Depresión: Un viaje hacia la luz en medio de la oscuridad

“La soledad me consume, incluso cuando estoy rodeada de tanta gente”, “Siento que estoy perdiendo la batalla contra mis propios pensamientos”, “Qué sentido tiene levantarse de la cama si todo parece tan oscuro, me duele”, “A veces desearía poder simplemente desaparecer y dejar de sentir todo”, “No puedo recordar la última vez que me sentí genuinamente feliz”, “Me pregunto si alguna vez podré salir de este agujero oscuro en el que estoy”.

¡Estas son frases que las personas que tienen depresión dicen y sienten! Necesitan un abrazo, lo necesitan de nosotros, ¡pero, a la vez, no! ¿Sabes por qué? Porque con el transcurso del tiempo él o ella ya asoció el interés y valor de su persona hacia el resto como si no importara nada, porque en el momento no indicado, no estuvieron presentes y ahora permanece preguntándose e hiriéndose con esas preguntas. Está sensible y se siente irreparable, necesita verdaderamente tu apoyo y mi apoyo, porque cada día se está agobiando más y más, y si no llegaras en su auxilio pronto, si no te das cuenta, ¡lo lamentarás! Sí sospechas de alguien que necesite ese abrazo, dáselo, porque un abrazo nunca está de más… Un día, yo, tú escritora, lo necesité, espero que este artículo te pueda motivar a tomar esa iniciativa de ayuda.

¡La depresión es una realidad compleja que toca los corazones de millones en todo el mundo! Desde los síntomas más evidentes, hasta las causas más profundas, su impacto puede ser abrumador y difícil de entender para quienes no la han enfrentado. Pero aquí, en este artículo, nos embarcaremos en un viaje de descubrimiento y esperanza. ¡Vamos a explorar los matices de la depresión, desde su definición hasta las estrategias de apoyo! A lo largo de esta travesía, iluminaremos un tema que, a menudo, se ve envuelto en sombras, ofreceremos perspectivas y recursos para aquellos que están luchando. ¡La luz está al final del túnel y juntos la encontraremos!

Sigmund Freud fue el primero en diferenciar los procesos psicológicos que toman lugar en el duelo de los síntomas de la depresión melancólica. Él argumentó que la pérdida de autoestima, manifestada por autorreproches, es característica de la melancolía. Más tarde, el modelo cognitivo-conductual de la depresión propuso la presencia de pensamientos distorsionados o erróneos, conscientes sobre la interpretación de experiencias (Botto, Acuña, & Jiménez, 2021).

De igual modo, la depresión es un trastorno psicológico que se define por un estado emocional bajo, falta de interés en actividades que antes resultaban placenteras, y una sensación persistente de agotamiento. Estos síntomas impactan negativamente en la calidad de vida y pueden causar dificultades en el ámbito familiar, laboral y social de quienes la padecen (MINSA, 2023).

Supone una de las patologías más frecuentes en Atención Primaria, y es la primera causa de atención psiquiátrica y de discapacidad derivada de problemas mentales. Los tratamientos que combinan psicofármacos y psicoterapia suelen aliviar, parcial o totalmente, los síntomas de la depresión en la mayoría de los casos, y después de superar los síntomas, es recomendable continuar con el tratamiento antidepresivo durante el tiempo necesario para prevenir recaídas, que en algunos casos puede ser de por vida (Pla Vidal, 2023).

¡La batalla contra la depresión es una enfermedad emocional! Lahaye (2013) afirmó que, en las encuestas que hacía de manera masiva, la respuesta que recibía a la pregunta: “¿Hay entre los presentes alguno que nunca, en toda su vida, haya sufrido una depresión?, era que ninguna de las personas abordadas se había visto libre de este problema, aunque cabe agregar que mucha de esa gente, al responder esa pregunta, se refería a estados depresivos en términos leves, lo que algunos llaman “estar en la luna” o —como dijo una mujer encuestada— “tener un nudo en la garganta”.

La depresión aparte de ser una enfermedad mundial, no hace acepción de personas. Ninguna ocupación está exenta de la depresión, tanto amas de casa, comerciantes, obreros de construcción, maestros, contratistas, etc. Muchos temen que el hecho de confesar que están deprimidos, equivale a reconocer que padecen de una minusvalía mental (Lahaye, 2013).

Recomendaciones:

Aquí tienes algunas estrategias de apoyo que pueden ser útiles para alguien que está luchando contra la depresión:

1. Escucha activa: Estar presente y escuchar sin juzgar puede ser enormemente reconfortante para alguien con depresión. Hazle saber que estás allí para él/ella y que puedes ser un hombro en el cual apoyarse.

2. Ofrece tu compañía: Invita a la persona a participar en actividades sociales o simplemente pasar tiempo juntos, incluso si es solo para estar en silencio. La compañía puede proporcionar un sentido de conexión y pertenencia.

3. Anima la búsqueda de ayuda profesional: Apoya a tu ser querido para que busque ayuda profesional, ya sea animándole a hablar con un médico, psicólogo o psiquiatra. Incluso podrías acompañarle a las citas, si es necesario.

4. Ayuda con las tareas cotidianas: La depresión puede hacer que incluso las tareas más simples parezcan abrumadoras. Ofrece tu ayuda con las tareas domésticas, la preparación de comidas o la gestión de responsabilidades diarias para aliviar algo de su carga.

5. Fomenta la actividad física: Anima a la persona a realizar actividades físicas suaves, como pasear, practicar yoga o nadar, ya que el ejercicio regular puede tener un impacto positivo en el estado de ánimo y en la salud mental en general.

6. Evita minimizar sus sentimientos: Es importante validar los sentimientos de la persona y evitar minimizar su experiencia. Escucha con empatía y muestra comprensión sin intentar arreglar o solucionar sus problemas.

7. Ofrece información y recursos: Indaga más sobre la depresión y comparte recursos útiles, como libros, artículos o grupos de apoyo en línea, que puedan proporcionar información adicional y un sentido de comunidad.

8. Se paciente y compasivo: La recuperación de la depresión puede llevar tiempo y esfuerzo. Reconoce que tu ser querido está luchando contra una enfermedad legítima y que necesita apoyo continuo.

Recuerda que cada persona es única y puede responder de manera diferente a las estrategias de apoyo. Lo más importante es mostrarle a esa persona que tanto aprecias, que estás allí para ella, para brindarle tu apoyo incondicional y para alentarle en su camino hacia la recuperación.

Referencias

Botto, A., Acuña, J., & Jiménez, J. (2021). La depresión como un diagnóstico complejo. Implicancias para el desarrollo de recomendaciones clínicas. https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872014001000010

Lahaye, T. (2013). Cómo vencer la depresión. Editorial Vida.

Organización Mundial de la Salud. (2023). Depresión. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression?gad_source=1&gclid=CjwKCAjwoa2xBhACEiwA1sb1BLhZfslI0wUrwPsHZLMp60WPhtRCvuw9ePXI6GZ2xG3CGTqExxILoxoCFPcQAvD_BwE

Pla Vidal, J. (2023). Depresión. https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/depresion

Vivir con depresión: Un análisis desde la profundidad dolorosa

La depresión, en la actualidad, la comprendemos y estudiamos como una enfermedad mental debilitante que afecta a millones de seres humanos en todo el mundo. El propósito del presente artículo es explorar cómo vivir con depresión, para ello, exploraremos sus conceptos básicos, antecedentes históricos, teorías contemporáneas, recomendaciones de manejo y brindaremos unas conclusiones finales sobre su gran impacto en la vida cotidiana de las personas con dicha condición. 

El concepto de depresión:

La Organización Panamericana de la Salud la define como: “una enfermedad común pero grave que interfiere con la vida diaria, con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. La depresión es causada por una combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos”. En síntesis, hablar de la depresión es entenderla como un trastorno del estado de ánimo caracterizado por una tristeza persistente, sentimientos de desesperanza y con conductas manifiestas como la pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba. La enfermedad afecta no solo el estado emocional de una persona, sino también al funcionamiento a nivel cognitivo y físico (somatización). 

Antecedentes históricos:

Para Zoch (2002) los precedentes en relación a la depresión refieren a una cosmovisión mágica/religiosa de explicar en el hombre primitivo, al avance de la humanidad salen personajes como Hipócrates (450 a. C.), quien hizo estudios sobre la melancolía (bilis negra), lo que fue un primer vistazo a la conceptualización de la sintomatología presente en la depresión como un término a expresarse.  

Como podemos ver, la comprensión de la depresión ha evolucionado en el transcurso de la historia. Los síntomas de la depresión han sido documentados en diversas culturas desde la antigüedad, sin embargo, en el Siglo XX, la melancolía comenzó a ser reconocida como una enfermedad mental legítima, lo que llevó al desarrollo de tratamientos psicológicos y farmacológicos.

Teorías:

Duncan y Antonuccio (2011) ven la depresión y su curso desde una perspectiva cognitivo conductual, basado en ello mismo, mucho del manejo del curso del tratamiento tiene dicho enfoque, y apoyado a su vez, en el método de ensayo y error, experimentación y documentación de los hallazgos.

Las teorías contemporáneas sobre la depresión abarcan una variedad de enfoques, que van desde aspectos biológicos y genéticos hasta aspectos psicosociales y ambientales. Por un lado, las teorías biológicas sugieren que un desequilibrio químico en el cerebro (como la falta de serotonina) es la principal causa de la depresión, por otro lado, las teorías psicosociales enfatizan la importancia del estrés, las experiencias traumáticas y los factores ambientales en el desarrollo y mantenimiento de la depresión. 

La vida universitaria:

Es una época de constantes desafíos, aprendizajes y adaptación. Para algunos, es una etapa de crecimiento personal, descubrimiento y nuevas experiencias. En cambio, para quienes luchan contra la depresión, esta fase puede parecer extremadamente complicada. Las presiones académicas, las expectativas sociales y la transición a la edad adulta pueden exacerbar los síntomas de depresión y hacer que cada día parezca una lucha. Vivir con ello representa un desafío único.

La depresión puede afectar la concentración y la motivación, asimismo, las interacciones sociales pueden ser agotadoras, ya que la depresión puede hacer que una persona se sienta aislada o fuera de lugar. La falta de comprensión de parte de la red de apoyo (padres, tutores, etc.) puede empeorar las cosas. Muchos estudiantes enfrentan el estigma asociado con la salud mental, lo que dificulta la búsqueda de ayuda.

La cultura universitaria, a menudo, promueve la idea de que el estrés y la ansiedad son una parte natural e inevitable de la realidad y que se naturaliza, lo que puede hacer que quienes luchan contra la depresión se sientan aún más solos y aislados. Se debe comprender que la depresión en la universidad no es una debilidad o un fracaso personal. La depresión es una enfermedad mental grave que requiere tratamiento y apoyo adecuados. 

Propuesta de gestión:

Vivir con depresión es una situación difícil y confusa, pero existen estrategias efectivas para afrontarla. La terapia cognitivo-conductual (TCC) y los medicamentos (como los antidepresivos) son tratamientos comunes, recomendados por los profesionales de la salud mental. Además, un estilo de vida saludable, que incluya ejercicio regular, una dieta equilibrada y técnicas de relajación, puede ayudar a reducir los síntomas de la depresión. Cuidar de nuestra salud física y alimentación, tener una adecuada red de apoyo, técnicas de autocuidado y ayuda especializada pueden no solo mejorar sino permitir que se lleve una vida de calidad.

Conclusión:

En resumen, vivir con depresión es una experiencia difícil que puede afectar significativamente la vida diaria de una persona. Una comprensión más profunda de sus conceptos, antecedentes históricos y teoría contemporánea, así como la implementación de recomendaciones de manejo efectivas, pueden reducir los efectos negativos de la depresión y mejorar la calidad de vida de los pacientes deprimidos. Sin embargo, es importante enfatizar la necesidad de aumentar la conciencia pública, el acceso a los servicios de salud mental y el apoyo continuo a las personas que padecen esta enfermedad.

Recuerda que no te tienes que encasillar en una etiqueta, tú eres valioso y merecedor de ayuda.

Referencias

Organización Panamerica de la Salud (s/f). Depresión. https://www.paho.org/es/temas/depresion

Zoch, C. (2002). Depresión. https://www.binasss.sa.cr/bibliotecas/bhp/textos/depresion2005.pdf

Duncan, B., Antonuccio, D. (2011). A Patient Bill of Rights for Psychotropic Prescription: A Call for a Higher Standard of Care. International Journal of Clinical Medicine, 2(4), pp. 353-359. doi: 10.4236/ijcm.2011.24061.


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Depresión: La Pandemia Invisible

La depresión es tan antigua como la humanidad, durante muchos siglos fue manejada por amigos, brujos, sacerdotes, etc., y tratada con todo tipo de pócimas, brebajes, baños, cambios de ambiente y demás recursos.

Según datos de la OPS, hay cien millones de nuevos casos de depresión cada año en el mundo. Encontramos una alta prevalencia en el adulto, con 15 % de hombres y 24 % de mujeres, generalmente, estas se presentan en edades de 18 a 45 años.

La definición académica sitúa esta enfermedad como el síndrome caracterizado por una tristeza profunda y la inhibición de casi todas las funciones psíquicas, que da lugar a cinco series de síntomas: físicos, psicológicos, de conducta, cognitivos (intelectuales), asertivos y sociales.

La OMS define a la depresión como un trastorno mental afectivo común y tratable, muy frecuente en el mundo y caracterizado por cambios en el ánimo con síntomas cognitivos y físicos. Estos pueden manifestarse de manera primaria o secundaria a enfermedades de base (cáncer, enfermedad cerebro-vascular, infartos agudos al miocardio, diabetes, VIH, enfermedad de Parkinson, trastornos alimenticios y abuso de sustancias).

Se identifican un amplio grupo de factores de riesgo personales, cognitivos, sociales, familiares y genéticos que intervienen en la patología; la presencia de estos aumenta la probabilidad de padecer de ella. Se estima que, al menos, se va a tener un episodio en la vida, y la repercusión en cada persona va a depender de su grado de inteligencia emocional y resiliencia.

El enfermo con trastornos afectivos debe ser visto con la interacción mente-cuerpo, los cuales no se pueden desligar, en su manejo no solo se debe tratar el eje nuclear afectivo, ya que la tristeza que envuelve al sujeto puede llegar a afectar todas las esferas de su relación intrapersonal e interpersonal, y hacer que emerjan otros estados emocionales como la irritabilidad y la ansiedad, que se destacan en las depresiones neuróticas y tardías.

Por lo tanto, su manejo no se basa en “alentar” al paciente. En la sociedad, se ha construido la idea de que basta con pensar positivo y tener fuerza de voluntad para combatir la depresión, por ende, constantemente se utilizan frases que invalidan lo que una persona depresiva siente, vive y piensa, influyendo en que esta se sienta incomprendida, inútil y frustrada.

Como ejemplo, se puede establecer frases como: “Tu problema es de actitud”, “Métele ganas”, “Todo está en tu cabeza es cuestión de tener fuerza de voluntad”. Aunque estas frases, a los ojos de los demás, parecen alentadoras, las personas con depresión no ponen de su parte, no porque no quieran, como mucha gente cree, sino porque la enfermedad se lo impide; en el fondo, quieren salir de allí, pero no saben cómo.

Por lo tanto, aquellos que sufren de esta enfermedad mental, además de necesitar ayuda médica y psicológica, necesitan apoyo moral, sin embargo, la cultura y la falta de concientización en estos temas conlleva a que se utilicen expresiones incorrectas que, para quien padece de depresión, son un factor ansiógeno y de desesperanza.

Un dato curioso se encuentra en el hecho de que las depresiones evolucionan. Al menos así parece desprenderse de los estudios realizados durante las últimas décadas, aunque, a grandes rasgos, el trastorno es el mismo, también podemos observar diferencias notables entre las que se veían hace veinte o treinta años y las que tratamos hoy en día. Lo fundamental de las depresiones de hoy se consideraba secundario en las antiguas. Este cambio constatado por el análisis clínico ha desplazado el acento, hasta tal punto de que el psiquiatra y el psicólogo actuales deben sumergirse en la frondosidad del problema, si quieren establecer un diagnóstico correcto.

La enfermedad psíquica, igual que la somática, es algo vivo, en perpetuo movimiento, como la propia persona. Así pues, el diagnóstico nunca debe ser entendido como una cosa inamovible o un destino definitivo. Las depresiones se mueven, giran, alteran sus síntomas, cambian de expresión, etc.

Algunas de las prácticas que ayudan a prevenir la depresión son: contar con grupos de apoyo social activo, así como mantener un  vínculo activo con la familia, pues esta, como sistema y red de apoyo social informal, cumple con dos funciones básicas que son: asegurar la supervivencia, el bienestar físico, la suficiencia de alimento y vestido, y proporcionar los vínculos afectivos, no solo en la enfermedad, sino también en su rehabilitación.

Cabe agregar que la actividad física tiene efectos favorables sobre la disminución del riesgo de padecer de depresión. Y evitar el aislamiento social es un pilar fundamental para impedir el declive físico y mental.

Referencias

Corea, M. T. (2021). La depresión y su impacto en la salud pública. Rev Méd Hondur, 89(1).

Josué, L., Torres, V., Urrutia, E., Moreno, R., Font, I., & Cardona, M. (2006). Factores psicosociales de la depresión. Rev Cub Med Mil, 35(3).

Rojas, E. (2011). Adiós, depresión. Madrid: Ediciones Planeta Madrid.

Trastornos depresivos en niños y adolescentes

Es muy importante tomar en cuenta la conducta de nuestros niños y adolescentes, porque la depresión es un trastorno afectivo cada vez más frecuente en la sociedad, y ellos también puede pasar por esta situación, no obstante, su manifestación puede ser un poco distinta. Una persona podría sentirse triste y no significa que tenga depresión, sin embargo, la intensidad y frecuencia de dicha imitación son indicadores que deben tenerse en constante atención. El estado de ánimo decaído que dura semanas o meses, limita al niño o adolescente en su capacidad de funcionar con normalidad; es un signo de alerta. Los síntomas pueden aparecer sea cual sea la edad. Por ejemplo, en lo niños prepuberales se muestra irritabilidad, rabietas, o incumplimientos de normas, quejas somáticas, afecto reactivo, incluso comorbilidad con ansiedad o TDAH.

Los trastornos depresivos afectan a personas de cualquier edad, condición económica y nivel cultural, y suponen un gran coste para el individuo, la familia, el sistema sanitario y la comunidad en general. Asimismo, los estudios sobre prevalencia, diagnóstico y tratamiento de la depresión en la población infantil y adolescente pueden tener resultados variables, debido a la dificultad diagnóstica en esta edad, los criterios diagnósticos empleados o las técnicas de entrevista utilizadas. Dadas las peculiaridades de la depresión en la infancia y la adolescencia, se debe disponer de profesionales en atención primaria y en salud mental infanto-juvenil, que tengan formación y experiencia en el manejo del trastorno en estas edades, y contar con los recursos necesarios para su diagnóstico y tratamiento.

Hoy en día, la depresión durante la infancia continúa siendo infradiagnosticada, lo que se traduce en un mayor número de complicaciones y comorbilidades, así como el aumento del riesgo de cronicidad o de la aparición de enfermedades psiquiátricas en la edad adulta. A diferencia de los adultos, la depresión en los niños no se manifiesta tanto como un estado de ánimo alterado identificado claramente por el paciente, sino como un conjunto de síntomas variables en función del estado evolutivo, que abarcan desde alteraciones conductuales (conductas delictivas, agresividad, consumo de tóxicos), hasta el retraso del desarrollo psicomotor, disminución del rendimiento escolar o aparición de síntomas somáticos, lo que dificulta el diagnóstico.

El diagnóstico de la depresión infantojuvenil es clínico y ha de realizarse a través de una entrevista detallada, dirigida tanto al paciente como a sus cuidadores (que investigue sobre posibles estresores desencadenantes, personales o sociales; y antecedentes, personales y familiares, de enfermedad mental) y una exploración física y analítica que permita descartar enfermedades médicas que pueden manifestarse con síntomas depresivos.

La depresión es una de las mayores causas de riesgo de suicidio; por ello, es necesario preguntar siempre por ideas autolíticas o deseos de muerte, ya que, lejos de incitarlas, podremos evitar un paso al acto.

Sintomatología

La depresión infantil tiene una sintomatología un tanto diferente a la de adultos y adolescentes. Los niños suelen mostrar:

  • Irritabilidad, más que tristeza o desesperanza.
  • Reaccionan a la mínima provocación y de una manera desmedida.
  • Tienden a minusvalorarse.
  • Desarrollan fobias.
  • Sufren alteraciones del sueño.
  • Aumento de sensibilidad ante breves separaciones.
  • Empiezan a tener problemas en el colegio, suspenden y no hacen los deberes.
  • No les interesa jugar, pierden el apetito, tienen cansancio.

Hay que tener en cuenta que son propios de la infancia, los cambios muy rápidos en el estado de ánimo, de modo que en un momento los vemos tristes e irritables y luego, jugando muy felices, casi inmediatamente. Sin embargo, estas oscilaciones no invalidan el diagnóstico de una posible depresión durante la infancia.

Tratamiento

Hay diferentes variantes de tratamiento de la depresión infantil, no obstante, siempre debe ser individualizado, tiene que adaptarse al niño y a sus condiciones. En el mismo tratamiento es fundamental involucrar a los padres para que puedan intervenir en el entorno del paciente. Se puede tratar con acción psicoterápica, que debe extenderse al entorno familiar del niño; o en los casos más severos, con un tratamiento farmacológico.

En el plano psicológico, se incluyen técnicas congnitivo-conductales con las que el niño puede modificar su comportamiento frente a diferentes acontecimientos. El tratamiento precoz es fundamental, por ello, se debe actuar en cuento salten las alarmas.

Referencias

Escamilla, I. (2012). Depresión Infantil. https://www.topdoctors.es/diccionario-medico/depresion-infantil

De Castro, P. (s/f). Depresión en el niño y el adolescente. https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/depresion-infantil-adolescente

La maternidad me volvió invisible…

Antes de escribir este artículo, me limitaban mucho mis ideas de exponer mi vida e imagen como profesional de la salud mental envuelta en esta situación. Quienes saben un poco más de mi, conocen mi historia familiar; soy casada, tengo dos hijas, una de once años, otra de seis, y un pequeño bebé con apenas días de nacido, que me ha llevado a conectar con mi vulnerabilidad y esa parte sensible que no me gusta reconocer en mí. Es más fácil mostrarse fría, tener las cosas bajo control, y con una respuesta que ayude a la esperanza. Pero, decidí hacerlo porque es una forma de sanar.

A quienes son mis pacientes, muchas veces, les dije que escribir es terapéutico, y que las veces en que he escrito artículos para el blog han sido durante momentos que necesitaba conectar conmigo y reconocer mis emociones. Espero poder ayudar a algunas mamás que estén pasando esta etapa. Ya seas primeriza o tengas tu cuarto hijo, cada experiencia es distinta.

Este tiempo he estado leyendo mucho sobre la depresión postparto, o artículos de cómo puede afectarnos la llegada de un nuevo ser a nuestra vida; nadie niega que no lo hayas esperado tanto y que deberías estar contenta y agradecida, porque ya está contigo; pero se olvidaron de decirnos que la maternidad duele. Duele ya no tenerlo en tu vientre, no poder hacer las cosas que hacías antes, dejar de sentirte reconocida en tu trabajo; duele dar de lactar; las malas noches; el cansancio; ver que tu cuerpo que ya no es el de antes; afecta esa carga hormonal que estaba a mil con el bebé dentro, y hoy, ya no está; frustra la ansiedad que sientes por si acaso podrás terminar tus cosas a tiempo, antes de que despierte el bebé; apena no tener tiempo de pareja, y pensar que tu relación puede llegar a su fin, porque eres invisible para él; destroza no tener el mismo tiempo, ni la sonrisa y energía para los tuyos cómo te veían antes… Y así, una lista interminable de la que no se habla mucho, porque se ha idealizado «la maternidad».

Según la sociedad, el fin y felicidad de toda mujer debe ser el tener una familia o casarse; cuanta mentira nos metieron las novelas y cuentos de hadas, desde esas creencias absurdas de que «el amor debe ser sufrido» y que «el matrimonio es para siempre, así tu salud mental o física esté en peligro», Todos esos mensajes equivocados han hecho que veamos el amor hacia el otro y no hacia uno mismo, lo que hace que anulemos o posterguemos nuestras necesidades y satisfagamos la de los otros. ¿Y por qué menciono esto? Porque al comienzo la maternidad puede verse así, dar de lactar o dar biberones antes de tomar desayuno, despertarse por alguien que necesita que lo atiendas, así no hayas pegado el ojo toda la noche… La maternidad, al inicio, es de alta demanda y sí se sufre; no pretendas que en el primer mes, puedas hacer todo lo que hacías antes, o estar súper-arreglada, bañarte todos los días, tener una sonrisa deslumbrante… Ideas completamente falsas;  por eso, cuando nace un bebé, él estará protegido y con buenos cuidados, más sin embargo, quien necesita apoyo es la nueva mamá para manejar los cambios de su ser, de su cuerpo y de su antes vida. 

Las redes sociales y medios de comunicación ponen imágenes de mamás puerperinas, alegres, sin ojeras y dando de lactar, completamente realizadas, poco real, ¿no? Eso te hace sentir como una extraterrestre, con miles de dudas de por qué yo no vivo mi maternidad así. Por qué me duele cada vez que doy teta, o por qué mi ropa termina manchada de leche; mi mirada anda perdida por extrañar mi yo de antes, y me pregunto, ¿qué estaría haciendo hoy, meses atrás? Pero la realidad no es esa, la realidad es que estoy en mi cuarto, metida las veinticuatro horas, siete días a la semana, atendiendo las necesidades de un ser pequeñito, tomando muchísimo líquido para tener leche, y, con mis emociones cómo una montaña rusa, que van desde sentir ternura, hasta querer desaparecer por un momento.

Así es cómo hoy me siento, y qué bueno es hablarlo con mi red de apoyo, porque no soy la única que vivió su postparto así. Debido a mi alta vulnerabilidad, conversé con muchas amigas mamás, donde tuve que quitarme el papel de psicóloga, mostrarme humana y frágil; al fin me sentí comprendida… Muchas pasaron depresión postparto, otras, melancolía postparto, varias la manejaron más rápido, y algunas ni la sintieron. Seguro que has escuchado de ese término…

 Aquí te lo defino teóricamente: La depresión posparto o posnatal es diferente de la melancolía que se siente después del parto. Suele aparecer entre dos y ocho semanas después de dar a luz, pero puede darse hasta un año después del nacimiento del bebé. “Uno de los aspectos importantes de la depresión posparto es que no es solo un sentimiento de tristeza”. (Stuebe, en Rich, s/f). Los sentimientos de ansiedad intensa, también son una característica común de la depresión posparto.

Algunos síntomas de la depresión posparto, a los que debe prestarse atención, son la sensación de agobio, el llanto persistente, la falta de lazos de afecto con el bebé, y las dudas sobre la propia capacidad para cuidar de una misma y de la criatura.

“Todos nos preocupamos por nuestros hijos, pero [las mujeres que viven una depresión posparto] están tan preocupadas, que eso les impide disfrutar de su bebé y de su vida” (Stuebe, en Rich, s/f). La depresión posparto también puede dificultar el cuidado de una misma y el del pequeño. Ahora, que ya tenemos la definición, vamos a hablar de lo que yo pasé, muchos lo confunden con «depresión postparto», pero se le dice «melancolía postparto». ¿Melancolía posterior al parto?

Alrededor de dos o tres días después de dar a luz, son comunes los sentimientos de depresión y ansiedad. Es posible que llores sin motivo, tengas dificultades para dormir, o dudes de tu capacidad para cuidar a tu bebé recién nacido. “Esto se debe, sobre todo, al cambio en los niveles de progesterona», me lo explicó mi ginecólogo. Sin embargo, es poco probable que los cambios hormonales sean la única causa. Además de estos cambios, existen otros factores que pueden provocar esos sentimientos, tales como los períodos prolongados de cansancio o agotamiento, las dificultades con la lactancia, y otras complicaciones posparto.

Estos son otros factores que también pueden intervenir:

  • Problemas previos de salud mental.
  • Causas biológicas.
  • Falta de apoyo.
  • Experiencias difíciles durante la infancia.
  • Poca comunicación con tu pareja. 
  • Sentirte invalidada emocionalmente. 
  • Experiencias de abusos.
  • Baja autoestima.
  • Condiciones de vida estresantes.

Con un buen apoyo de la familia, los seres queridos y los amigos, estos sentimientos suelen desaparecer en unas dos semanas, sin necesidad de tratamiento. No estoy aun a mi 100 %, quizá estoy en un 30 o 40 % de mi esencia, pero déjame decirte que todo lo que sientes en esta etapa es válido. Es normal no querer ver a nadie durante un tiempo, así los quieras y sean parte de tu vida; a veces, una necesita una pausa, más aún cuando estamos transformándonos en cuidadoras; es normal llorar en el baño, al caer la noche o de día; recuerdo que hubo una vez en la que lloré mares, fue el día de bañarme después del parto… Me dolía todo, la herida de la cesárea, que hasta me daba miedo pasar mi mano por ahí; el pecho, por la angustia; la soledad… Todo.

No te juzgues si lloras una o trecientos sesenta y cinco veces por lo mismo, no seas tan dura y juiciosa contigo. Reconoce tus emociones, exprésalas; si no tienes una red de apoyo, puedes hacerlo mediante la escritura, la pintura, o el dibujo… Vivamos un día a la vez, hoy no es siempre. Para terminar, te dejo algunas ideas que, hoy en día, me sirven para sobrellevar este tiempo:

  • Agradece, a si sea por lo más mínimo. 
  • Habla de lo que sientes, dilo una y mil veces sin prejuicios.
  • Desconéctate de redes sociales o grupos, si sientes que es necesario, pero al mismo tiempo, busca una red de apoyo que te sostenga.
  • Canta las canciones que siempre te ayudaron en momentos de tinieblas.
  • Ponte límites a ti misma, no estás con toda tu fuerza; prioriza lo que es necesario y delega si tienes oportunidad.
  • Poco a poco y según tus fuerzas, trata de volver a tu rutina de antes. 
  • Confía y espera en Dios, si eres católica esto puede ayudarte. 

Y por último, déjame recordarte que, aunque el bebé esté sano, así haya sido un parto increíble, y lleves una lactancia admirable; aunque tengamos todo lo necesario, dinero, comida y amor; aunque hayamos deseado con todas nuestras fuerzas a este bebé, aún lloramos, y eso está bien. Lloramos porque nuestro cuerpo duele, el cabello se nos cae, el tiempo y nuestra identidad se desvanece; lloramos por quién éramos hace apenas unos días atrás; lloramos porque nuestras hormonas se descontrolan y desconocíamos su poder sobre nuestra complexión física y sobre nuestras emociones; lloramos de cansancio, sí, lloramos de un agotamiento enorme. Pero somos fuertes, poderosas, creadoras, y también lloramos, eso es completamente sano, que nadie te diga lo contrario. Lo estás haciendo bien. 

Referencia

Rich, M. (s/f). ¿Qué es la depresión posparto? Aprende cuáles son las señales y cómo encontrar apoyo. https://www.unicef.org/parenting/es/salud-mental/que-es-la-depresion-posparto

No eres tú soy yo – La Ruptura

Todos hemos pasado por ese momento de dejar atrás una relación, pasar la página, empezar de nuevo. Cada relación es diferente, las parejas suelen crear sus propias reglas y, de pronto, se desarrolla todo un mundo nuevo que, como núcleo, tiene a estas dos personas que decidieron estar juntas. 

Pero, empezaremos por el inicio, al iniciar una relación se mezclan dos maneras de amar tan distintas que aprenderán a cooperar una con la otra, para poder llevar dicha relación hacia el futuro. Allí es cuando se presentan los tres componentes esenciales del amor: intimidad, pasión y compromiso. La teoría dice que mientras más equilibrio haya entre estos tres, la pareja será más exitosa.

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El momento de quiebre de una pareja puede ocurrir por múltiples factores, aburrimiento, desinterés, infidelidad, discusiones constantes, decisión mutua, hábitos molestos, comunicación insuficiente o incluso ignorar esas “cosas importantes” para el otro. 

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Cuando este momento llega, incluso si una de las partes ya lo veía venir, de igual forma se presenta sensación de vacío, frustración, pérdida y estrés.

Las etapas de la ruptura son las siguientes: 

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Conmoción: Suele ser una etapa desconcertante, por lo que significan los sentimientos encontrados en la ruptura, suele surgir la necesidad de entender qué salió mal o qué ocurrió para que se diera fin de la relación. 

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Negación: En esta etapa, es común que recordemos y nos centremos en cosas dichas durante la relación como “Él/ella me dijo que nunca me dejaría, que me amaba”, o pensar en los planes hechos con la pareja a futuro; esto como un intento de buscar una razón para no dejar ir a la pareja y entrar en un estado de negación.

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Negociación: En algunas parejas se da la etapa de negociación, en la que se conversan soluciones, límites o condiciones para intentar la superación de la crisis que, finalmente, llega a la ruptura; sin embargo, hasta que las cosas no se hayan enfriado, lo mejor es no intentar negociar ya que esto puede originar una nueva discusión y nueva caída. 

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Ira: Una vez superadas las tres primeras etapas, la realidad de la ruptura nos caerá como un balde de agua fría, y nos encontraremos con emociones negativas que quizás nos hagan sentir irritables y cuestionarnos el porqué de la situación que originó la ruptura. 

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Depresión: En algunas rupturas, en esta etapa es que recién empieza el proceso de duelo y afloran sentimientos de tristeza y dolor. En este punto, empezaremos a reconocer que la separación ya ocurrió y no hay marcha atrás, poco a poco, aceptaremos la realidad aunque nos cueste pensar en que todo acabó. 

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Aceptación: La última etapa de la separación nos lleva al reconocimiento de todo lo ocurrido, hay personas que responden a ello de una forma negativa y apática, en cambio, otros toman una actitud esperanzadora, toman seguridad en sí mismos y con una mirada hacia el futuro.

Es importante resaltar que estas fases no son una regla para todas las separaciones, ya que dependerá de la forma en la que acabó la relación, los motivos y las personalidades de la pareja.   

Referencias

García, F. E., Ilabaca, D. (2013). RUPTURA DE PAREJA, AFRONTAMIENTO Y BIENESTAR PSICOLÓGICO EN ADULTOS JÓVENES. Ajayu [online], 11(2), pp.42-60. http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2077-21612013000200003&lng=es&nrm=iso

Sorribes, F. (2022). Las etapas de una ruptura de pareja y cómo superarlo. InstitutRET. https://institutret.com/etapas-ruptura-pareja/

La prisión de oro: La nulidad

Cuando Esther y Fausto se casaron, creyeron encontrar en el otro todo lo que necesitaban, aplaudían vivamente las horas que pasaban juntos y gracias a ello surgieron los frutos de su amor, la cúspide de la familia según la sociedad que los enmarca, así, tuvieron 2 hijos, una chica, Fernanda, y, un chico José. 

Eran la familia convencional, acomodados siempre bajo cortinas inamovibles de rectitud, valores, cierta riqueza y mucho movimiento social, es decir, participaban activamente de convenciones, fiestas, reuniones, todo lo que involucra pertenecer con cierto status a un nivel en la sociedad.

Sin embargo, los años se fueron sucediendo, y comenzaron a marcarse surcos en las amplias y relucientes frentes, los hijos se alargaron y marcharon a construirse sus propios destinos, y allí, entre libros, papeles, trabajos y viajes, los padres, aguardaban solos, quedándose sentados y cruzados de brazos añorando nuevas vivencias. Comenzaron a desconocer que entre ellos aún podían fabricarlas.

En un inicio, Esther fanfarroneaba de ser la mujer maravilla, trabajaba, estudiaba, era agente activa del grupo de conservación de su urbanización, era la niña de oro de sus padres, y, aunque tenía hermanas, ella era la que tenía esa especie de luz bendita que la hacía sobresalir, sus esquemas de trabajo eran insoportables para cualquier mortal. Solo ella toleraba más de doce horas de trabajo y luego otras cinco de fiesta. Logró graduarse con honores de la universidad, su profesión fue, en su momento, su más grande tesoro. Luego, al casarse comprendió que con la maternidad era normal estar ocupada, pero, se vio en la encrucijada de encontrarse sin salidas, llamadas de amigos y sin trabajo, pues, por sugerencias médicas lo anuló de su vida para dedicarse al hogar.

Para todos fue un hecho natural, es evidente que una mujer en gestación y luego ejerciendo su maternidad no puede reintegrarse al ágil mundo social. ¡Tonterías! La misma sociedad quien le enseñó sin cuestionamientos que debía ser una chica de oro la excluyó de sus filas y dejó al mando de cuatro paredes y un techo. Tenía más accesorios, por supuesto, pero, ¿acaso valían más la pena que su propia libertad y desarrollo? Tal parece que sí, presa de convicciones añejas y un dolor casi silente, nunca se percató que las barreras de su mente lejos de ser flexibles después de su recorrido de vida, lo que hicieron fue ensancharse y provocar horribles realidades mentales, en las que se sumergió con tanta fuerza y dependencia, que se las creyó y ahora vive en ellas.

Fausto, el otrora magnate, vive lánguidamente aprovechando oportunidades, concurre regularmente a eventos sociales, entrevistas de trabajo y claro, con sus amigos a tomar «un café», de estos «marrones» con sabor a Irlanda, que de café tenían poco. Su vida, lejos de anularse e impregnarse de gris, más bien estaba con un nuevo tinte, no era un boom hollywoodense como el de su esposa en sus momentos de lujo y alto alcance, pero si manifestaba energía y ganas de vivir las experiencias que la vida aún podía ofrecerle. Es por estos rumbos, que comenzó a notarse más la decadencia.

-Fausto, amigo ¿cómo te va? Y, ¿Esther?

-Se ha quedado en casa, ya sabes, descansando un poco.

-Hace tiempo que no la vemos, ni se pasea por el club, es más, Marco, el estilista, hace años no le hace sus retoques de raíz.

-Ya la conoces, todo es cuando ella quiere. Y, últimamente se queda en casa relajándose, no le gusta salir a ningún lado.

La realidad era otra, décadas parecían haber pasado en el sillón de la sala de estar que hasta habían esculpido su ahora descuidada figura, alrededor, se respiraba un aire profano de quien cambió sus virtudes por un anillo vacío que en un inició simbolizo el reinicio de una buena vida. Además, el ambiente estaba impregnado de una sombra de quebranto y añoranza por los días pasados, ese olvido obligado a los días de fiesta y reuniones con amigas que la habían excluido por tener hijos y poco tiempo, finalmente, el olor a desánimo y poca voluntad para hacerse cuidados a sí misma, la gloria pasada era inexistente. 

Sus hijos, sus dos grandes constelaciones eran mudos, ciegos y sordos ante tal vorágine de destrucción pasiva. Ellos, decidieron contemplar la visión paternalista de que así sucede, así es la vida y los matrimonios. Si bien ellos nacieron en una época cercana a nosotros, fueron criados con las mismas pesadas mantas de nulidad de criterio «así es mamá y así lo ha sido siempre», «quejumbrosa, falta de luz», «pocos anhelos y muchos consuelos: la televisión, cigarrillos, dormir, y esas píldoras de colores del psiquiatra»

La revancha

Falso. Ninguna vida inicia sin dulzura ni arte para trazar una historia, lo que le sucedió a Esther es la vida de muchas y muchos que deciden no existir por sumergirse en los propósitos externos, personas que rehúyen de la responsabilidad divina de decidir con convicción cada día qué hacer consigo mismos. Los cuidados que estas personas ameritan tienen que ver con grandes sumas de realidad, una dosis para elefantes que les haga ver aún con dolor que las excusas para no salir a la vida y refugiarse en la penuria no son más que fantasmas que pueden exorcizarse, con apoyo, claro, pero, existen probabilidades y una gran suma de éxito sí el «ritual» se hace apropiadamente.

La depresión, que arrastra pesadas rutinas de días vacíos y monótonos son una instancia habitual. Aquí, los gustos y placeres que antes hacían volar la cabeza son un terreno desconocido, nada tiene lugar para el disfrute porque la abulia ha hecho su nido y entendió sus raíces a todo el sistema, es decir, el sujeto carece de voluntad hasta para verse en el espejo. Es aquí, en el universo del «me da igual» que preparaciones y cuidados respecto a la ingesta poco valen, o se disminuye el apetito o hay un incremento desmesurado, total, que eso no les interesa, la vida se apaga y es todo lo que existe.

Del mismo modo, parece que el tiempo avanza despacio, y es que hay un enlentecimiento y disminución de tareas, lo que antes se afanaba en el quehacer ahora «la chica de la limpieza» se encarga. De este modo, progresamos al terreno hostil y casi delirante de la culpa excesiva, una ensoñación de pesadilla de creerse inútiles y completos ineptos a las tareas profesionales o de la vida misma, la muralla de excusas es tan inexpugnable que ni siquiera se acercan para ver qué hay más allá. De este modo, observamos que la terapia más que una opción, es una exigencia.

Cuando un ser querido opta por exigencias del medio, por creencias obsoletas y finalmente por cuestión social, anularse, sólo le queda algo: vacío. Podemos sentirlo y notarlo cada día, pero no hacemos nada al respecto, y es allí donde fallamos. Como familiares, es nuestro deber y derecho ser agentes de cambio, voceros que puedan extender una mano gentil para amortiguar y revertir el veneno. 

¿Hay escapatoria? Si.

Sin embargo, no será fácil, y tendrá que recurrirse a diversas estrategias, la terapia es aquí la primordial aliada, el profesional puede brindarte asesorías sobre conductas usuales que el anulado suele repetir, construyendo a pasos pequeños cada día una una nube de oportunidades que dejará caer después gotas de bienestar, solicita ayuda y rescata de la jaula de oro al esclavo de la soledad. Las negativas son parte de la muralla oscura de pesar y costumbre, sin embargo, nada es perpetuo, y hay que recordar y hacerles recordar, que esas murallas no siempre estuvieron allí.

La balanza inclinada: Depresión

Como seres humanos estamos, cada día, inundados de sentimientos y emociones, estos nos conducen a tomar decisiones, caminos distintos, realizar actividades y a tratar con los demás, por lo que se vuelven la palanca de encendido en nuestras vidas. Según la OMS, aun en el presente año, la depresión es el trastorno que más afecta a la población y es, además, una de las principales causas de discapacidad en el mundo.

En el 2021, la Organización Mundial de la Salud mencionó que 280 millones de personas a nivel mundial, tienen depresión; y también conceptualizó a la depresión como una variación distinta del estado de ánimo y de respuestas emocionales breves.

Las emociones negativas y positivas están presentes en nuestra cotidianidad, y pueden sobresaltar en una discusión o en una situación agradable. La tristeza, por ejemplo, si bien no nos trae bienestar, enfrentarla y reconocerla es sano y nos ayudará a desarrollar nuestra inteligencia emocional; en cambio, cuando esta emoción perdura y no podemos superarla, es cuando los indicios de la depresión tocan a nuestra puerta.

Este trastorno no solo sale a la luz después de una intensa sensación de tristeza que no quiere dejarnos, sino que, por dentro, la balanza de nuestros neurotransmisores es inclinada por una reducción de noradrenalina, dopamina y serotonina. Estos neurotransmisores están encargados de regular nuestro sueño-vigilia, emoción, estado de ánimo, modulación de ansiedad, agresividad y estados de alerta.

La depresión sucede en personas de todas las edades, incluso niños pequeños. Los tipos más comunes de este trastorno son el de depresión mayor, que sucede cuando sentimientos de tristeza, ira, pérdida o frustración interfieren en nuestra capacidad de trabajar, dormir, estudiar, comer e interactuar con otros de forma diaria, al menos, durante dos semanas, y el trastorno depresivo persistente o distimia, que dura, al menos, dos años, dentro de este periodo de tiempo pueden darse momentos de depresión mayor, pero en general se tienen síntomas más leves.

Si bien se ha hablado de la depresión como trastorno general y algunos de sus tipos, hay que recalcar que es una enfermedad extensa y complicada que debe tener un estudio amplio, para poder entenderla de manera profunda.

Es importante concientizarnos acerca de este trastorno, ya que, en no pocas ocasiones, se han llegado a perder vidas debido a él. El circulo de apoyo y conciencia de la propia enfermedad serán herramientas clave para poder recuperarnos de esta.

Es bueno intentar comentar si experimentamos una sensación de tristeza que no entendemos, un sentimiento de frustración, ira o desesperación que no se va, un insomnio que se aferra a nosotros, una falta de apetito contínua o una pérdida que no hemos superado.

La comunicación con personas que puedan brindarnos soporte y escucha activa al momento de expresar lo que sentimos, es un arma que nos ayudará a luchar contra el aislamiento que, muchas veces, acompaña a este trastorno.

Estemos pendientes de nuestra balanza cerebral y nuestras emociones, así como de las personas que nos rodean, para que puedan ayudarnos con la batalla antes de que pueda empeorar. No estamos solos y siempre habrá alguien dispuesto a escuchar.

Referencias

Breton, M.F (2020). Base bioquímica y neuroanatomía de la depresión. Trastornos del neurodesarrollo. https://neuro-class.com/base-bioquimica-y-neuroanatomia-de-la-depresion/

Guadarrama L, Escobar A, Zhang L. Bases neuroquímicas y neuroanatómicas de la depresión. Rev Fac Med UNAM . 2006;49(2):66-72. https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=4447

(2014). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-IV-TR. Barcelona: Masson. AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (APA).

OMS (2021). Depresión. Recuperado de: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression#:~:text=La%20depresi%C3%B3n%20es%20una%20enfermedad,personas%20tienen%20depresi%C3%B3n%20(1)

Datos importantes sobre la depresión

Depresión… «dolor en el alma”…

Hay todavía, una incógnita aún pendiente, ¿por qué habrá personas más susceptibles a la depresión que otras? Recordemos, estar deprimido no significa estar estancado, ser un fracasado, etc.; tomémoslo como personas que se dejan llevar demasiado por su sentir, un sentir mal encausado…

Diferencias entre la depresión mayor, distimia y trastorno bipolar:

Depresión mayor:

Las personas se sienten mayormente tristes, casi a toda hora del día, tienen cambios en su apetito, pueden comer demasiado o muy poco, tienen problemas de insomnio marcados, pensamientos sobre la muerte y suicidio, perdida de deseo sexual, desencanto por pasatiempos que antes los hacían sentirse bien, ganas de llorar de manera continua, agitación nerviosa, y ansiedad.

Se comete el gran error de que cuando el paciente presenta distimia o depresión leve no se trate el asunto de raíz, que en cuestión de semanas y con pronto diagnostico se podría solucionar¸ lo cual complica mucho el tratamiento y llega a convertirse en depresión mayor.

Distimia o depresión leve:

Si en el transcurso de dos semanas (por lo menos) tenemos los siguientes signos es probable que se tenga distimia. (Publications, 2009)

  • Cansancio o falta de energía.
  • Comer en exceso o falta de apetito.
  • Baja autoestima.
  • Problemas para concentrarse o tomar decisiones.

Es así pues, que un gran número de personas pasamos por la distimia frecuentemente, pero debemos verlo como un estado de alerta en que debemos despertar , abrir los ojos, y pensar en salir cuanto antes de allí.

Trastorno bipolar:

El trastorno bipolar siempre incluye uno o mas episodios de manía caracterizados por un excelente ánimo, sensación de omnipotencia y conducta errática. Con frecuencia también incluye periodos de depresión. Durante un episodio maniaco usted podría sentirse exageradamente alegre, comunicativo o irritado durante una semana o más. También podría experimentar al menos tres de los siguientes síntomas: (Publications, 2009)

  • Sensación de omnipotencia o autoestima exageradamente elevada.
  • Necesidad de dormir mucho menor de lo habitual.
  • Necesidad urgente de hablar.
  • Pensamientos acelerados y facilidad para distraerse.
  • Aumento de la actividad que puede orientarse a lograr una meta o expresarse como agitación.
  • Urgencia por la búsqueda de placer que puede canalizarse en desenfreno sexual, gastar dinero en exceso, con consecuencias desastrosas.

Es probable que entre un episodio y otro el paciente se sienta completamente normal durante meses e incluso años. O que tenga cambios rápidos en el estado de ánimo (lo que se conoce como “ciclo rápido”). El trastorno bipolar adopta muchas formas. Por ejemplo, los síntomas de la depresión y la manía pueden entremezclarse entre ciclos. O bien, también podría no presentar manía exagerada, sino que una versión mas leve conocida como hipomanía. Por lo general, el trastorno bipolar empieza en los primeros años de la adultez. Los índices de suicidio entre las personas con este trastorno son mayores que el promedio. (Publications, 2009)

Imagen 1: trastorno bipolar

Conciencia y depresión:

Parte de sanar es comprender nuestras heridas. ¿Pero si comprendemos, entonces, de dónde proviene todo el dolor que sentimos? El dolor es como una música penetrante que está constantemente en nuestro interior, podemos escucharla, aunque cueste y seguir el melodrama, lo cual es lo mejor. El dolor es una muralla echa para nuestra defensa, aunque suene contradictorio, nuestro cuerpo decide dormir más horas para protegernos de cierta manera, lloramos para darnos cuenta de algo, es así sencillo; porque después de cada tormenta podemos ver las cosas con claridad, aprender y tomar mejores decisiones. A raíz de todo esto, yo me quedo con el pensamiento de la magnífica escritora británica Virginia Woolf: “Me gusta que la gente sea infeliz, porque me gusta que tengan almas”.

Imagen 2: depresión.

Familia y depresión:

La familia, primer núcleo de encuentro que tiene el humano, es sin duda; el vehículo que vaciara todas las futuras emociones y respuestas de afrontamiento, en cada uno.

Por tanto, comprender que no solo basta con amor, para mantener a un nuevo ser; sino de un conjunto de estrategias para su satisfacción. Una persona antes de traer hijos al mundo, debe haber hecho todo lo posible por comprenderse, y lo más recomendable es que lo haya hecho con terapia, y haber curado heridas, haberlas, sobre todo, entendido y procesado para no cargar con estas limitaciones al próximo individuo en camino. Es algo que no se está acostumbrado a hacer (al menos en Latinoamérica), se ve como una ofensa contra la inteligencia y por lo mismo, hay tantos problemas en el matrimonio, con los miembros de la familia y la sociedad respectivamente. Aunque hay buenas noticias al respecto, cada día, se escucha (en la escuela, el trabajo, etc.) que los jóvenes ya no toman a la maternidad o paternidad como algo imprescindible en sus vidas, y sobre todo, están más conscientes de la gran responsabilidad que conlleva traer hijos al mundo; en la actualidad, se busca tener una realización personal y una estabilidad financiera (a pesar de todos los problemas económicos) antes de dar este paso.

imagen 3: familia y depresión

Referencias:

Publications, H. H. (2009). Entendiendo la Depresión. Santiago de Chile: Impact Media.

Protocolo BATD: Activación conductual ante la depresión

Activación Conductual

Si tan solo mi vida dependiera de mi motivación y de las charlas de algunos gurús…, ¡hubiera muerto, de forma literal en el intento! Pero sigo con este terco y fervoroso corazón, viviendo al límite hasta cuando el cuerpo quiera o cada uno de los órganos me lo permita y así lo dispongan…

En ocasiones mi otro diagnóstico me ha cobrado factura, como lo es la depresión -en mi caso la depresión mayor-, en términos generales, lo abordaremos de la siguiente manera:

La depresión resulta ser una enfermedad mental que en los últimos años ha ido en crecimiento prácticamente de manera exponencial. Según la Organización Mundial de la Salud es una de las principales causas de suicidio a nivel mundial, y se estima que más probable es que necesitemos cada vez más tener conocimiento respecto a ella.

Con el aumento a nivel mundial que cada vez las personas se enferman más por depresión, es necesario tener alternativas eficaces al alcance, donde el sistema de salud invierta en tratamientos que puedan aplicarse y que puedan revertir este tipo de problemáticas evitando la cronicidad.

Por otro lado, evitando que los tiempos se extiendan demasiado, porque esto también le permitirá algún tipo de ahorro, tanto económico y en el transcurso del tiempo. De este modo, para que la mayor cantidad de gente se pueda atender en los sistemas de salud de manera breve.

El tratamiento en BATD – R consiste en formularios básicamente de planillas de relleno donde el paciente va a tener que llevar a lo largo de 10 sesiones y el terapeuta simplemente lo supervisará.

El material del libro está planificado para que sea breve, es por ello que el tratamiento de activación conductual es indispensable. La persona con depresión deja de hacer actividades gratificantes para él/ella, ya que tiene más bien una conducta por déficit y no por exceso.

Cada vez se hacen notar menos las actividades significativas en su vida, se deja de relacionar con otras personas, de repente deja de trabajar, de hacer lo que más le gustaban como cursar sus estudios, etc. Incluso el hecho de bañarse o de comer se convierte en un hastío. Pierde el apetito, quiere estar cada vez más en la casa, la cama y cada vez se levanta menos. El elegir conductas por déficit (es más lo que no hace), por lo tanto, realizar lo opuesto en términos generales.

Adaptado de: Martell et al (2010) Behavioral Activation for Depression. A Clinician’s Guide. The Guilford Press

“[La gente] adquiere una cualidad particular actuando constantemente de una manera particular… Uno se vuelve justo haciendo acciones justas, templado haciendo acciones templadas, valiente haciendo acciones valientes” – Aristóteles (284 B.C. – 322 B.C.)

El primer paso para este camino de aprendizaje es que la persona empieza hacer actividades nuevamente pero… no se trata de que haga un millón de cosas para estar “activado”. Otra muy distinta es que la persona pueda hacer algo en particular y que esto sea significativo y gratificante que lo lleve a esa “vida digna».

No son las simples diligencias, sino no “qué” es lo que le sea reforzado; y es importante porque una de las características de la depresión es que los comportamientos que pueden ser disfuncionales (no bañarse, quedarse en la cama tirado y demás) serán reforzados, y los comportamientos que pueden ser útiles para la persona, por ejemplo, salir y conocer a otras personas, son castigados.

Lo cierto es que uno de los desafíos más grandes es actuar directamente en la motivación para repercutir en el comportamiento de las personas, es por eso que enseñar que no necesariamente tenemos que estar “motivados” para ponernos en movimiento, es fundamental.

Nuestro comportamiento, cómo nos sentimos, cambia cómo pensamos y por eso la propuesta de la activación conductual es que la persona empiece a registrar en las actividades y las cosas que hacía lo que estaba llevando a la depresión, y así, poder empezar a reconvertirse en esa persona que queremos llegar a ser. Esas cosas que son importantes para nosotros; que los demás nos vean como la persona que nos gustaría ser en el futuro, es decir, poder hacerlo en base al ideal que tenemos y deseamos.

La activación conductual tiene que ver con esto, tiene que ver con empezar a programar, empezar a descubrir “cuáles” son nuestros valores, a empezar a descubrir “cuáles” son esas cosas que nos validan y poder ir en dirección correcta a través de actividades concretas.

Sin embargo, aquí existe el “quid del asunto” y es que hay razones puntuales para realizar actividades:

1.- Es importante porque me produce placer

2.- Es importante porque me ayuda a sobrevivir.

La verdad es que a uno no le da muchas ganas de ir a comprar al supermercado o a la farmacia. Pero acá radica el problema de la depresión, cuando entendí que tenía la necesidad de que las cosas tienen que ser placenteras para hacerlas. Ese círculo resulta vicioso si no es resuelto.

Peor aún cuando suponía que era necesario “tener ganas” o “sentir placer” para hacer las cosas y que, el hecho de no tenerlas es porque no estoy haciendo las cosas que para mí son importantes y que para mí me interesaban. Entonces, me terminaron matando, me hundieron en una espiral descendente de la cual no podía salir y ¿cómo se rompe esto? Bueno, entendiendo que es una de las cosas que propone este tratamiento, que no se sustituye con una charla (motivacional), tampoco que no hace falta tener ganas para hacer las cosas, ya que hacer las cosas en función de las ganas resulta voluble y bastante variable e inconsistente …

También una de las cosas que ocurren es cuando la depresión también desemboca en la pérdida del sentido. La persona cree que su vida perdió el horizonte por eso las causas de los intentos de suicidio; frases tales como: “para que voy a seguir viviendo”. Esto entra en torno a los valores de la persona, cuáles son estos, sus pilares y por los cuales lleva orientados su vida.

Generalmente….

podemos ver personas que tienen muchas obligaciones y están deprimidas: trabajan, hacen mil y una actividades, y sin embargo se sienten deprimidas o desinteresadas por lo que hacen.

Se sienten tristes, o bien despliegan conductas placenteras, y sin embargo, también están deprimidas. Es lo que pasa justamente con la depresión en una crisis en torno a los valores. La persona se olvida de las cosas que son significativas a construirse en un futuro.

A veces, en mi experiencia, no tengo ganas de realizar ciertos pendientes que me demandan esfuerzo, por ejemplo: la especialidad en la que me estoy formando. Sin embargo, estos malestares pueden valer la pena; guiados en esos principios, son los valores, que resultan ser (nuestra) la  brújula interna, de tal manera que harán posible que mi mayor esfuerzo en ser una mejor profesional.

Por último, la más considerable y breve reflexión es no banalizar, puesto que la depresión no es una pequeña tristeza, y se puede enmascarar en la más tierna sonrisa, en la más común y típica mentira: “estoy bien”. Donde poco a poco, la persona se va extinguiendo delante de nosotros, incluso hasta el borde de la muerte.

Debemos tener esta gran consideración y llamada de alerta para nosotros como especialistas, redes de apoyo (familia, amigos, centros de salud, etc); estar atentos y poder actuar de manera efectiva (prevenir y promover) creando una cultura de cuidado y armonía en sociedad.

Bibliografía:

LIBRO – material:

depresión mayor criterios diagnósticos:

  1. Taylor WD. Clinical practice. Depression in the elderly. N Engl J Med. 2014 Sep 25;371(13):1228-36. [Medline]
  2. Diagnostic and statistical manual of mental disorders, 5th ed. rev.: DSM-V. Washington, DC: American Psychiatric Association, 2013.