las circunstancias tienen poder sobre nosotros y, en base a ello, pretendemos cambiar cosas que generalmente no dependen de nosotros, lo cual nos trae mucha frustración, mucha tristeza, y demás circunstancias dolorosas.
Brevemente les voy a explicar ciertas prácticas que han ido ayudándome a tener un mayor raciocinio de cómo llevar esta postura filosófica de vida de una forma más práctica:
La primera es la meditación: Es importante comenzar nuestro día con una reflexión que nos lleve a un estado de tranquilidad. Dentro de ello hay que considerar que tenemos que manifestar intenciones para abordar situaciones que puedan surgir durante el día con calma y resiliencia. Muchas personas piensan que meditar significa poner nuestra mente en blanco, sin embargo, por contradictorio que aparente ser, en realidad significa estar abierto a que venga cualquier tipo de pensamiento denominado bueno o malo, pero que venga porque nos quiere esclarecer algo, pues nos quiere decir que hay algo que resolver, que trabajar en nosotros mismos y no deberíamos huir de ello.
La segunda es tener un diario: Un diario donde nosotros podamos anotar cosas por las cuales estamos agradecidos, antes de dormir o al despertarnos —además de leerlo—. ¿En qué aspectos me siento bendecido? Es un ejercicio que puede resultar simple, pero ayuda a tener una postura más realista frente a la vida, donde uno puede analizar realmente qué cosas, qué aspectos hay que agradecer, y, decir también que hay muchas cosas positivas frente a una mirada de repente de devastación, de tristeza, o de que no salen las cosas como queremos. Realmente agradezco este día, agradezco que haya pasado, pues me ha servido verlo desde esta perspectiva, porque muchas veces ante una mirada de sombra, de oscuridad, de una profunda tristeza, uno solo se centra en lo negativo, y esta mirada no es algo realista, porque en realidad, es una actitud que empaña la vista del panorama completo, al no tener una postura clara y pareja, y lo único que hace es que nos hundamos en nuestro propio dolor. Y esa mirada, muchas veces, se hace más y más poderosa cuando en realidad no debería serlo.
La tercera es contemplar la muerte: Puede que suene un tanto sombrío, pero reflexionar sobre la finalidad de algo que muchas veces tratamos de escapar, es decir, la muerte, en verdad, es parte de la vida en sí. La muerte nos recuerda la importancia de aprovechar el presente, el “ahora”, en cada momento. Contemplar algo que es tan parejo para todos, donde no importa la condición económica ni la postura ideológica. Nos hace notar que, a pesar de todos nuestros intentos de sentirnos seres especiales, únicos y diferentes, en realidad no podemos escapar de algo que es tan universal e inevitable para la existencia de todos, como lo es la muerte. Esto nos ayuda a enfrentarnos a nuestro yo, porque infunde gratitud, claridad y nos ayuda a poder tomar decisiones que son realmente fundamentales en nuestras vidas. Hay que disfrutar y ser feliz con las pequeñas alegrías, con los pequeños logros, y darnos cuenta de que, en una visión de contemplación frente a la muerte, nadie está ajeno.
Cuando vemos al estoicismo como una práctica desde una postura también espiritual, notamos que sus propias enseñanzas pueden tener un gran impacto en nuestra vida. Por ejemplo, a mí me ha ayudado mucho a reducir el estrés. Al centrarme en lo que puedo controlar y aceptar, y darme cuenta de que desistir en lo que no puedo cambiar también es parte de esa aceptación, lo que genuinamente ayuda a contemplar el hecho de que hay situaciones en las cuales ya no hay que luchar, que el rendirse es necesario, pero no de una postura de derrotista. Al rendirse significa desistir, “ya no más”, “hasta aquí doy”, “no he perdido la guerra, he avanzado en otros planos de mi vida y tengo que enfocarme en ellos”.
Otro aspecto en que el estoicismo es de mucha ayuda es a ser resiliente. Las adversidades se vuelven menos perturbadoras cuando uno se enfrenta con calma y determinación a estas circunstancias y dice, incluso ante lo malo, ante lo negativo: “En la adversidad he aprendido y con gratitud lo acepto, puedo darme cuenta de que en esa sombra u oscuridad que veo a mi alrededor, también puedo sacar aspectos positivos”.
Esta práctica también ayuda a mejorar las relaciones interpersonales. ¿A qué me refiero? Al comprender que no puedo controlar las acciones de los demás, me ha permitido desarrollar empatía y paciencia. “Yo no tengo poder sobre los demás, nadie tiene poder sobre mí”. Esta frase me permitió comprender que hay circunstancias que, en un acto de crecimiento propio, no tengo que solucionar la vida de nadie. No tengo que poner mis esperanzas, mi felicidad, mis planes, mi determinación en o a través de los demás.
En conclusión, de esta forma puedo decir, a modo personal, que más que una mera teoría, postura filosófica o forma de llevar la vida, realmente puedo notar que hay cambios positivos desde una mirada más integral. Hay que permitirnos abrazar, comentar y difundir estas enseñanzas que son capaces de transformar una vida, ya que en esta práctica también está el agradecimiento.
Yo los invito a que puedan aceptar un desafío con gracia y determinación y tengan en consideración estas enseñanzas y que también las pongan en su práctica diaria, en vistas a realizar un cambio. Y si en algún momento necesitan ayuda en su recorrido, pueden acudir a mí o a otros especialistas para poder apoyarlos en el camino tan hermoso que es la psicoterapia, aquella recuperación emocional donde, muchas veces, partimos desde una visión poderosa y transformadora, para mejorar nuestras vidas.
Una reflexión psicológica y filosófica sobre la bondad, vista en la película La Boca del Lobo
Un diciembre de 1988, se estrenó el largometraje de Francisco Lombardi, La Boca del Lobo, que narra el drama vivido en el pueblo ficticio de Chuspi. Debido a que nos encontramos en el mismo mes del año, me pareció un momento conveniente para compartir unas apreciaciones interdisciplinarias sobre dicha película, la cual posee gran relevancia no solo por su gran utilidad para recordar y concientizar sobre el periodo oscuro vivido en nuestro país a causa del terrorismo, sino también porque aborda cuestiones universales de la naturaleza humana. En este artículo me centraré en la cuestión de la bondad.
Sugerencia: Si bien las líneas a continuación abordan ideas que se pueden extraer de la obra, sin procurar revelar mucho del argumento. Recomiendo encarecidamente que, preferiblemente, se mire la película antes de proseguir con la lectura, no solo para una mayor comprensión de la misma, sino porque se trata de un trabajo cinematográfico encomiable y de mucho provecho.
Bien pues, empecemos con las siguientes preguntas: ¿Quién es un hombre bueno?, ¿qué es lo que hace?, ¿cómo demuestra su bondad?, ¿qué cosa es lo que quita la bondad?, ¿se puede ser bueno en un lugar lleno de maldad?, ¿qué propósito tiene ser bueno?
Mi intención es esbozar un camino a las respuestas de estas preguntas, a través de un análisis del personaje de Vitín Luna, su personalidad y su historia, Luna es un joven subalterno (la cinta nunca deja en claro si pertenece a la policía o al ejército), que por los deseos de progresar e ingresar a la Escuela de Oficiales, decide servir en una zona de emergencia por un tiempo y por ello solicita su cambio a Chuspi, Ayacucho, lugar asediado por el terrorismo. En este pueblo es donde Luna vivirá conflictos personales y tragedias a causa de la maldad (de diversa índole) que se siembra en ese lugar, sin embargo, hará un intento por conservar su cordura y su humanidad.
En un plano psicológico, Kohlberg (según Giardini et al., 2017) dice que un acto puede ser llamado moral, cuando va de acuerdo a un sistema de principios éticos y cuando la persona que actúa tiene capacidades ejecutivas que no necesariamente sean morales (como la inteligencia, buena autoestima, control de impulsos, atención estable, energía) pero que están involucradas con las circunstancias del momento. Como sabemos Vitín a pesar de que su cuerpo y alma fueron vapuleados por el terror y la desgracia desde que llegó a Chuspi, supo conservar los principios éticos y actuar con sus capacidades ejecutivas. Kohlberg (según Giardini et al., 2017) también nos dice que el sentimiento de responsabilidad pesa mucho en el actuar moral; y es innegable que Vitín tenía un marcado sentido de responsabilidad para con el pueblo y sus compañeros. Finalmente Kohlberg (según Giardini et al., 2017) dice que la estructura del razonamiento moral es la forma que cada persona tiene en su haber para leer e interpretar la información de la realidad, para así valorar las situaciones y factores involucrados de manera acentuada e intentar encontrar soluciones que afronten el conflicto. No hay duda que Vitín manejó lo mejor que pudo las situaciones tan extremas y radicales en las que se vio involucrado, y, por todo lo expuesto, se puede decir que las manejó como una persona de gran moral, a pesar de verse parcialmente afectado por la locura que estaba a su alrededor.
Si tomamos una perspectiva filosófica del caso, Aristóteles (2014) nos dice que el hombre que entra en cólera con una razón justificada; contra quien lo merece; de un modo correcto; en el momento correcto y por el tiempo pertinente; este hombre, es digno de admiración y puede incluso ser llamado manso. Con todo lo expuesto anteriormente, vemos que Vitín cumple —aunque no perfectamente— con todas las condiciones propuestas por Aristóteles, en muchos de los escenarios que le tocó vivir en la película. Aunque Aristóteles (2014) también menciona que, aun si se equivocase el hombre manso, sería por defecto, porque no busca la venganza sino procura ser indulgente. Esto ya es más delicado con el caso de Vitín porque la venganza nunca se presentó en su pensamiento (ni siquiera al ser testigo presencial de los resultados de los actos terroristas) pero sí apareció cuando quería ver muerto al personaje que se convertiría en su némesis, en ese momento quería venganza, es innegable. Pero de un momento a otro, el perdón y compasión —aunque con pinceladas de impasibilidad— volvieron a Luna, lo que impidió que se perdiera a sí mismo.
Referencias
Aristóteles. (2014). Ética Nicomaquea. México: Grupo Editorial Tomo S.A.
Giardini, A.; Baiardini, I.;Cacciola, B.; Maffoni, M.; Ranzino, L. y Siduro, F. (2017). Comprende la Psicología. Lawrence Kohlberg: El desarrollo moral. España: Editorial Salvat, S.L.
Lombardi, F. (Director). (1988). La boca del lobo [Película]. Perú: Producciones Inca Films S.A.
¿Tiene instintos el ser humano? De buenas a primeras podríamos decir que sí, por lo menos, si echamos un vistazo rápido a muchas de nuestras acciones y al habla popular. Encontraremos muchas conductas y pensamientos que se presentan casi de manera automática, sin pensar, asimismo, no es inusual que escuchemos frases o expresiones que usen la palabra “instinto”, tales como: “tiene instinto para x, y, o z cosa”, “es nuestro instinto de supervivencia”, “lo hizo instintivamente”, “nos guiamos por nuestros instintos”, etc.
Pues bien, podemos apreciar que la palabra no es ajena al habla popular, y está muy presente en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad. Y precisamente, esta es una razón muy importante para despejar presupuestos e iluminar las ideas que giran en torno al “instinto”.
Entre las acepciones que nos brinda la Real Academia Española (2022) para dicha palabra, tomaremos especial atención en la primera y la cuarta acepción, así como una ligera mención a la segunda (es oportuno mencionar que la tercera acepción de instinto obedece al habla popular o coloquial antes aludido, y la quinta, ya ha caído en desuso, por ello no hace falta ocuparnos de ellas).
La primera acepción: “Conjunto de pautas de reacción que, en los animales, contribuyen a la conservación de la vida del individuo y de la especie”.
Aquí entraría en debate afirmar si somos animales o no, pero ya que ese no es el propósito de estas líneas, solo me remitiré a que Aristóteles decía que el hombre es un animal social y político (1988, p. 50, 168). No obstante el estagirita también tiene una idea que sí compete a nuestro tema; él afirmó que “los demás animales [aparte del ser humano] no se dan cuenta de la razón, sino que obedecen a sus instintos” (p. 58).
Es el instinto de los perros de trineo lo que les permite sobrevivir en la nieve.
Esto se puede complementar con lo afirmado por Marco Aurelio Denegri (2012, p. 41, 42), donde hay instinto, no puede haber inteligencia superior. En cuanto surge la segunda, la primera desaparece. Y ya que el ser humano tiene inteligencia superior, se debe concluir su carencia instintiva. Además el instinto es seguro, infalible, pero también es rígido y autómata, el animal no se equivoca cuando actúa por instinto, en cambio, si bien la inteligencia del hombre, le permite desplegar sus facultades con libertad, también abre la puerta al error y al desacierto, sí nos moviésemos bajo el instinto, estaríamos imposibilitados de cometer errores.
El instinto del lobo hará que no mate a otros lobos fuera de su manada, a menos que invadan su territorio, en especial cuando la comida escasea.
La segunda acepción es: “Móvil atribuido a un acto, sentimiento, etc., que obedece a una razón profunda, sin que se percate de ello quien lo realiza o siente”. Esta acepción podría encajar mejor con el fenómeno del insight, del cual ya hice un estudio que puedes consultar si haces clic aquí.
Luego, tenemos la cuarta acepción, de naturaleza religiosa y poco usada, pero aún vigente: “Impulso o movimiento divino, referido a inspiraciones sobrenaturales”. ¿Qué significa esto? De qué se tratan esas inspiraciones sobrenaturales y movimientos divinos.
Instinto de Beklan Kızılçay
Pues bien, nuestro insigne psicólogo nacional, Leopoldo Chiappo (1999, p. 55, 56), tiene una explicación muy buena que edificó a partir del concepto instinctus divinus, dado por Santo Tomás de Aquino. Menciona que el animal humano y profundo que es el hombre, despertó un nuevo tipo de instinto, en efecto, el instinctus divinus, el estímulo y “aguijón” de lo divino, que hace que el ser humano se eleve espiritualmente y supere el psiquismo animal. El aguijón, en cuestión, atraviesa la naturaleza humano hasta lo más profundo de su ser, e incluso puede llegar a hacer que el deseo de satisfacer el instinto divino sea más urgente que calmar el hambre, la sed, y los deseos físicos, y que nos demos cuenta que lo más importante es aspirar a lo infinito y eterno, satisfacer la necesidad de la belleza, ahondar en la verdad, luchar por lo que es justo, y darnos cuenta que, en palabras de San Francisco de Sales (citadas por Chiappo), “los hombres hacen más [cosas] por amor que por severidad y rigor”. Sin duda este concepto tomasiano merece mayor profundización en un próximo artículo.
En conclusión, podríamos decir que, en el sentido coloquial, sí tenemos “instintos”, pero propiamente hablando, no los tenemos, no de la manera en que los demás animales lo tienen; más bien, tenemos pulsiones, impulsos, tendencias, inclinaciones, etc., y, finalmente, en un plano que va más allá de de los dos anteriores, tenemos un solo instinto, diferente y superior al instinto de los animales, y me atrevería a decir que incluso es superior a la inteligencia humana, que nos lleva a la virtud y a todo lo bueno que el ser humano pueda buscar, incluida la eternidad, la trascendencia definitiva, y a Dios mismo.
Referencias
Aristóteles (1988). Política. Madrid: Editorial Gredos S. A.
Chiappo, L. (1999). El animal profundo: perfil psicológico del hombre. Persona, 2(002), 33-78. https://doi.org/10.26439/persona1999.n002.699
Denegri, M. A. (2012). Normalidad y anormalidad y El asesino desorganizado. Lima: Fondo editorial de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. (2022). Instinto. https://dle.rae.es/instinto
En psicología, medir es una acción esencial al momento de aventurarnos en este mundo tan grande. Por mucho tiempo, diferentes investigadores en su afán de descubrir algún método, vieron la necesidad de medir lo imposible. Ya que nos regimos bajo las leyes físicas, medir se ha convertido en una tarea que no solo está basada en fórmulas, sino que también se rige bajos ciertos parámetros, los cuales no podemos controlar.
Medir es un proceso de asignar valores numéricos de acuerdo a reglas específicas, al psicólogo le permite cuantificar características humanas y dar objetividad.
Por medio de pruebas psicológicas, que son instrumentos estandarizados, evalúan características particulares de personas con el objetivo de medir conocimientos, intereses, habilidades, capacidades, actitudes, e incluso la personalidad; estas son parte de un proceso general organizado para llegar a una impresión diagnóstica. En fin, medir es cuantificar características cualitativas y volverlas en cuantitativas.
Tantos estudiosos en la materia y desde épocas muy antiguas ya se planteaban este dilema. En la época Antigua, Aristóteles, en su obra «De Anima» señala: «buscamos examinar e investigar primero la naturaleza y esencia del alma y luego sus atributos».
Platón, en el texto III de «La República», realizó una clasificación de las personas en escala primitiva: oro, plata, hierro y latón, refiriéndose a ella como una «mentira noble» y un «cuento», a la vez que señalaba que todos son hermanos y todos son afines.
En el Renacimiento, Descartes, Locke, Hume y Kant enfatizan en lo que define y caracteriza a la humanidad.
Sin duda alguna, todos ellos se esmeraron en la búsqueda de la verdad acorde a sus posibilidades de poder medir y cuantificar. Ahora bien, debemos ponernos a pensar en el bagaje inmenso del que está compuesto el ser humano.
¿Pero qué sucede cuando partimos desde lo más simple y vamos a lo más complejo?¿Que sucede cuando lo sensible se convierte espiritual?
A continuación veremos unos ejemplos:
A través del cuerpo, más allá de lo sensible, de la percepción, de las emociones, y de las funciones vegetativas, existe aquello en el ser humano que carece de sustento corpóreo.
Hablaremos de la inteligencia. Para ello, debemos empezar desde su primer acto que es la abstracción, es decir, separamos una forma de lo material singular, y lo convertimos en lo universal. Este universal no es material al igual que nuestra inteligencia. La inmaterialidad se demuestra por medio de la capacidad que posee la inteligencia de conocerlo todo, a diferencia de los sentidos y de lo que conocemos como umbral. Eso a lo que la psicología denomina como límites. El loco intento de tratar de traspasar ese límite puede dañar el órgano y perjudicarlo, como la luz solar que hace que el ojo se cierre al ser tan fuerte.
Nos detenemos minuciosamente, y vemos que la inteligencia se conoce a sí misma, y que no es como los demás sentidos. Por ejemplo, el ojo no se ve a sí mismo, ve las demás cosas que hay a su alrededor. De tal forma, la inteligencia conoce sus actos, actos de conocer. Y esto nos dice que carece de soporte orgánico.
Ahora no solo hemos visto una de las facultades más elementales del ser humano que no solo es inmaterial, y a pesar de ello, han inventado manera de cuantificar ciertos resultados. Pero, ¿qué pasa si vamos más allá? Nos encontraremos con lo que es notorio al momento de demostrar que lo que trasciende va aún más lejos de los límites de lo medible: el alma.
Ya el alma como dimensión co-principio del cual está sujeto el ser humano, se encuentra en este mundo material siendo inmaterial en su totalidad, pero que subsiste gracias a la unidad psicofísica, y a su vez, no se corrompe y no se separa de sí misma.
Santo Tomás de Aquino está a favor del carácter espiritual del alma humana que ejecuta actividades intelectuales que no dependen de sustento orgánico alguno, sino que son actividades espirituales. Pero esto no quiere decir que no exista una relación entre la actividad intelectual y la actividad espiritual.
En lo que a mí respecta, considero indudablemente que el hombre busca medios para poder entender el universo en el que cohabita desde que este se originó. Que el ser humano, al ser un conjunto dinámico de dimensiones que existen en armonía se complementan bio-psico-espiritualmente. El hombre es una unidad, y tratar de medir al hombre solo sería encuadrarlo y limitarlo a parámetros que nosotros mismos estamos estableciendo; es decir, que nosotros mismos nos estamos limitando y encasillando.
¿Acaso somos números? ¿Acaso somos fórmulas? Nos hemos estancado en vivir en límites parametrados pero no podemos ir contra natura, pues esta nos reclama y ella escapa a cualquiera de estas ataduras a las que nosotros mismos nos hemos condenado en este afán de entender quiénes somos o qué somos realmente.
Para finalizar, está de más decir que los esfuerzos han sido considerablemente aplaudibles por quienes aún hoy en día, se esmeran en cuantificar al hombre, pero, siempre hay que recordar que existirá ese misterio enorme y hermoso que es la complejidad del ser humano en esa búsqueda del ser; que este descubrir nos lleve a una nueva vía provechosa, llena de dicha en materia de la psicología…