Y todo comenzó así…
¡Hola! Sé que hubieras preferido que no escriba esta carta pero aquí estoy, he llegado con más fuerza, anteriormente te visitaba pero solías ignorarme, creo que aún no tienes idea de quién soy. Me presento, soy tu amiga Ansiedad, no te asustes hoy vengo en son de paz, por cierto ¿por qué no me aceptas?
Lo digo porque la última vez que me acerqué a ti me ignoraste por completo, tuve que manifestarme con un dolor de pecho o una migraña pero me pasaste por encima. Te di muchas señales para que pararas y no fuiste capaz ni querías, seguías atendiendo llamadas, diciendo sí a todo, tratando de demostrar a los demás quién eres, pensando en lo que no va a pasar…. Por eso hoy, aunque no me gusta actuar así, me he puesto firme y he cogido valor para presentarme. Sé que me odias y yo en cambio te quiero proteger. Sé que dices que ojalá no me hubieras conocido y yo sin embargo desespero cuando ni caso me haces. He venido para alertarte; a veces me paso, lo sé, pero si respiraras mejor, si hicieras lo que te apeteciera, si fueras menos exigente… nos lo harías más fácil a las dos y eso lo sabes.
¿Recuerdas esa vez que te dio un dolor de cabeza? ¿O cuando tuviste insomnio por más de dos horas? ¿O qué tal esa vez que, sin apetito te metiste un atracón de chocolates?, todas esas veces era yo tratando que me escucharas pero seguías con tu ritmo de vida, seguiste con tu misma manera de pensar… Entonces intenté algo más fuerte, hice que te temblara el ojo, que te diera gastritis y que te sudaran las manos… pero tampoco lo percibiste. Bueno no te sientas recriminada , sólo quiero pedirte un favor…
¿Quieres hacer el favor de parar de trabajar cuando te envío señales?, ¿de actuar con asertividad y no decir «sí» a todo?, ¿de dejar de preocuparte por lo que aún no ha llegado y seguramente no pase? Cuídate, atiende a tu cuerpo, a tu emoción. Toma mis visitas como avisos de que es tiempo de conectar contigo misma. De que cuando ocultas tu rabia, tu ira, tu tristeza… favoreces a que yo aparezca, lo único que llevo tratándote de decir todo este tiempo, es que… ya es tiempo de evolucionar, necesitas hacerlo, no hay de otra. Necesitas crear cambios muy profundos dentro de ti, pues en realidad no estás disfrutando de tu vida y no te sientes plena. Por eso pretendo ayudarte a recuperar tu esencia y para lograrlo, tendrás que deshacerte de lo que te impide contactarla.
Deseo ayudarte a ver precisamente qué te impide contactar con tu sentido de vida, con tu pasión por vivir, con tu alegría y con tu verdadero ser que es tu esencia. Cada vez que yo aparezca en tu vida, será porque por ti misma no te has dado cuenta que no estás siendo plena y feliz, así es que si vuelvo a aparecer, no te asustes… mejor agradéceme que llegué y escúchame….
¿Te gustó la carta? Creo que si la ansiedad nos hablara nos podría decir eso y más. Todos alguna vez en nuestra vida hemos sufrido de intranquilidad, angustia; algunos en nivel más elevado que otros pero al fin y al cabo todos hemos experimentado ese vacío en la panza, la aceleración de nuestro ritmo cardiaco, las ideas rumiantes, el exceso de futuro, entre otras señales que nos manda nuestra querida amiga “ Ansiedad”
Ya sea por la pandemia o por una sobredosis de redes sociales los niveles de ésta se pasean por las nubes. Vamos a empezar por definirla. Es una emoción normal que se experimenta en situaciones en las que el sujeto se siente amenazado por un peligro externo o interno. Muy a menudo confundimos el síntoma (angustia, inquietud, insomnio, etc…) con el problema en sí , es una señal de alerta, una advertencia de que algo no anda bien. Por poner un ejemplo sencillo, sería como la fiebre que aparece como reacción y defensa ante una infección en nuestro organismo. Habría que diferenciar entre miedo (la persona conoce el objeto externo y delimitado que le amenaza y se prepara para responder) y ansiedad (el sujeto desconoce el objeto, siendo la amenaza interna y existiendo una dificultad en la elaboración de la respuesta).
Es normal sentir agobio por mudarse, empezar un empleo nuevo o hacer un examen. Este tipo de sensación es desagradable, pero puede empujar a la persona a trabajar mas duro. Por otra parte, cuando se habla de una ansiedad sana ésta viene y va, pero no interfiere con el día a día de la persona. Debemos, por lo tanto, ver qué problema está tratando de resolver (aunque de forma poco acertada), qué función está cumpliendo, preguntándonos de dónde viene, qué necesitamos revisar y sobre qué está tratando de llamar nuestra atención. Ella puede traernos mensajes distintos a cada uno de nosotros, la clave está en ver cuáles son para iniciar a tratar su origen y no solamente eliminar de forma superficial las molestias que nos ocasiona.
¿Cuáles son las causas de la llegada de nuestra amiga ansiedad?
Las causas de los trastornos de ansiedad son complicadas. Muchas podrían ocurrir en el acto, algunas pueden conducir a otras. Entre las más comunes está el estrés ambiental, dificultades en el trabajo, problemas en las relaciones interpersonales, querer controlar la situación, genética, se dice que las personas que tienen familiares con un trastorno de ansiedad son más propensas a experimentar uno ellas mismos. Además, se cree que las áreas cerebrales responsables del manejo del miedo pueden estar interferidas.
Se presenta con síntomas físicos que pueden variar de una persona a otra. En su manifestación más intensa, se dan las llamadas crisis de ansiedad en las que los síntomas son más agudos y en ocasiones pueden acompañarse de sensación de muerte, de locura o de pérdida de control. Todo ello provoca un intenso malestar más o menos continuado que puede derivar en un «miedo al miedo», es decir: lo que inicialmente causaba incomodidad se acaba transformando en temor a percibir los síntomas y malestares que provoca ella. Muchas veces nace a partir de emociones reprimidas o mal gestionadas.
Hay muchas razones para rechazar lo que sentimos, puede ser que en nuestra familia de origen no nos enseñaron a manejar nuestros afectos, puede que creamos que nos van a llevar a extremos que no podremos controlar, a lo mejor hace que nos juzguemos… En cualquier caso, las emociones rechazadas o mal gestionadas degeneran frecuentemente en molestias y problemas mayores. Conocer cómo vivimos éstas y aprender a realizar una gestión más sana de ellas es esencial para evitar que aparezcan en otras formas más perjudiciales.
Los síntomas generales son: Respiración rápida y poco profunda, aceleración de las pulsaciones del corazón, inquietud constante, problemas de concentración, dificultad para dormir, entre otros; estos síntomas pueden variar en intensidad y frecuencia debido a que cada uno reacciona de acuerdo a lo aprendido. Por otra parte, con respecto al diagnóstico, en muchas ocasiones se recorre un largo trayecto de pruebas médicas, visitas a urgencias del hospital y que al final del proceso te dicen: “Usted no tiene nada, tiene ansiedad, lo que tiene que hacer es relajarse y tomarse la vida de otra forma”. Y te preguntas… “¿Y eso? ¿Y ahora cómo lo hago?”. Desde muchos ámbitos, incluido el médico y sanitario en general, existe mucho desconocimiento sobre cómo tratarla psicoterapéuticamente, y se apela en frecuentemente a la fuerza de voluntad sin dar herramientas o estrategias de manejo.
Cuando nuestra «amiga» aparece en nuestra vida, lo natural es que queramos solucionarla lo antes posible. Ante nuestra “prisa” por estar mejor o resolver lo que nos preocupa podemos no darnos cuenta que es necesario un proceso que puede durar más tiempo del que nos gustaría. Ante casos agudos de ansiedad o algunos trastornos asociados a ella puede ser oportuno una medicación que nos ayude a rebajar el malestar o los momentos más intensos, pero debemos tener en claro que son un recurso que actúa sobre los síntomas pero no soluciona el problema de base.
La ansiedad no se cura con pastillas sino a través de un proceso de terapia con el que atenderemos el mensaje que viene a traernos, conocer el origen y darle su tiempo para tratarla a profundidad. Ser conscientes de que necesitamos un tiempo para mejorar, trabajar en sus causas y aprender recursos con los qué gestionarla, serán los pasos para vencer la ansiedad, recuperar el equilibrio y prevenir futuras apariciones; aquí te menciono algunas actividades que nos pueden ayudar:
-Organiza cualquier actividad que te cause presión o alguna fecha límite, elabora listas para hacer que las tareas abrumadoras sean más manejables y comprométete a tomarte un tiempo libre del estudio o del trabajo.
– Ejercicios de relajación: Esto incluye meditación, practicar una respiración diafragmática o profunda, baños con aceites corporales o esencias agradables, pueden realizarse en una tina, descansar en un lugar oscuro y practicar mindfulness.
-Ejercicios para reemplazar pensamientos negativos por positivos: haz una lista de los pensamientos negativos que podrías estar teniendo como resultado de la ansiedad, y escribe otra lista junto a ella que contenga pensamientos positivos y creíbles para reemplazarlos.
-Red de apoyo: habla con personas conocidas que te apoyen, como un familiar o un amigo.
-Ejercicio: el esfuerzo físico puede mejorar la autoestima y liberar sustancias químicas en el cerebro que desencadenan sentimientos positivos.
Consejería: Buscar apoyo psicológico es una buena opción, el psicólogo te brindará las herramientas necesarias para que la puedas aceptar y convivir con ella, recuerda que desde que aceptas tenerla ya te estás haciendo cargo.
Anímate a correr el riesgo de conocer y aceptar a nuestra amiga «Ansiedad».









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