
Seguramente en algún momento han escuchado la frase “piensa antes de hablar”, dentro de una discusión, cuando dijimos algo de lo que nos arrepentimos o cuando herimos a alguien con nuestras palabras.
Esta frase se refiere a que cuando pasamos por un momento difícil, una discusión o en general alguna situación que represente personalmente una ofensa o un problema tendemos a reaccionar de una manera apresurada o impulsiva.
Esto ocurre debido a que, entre la percepción, la emoción y la conducta, existe la inteligencia emocional, este término se refiere a la conexión de la conducta y la emoción desde la percepción, en la que más allá de lo que haya ocurrido, consideramos las consecuencias de nuestras reacciones sin dejar de lado nuestros sentimientos.
Significa comprender nuestras emociones tanto como la de los demás, ayudando al proceso de regulación que finaliza en una reacción apropiada y más controlada, esto ayuda a expresar nuestro sentir ya sea positivo o negativo forjando relaciones más sólidas y honestas.

Para entenderlo mejor, un poco de teoría
Goleman (1995) sostiene que las competencias emocionales se dividen en dos categorías: intrapersonales e interpersonales. Las primeras se refieren a la relación que establecemos con nosotros mismos y la segunda a las relaciones que tenemos con los demás, teniendo en cuenta que la primera significa conocer nuestras propias emociones, límites y percepciones y la segunda la dinámica que tenemos con cada persona.
Además, se refiere a este tipo de inteligencia como una herramienta para la adaptabilidad de cada uno de nosotros ante los cambios, ya que las emociones influyen en cada reacción.
Atribuyó 5 puntos fundamentales dentro de la Inteligencia emocional:
Autoconocimiento: Es el saber que una persona adquiere de sí mismo, relacionado con la introspección, un término que nos guía hacia una mirada profunda a nuestro interior no solamente relacionado a nuestras emociones sino también a nuestros actos y sus causas.
Autorregulación: Este punto se relaciona con la capacidad de desarrollar una evaluación de nosotros mismos, entendiendo nuestras maneras y aprendiendo a responder a las situaciones que se nos presentan, pasando por diferentes fases planificación, ejecución y autorreflexión.
Motivación: El conjunto de factores externos o internos que nos llevan a hacer lo que hacemos y tomar las decisiones que nos llevarán a una meta.
Empatía: También relacionada con la afinidad, simpatía y comprensión, se refiere a comprender lo que los demás sienten y sus razones de actuar.
Habilidad social: Este punto es un tanto amplio de comentar debido a que engloba muchos elementos que la componen, el desarrollo de la comunicación asertiva, la escucha activa y los puntos anteriormente mencionados compondrán nuestra capacidad para crear y mantener relaciones con otras personas.
Todas estas cualidades conforman la inteligencia emocional, en algunas personas está más desarrollada por lo que son capaces de mantener posturas reguladas y lograr calmar las emociones más feroces; sin embargo, llegar a ello no es tarea fácil, ya que hay que trabajar cada uno de estos aspectos y ello conlleva energía y tiempo.

Según Mayer y Salovey (1997) debemos ser “pensadores con un corazón” que logramos percibir, comprender y manejar relaciones sociales.
Al mismo tiempo estructuraron un modelo de 4 ramas interrelacionadas, en primer lugar la percepción emocional que se aboca a identificar las emociones tanto ajenas como propias; segundo, la facilitación emocional del pensamiento referido a poder aprovechar las emociones para apoyar la solución de problemas o la toma de decisiones; tercero, la comprensión emocional relacionado al entendimiento de como las emociones se relacionan e impactan en las acciones de otras personas; y por último la regulación emocional capacidad de ajustar las emociones para poder moderar o distanciarse de la emoción para tomar acciones más controladas.
FINALMENTE, NO HAY QUE OLVIDAR QUE …
La inteligencia emocional no se trata de poner de lado las emociones que se consideran negativas, sino saber sobrellevarlas y canalizarlas de una forma positiva ya que todas las emociones cumplen una función adaptativa en nuestras vidas.

Desarrollando nuestra inteligencia emocional no solamente estaremos mejorando nuestra reacción a diversas situaciones sino, nuestra percepción de estas, abrazando cada emoción que se presente, entendiendo mejor a los demás y a nosotros mismos para así potenciar nuestras relaciones y “pensar antes de hablar”.

Referencias:
Goleman, D. (1995). Inteligencia emocional. Barcelona, España: Kairós.
Martins, J (2024). La importancia de la inteligencia emocional. recuperado de: https://asana.com/es/resources/emotional-intelligence-skills
Ruiz, A (2023). Emociones negativas. Recuperado de: https://www.iepp.es/emociones-negativas/