“El abrigo de la nostalgia nos protege del frío de la melancolía” – Pablo Sciuto
Un buen recuerdo es lo único que basta para sacarnos una sonrisa y alegrarnos el día o para ocasionar todo lo contrario, y llevarnos a un estado meditabundo de preocupación y tristeza.
Y es que no es difícil caer en cuenta de lo complicado que es el manejo y la comprensión emocional en cada uno de nosotros, nuestras emociones son en gran medida las mismas pero se distribuyen de diferente manera dependiendo de nuestra personalidad, nuestras experiencias y cómo estas han influido en nosotros.
Quizás algunos de ustedes se hayan percatado de esta situación en la reciente secuela de Intensamente, bajo la dulce representación de una anciana bonachona con una taza de té, grandes lentes con tirantes, un poncho y una postura algo encorvada que utiliza la frase “que buenos tiempos”, estamos hablando de la nostalgia.
La palabra nostalgia viene del griego clásico νόστος [nóstos], «regreso», y ἄλγος [álgos], «dolor» y la real academia de la lengua española define la nostalgia como el sentimiento de pena por la lejanía, la ausencia, la privación o la pérdida de alguien o algo querido.
Todos hemos tenido a esta señora (la nostalgia) dentro de nuestro cuartel general en algún momento, abriendo la puerta del recuerdo para hacernos sentir añoranza y anhelo por el regreso de aquellos tiempos.
Por otro lado, en ocasiones la melancolía y la nostalgia son confundidas como sinónimos, pero la realidad es que, mientras la primera suele hacernos sentir insatisfechos con nuestra vida actual en comparación del pasado; la nostalgia suele traer sentimientos agradables sobre nuestras experiencias anteriores, recordándolas con emoción y pena de no poder volver, pero sin desmerecer el presente.
Entendamos que, los recuerdos pueden llegar de forma espontánea. Conversando con un amigo o la familia, al ver una fotografía, leyendo una carta o un mensaje antiguo, comiendo algo con un sabor familiar o sintiendo un aroma que nos transporte a otra época.
Este sentimiento nos permite conectar con nuestras experiencias del pasado, nos ayuda a procesar pérdidas, estar en contacto con nuestras emociones y poder caminar hacia el futuro, sin olvidar lo que nos trajo a donde estamos hoy en día.
Vemos también que hace muchos años esta conexión era impulsada por pensamientos aislados o conversaciones amenas con amigos y familia; sin embargo, hoy en día tenemos la tecnología a nuestro alcance y memorias infinitas que albergan miles de miles de fotografías, videos y mensajes. Esto ha ocasionado que la nostalgia se presente con mucha más frecuencia e intensidad que antes por lo que puede llevarnos a estados melancólicos que nos hagan sentirnos insatisfechos con nuestra realidad.
Palabras finales
Debemos centrarnos en el presente, el pasado siempre será la sombra que nos persigue durante el recorrido de la vida, pero tener nuestra atención en el aquí y el ahora. Esto nos ayudará a cumplir nuestras metas, sentirnos suficientes, lidiar con la frustración y crecer como personas.
Pongamos en práctica el estar agradecidos, enfocarnos en lo que es importante para nosotros, soltar lo que nos hace daño y aprender que por más fuerte que sea la caída o mejores hayan sido los tiempos, lo importante es levantarnos y continuar.
Referencias:
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Desdóblate ante la vida, abre, despliega todos los recursos posibles: arte, comunicación (quejarse, para resolver también es válido), drenar con deportes entre otros, es una medida totalmente aceptable para que el dolor no gane la batalla, es justo y necesario sentirlo, para darle un significado que enriquezca nuestra existencia, analiza y acepta tus arrebatos.
Bruscos recuerdos llegan a mi memoria, no es necesario camuflarlos ni excusarse con que son “días difíciles”, no, solo están allí y se reproducen en cuanto la lupa se posa sobre ellos y es entonces cuando esa luminiscencia los activa. En esta ocasión, he hecho surgir recuerdos y una relación causa-efecto, algo así como un insight fantasmal, ha renacido. Bueno, si a eso vamos, todo insight podría ser fantasmagórico porque trae un tornado emocional como todo espectro que surge de la nada, pero, al mismo tiempo, cuando noto que su naturaleza incorpórea no me hará daño, sino que golpeará con su naturaleza comprensiva, es allí cuando me calmo y aprecio el golpe de realidad. Así lo he decidido.
A medida que repaso estas líneas en mi cabeza, surge un bloqueo monstruoso: no recuerdes, procrastina. ¡Evade! Entierra el impulso y calla.
Pero no, me resisto, me combato y venzo porque reconozco que muchas veces soy mi propia enemiga. Mucho tiempo he sucumbido ante mis súplicas para quedarme en inactividad y sofocar mis sueños, aún lo hago, pero, despierto antes de la pesadilla saboteadora y gano.
Es un pasaje bien aprendido de la niñez, vamos a explorarlo en retrospectiva, quien narra es una Brenda que duda aún si decirlo o no, que le tiembla la nariz y le aprieta la garganta, no obstante, con su voz aprendida e impostada de “niña de Discovery kids” bien portada, comienza a narrar.
Primer acto: resuélvelo tú sola, Brenda
En un día caluroso, de esos vacíos y típicos del trópico destaca una niña que por su simpleza y muchas veces cobardía está atrincherada en una cama; pensando; tiene menos de doce años y más de seis, y sabe que está sola en esto, es su deber resolverlo ella misma porque pedir ayuda es quedarse muda esperando una respuesta que nunca llega, es saber que se pone en tela de juicio su capacidad, es saber que no hay disposición porque “es un tema menor”, porque es un miedo que debe superar, una circunstancia más.
Situaciones importantes que todo padre debía velar, pero, del que no repararon en su tiempo y se limitaron a espetar: “le teme a las matemáticas”, “qué floja, solo sabe escribir historias, para lo que es buena ella”. No, repasar el contenido exacto de esto no es relevante, vayamos a las entrelíneas, según me di cuenta después, lo que buscaba excesivamente con mi voz, actitud y calificaciones en las demás asignaturas era no fracasar ante todos porque la imagen impostada que creé y me crearon no me lo permitían (sobre todo ante las matemáticas, ¡qué susto!).
Ella, o sea yo, tuvo que aprender a resolverlo, “se buena aquí y allá” así cuando fracases, es decir, no obtengas, un 20 sino un 15, 11 o 10 nadie dirá que no te esfuerzas, pero, ya lo sabes, debes ser más inteligente ¿cómo todos multiplican y tú no?, ¿resta, tonta qué esperas? Y así aprendí a resolver sin hacerlo realmente, solo impostaba, tolerando arrebatos de otros y algunos otros míos, refugiándome en mundos mágicos de lecturas donde aprendí el valor de sumergirme en las líneas de libros y enriqueciendo esta particular jerga y entonación de “niña extraña”.
Además de eso, aprendí a callarme, escuchaba todo, sentía el dolor de otros como mío, pero no me defendía ni defendía a otros, solo pensaba desde mi trinchera y, me cuestionaba: ¿por qué le preguntas eso? es solo un niño, cuando un semejante era víctima de una injusticia de mano de los “grandes”. De ese modo, aprendí a resolver que ante la injuria de la “autoridad” marcada por gritos, era admisible, aunque lo repudiara y estuviera en desacuerdo.
No, no fui golpeada, pero vi a otros padecerlo.
Segundo acto: la protección y seguridad son constructos creados por ti misma, Brenda ¡Dha!
Los gritos afuera en el pasillo simulando truenos; están los mayores haciendo de rinocerontes ciegos intentando consolidar quién es el macho que manda: el ávido de estupefacientes o el gordo agresivo. Una batalla campal con tres espectadores, y entre tanto, acobijada después de la juerga de golpes y gritos: la sábana, cuántos sollozos ahogados, cuántos abrazos rodeando las costillas no pudo ver la sábana, muchas fueron las veces que, aún todavía hoy, han sido un placebo que invitan a dormir dejándome cubierta de pies a cabeza.
Qué plácido es tener el beneficio de un sueño sin la conspiración inconsciente de llenarte la cinta onírica de retorcidas y amargas historias, no, que yo recuerde, no tenía pesadillas tras percibir un encuentro hostil.
Gracias doy por eso.
Finalmente, aprendí de este manto protector que el calor y cubrirse es lo que necesito para afrontar la vida.
Tercer acto: la encrucijada y presente aquejado.
¿Llanto y molestia? Ha refugiarse en oscuridad y calor. ¿ansiedad y sentimientos de desamparo? La sábana te arropa, así como esas palmadas que me doy. Así, hecha hoy, soy un adulto. Es la representación de como un recurso infantil retumbó hasta el tuétano convirtiéndose casi en imprescindible, es lo que sí puedo hacer cuando no existen oídos amplios y comprensibles, o, más bien, cuando no confías en los disponibles, total, yo resuelvo sola ¿recuerdas?
Por tal motivo, fue importante incluir el relato anterior. Sin embargo, no, querido lector, no me mal entiendas, también aprendí a encarar los problemas ¡cómo no! sola, con las piernas temblando y lacerando mentalmente todo mi ser, y pese a esto, han sido tantas las exposiciones que aquella habilidad antes impostada ahora es natural, la descalificación existe como pensamiento en bucle y se detecta y redirige. Ya no permito que gobierne más la distorsión cognitiva de creer poder hacerlo todo y deber actuar obligada a todo.
Cuesta mucho, pero se consigue, aunque he de confesar que me refugio en la procrastinación y la sábana, muchas veces es desde allí donde tomo impulso para seguir, “porque decir adiós es crecer” decía Cerati, y siento más que pienso, que es así, en la medida que rechazo los agravios creados por mí misma, más me entrego a la idea autocompasiva de que merezco un abrazo, no se de quién porque aún no se cómo aceptarlos o recibirlos, no obstante, sí son de mi misma los avalo, descanso las aguas del manantial del espíritu y avanzo, supongo, a eso se refería Cerati en esa precisa oración.
Yo protagonista
Generalmente, esperamos en un lugar como este un artículo con carácter informativo y hasta académico, que seamos relatores, pero, hoy, decidí relatarme a mí. Es una labor extraordinaria y diaria, el pensar sobre lo que hago; no obstante, si les soy honesta es la primera vez que es público, gracias por acompañarme.
Aunado a lo anterior, pienso que en la medida que recitemos lo que ocurre en el vaivén mental y demos respuestas, es posible que otros también encuentren las suyas. El acto de relatar, consiste en vivir una experiencia, crearla a partir de la chispa de otros o de uno mismo y expresarla, por ello, al momento de escribir, inspirar en otros, es el éxtasis.
A donde quiero llegar, es que cuando escuchamos a otros, surgen interrogantes que por diversos factores omitimos indagar, y pasa en terapia: el tiempo, las emociones suscitadas, el estado de ánimo etc. impide recapitular a gusto, por ende, esta vez decidí exponerme, reflejarme en mi misma y hasta manifestarme vulnerable, porque ahora conoces mis dos bastiones para afrontar la vida: pensar en resolver… mientras me cubro como un tamal. Por otra parte, no hay mejor “sujeto de pruebas” que uno mismo, y antes de invalidar la privacidad de un paciente, prefiero darme a mí el permiso de escarbar hasta donde sea necesario.
Sonrío ahora que reparo en esto, gracias totales por no abandonarme, y antes de ponerme seria, te invito a conseguir tus bastiones de fortaleza, de seguro los tienes pero están invisibles, a veces los usamos tanto que nos parecen rutilantes, pero ¡ey! Destácalos, ese tic cuando dices algo turbio, ese apretón de estómago antes de ejecutar esa difícil decisión, que, aunque no haya un sanitario cerca, igual la tomas, esos, son bastiones, conductas que ayudan al organismo a reorganizarse. Ahora bien, qué dicen los autores al respecto, aquí un breve resumen teórico pues, de ejemplos estamos llenos en los párrafos anteriores.
Hablemos de autorregulación emocional, en los niños
“La regulación supone el manejo de la emoción a favor de un mejor funcionamiento del individuo en una situación dada” (Ato, Gónzalez, Carranza, 2004) en otras palabras, resume que la adaptación de las emociones a la situación supone sacar un mayor provecho de ellas, no solo de las “negativas” sino también de las llamadas “positivas” aunque, si vamos a hechos meramente teóricos ninguna emoción es positiva o negativa, pues, ellas tan solo anuncian lo que sucede en el ambiente.
Además de lo anterior, debemos manejar conceptos tales como temperamento, el cual es hereditario y demarca esa parte más natural y primitiva de la personalidad, la cual viene acompañada a su vez por el carácter, el cual se asienta sobre las nociones aprendidas en sociedad. Todo esto me lleva a considerar ahora en la adultez, que estos dos ingredientes se unieron y dieron fruto a una persona que si bien se maneja con llamaradas ardientes de pasión alternándose con la gelidez de un témpano, también sabe muy bien (gracias a varios choques pasados) cuando ceder y turnar el mando para que un dragón voraz no lo dañe ni haga daño. Pero esto no vino solo.
Rodríguez (2014), habla de madurez cognitiva entre otros procesos que acompañan el desarrollo de los niños, a grandes rasgos, ya que en niños enmarcados dentro de un trastorno del neurodesarrollo no podemos decir lo mismo con tanta exactitud la mayoría de las veces. Aclarado lo anterior, hablemos ahora sobre algunos mecanismos atencionales, de forma muy sucinta.
Si te atiendo, me molesto
Muchos padres se sentirán vinculados a esta experiencia: un niño de menos de seis años es atrapado in fraganti jugando con las llaves del auto. Su padre, se lo quita porque el niño lo mordisquea y para evitarle un daño mayor al infante, a lo que el niño responde con una rabieta colosal ¡que es por tu bien, niño! ¿Te ha ocurrido? de seguro que sí.
Esto ocurre porque la red atencional que nos pone alerta ante eventos externos está en su nivel máximo de activación, siguiendo el caso anterior, supongamos que el niño se entretenía con el sonido de la alarma del auto, entonces, disfrutaba de la red atencional y se veía reforzado, es decir, le gustaba mantener la conducta. Pero, sí el niño es un poco más grande, entraría en juego la red de orientación que lleva la atención a un segundo estímulo, ejemplo: papá después de retirar las llaves del auto, le da una maraca para que la agite. Y esto, por simple que parezca, es un mecanismo excelente de autorregulación dado que permite a que el bebé pase de un primer estímulo a otro, dándose la capacidad de alternar sin desgastarse. Bastante inteligente ¿no?
Finalmente, hay dos ingredientes más, el primero es la red atencional ejecutiva que en niños un poco mayores se desarrolla en conjunción con el lenguaje y permite que la persona pueda inhibir otros estímulos y enfocarse en una tarea. Por otro lado, la maduración cerebral integral da la oportunidad de desenvolverse en diversos ámbitos siendo capaz de no dejarnos llevar por las peripecias de la vida y buscar con coraje una vuelta a las cosas. En resumidas cuentas, utiliza tus poderes atencionales para enfocar lo realmente valioso.
Mis últimas palabras para ti querido lector que llegaste hasta aquí es agradecerte y sugerirte que hagas resonar en ti la capacidad de poder desdoblarte ante la vida, abre, despliega todos los recursos posibles: arte, comunicación (quejarse, para resolver también es válido), drenar con deportes entre otros, es una medida totalmente aceptable para que el dolor no gane la batalla, es justo y necesario sentirlo, para darle un significado que enriquezca nuestra existencia, analiza y acepta tus arrebatos, te aseguro que te conocerás más que nunca. Cuando te cuestionas, abres un mundo de alternativas donde todas pueden ser y al mismo tiempo no, todo lo decide la elección que escojas. Todo depende de esto último. Por lo que atrévete a alternar, estar molesto, enfadado y demás está bien, pero no por mucho, alterna, así que si atiendes por mucho tiempo esa molestia es posible que te enfurezcas más, no dejes que gane, combate y vence.
Referencias
Ato Lozano, E., González Salinas, C., Carranza Carnicero, J. A. (2004). ASPECTOS EVOLUTIVOS DE LA AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL EN LA INFANCIA. Anales de Psicología / Annals of Psychology, 20(1), 69-80. Recuperado a partir de https://revistas.um.es/analesps/article/view/27581/26751
Rodríguez S., (2014). Desarrollo de la autorregulación en la infancia. (Trabajo de Grado en Maestro de Educación Infantil). Universidad Pública de Navarra, España.
Empieza la partida, el jugador sabe que debe emplear sus recursos del modo más adecuado en un tiempo determinado. El tiempo corre, y al tratarse de una confrontación bilateral, cada quien va asumiendo la responsabilidad absoluta en cada jugada. Cada jugada es precedida por un análisis de posibilidades, el cual surge de los conocimientos, técnicas, experiencias, entorno, personalidad, y estado de ánimo de cada uno de los jugadores.
Existen diversas teorías acerca del origen del ajedrez, una de las teorías más famosas relata que el ajedrez es un juego originario de la India. Etimológicamente procede del árabe «As-satrany», y éste del sánscrito “Chaturanga”. Palabra, que se otorgaba al ejército hindú tradicional, compuesto por elefantes, caballos, carros y soldados. Creado con el propósito de educar en el arte de la estrategia a guerreros, este juego de acuerdo a la posición inicial y movimientos de las fichas evidenciaba la estructura jerárquica de la India.
Por otro lado, la cultura Hindú asocia la práctica de este juego a la ley del Karma: Toda causa tiene un efecto, por lo que cada uno de los movimientos que realice el ajedrecista traerá una consecuencia sobre el juego. Siendo aplicable para la filosofía y la ciencia, el principio de causalidad, el cual afirma que todo evento tiene una causa.
Ajedrología:
Se define como “Ajedrología” a la disciplina que analiza las expresiones del ajedrez. A lo largo del tiempo, han habido un sinfín de artistas que se han visto inspirados en este deporte. Tenemos por ejemplo, el poema titulado “Schachs d’amor”, creado por Ramón Miquel i Planas, el cual relata una partida de ajedrez entre dos participantes profesionales, simbolizados a su vez por los planetas de Marte y Venus. Es en este juego, en donde el tiempo es representado por un tablero de casillas blanquinegras, dividiéndolo en días de sol y noches de luna. El poema también da vida a cada uno de los seis tipos de piezas, encarnándolos en afectos para Marte, y en valores para Venus. Te invito a conocer los versos de este poema que asocian a las emociones con este deporte:
Estrofa
I (Marte)
“Habiendo
encontrado Marte en un templo a Venus, y teniendo entre ambos en su presencia a
Mercurio, urdió Marte una partida de ajedrez, por manera aún no vista: tomando
a la Razón por Rey sin preeminencia y a la Voluntad por Reina de gran poder,
contempla por Alfiles a los Pensamientos y por Caballos a los Loores de dulce
elocuencia; los Roques son Deseos que inflaman la memoria, y los Peones,
Servicios que pugnan por el triunfo”.
Estrofa
II (Venus)
“Para ejercitar
su gloria quiso Venus por Roque a la cautelosa Vergüenza; por Caballos Desdenes
en pago merecido; por Alfiles, Miradas de dulce contemplación; por Dama tomó a
la agradable Belleza; y su Rey, como conviene a una historia de amor, fue el
Honor, de existencia siempre en peligro; por Peones de toda fidelidad tomó a
las Cortesías, armándolas y guarneciéndolas de toda clase de fingimientos”.
Estrofa
LI
“Otro
decreto establece y confirma que si el Rey no tuviese adónde retirarse ni quién
le cubriera, y, por su parte, el enemigo progresase tanto que pudiera
mortalmente herirle, al morir aquél, dará su cadáver como trofeo, y su pueblo,
privado de estandarte, quedará en cautiverio si la vida aún le halaga. Que
contra los peligros de una guerra cruenta, más defiende la vista que protege la
adarga”.
El ajedrez, es entonces, más allá de un extraordinario deporte, objeto de arte para escritores. Existiendo así, libros de ajedrez enfocados a la enseñanza de tácticas y estrategias, como los de Jonathan Rowson: “Los siete pecados capitales en ajedrez” y “Ajedrez para cebras”.
Así como también libros de
material didáctico para otras ciencias, como el de Nicola Lococo: “El Ajedrez
de Pitágoras: Recursos ajedrecísticos para trabajar contenidos matemáticos de
Primaria”.
Del mismo modo, distintos pintores recrean creativamente el juego de ajedrez.
La cinematografía también ha tenido influencia del ajedrez, estrenándose en 1975 el filme clásico: “El Séptimo sello” del director Ingmar Bergman. En donde el personaje Antonius Block juega una partida de ajedrez contra la muerte, la cual es personificada por un hombre vestido de negro. Es increíble el modo filosófico en el que Ingmar logra comparar a la vida como un rutinario juego contra la muerte.
Del mismo modo, Esmé Lammers, nos guía a la fantasía con su película: “Lang leve de Koningin”, título traducido al castellano como “Larga vida a la Reina”. En donde Sara, una pequeña de 8 años, crea un mundo mágico paralelo al suyo como medio de escape a sus problemas cotidianos. Este mundo es cuadrado, y tiene solo 64 espacios que alternan entre blanco y negro, representando un salón del castillo del rey, quien por miedo a la monotonía busca desatar una guerra con el reino vecino. Su reina, la reina blanca, se ve en la obligación de crear un juego para su amado, evitando así que muera en una guerra sin sentido. Es así, que la reina decide reunir a sus consejeros, soldados y sirvientes, y asignarles roles según sus capacidades, como alfiles, caballos, torres y peones, los cuales deberán regirse a un tipo de movimiento específico.
En el 2001 el Ajedrez nuevamente sale a relucir en la pantalla grande, en la película: “Harry Potter y la Piedra Filosofal”, una de las películas de mayor éxito taquillero. En donde, el director Chris Columbus se encargó de escenificar una partida desde el punto de vista de la fantasía entre Ron, Harry y Hermione, teniendo como rivales a fichas mágicas.
Al saber que, el ajedrez es musa para poetas, tinta para escritores, óleo color blanco y negro para pintores, actor protagónico para directores y objeto de estudio para las ciencias, es que considero importante que la psicología se vea en la necesidad continua de analizarlo.
Para escribir sobre ajedrez y psicología, me formulé la siguiente interrogante: ¿Por qué el ajedrez se vincularía específicamente con esta ciencia? Traté de brindar una respuesta visual y metafórica mediante la siguiente imagen:
Lo particular de la fotografía es el diseño de las uñas de la mano que guía la ficha del caballo, las cuales representarían distintas emociones. Cualquier persona con conocimientos básicos en ajedrez puede deducir que el movimiento por efectuarse, es un movimiento en falso, pues bien, ¿Qué jugador profesional o no, puede idear una estrategia oportuna, cuando está siendo dominado por las emociones?
Por este motivo, es necesario al hablar de ajedrez, hablar de mente, de procesos cognitivos, de inteligencia emocional, de personalidad, de estilo, de conducta no verbal, en fin, es necesario hablar de psicología.
La psicología del deporte, es definida por Weimberg & Gould, como aquel estudio científico de las personas y su conducta en el contexto del deporte. El psicólogo dedicado a esta rama, brinda asesoramiento a los jugadores, y a todos los agentes que intervienen en esta práctica. El propósito es que las características psicológicas se conviertan en favorables para el desempeño del jugador. Para esto, es necesario trazar un punto de partida, por lo que, el psicólogo analiza e identifica las variables psicológicas a potencializar en los jugadores.
La lucha
ante el tablero de ajedrez pone en competencia a dos mentes, por lo que acorde
a la psicología, es uno de los deportes que exige un mayor nivel de
concentración y de dominio de emociones.
Es así, que el ajedrecista, antes de ejecutar un movimiento pensará en las consecuencias de este juego individual, dándose lugar al diálogo interno, en donde la capacidad de visión sobre el adversario será un punto clave.
Pues bien, ya que tenemos a las piezas de ajedrez recostadas en el diván, y al tratarse de un juego sumamente individualista, se sugiere a los apasionados de este deporte efectuar una introspección, analizando la dinámica de sus partidas, su estilo de juego, las consideraciones psicológicas que inciden en el cumplimiento de sus estrategias y las causas de sus errores más frecuentes respecto al componente psicológico.
Esta imagen corresponde al libro: “Psicología en Ajedrez II” de Rodolfo Garbarino & Maximiliano Preuss”, el cuál les recomiendo.
Ricardo Gullón, reconocido
crítico literario y escritor, describe al ajedrez como aquel vicio solitario de
dos en compañía. Reflexión que nos impulsa a analizar la intensa relación que
se da entre ambos jugadores, especialmente porque esta relación no estará
basada en el uso de la palabra ni en el contacto físico.
Esta confrontación directa del juego reúne distintos factores influyentes entre sí, como lo es la percepción que posee el jugador tanto de sí mismo, como del oponente. En tal caso, al jugar con un rival que considere principiante o menos talentoso, existirá la tendencia a subestimarlo. Y al contrario, cuando se perciba al contrincante como superior a uno, se podría subestimar al propio ser.
Así mismo, el entender la
conducta no verbal del oponente, servirá para poder interpretar intenciones en
sus jugadas y anticiparse a estas. Así como el conocer la conducta no verbal
propia durante el juego, influirá en el control de la misma, evitando que sea
interpretada a favor del oponente.
La personalidad del
ajedrecista, se verá reflejada en su estilo de juego. Esto quiere decir, que si conoces al jugador,
será más fácil determinar la forma de juego que tendrá durante la partida.
Entonces, ¿Un jugador de ajedrez podría emplear la
psicología como estrategia adicional en su partida? Por todo lo señalado
anteriormente, considero que sí.
Por este motivo, históricamente el ajedrez ha sido fuente de investigación de diversos psicólogos. El psicopedagogo francés, Alfred Binet, en su incesante estudio sobre la mente humana descubrió el impacto positivo que ejerce la práctica de este deporte en la capacidad de memoria.
Del mismo modo, Sigmund Freud fue el primer psicoanalista en mencionar el juego de ajedrez, cuando en 1913 encontró similitudes entre los pasos requeridos para dominar este juego y las técnicas psicoanalíticas. Ernest Jones, experto ajedrecista y fiel discípulo de Freud, indicó sobre esta analogía que los aprendices de ajedrez llegan a descubrir que sólo es factible estudiar la apertura y el juego final. De tal modo podemos advertir que el psicoanalista y el ajedrecista aprenden de la práctica, siendo ambos “Psicoanálisis” y “Ajedrez” considerados como vías de expresión del arte.
Reuben Fine, uno de los mejores jugadores de los años 30, dejó los concursos internacionales y se convirtió en un reconocido psicoanalista. Dada la gran influencia de este deporte en su vida, en 1956, escribe el artículo “Observaciones psicoanalíticas respecto al ajedrez y los maestros ajedrecistas”, dando nuevamente un enfoque freudiano a este deporte, haciendo mención a la influencia del Ego, la agresión y el narcisismo. Así mismo, en su Libro: “La psicología del jugador de ajedrez”, profundiza sobre las motivaciones inconscientes del jugador, considerando al ajedrez como una agresión intelectualizada.
En 1925, los psicólogos rusos, Djakow, Petrowski y Rudik estudiaron a los profesionales más exitosos del ajedrez, para determinar que los factores estimulados por este deporte, serían la memoria visual excepcional, la velocidad para calcular, el poder combinatorio, la concentración y el pensamiento lógico.
En el siguiente artículo se detallaran los aspectos psicológicos vinculados al ajedrez.
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