Maria Alejandra Muñoz Muñoz

Directora Consultora Warayana Psicóloga Clínica

Piromanía: Incendio mental

Pyrós. Es una palabra griega, que hace referencia al fuego. Este elemento ha llegado a simbolizar energía, dinamismo, calor, afecto y pasión, pero también odio, rencor y destrucción.

Existen algunas personas que presentan una fijación excesiva en el fuego, a quienes, acorde a los manuales diagnósticos de problemas de la salud mental CIE-10 y DSM-V, se les cataloga como pirómanos. Diagnóstico incluído en el grupo de Trastornos del control de impulsos.

Las personas con piromanía perciben una fuerte necesidad de encender fuego, quemar o incendiar cosas, bienes inmuebles, naturaleza, animales o hasta a otras personas.

Los pirómanos manifiestan un incremento de la tensión interna antes de la ejecución del acto. Al consumarlo contemplan las consecuencias del mismo y sienten inmediatamente un poderoso efecto de relajación, de satisfacción y/o de excitación psicofisiológica.

Una persona con esta enfermedad mental, tiene una grave dificultad para regular sus emociones, y por ende, para controlar sus impulsos. Recordemos que los impulsos son mecanismos inconscientes que buscan reducir la tensión interna.

Es más, la sensación de alivio o placer suele aparecer antes de la ejecución del evento relacionado con el fuego. El simple acto de imaginación y planeación también se convierte en un fuerte aliciente para las personas con esta enfermedad.

Es importante resaltar que no existiría una motivación ajena al mero hecho de experimentar con este elemento. Koson y Dvoskin (1982).

En la adultez la piromanía puede ser crónica o episódica. En caso fuese esta última, lo hacen especialmente en períodos de impactante estrés.

PERFIL PSICÓLOGICO:

Son la niñez temprana o adolescencia las etapas de vida en donde usualmente se activa la atracción desmedida hacia este elemento de la naturaleza.

Un estudio desarrollado por la criminóloga Elena Tortora en el 2017, analizó el perfil psico-criminológico de los pirómanos. Sus hallazgos revelan una alta incidencia de disfuncionalidad familiar, factores ambientales, tales como, abusos físicos, psicológicos (abandono o rechazo emocional) y sexuales en la etapa de infancia. Así como problemas de aprendizaje significativos.

También se ha llegado a relacionar el desarrollo de este trastorno en adultos, que en su edad temprana presentaron recurrentes episodios de enuresis nocturna, severas dificultades en sus habilidades sociales y tendencia a presentar conductas autoagresivas.

Se va remarcando a lo largo del trayecto de vida, un gran interés y curiosidad sobre diversos aspectos asociados con la contemplación del fuego y con las consecuencias de un incendio.

Los pirómanos pueden partir de pequeños actos, tales como: prender fósforos, encender hornillas de la cocina, coleccionar encendedores, ver películas relacionadas al tema.

Existe también una gran motivación por participar como bomberos voluntarios. Canalizando ciertamente su deseo de ver arder las cosas, ya que también suelen percibir satisfacción por los equipos y actividades que combaten el fuego.

En general, la fascinación esta presente en el antes, durante y después, de la conducta incendiaria. Es su obra de arte, les fascina observar, intentan no alejarse del lugar, tomar fotografías, documentar el evento en videos, ya que de esa manera podrán volver a repetir en cierta medida, la sensación de poder.

Jackson (1987), planteó la hipótesis del desplazamiento de la agresividad en personas con este trastorno, quienes provocarían el fuego como medio de activación o arousal apropiado.

Algunas personas con este trastorno ejecutarían la conducta bajo los efectos de alguna sustancia psicoactiva, mediante los cuales se sentirían desinhibidos, lo que favorecería el dar rienda suelta a los impulsos.

EPIDEMIOLOGÍA

Resulta complejo lograr establecer la incidencia de este trastorno en la población general. La piromanía suele ser de difícil detección, ya que, mayormente cuando son detenidos por una conducta incendiaria ocultan su motivación real para eludir la ley. Por ende, sus testimonios son de dudosa fiabilidad.

A pesar de estas dificultades, en los estudios que han intentado detectar la prevalencia del diagnóstico en la población, se ha determinado que el inicio de la piromanía suele darse en la infancia o adolescencia, siendo más frecuente en varones.

Debido a la menor incidencia del género en la piromanía, entre el 10 y el 18%, existe poca información sobre el desarrollo de estudios científicos. A pesar de ello, Bourget y Bradford (1989), encontraron en las mujeres una alta incidencia en el desarrollo de eventos de cleptomanía (otro de los trastornos del control de los impulsos), así como también una mayor asociación a conductas suicidas

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

Según los autores Geller (1987), Kolko y Kazdin (1992), las conductas incendiarias pueden manifestarse como un síntoma en el contexto de otros diagnósticos, como por ejemplo, la esquizofrenia, manía, trastorno de personalidad, alcoholismo, demencias (síndromes amnésicos), y personas con discapacidad mental. Por lo que es importante hacer la exclusión de los distintos criterios diagnósticos.

Por último, es importante considerar a la pirofilia en el diagnóstico diferencial, ya que la pirofilia se refiere a la sensanción de placer netamente sexual al incendiar cualquier cosa.

BIBLIOGRAFÍA:

American Psychiatric Association. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. 5ª Edición. Ed Panamericana

Bourget D, Bradford JM. (1989). Female arsonists: a clinical study. Bull Am Acad Psychiatry Law; 17 (3): 293-300.

Koson DF, Dvoskin J. Arson. (1982). A diagnostic study. Bull Am Acad Psychiatry Law; 10: 39-49

Wise MG, Tierney JG. (1995). Impulse control disorders not elsewhere classified. En: Hales RE, Yudofsky SC, Talbott JA, eds. Textbook of Psychiatry 2nd ed. Washington DC: American Psychiatric Press

Geller JL. (1987). Firesetting in the adult psychiatric population. Hosp Community Psychiatry; 38 (5): 501-6.

Kolko DJ, Kazdin AE. (1992). The emergence and recurrence of child firesetting: A one-year prospective study. J Abnorm Child Psychol; 20: 17-37

Showers J, Pickrell E. Child firesetters. (1987). A study of three populations. Hosp Community Psychiatry; 38 (5): 495-501.

O’Sullivan GH, Kelleher MJ. (1987). A study of firesetters in the south-west of Ireland. Br J Psychiatry; 151: 818-23.

Virkkunen M, Nuutila A, Goodwin FK, Linnoila M. (1987). CSF monoamine metabolite in arsonists. Arch Gen Psychiatry; 44: 241-247.

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