Autonomía y TLP ¿Yo puedo sola?

Partiendo desde un concepto de cómo es que una persona desde pequeña forma su propia autonomía, Jean Piaget (en Kamii y López, 1982) menciona que el ser humano procede a generar su autovaloración, decidir por sí solo, poseer el sentido de responsabilidad, también interactuando de manera social, afectiva, intelectual y moral, con la finalidad desarrollar la autonomía, asimismo respeten la misma de otras personas.

Sin embargo, la autonomía tampoco significa una expresión de libre albedrio, sino no se estaría cumpliendo la finalidad ya mencionada.

En el TLP (Trastorno límite de la personalidad), esta autonomía sería muy gratificante para la persona quien la padece, ya que el trastorno se expresa de diferente manera en cada paciente. Es por ello que, para una persona con TLP obtenga autonomía, se debe realizar un diagnóstico diferencial correcto, porque cada quien responde a la psicoterapia de distintos modos (Meehan et al., 2018).

Dicho lo anterior, la autonomía alcanzada después de terapia por parte de las personas que presentan TLP, según Stanghellini y Rosfort (2013), que desde la fenomenología hermenéutica y de la psicopatología dialéctica, podrían lograr reducir algunos aspectos emocionales como los siguientes:

  • Desesperación: “Asociada a la incapacidad para decidir y a la coexistencia de sentimientos ambivalentes que generan la sensación de estar atrapado entre dos tendencias opuestas. Un ejemplo de esto sería la experiencia de un paciente de querer comprobar si su pareja le está siendo infiel y, al mismo tiempo, tener el temor de que esta conducta precipite una terminación de la relación. Esta desesperación se traduce en un estado de parálisis para la acción y el pensamiento, una parálisis desconcertante, inquietante y frenética”.
  • Aburrimiento: “Es la pérdida generalizada del interés en todo. La experiencia de aburrimiento hace que el mundo se vuelva monótono; los demás y la persona misma se perciben desprovistos de sentido y las emociones se aplanan. El aburrimiento es uno de los sentimientos centrales en el afecto disfórico”.
  • Vergüenza: “La vergüenza como estado afectivo puede precipitar la rabia durante rupturas psicóticas propias del paciente límite. Generalmente, la rabia y la vergüenza son acompañadas de resentimiento, rencor, indignación e ira narcisista asociada a los sentimientos de humillación. Un paciente puede estar absolutamente convencido de que su novia le está siendo infiel porque en el fondo tiene la certeza de ser alguien inferior y de poco valor para ella”.
  • Culpa: “Esta emoción ocurre al sentir que se ha ocasionado un daño al otro. Puede estar asociada a la vergüenza al sentir que dicha acción traiciona los propios valores o el ideal de cómo debería haberse comportado la persona”.
  • Alteraciones en la vivencia del tiempo: “Mientras las funciones neuropsicológicas básicas de la temporalidad están intactas en el paciente con trastorno límite de personalidad, la inestabilidad afectiva y la identidad típica de estos casos generan una visión cambiante del sí mismo, con discontinuidades importantes, cambios rápidos de roles, metas y relaciones”. 

Estos aspectos emocionales crean una incapacidad para ver la continuidad personal a lo largo del tiempo y produce una sensación de desarrollo personal que puede predecir el futuro (Gallagher y Schmicking, 2010). Por lo tanto, con una correcta intervención e inserción de autonomía se llegaría a prevenir futuros indeseables, y así la persona con TLP no se reduzca solamente a experimentar un momento su existencia, ni se encuentre atrapada sin lograr proyectarse al futuro.

Concluyendo lo expuesto, las terapias que manejan el contrarrestar la sintomatología general del TLP son las psicoterapias especializadas como TET (Terapia enfocada en la transferencia), TDC (Terapia dialéctica comportamental) Y TBM (Terapia basada en mentalización), en donde la TDC funciona mucho mejor que la TCC en cuanto a acortar la conducta suicida, dimensiones de disociación/psicoticismo y autoagresiones (Oud et al., 2018). Todas ellas ayudarían a que una persona con TLP pueda realizarse o fortalecer su propia autonomía; y con el pasar del tiempo llegar a ser totalmente independiente, respetando la autonomía de las personas con quien se relaciona en un camino de responsabilidad.

Referencias

Kamii, C., & López, P. (1982). La autonomía como objetivo de la educación: implicaciones de la teoría de Piaget. Infancia y Aprendizaje. https://doi:10.1080/02103702.1982.10821934 

Meehan,   K.,   Clarkin,   J.   y   Lenzenweger,   M.   (2018).   Conceptual   Models   of   Borderline Personality Disorder, Part 1: Overview of Prevailing and Emergent Models. Psychiatric Clinics of North America https://doi.org/10.1016/j.psc.2018.08.001

Stanghellini,  G.  y  Rosfort,  R.  (2013).  Emotions  and  Personhood.  Oxford  University  Press. doi: https://doi.org/10.1093/med/9780199660575.001.0001

Gallagher,  S.  y  Schmicking,  D.  (2010).  Handbook  of  Phenomenology  and  Cognitive  Science. https://doi.org/10.1007/978-90-481-2646-0

Oud,  M.,  Arntz,  A.,  Hermens,  M.,  Verhoef,  R.  y  Kendall,  T.  (2018).  Specialized  psychotherapies  for  adults  with  borderline  personality  disorder:  A  systematic  review  and  meta-analysis. https://doi.org/10.1177/0004867418791257

El sonido del amor: Mamá, ¿Puedo ir al parque?

Habita en el hombre una tendencia oculta a ser reconocido por los demás. Desde pequeñitos aprendemos a escuchar para sobrevivir. Al que no hace caso, lo carga el payaso*. Escuchar y confiar en los otros es práctico: permite conocer aquello que es, sin la necesidad de atravesar las experiencias desagradables que podrían originar este conocimiento. Los adultos en los que un niño confía son, parcialmente, los cristales a través de los cuales observa el mundo. De aquí la importancia para los padres de convertirse en figuras de apego honestas con el niño y la causa de la exaltación de la obediencia en múltiples culturas como instrumento para favorecer la supervivencia colectiva.

Sin embargo, si se persiste en considerar la aprobación u opinión de los otros como confirmación de realidad, se presentan complicaciones en la vida adulta adulta. Se traduce en la necesidad de reconocimiento. Al respecto hay múltiples teorías. En especial se levanta recientemente la de Axel Honneth (que es usada además como excusa para exigir el reconocimiento social como derecho inherente a la dignidad humana). Esta teoría del reconocimiento postula que un sujeto necesita de otro para tener una identidad estable y plena. Es decir, la dinámica social descansa sobre el principio radical del mutuo reconocimiento. Sin reconocimiento, las identidades se diluyen, el hombre no puede considerarse a sí mismo un hombre completo y sufre injustamente la privación de un derecho. Maslow se refería a esta cuestión (aunque sin considerar sus implicancias político-sociales) al hablar sobre la necesidad de reconocimiento. No obstante, es importante aclarar que Maslow distingue dos niveles en esta necesidad de reconocimiento: la social e individual. Existe la necesidad de ser reconocido por otros, pero también la de reconocerse y apreciarse a uno mismo.

Ahora bien, sucede que la estima social es variable por múltiples razones. ¿Debe serlo también el reconocimiento de uno mismo como ser capaz?. La necesidad de reconocimiento social continuo es el origen de múltiples problemas, como el desarrollo de una personalidad complaciente en exceso y la falta de asumir responsabilidades sobre las propias acciones, utilizando como escudo la obediencia a estándares externos que se asumen como válidos solo por existir fuera del sujeto en cuestión. En cristiano: cuando uno trata de confirmar la realidad a partir de lo que dicen los demás, termina por culparlos siempre, directa o indirectamente, por todos los errores que pueda cometer. Al fin y al cabo, ellos son los que tienen razón.

No te escondas Pepito

Podríamos afirmar entonces que el valor interno que le demos a la opinión de los otros es inversamente proporcional, se desee o no, a la seguridad que poseamos en nuestros propios juicios. Existe una forma simple de evaluar esto: cuando mi opinión y la de los demás es opuesta, ¿Cuál pesa más? Si es siempre la de los demás, tenemos un problema de responsabilidad sobre nuestras decisiones y sobre el valor que damos a nuestras propias apreciaciones. Por el contrario, si la perspectiva propia tiene más peso en nuestro fuero interno que las ajenas, nos consideramos en igualdad de condiciones frente a los demás. Esto, porque a quien más afectan nuestras posiciones es a nosotros mismos. Necesitamos estar seguros de las posturas sobre las que sufriremos consecuencias tarde o temprano.

No debe confundirse esta última actitud con evitar todo tipo de duda sobre una posición adoptada. Es necesario dudar para afirmarse en una opción determinada, lo que no es saludable es dudar continuamente a causa de un menosprecio de la propia capacidad.

Pero, ¿No decías que escuchar a los demás era una forma de supervivencia útil? Definitivamente, aunque no puede ser permanente. La confianza ciega en el entorno es eficiente mientras nuestra capacidad de juicio sea inferior a la del medio. Una vez llegada la adultez, y gracias al proceso de individuación y afirmación que se da usualmente durante la adolescencia, es necesario que la presión social pase a un segundo plano frente a las preferencias del individuo.

Y, ¿Por qué hablamos del sonido del amor en el título? Porque el consejo y escucha continuas suele confundirse con amor. Especialmente destacan los vínculos exagerados con los padres: pedir opinión para vestirse, elegir un trabajo, una carrera, etc. El común de la gente pretende asociar las voces de consejo con muestras de amor, cuando muchas veces prevalece en ellas una catarsis personal, un culto ególatra o una visión muy parcializada por cualquier otro motivo en el consejero.

No todo consejo es malo, no. No todos los demás están siempre equivocados. Pero hay que sacar cara primero por uno mismo, para eso hay que estar seguros, pensar, pensar mucho porque hace falta. Saber que quien saldrá ganando o perdiendo seremos nosotros mismos. Si somos honestos, si somos responsables, si acogemos nuestra voz interna con amor.

*El payaso de rodeo tiene la misión de alejar el toro del vaquero cuando cae a tierra. Lo peor que puede pasar es que no le quede más remedio que cargar al retador cuando el peligro es excesivo.

Referencias:

Gandler, S. (2018). Historical Ethos, Quadruple Ethos of the Capitalist Modernity and Baroque Ethos: Contributions of B. Echeverría for a Critical Theory from the Americas. 마르크스주의 연구15(3), 274-318.

Heidegren, C. G. (2002). Anthropology, social theory, and politics: Axel Honneth’s theory of recognition. Inquiry45(4), 433-446. https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/002017402320947531

Huitt, W. (2007). Maslow’s hierarchy of needs. Educational psychology interactive23. http://www.rlifiles.com/files/en/2015_Grad_F.pdf

Van Leeuwen, B. (2007). A formal recognition of social attachments: Expanding Axel Honneth’s theory of recognition. Inquiry50(2), 180-205. https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00201740701239897