Desde los inicios del desarrollo de la especie humana, las emociones se han hecho presentes en el día a día, generando diferentes tipos de reacciones en las personas, y sirviendo para poder responder ante situaciones nuevas, conflictos o ante la creación de una idea, ya que activan los procesos mentales de una persona. Según Reeve (2010), “Las emocionesson fenómenos subjetivos, fisiológicos, funcionales y expresivos de corta duración que nos preparan a reaccionar en forma adaptativa a los sucesos importantes en nuestras vidas” (s.p.). Es así que el estudio de las emociones nos dará una explicación de porque las personas actúan de determinada forma, ante determinados escenarios.
Las emociones se conforman por procesos afectivos, que suelen ser muy breves, muy intensos y temporales; y que están asociadas con un estímulo desencadenante; cumpliendo una serie de funciones que nos permiten adaptarnos a un determinado entorno o situación. Primeramente, la función adaptativa, permite generar una conducta apropiada ante una determinada situación. Luego la función social que permite introducirnos en las relaciones interpersonales, generando no solo un vínculo entre las personas, sino dinámicas de relaciones y la función motivacional, donde la emoción va dirigida hacia una determinada meta, por lo que moviliza a la persona para que realicé una determinada conducta.
¿Para qué sirven las emociones?

Las emociones deben su existencia a su gran influencia en los asuntos humanos, en especial a los cruciales, desde un punto de vista irracional. Goleman en su best seller mundial sobre inteligencia emocional. Según Goleman (1995), “Un matrimonio completamente entregado a su hija, hizo todo lo que estuvo en sus manos por salvarla cuando el tren en donde iban se precipitó al río, respondiendo a su amor de padres. Acto seguido, lograron sacarla por la ventana y lamentablemente ellos fallecieron”. (p. 8). Con este ejemplo se intenta explicar, como a través del tiempo la autoinmolación parental se debe al traspaso de genes y por consecuencia a persistir en la línea reproductiva. Es así que las emociones se visualizan como un sacrificio irracional, que priman en momentos decisivos.
Cuando la pasión desborda la razón

Goleman nos explica que, dentro de las emociones, encontramos reacciones rápidas en automático, que serían la respuesta a años de evolución en donde el sentido de supervivencia era fundamental para la preservación de la especie, por lo que se inscribieron en nuestros genes, específicamente en nuestro sistema nervioso. Asimismo, La sociedad, a través de las normas que establece para regular la conducta, también ha ayudado a regular las emociones. Según Ciompi (2007), “el pensamiento «puro» y exento de afecto no existe ni en la ciencia, ni en la lógica formal”. (s.p). Por lo que hablaríamos de un tipo de lógica afectiva, ya que nunca estamos libres de afecto, lo que tiene efectos significativos sobre todo tipo de pensamiento y comportamiento, estando así la emoción por encima de la lógica y no al contrario.
Impulsos para la acción

Goleman clasifica y explica la naturaleza de las emociones principales dentro de los parámetros biológicos y como estas confluyen en la vida cotidiana, Primero, en el enojo, se da un aumento del flujo sanguíneo de las manos, el ritmo cardiaco se acelera, y las hormonas se alteran; lo que ayuda a generar la cantidad de energía necesaria para acometer acciones vigorosas. Segundo, cuando sentimos miedo, la sangre se retira del rostro y fluye a la parte de las piernas, favoreciendo así la huida. Al mismo tiempo, el cuerpo parece paralizarse, aunque sólo sea un instante y el cuerpo se pone en estado de alerta predisponiéndolo para la acción, mientras la atención se fija en la amenaza inmediata con el fin de evaluar la respuesta más apropiada. En tercer lugar, está el amor donde los sentimientos de ternura y la satisfacción sexual activan el sistema nervioso parasimpático, también engloba un amplio conjunto de reacciones que implican a todo el cuerpo y que dan lugar a un estado de calma y satisfacción que favorece la convivencia. En cuarto lugar, la tristeza nos ayuda a asimilar una pérdida irreparable y provoca la disminución de la energía y el entusiasmo especialmente en las diversiones y los placeres y cuanto más se profundiza y se acerca a la depresión, más lento se vuelve el metabolismo corporal. Este encierro introspectivo nos brinda el hecho de llorar y sopesar sus consecuencias, para luego planificar y cuando la energía retorna se da un nuevo comienzo. Por último, está la felicidad que se encarga de inhibir los sentimientos negativos y de obstaculizar los estados que generan preocupación, al mismo tiempo aumenta el caudal de energía disponible. En este caso no hay un cambio fisiológico especial salvo una sensación de tranquilidad que hace que el cuerpo se recupere más rápido de la excitación biológica provocada por las emociones perturbadoras. Esta condición proporciona al cuerpo un reposo, un entusiasmo y una disponibilidad para afrontar cualquier tarea que se esté llevando a cabo y fomentar también, de este modo, la consecución de una amplia variedad de objetivos.
Nuestras dos mentes

Según Daniel Goleman, en un sentido muy real, tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente. Los sentimientos son esenciales para el pensamiento y viceversa. Pero cuando aparecen las pasiones, la balanza se inclina: es la mente emocional la que domina y aplasta la mente racional. Entonces si hablamos de una mente racional, nos referimos a aquel aspecto lógico de la persona. No importa a qué conjetura o preguntas diarias arribemos, no importa si la lógica usada nos lleva a tomar elecciones elementales o incorrectas. Sin embargo, una vez que hablamos de nuestra mente emocional, hacemos alusión al aspecto del cerebro vinculado al sentir. No es viable tener una emoción sin que esta nos haga cualquier tipo de pensamiento, ni se puede pensar en cosa alguna sin que esto nos depare cualquier tipo de sensación. Además, las personas que solo razonan, sin tener cuenta sus sentimientos, pueden llegar a tomar elecciones que, al final, lo llevarán a un desenlace emocional de frustración o abandono. Tanto uno como el otro, el excesivamente racional (rígido) y el excesivamente emocional (flexible), concluirán siendo presas del malestar.
El cerebro, el lugar donde se producen las emociones

Durante millones de años el cerebro ha evolucionado hasta que los centros superiores llegaron a ser derivaciones de los centros inferiores. La región del cerebro más primitiva es el tallo encefálico y se encarga de la supervivencia regulando las funciones básicas, como la respiración y movimientos automáticos, entre otros. A partir del tallo encefálico surgió el neocórtex, lo que se traduce en que el cerebro racional es derivado del cerebro emocional. Por otro lado, el sistema límbico forma la región donde se generan las respuestas a los estímulos emocionales, que permiten al individuo fijar el resultado de las acciones y aprender si son deseables o no, pues en el se encuentran centros de recompensa y castigo.
El secuestro emocional

El secuestro emocional para Goleman (1995) es:
Aquella reacción de la persona que se da] en un instante y desencadena una reacción decisiva antes incluso de que el neo córtex —el cerebro pensante— tenga siquiera la posibilidad de darse cuenta plenamente de lo que está ocurriendo, y mucho menos todavía de decidir si se trata de una respuesta adecuada. El rasgo distintivo de este tipo de secuestros es que, pasado el momento crítico, el sujeto no sabe bien lo que acaba de ocurrir. (p.14).
Estas respuestas emocionales inmediatas son muy comunes en nosotros. Estas reacciones es posible que las hayamos experimentado en situaciones desesperantes, de estrés, miedo o de mucho entusiasmo. Cabe resaltar que no solo desencadenan comportamientos negativos, sino también positivos. Todo este proceso toma lugar en nuestro sistema límbico, específicamente en nuestra amígdala, al ser esta parte del cuerpo uno de nuestros centros emocionales. Este proceso se daba antiguamente en las personas cuando se encontraban en situaciones de peligro. En la actualidad, esta amígdala sigue activándose de vez en cuando llevándonos así a comportarnos impulsivamente en ocasiones.
La amígdala, la sede de las pasiones

La amígdala cumple una importante función en el ser humano, pues nos permite poder relacionarnos con las personas de nuestro entorno. Esta viene a ser como un depósito de memoria emocional que nos permite reconocer a nuestra familia, amigos y pareja. Además, esta no solo se encarga del procesamiento emocional, sino que además de ello tiene relación con el aprendizaje y la memoria, dado que permite pasar información hacia la corteza prefrontal y ayuda a que parte de ella se deposite en nuestra memoria de largo plazo. Una de sus funciones más importantes es poder identificar alguna clase de amenaza, siendo una especie de centinela psicológico que afronta todo tipo de situación; siendo la primera en tomar respuesta en esto, con sus recursos neuronales más intensos y primitivos, que tienen un gran poder que desborda a la misma razón, y transmitiendo un mensaje al cerebro de manera inmediata. Por otro lado, la amígdala funciona como un sistema rudimentario de alarma, que, con más frecuencia de lo deseable, manda un mensaje de urgencia que relaciona la experiencia presente y la compara con lo que sucedió en el pasado, utilizando un método asociativo, equilibrando las situaciones, por el simple hecho de compartir algunos rasgos similares, desarrollando respuestas que fueron captadas en el pasado y que ya son obsoletas; y que reacciona antes de que la información termine de procesarse en el neocórtex. La amígdala puede precipitarse en rabia o miedo antes de que el córtex sepa de manera concreta lo que está ocurriendo, ya que la emoción se pone en marcha antes que el pensamiento. Dicha reacción resulta eficaz en el caso de los animales, ya que les permite huir a la menor sospecha de peligro, mientras que en los humanos resultaría en situaciones vergonzosas y poco decorosas, como el percatarte de tu ex pareja mientras vas en el metro, la reacción de huir o saltar de dicho trasporte para alejarse de esa situación que podría representar un peligro para el individuo resultaría en la muerte.

Para finalizar, las emociones responden a momentos cruciales en la vida del ser humano, esto debido a que forman parte de nuestra historia genética, ya que responden a la supervivencia de nuestra especie. Por otro lado, la sociedad y las normas han tenido un papel importante en su regulación y gestión en las personas. Así también, cumplen una función esencial en nuestra vida diaria, debido a que son impulsos que nos permiten orientar nuestras acciones de manera eficaz. Además, nos ayudan a conocer nuestro entorno y a nosotros mismos, facilitando así la toma de decisiones ante diferentes situaciones. Cabe mencionar que se pueden manifestar distintas emociones a la vez.
Respecto a su explicación biológica, a partir del tallo encefálico surge el neocórtex, lo que se traduce en que el cerebro racional surgió del cerebro emocional. Es así que el sistema límbico influye en las respuestas fisiológicas ante ciertos estímulos que provocan emociones. En consecuencia, se puede decir que el ser humano tiene dos mentes, una racional y otra emocional; las personas deben de aprender a expresarse de manera adecuada implicando estos dos aspectos, así los resultados serán más satisfactorios. Asimismo, la amígdala nos permite relacionarnos de manera adecuada con nuestro entorno y cumple una función importante de aprendizaje y memoria, ya que es el principal núcleo de control de las emociones y sentimientos, controlando las respuestas de satisfacción o miedo; y también es la responsable del llamado, “secuestro emocional”, ya que puede originar que la persona actué sin control racional guiado solo por lo que siente, ante un escenario que la empuje a ser más emocional que racional. Es así que, sólo cuando existe armonía entre la mente racional y emocional, podemos hablar de inteligencia emocional.
Bibliografía
Goleman, D. (1995). Inteligencia Emocional. https://ciec.edu.co/wp-content/uploads/2017/08/La-Inteligencia-Emocional-Daniel-Goleman-1.pdf
Ciompi, L. (2007). Sentimientos, afectos y lógica afectiva. Su lugar en nuestra comprensión del otro y del mundo. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq, 27(2), 153-171. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352007000200013
Reeve, J. (2010). Motivación y emoción (5° Ed). México. McGRAW-HILL.



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