Levantarse cada mañana no es un simple hábito, para algunos, en especial los jóvenes, esto significa un viaje a través de una motivación perdida, un desgano monumental y una obligación inusitadamente grande que marca el compás de los pasos. No es levantarse para ver el sol salir, es abrir los ojos y pensar ¿para qué lo hago? En esta era los números hablan por sí solos, las diferencias entre oportunidades, creatividad e inclusive diversión nos llevan a caminos distintos dependiendo no solo de cómo se desenvuelven por el mundo las personas, sino que, hay algo más que las empuja a caminos bienaventurados y a otros, la gran mayoría, los conduce a senderos amargos. Pero, ¿Cómo se llega a esos caminos?, ¿qué estado mental nos hace entrar hacia un laberinto de tristeza?, ¿será que es posible escoger la miseria sobre la felicidad?

¿Realmente controlamos lo que pensamos?
Dependiendo del autor al que leas, puede que sí y puede que no. Según la Terapia de los Esquemas de Jeffrey Young y Janet Klosko, hay un porcentaje grande de control que podemos tener frente a la rumiación ácida de la mente, pero, antes de indagar sobre este proceso, debe quedar claro por qué debemos cuestionarnos esto.
Resulta que para nadie es un secreto que muchas veces, y sobre todo en periodos de “vacas flacas” las caras largas no se hacen esperar, que los anuncios de muerte se abran de par en par como bocas que nos comen al igual que el coco de la infancia, que muchas veces la fortuna en cualquiera de sus formas parece que se escabulle y pasa la noche en un hotel de lujo y no al lado de un catre. Es como si todo se moviera en pro de la miseria, y es aquí cuando muchos se detienen y piensan: ¿Por qué a mí?, ¿qué hice para merecer esto?, ¿cómo llegue aquí?
Los relámpagos mentales no cesan en las noches, siguen de día y atraviesan cada momento de la tarde, no controlamos lo que pueda suceder de parte de otros, pensamos inclusive en el Fondo Monetario Internacional, el ozono, la plusvalía, no obstante, nada de eso está en manos de los jóvenes ni de los mayores, pero aun así estos pensamientos llegan y afligen hasta la médula. Es como si cada título obtenido a lo largo de la vida se va a la basura, se lo comen los gusanos y termina en el fondo del océano, al lado de la basura mental de otros que también lo piensan. Es una red en la que muchas veces las grandezas escapan. Sin embargo, sí, se puede controlar a la quimera mental, pero todo tiene un costo, y no es precisamente el honorario del psicólogo.

Los esquemas, grandes rutas hacia la virtud o la desgracia
En el libro “Reinventa tu vida, cómo superar las actitudes negativas y sentirse bien de nuevo” (Young y Klosko, 1992) ocurren dos impactos. Primero, es que para algunas personas parece demasiado bueno para ser verdad, y el segundo y más fuerte impacto es el que lleva a considerar que es tan bueno que no servirá de nada. Ese autodesprecio, desgano y caída en picada a la Fosa Mariana de la negatividad tiene nombre, y va más allá de la pesadumbre, y viene gestada desde antes de saber usar Facebook.
Los esquemas, son grandes andamios mentales que fijan en las personas modos de proceder, sentir, pensar e inclusive imaginar. Si se tuviera que describir cómo se fraguan, puede decirse que están hechos de experiencias, de situaciones gratas e ingratas, personas significativas y otras que no lo son tanto, pero que sin lugar a dudas han dejado una huella mnémica lo suficientemente amplia como para imprimir en nuestro sistema un nuevo “modus operandi”.
¿Por qué elijo la desgracia?
Es una pregunta aceptable luego de lo anterior. Sí los esquemas nos conducen a caminos distintos en la vida ¿cómo gestamos la tragedia? A través de los vínculos sociales distorsionados, apadrinados por una maquinaria mental que intenta hacer lo mejor posible para evitar el desastre ocasionándolo cada vez más. Un ejemplo práctico arrojará luz sobre el tema:
Frida, es una mujer voluptuosa con carrera brillante y un noviazgo que se desborona con cada infidelidad de su pareja, cada vez que él se va, ella siente un apetito casi irrefrenable por perseguirlo y sentirlo en sus brazos. Cada día es una discusión sobre el pasado o el presente, realmente, por cualquier cosa. Sin embargo, al llegar la noche y encontrar a su pareja echado en la cama, siente una calma casi absoluta. Frida se encuentra envuelta en el esquema de abandono, mientras más se aleja su pareja más desea su presencia, la calidad de esta poco importa, solamente interesa que esté allí, aunque sus esfuerzos infructuosos por retenerlo hagan una espiral voraz de autodestrucción.
Cuando el esquema de abandono se hace presente, es natural que entre las muchas causas exista un cuadro de pérdidas significativas muy marcado, además de fluctuaciones emocionales tan rápidas e intensas que hacen de la persona un amasijo de “nervios” cuando la persona añorada se va.

Para esta situación, es prudente cuestionarse porqué seguir allí, pese al desespero e infelicidad, y la respuesta la trae una afirmación tan cruda pero constante en terapia: “sí se va, me desmorono, sí no está, estaré peor y no sé cómo dejarlo. Lo tristemente irónico en estos casos es que existe una repetición constante que aviva el esquema y produce que su “víctima” quede esclavizada soportando y proveyéndose abusos.
La razón por la que probablemente está compulsión persiste es al aprendizaje de patrones durante el desarrollo de la persona. En un momento fueron útiles, pero, perdieron vigencia caducaron y la persona lo siguió empleando para recrearlos sin darse cuenta en diversos escenarios de su vida. El niño abusado y humillado busca en la adultez una pareja o jefe que lo veja y avergüenza en cada momento. Es una realidad desconcertante pero genuina.
Es necesario acotar que existen muchos otros esquemas, tales como: desconfianza y abuso, vulnerabilidad, dependencia, privación emocional, exclusión social, imperfección, fracaso, subyugación, normas inalcanzables, grandiosidad, entre otros, que veremos en otra oportunidad. Ahora bien, ¿Cómo lograrlo?
Salir a flote
Empezar el camino para encarar la verdad de las creencias y esquemas distorsionados es una lucha entre una quimera y un mortal. Si piensas a este punto que es imposible, ya perdiste la batalla, en terapia no estás solo y en la vida, muchas veces, tampoco. Acércate a una vida tranquila, es posible.
En primer lugar, etiqueta de la mejor manera qué vives, el conocimiento es poder y otorga la capacidad de progreso, reclámate la posibilidad de saber dónde estás parado y a dónde quieres ir. Caracteriza de la mejor manera qué sucede.
Siente desde tus entrañas el origen, de dónde viene, qué dice el niño herido (técnica tomada de la Psicoterapia Guestáltica), revivir el sufrimiento es atemorizante, pero en sesión no estás solo. Atrévete a aconsejar, guiarlo, imaginar cómo lo llevas a su objetivo, en el caso de Frida su vivencia infantil de abandono se revivió a partir de la pérdida de uno de sus padres, ninguno de sus esfuerzos infantiles logró devolver a su madre de las garras de la muerte, ni estabilizó la convivencia familiar tras ello. Conecta con el niño interior herido, desprotegido, que sufre.
Además, somete a escrutinio qué hechos validan tu esquema, cuántas veces el esquema se aprobó y cuántas veces el esquema no se cumplió. Esto es, hechos a favor y en contra. Cuestiónate ¿tu desprecio es innato o lo aprendiste?, ¿fue real en tu infancia solamente o lo sigue haciendo ahora? Describe además tus opciones ¿cómo cambiarlo? Enumera todas las posibilidades realistas e inclusive a alguien que pueda colaborar, no estás solo.
Escribe quiénes favorecieron tus esquemas, “sin disclaimers” es decir, si tus padres te humillaron y vejaron, expresa todo lo que visceralmente desearías decirles, lo injustos que fueron contigo. Descarga emocionalmente aquello que en su momento no lograste, hacia tu jefe, una ex pareja, un hermano, la escuela, quien sea. Desahoga tu niño interior.
Revisa, de forma concienzuda tu esquema, desarticula su funcionamiento, conviértete en detective de cómo funciona, sigue los pasos hacia cómo son sus desarrollos y desenlace, nadie más que tú lo sabe. Además, así como Holmes, describe momentos contraproducentes, formas en las que sucumbes ante el esquema donde te rindes fácilmente, y de nuevo, remarca cómo cambiarlo, tenlo siempre a la mano, es tu arma ahora hacia un futuro brillante y esperanzador.
Rompe el esquema a través de pasos manejables, no vayas por lo que socialmente te exigen, escoge trabajar en el esquema que más repercute en tu vida sin morir en el intento. Se trata de sanar, no de herirte con más furia. Escoge pasos que puedas superar y sean realistas con tu estilo de vida, a fin de que las veces que “metas la pata” sean menores, y si suceden, puedas salir más deprisa y sin un coste emocional que corte tu estabilidad en dos. Poco a poco, pero, persistente.
Visibiliza a los agentes que ocasionaron el reforzamiento de estos esquemas, y está vez, en lugar de hablarles, cuestiónalos ¿son ellos niños heridos al igual que tú con esquemas disfuncionales?, ¿son ellos verdaderas quimeras furiosas o son personas que equivocadamente te trataron? Cuestiona.
Muchas veces, la grandiosidad con la que observamos a estos agentes reforzadores impide que el esquema sea superado, es por ello, que debemos verlo de forma racional y hasta objetiva, llegando inclusive, si quieres y estás listo, a perdonarlos, sin presión, esto es tu decisión, te apoyaremos.

Existen obstáculos y pueden superarse
Contraatacar el esquema, darle más importancia o veracidad de la que tiene puede ser un problema, para ello, es necesario abandonar las armas y defender la integridad de uno mismo. El esquema perjudica y debe dejarse.
Escapar del dolor parece razonable, hasta que te das cuenta que el vejador y la víctima eres tú mismo. No encarar el esquema es huir de la posibilidad de una esperanza de vida estable, es huir de acercarte a las personas de manera sana, es evitar que tus problemas se aminoren o al menos, puedas reconocerlos con mayor facilidad. Piensa en la recompensa, si deseas verlo con mayor claridad. Finalmente, por qué todo a ti no es una simple frase, puede esconder una serie de defectos que son complicados de asimilar, puede a su vez implicar que lo que hacemos lo hemos manejado de manera inadecuada, que la situación es abrumadora y nuestro sistema decidió activar el “modo automático”. Sin embargo, no hay lugar a dudas que cuando sentimos el dolor y razonamos lo que sucede allá afuera y aquí dentro, grandes cambios pueden darse, agradeces la negación del empleo o de la chica linda de la tercera cita, y aprendes que no todo es una situación de todo o nada, hay matices, y puedes aprender a manejarlos y crecer.
Referencias
Young, J. & Klosko J. (1992). “Reinventa tu vida. Cómo superar las actitudes negativas y sentirse bien de nuevo”. Disponible en https://d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net/48146676/Reinventa_Tu_Vida_Jeffrey_E_Young.pdf ?1471525025=&responsecontentdisposition=inline%3B+filename%3DReinventa_Tu_Vida_Jeffrey_E_Young.pdf&Expires=1612 735299&Signature=E5O3UPs6sgTc-Fb-y9eZA85ntS





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Cómo me comunico con la autora?
Grandes cambios para nuestras vidas si tomamos decisiones conscientes y la actitud de afrontar cada paso… Hermoso Brenda Geldes