Una madre suficientemente buena

Sentada en mi consulta, trabajando un proyecto, escucho la canción «Photograph» de Ed Sheeran, muy buena canción, con una letra muy profunda que me lleva a la reflexión, sobre todo cuando dice: «El amor puede doler, a veces» (2014). Esta observación me lleva a nuestros primeros afectos, el de nuestros padres y cómo estos pueden marcar nuestra vida.

Donald Winnicott, en 1953, acuñó el término de “la madre suficientemente buena” luego que, en su consultorio, una madre le dijera que deseaba ser la madre perfecta, algo que escuchaba muy a menudo en su consulta.

Al leer esto, me pregunto, ¿cuál sería la experiencia de esta mamá, que la llevaba a imaginar para su hijo un mundo perfecto, en donde esa infancia transcurriría sin daño o fracturas? Sí por alguna fantasía, pudiéramos imaginar un mundo así; una primera infancia perfecta, sin heridas, ni angustias, ¿cómo sería esta?, ¿tendría momentos memorables?

En la actualidad, ese anhelo de perfección sostenido ahora por el tecnicismo y la excesiva información en medios y redes sociales que muestran imágenes y expresiones de familias perfectas disfrutando de una vida plena, que nos llevan a idealizar a una familia feliz, y que nos hace críticos e inflexibles frente a nuestra propia paternidad.

Hoy en día llegan a consulta padres agotados, frustrados, debilitados en la crianza de sus hijos, con manifestaciones cercanas a un burnout parental, es decir, con un agotamiento extremo, inundados de culpa y frustración al ver que no pueden ser proveedores de ese ideal.

Para Winnicot, la madre suficientemente buena es aquella que se adapta a las necesidades de su hijo y las solventa; que calma y se calma, y que no se culpa por cada error u omisión. Winnicot, define lo suficiente como aquello que se entiende por necesario, no adscrito a una perfección, ni a una técnica, simplemente al amor y a la intuición, al estar ahí, y proveer.

Es difícil pensarlo así, sobre todo, cuando vivimos en una época donde “lo suficiente” puede ser señal de conformismo, de falta de esfuerzo, y de falta de búsqueda de perfección. Perfección que también se le exigirá al hijo; lo que generará un círculo vincular vicioso, cargado de ansiedad, que no hace más que traer agitación al hogar.

«Suficientemente buena», involucra la confianza, una confianza básica y primaria que otorga el nacido a su madre, y que, a la vez, la madre le devuelve en amor y sustento, en estar ahí regularmente para él, y en esa regularidad es que se hace suficientemente buena, y acepta que no todo será perfecto, pero sí adecuado para sentirse amado y atendido. 

El ser tolerante con uno mismo, en esa crianza, permitirá que su pequeño sea tolerante con él mismo y con la vida. Confiará en sí y no se juzgará por sus errores, más que por sus aciertos. Los ideales solamente colocan al padre frente al hijo, en una fuente inagotable de ansiedad.

Referencias

Winnicott, D. W., et al. (1978). Donald W. Winnicott. Buenos Aires: Editorial Trieb.

Martinez-Shulz. (2016). LO SUFICIENTEMENTE BUENO: Con un cinco basta. Clinica e Investigación Relacional, 10(2), 570-577. https://www.psicoterapiarelacional.es/Portals/0/eJournalCeIR/V10N2_2016/14_Martinez-Shulz_LO%20SUFICIENTEMENTE%20BUENO_CeIR_V10N2.pdf