María Eugenia Laguna Soto

Soy psicóloga, psicoterapeuta, especializada en el área sistémica con Maestría en Psicología Clínica y de la Salud y actualmente presidenta del Circulo de Estudios Psicoanalíticos de Arequipa. Brindo soporte a adultos, pareja y familias. Atiendo crisis de mediana edad y a adultos mayores. Tengo experiencia en procesos de duelo, perdidas, depresión y trastornos de ansiedad y ánimo. Mi interés es la persona y que a través del proceso descubra sus sueños y potencialidades.

Duelo complicado

Palabras clave: Adolescentes, adultos, complejo, complicado, demorado, dolor, duelo, patológico, niñez.

La pérdida de un ser querido impacta en la persona, y la vivencia de esta pérdida se llama duelo. Sin embargo, el duelo es un estado psicológico más no psicopatológico, las reacciones físicas y emocionales deben disminuir luego de seis meses (Echeburúa & Corral, 2001). 

En las clasificaciones psiquiátricas, se habla de un duelo complicado, demorado, complejo o patológico cuando esta aflicción no disminuye en el tiempo, al menos doce meses posterior al suceso (DSM-5, 2014). Se le llama complicado porque se asocia a un desborde emocional, conductas desadaptativas y un estado de aflicción tan intenso como al inicio.  La persona no logra recuperarse ni ajustarse a su vida. 

Existen cuatro subtipos (Horowitz, 1980, en Domingo, 2016):

  • Duelo Crónico: cuando el sobreviviente no consigue concluir satisfactoriamente su duelo y es consciente de esto, su duración es demasiado larga, es extrema.
  • Duelo Retrasado: es un duelo inhibido, pospuesto. La respuesta de la persona frente a la pérdida es suprimida; es negada para no sentir o sufrir; posteriormente, aflora magnificada, quizá producto de alguna otra pérdida. 
  • Duelo Exagerado: la persona lo vivencia con demasiada intensidad, surgen conductas desadaptativas para calmar su dolor y es consciente de ello. Existe un alto riesgo de desarrollar algún trastorno psiquiátrico como depresión, ansiedad, estrés post traumático, entre otros.
  • Duelo Enmascarado: cuando el que la padece, disfraza encubre su dolor con síntomas físicos (enfermedades psicosomáticas) o conductas que le traen dificultades en su funcionamiento, pero que, a diferencia de los otros duelos, no las reconocen, ni son conscientes que están relacionadas con la pérdida.

Existen factores de riesgo que hacen a su sobreviviente vulnerable a vivir un duelo complicado. Experiencias como la pérdida de un ser querido en condiciones inesperadas y traumáticas; que el fallecido cumpliese un rol proveedor en la familia; que su sobreviviente contase una historia de pérdidas acumuladas; que el deudo poseyera antecedentes clínicos psiquiátricos; que no existiese un apoyo familiar percibido; entre otros (Acinas, 2012).

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En el caso de niños y adolescentes llevan un duelo diferente, el dolor es expresado con su cuerpo y no con palabras, por lo que la ayuda profesional es necesaria. Aquí, se puede dividir el duelo en tres etapas; antes de los seis años, después de los seis años y en la adolescencia.

En el menor de seis años, existe un retroceso en su autonomía, presencia de llanto frecuente y alto en intensidad sin una causa aparente. Aparecen miedos a cosas que antes no las percibía amenazantes, terrores nocturnos, pesadillas, insomnio. Hay pérdida de apetito, baja energía, entre otros. 

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En los niños mayores de seis años, se observa mucho desorden en sus juegos, mucha irritabilidad, expresiones de protesta y comportamientos violentos hacia otros familiares y amigos. Puede que no exprese sentimientos de dolor hacia el ser querido que partió, negándose a pensarlo muerto, o creerlo vivo, guarda sentimientos de culpa.

El aislamiento, sus silencios, no querer juntarse con sus amigos, excesivos actos de colaboración y responsabilidad sobre asuntos de casa, escuela, u otros. Así mismo, estar excesivamente atento al cuidado de un familiar, agredir a sus pares, bajo rendimiento escolar comparado a su desempeño, baja energía y desgano. Presencia de somatizaciones como dolores frecuentes de estómago, cabeza, dolores musculares, etc., son claras señales de su dolor y es una alerta para buscar ayuda profesional.

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En el caso de los adolescentes existe una conceptualización más abstracta sobre el duelo, más cercana a la del adulto, y así también sus formas de manifestar su luto. El adolescente puede exteriorizar su dolor con conductas desadaptativas y de riesgo, así como, mal comportamiento frente a la autoridad. Existe mucha ira interior, irritabilidad, culpa, pensamientos suicidas, entre otros. El adolescente buscará a sus compañeros y personas que estén fuera de su entorno familiar para conversar o refugiarse de su propio dolor. El soporte familiar, la psicoterapia individual y familiar se hacen necesarios.

El duelo es una experiencia particular en cada sobreviviente, sin embargo, existen edades como la niñez y la adolescencia que los hacen más vulnerables a desarrollar otro tipo de trastornos, el trabajo psicoterapéutico es necesario para prevenirlo. En los adultos, a pesar de que tienen mayores herramientas para lidiar con la pérdida, el hecho de no mejorar emocionalmente o adaptarse a la ausencia del ser querido los expone a la posibilidad de experimentar un duelo patológico.

Schupp afirmó que las personas que han pasado por un duelo patológico normalmente pierden la confianza en sí mismos y necesitan que se les enseñe a salir de la situación (citado en Yoffe, 2013). 

Finalmente, sea cual sea el ciclo de vida que el sobreviviente esté atravesando, se espera que en el tiempo la persona pueda reincorporarse a su vida, un dolor que en el tiempo no halle consuelo amerita una intervención profesional adecuada.

Referencias

Acinas, P. (2012). Duelo en situaciones especiales: suicidio, desaparecidos, muerte traumática. Rev Dig Med Psicosomát, 2, 1-17.

Domingo, V. V. (Setiembre de 2016). Duelo patológico, factores de riesgo y protección. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, VI(2), 12-34.

DSM-5. (2014). En APA. Madrid.

Echeburúa, E. y Corral, P. (2001). El duelo normal y patológico. En W. Astudillo, E. Clavé y E. Urdaneta (Eds.). Necesidades psicosociales en la terminalidad. San Sebastián. Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos. 

Redalyc.org. (15 de marzo de 2013). CRECER CON LA PÉRDIDA: EL DUELO EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA. Redalyc.org, 493-498.

Yoffe, Laura. (2013) Nuevas concepciones sobre los duelos por pérdida de seres queridos. Avances en Psicología. 21(2), 129-153.

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