A raíz de las fiestas patrias que acaban de pasar y también al ser fanática de una de las mejores series de los últimos tiempos, pensé en hacer un análisis sobre la política en la que vivimos, tomando un poco de referencia a las series de Juego de Tronos (GOT) y La Casa del Dragón (HOD). Entiendo que no tengo la razón absoluta y tampoco la busco obtener; simplemente quiero compartir cómo se pueden ver las cosas en nuestra realidad diaria a través de la lente de estas series.
Desde hace ya algunos años, me considero una gran fanática de la saga Juego de Tronos y también de su precuela La Casa del Dragón. Sin embargo, algo que me ha dejado pensando es la necesidad imperiosa que muestran los personajes de estas series por obtener y mantener el poder. En Juego de Tronos, el mismo nombre de la serie nos da una pista de la trama central: la lucha por el trono y cómo en este juego no hay personas que sean realmente de fiar. Cada quien jala para su lado, buscando asegurar su lugar y dominio.
Por otro lado, La Casa del Dragón comienza con una disputa familiar que desencadena una guerra interna. Los hijos del rey Viserys I, quienes deberían ser aliados por su vínculo de sangre, terminan enfrentándose por el trono. Si no has visto los episodios, te advierto que podría haber spoilers, así que lee bajo tu propia responsabilidad. Lo interesante aquí es cómo el honor y las promesas hechas anteriormente se ponen a prueba. Muchas casas que habían jurado lealtad a la reina Rhaenyra Targaryen (la verdadera y legítima reina), siguen respetando ese juramento, pero otras se voltean de bando ante amenazas o simplemente por conveniencia, buscando su propio beneficio, sea este dinero o supremacía.
En el episodio 2×05, vemos una escena donde Alys Rivers, una bastarda de los Riverlands y una especie de «maestre», conversa con el rey consorte Daemon Targaryen, señalando que quienes suelen sufrir más en los conflictos son los inocentes, especialmente niños y mujeres. Esto ocurre después de que Daemon ordenara a William Blackwood hacer lo necesario para que los Bracken se unan al bando de Rhaenyra, lo que resultó en una masacre de inocentes, un acto que fue repudiado incluso por los señores de Riverlands.
Esta reflexión me lleva a pensar en la epistemología del poder. La palabra «poder» proviene del latín potere, que hace alusión a la autoridad y al mando. El poder, fuera de la sociedad, no es imaginable porque siempre se manifiesta a través de las relaciones sociales. A su vez, una sociedad sin poder no puede existir, ya que necesita esa energía que la impulsa y establece las reglas mínimas indispensables para vivir en grupo. La anarquía permanente no es una posibilidad real; en cualquier grupo o asociación, es indispensable la existencia de un poder. No es correcto enfrentar la noción de grupo a la de poder como si fueran antagónicas, ya que el poder es necesario para mantener el orden, y la libertad no es posible sin él (Carpizo, 1999).
No existe sociedad sin poder. Lo social y el poder se implican recíprocamente, uno no puede existir sin el otro. Aristóteles afirmaba que el hombre es un ser político, lo que generalmente se traduce como que el hombre es un ser social. Esta idea sugiere que el poder debe servir para unificar al pueblo, y no para que unos pocos se beneficien a costa del bien común, algo que vemos tanto en La Casa del Dragón y Juego de Tronos como en nuestra realidad diaria.
Aunque actualmente las monarquías son escasas y la democracia ha dado más protagonismo al ciudadano común, seguimos viendo que, a pesar de poder elegir a nuestros gobernantes, muchas veces estas personas solo buscan su beneficio propio. Aquí es donde entra en juego la corrupción. Por otro lado, la psicología también tiene un papel importante en lo social; somos seres sociales y, por ende, tener una visión crítica de la problemática política es fundamental para ser conscientes de las normas que nos rigen. Como mencionaba Alys Rivers, son los más vulnerables quienes suelen verse más afectados.
Palabras finales
La única forma de contrarrestar esto es saber que el conocimiento es poder, como dijo Sir Francis Bacon, celebre político y filósofo inglés. Esa así, como ciudadanos, nuestra responsabilidad elegir un voto informado. El poder es necesario para mantener el orden y la cohesión en la sociedad, pero debe ser manejado con responsabilidad y en beneficio de todos, no solo de unos pocos. Las series de fantasía como Juego de Tronos y La Casa del Dragón nos recuerdan que, aunque los escenarios sean ficticios, las luchas de poder, la corrupción y las consecuencias de estas decisiones son muy reales.
Referencias:
Carpizo, L. (1999). El poder: su naturaleza, su tipología y los medios de comunicación masiva. Boletín Mexicano de Derecho Comparado, 1(95). https://doi.org/10.22201/iij.24484873e.1999.95.3588