Dedos cruzados: Mitomanía

«Había estado esperando mucho tiempo para que ese momento llegará, y cuando pasó me quedé atónito. En poco menos de 20 días atrás, Larita me había contado que se iría a estudiar a Londres, me sentí alegre y a la vez con una especie de nostalgia anticipada. Le compré unos aretes y le escribí una nota, antes creía que nunca era demasiado tarde para decirle a la persona que quieres lo que sientes. Cuando nos despedimos me devolvió el te quiero, y realmente me quedé sin palabras. Subía constantemente fotos a sus redes sociales de lugares impresionantes. Un día me dijo que escribir textos no era lo suyo, y que mejor solo habláramos por videollamada antes de dormir, sacamos el cálculo de la diferencia horaria, y así, sin salir de nuestras habitaciones, fuimos descubriendo el mundo. O eso pensé, luego de casi un año de relación, se me ocurrió invitarla a una cita, cada uno elegiría el restaurante de su preferencia, y tendríamos la videollamada con un nuevo escenario. Y realmente fue así, aunque se cayó el telón. Larita, me dijo que no podía porque tenía trabajos académicos que presentar, pasaron varios días sin conversar, me sentía preocupado, así que, viajé en el bus hacia la casa de sus padres, en el camino pensaba que necesitaba asegurarme que estuviera bien, pero no tenía claro que les diría al verlos. Me senté frente al parque, y vi la luz del cuarto de Larita encendida, me pregunté si su hermana menor estaría durmiendo allí, pero mientras empezaba a acercarme, vi que quien se asomaba a la ventana era Larita. Quise creer que acababa de llegar, y que estaba por darme una sorpresa. Se me humedecieron los ojos, y di media vuelta. En medio del viaje, decidí escribirle, diciéndole que no era necesario hacer una videollamada fuera de casa, que la extrañaba. Larita me respondió a los minutos confesándome que ella también me extrañaba, nuevamente me quedé sin palabras, esta vez no era de alegría, ni de nostalgia anticipada, era de miedo. Prendió la cámara, y noté que era el mismo cuarto, la misma almohada, la misma colcha, las paredes tenían el mismo color, y el reflejo del espejo proyectaba los mismos objetos. No podía creerlo, Larita me había mentido, Londres nunca fue su hogar, Larita no se había mudado, seguía viviendo a tan solo veinte minutos de mi casa».

Decidí empezar este tema con un relato corto, porque vamos a analizar las características de la mentira y de la mitomanía, puntos que describen el perfil psicológico del personaje de Larita.

Psicología de la mentira

Mentir significa decir deliberadamente lo contrario de lo que se sabe, se cree o se piensa que es cierto, con el fin de engañar a alguien, o a un grupo de personas. También se considera como mentira el ocultar una verdad que se sabe es necesaria de compartir. Así mismo, una mentira puede ser una verdad selectiva, simulada o exagerada. En general, mentir es un engaño deliberado y consciente.

Uno de los principales motivos del engaño es para formar o manejar las impresiones de los demás, usualmente esto esta direccionado a generar una imagen «socialmente aceptable». Es así que, uno de los propósitos de mentir es para sentir que se satisface la necesidad de aceptación social, seguridad y protección.

El proceso de la mentira camufla una necesidad de proyección hacia un objetivo, como por ejemplo, proyectar mayor educación, atractivo, poder, inteligencia…

Las personas mienten también ante algún tipo de amenaza real o imaginaria, como lo es el miedo al abandono, al rechazo, con el fin de protegerse, evitar alguna pérdida, obtener algo a cambio de la mentira, etc.

Por otro lado, al mentir también se obtiene placer, esto es porque la persona que miente puede disfrutar de cómo logra los objetivos deseados, llegando incluso a sentirse más astuto que los demás, reforzando un tipo de complejo de superioridad, que se traduce en una baja autoestima.

La persona que miente sabe que corre el riesgo de ser descubierta, y la percepción de este riesgo favorece la producción de adrenalina, por lo que, personalidades con tendencia a conductas de riesgo tienen mayor predisposición a la mentira.

Mentir supone caer en una especie de tela de araña, ya que muchas veces se tendrá que construir una mentira sobre otra para mantenerla, incluso a mediano y largo plazo.

Diferencias entre mentir y mitomanía

La principal diferencia es el fin de la mentira, mientras que una persona mentirosa lo hace con un objetivo, como alguno de los mencionados previamente, la persona con el diagnóstico de mitomanía no.

Es necesario distinguir el grado de mentira, la frecuencia, duración, contextos. Ya que, la mitomanía se refiere a una conducta de tipo compulsiva.

Las personas mitómanas no necesariamente se llegan a creer sus propias mentiras, algo que no suele suceder con una persona mentirosa, quienes tienden a alterar ese episodio de realidad, reasignándole otras características que cumplan con su mentira.

Una de las diferencias más evidentes, es el impacto a nivel de consecuencia que se puede llegar a tener, una persona con mitomanía tiende, con el tiempo, a ser vista por los demás con recelo, desconfianza, y a haber deteriorado significativamente sus relaciones interpersonales.

Mitomanía: El Síndrome de Pinocho

A la Mitomanía también se le conoce como la Pseudología fantástica, o popularmente como el «Síndrome de Pinocho», se trata de un problema psicológico, que consiste en presentar una conducta repetitiva del acto de mentir, haciéndolo prácticamente de forma espontánea.

La persona mitómana tiene una grave dificultad para resistirse al impulso de mentir, y ha ido «entrenando» sus procesos cognitivos (atención, concentración, memoria), por lo que, le resulta sumamente sencillo crear una realidad falsa con argumentos de distintas variantes.

Investigadores de la Universidad de California del Sur han analizado el cerebro de personas con el diagnóstico de mitomanía, y han descubierto que tienen un 14,2% menos de materia gris que las personas honestas. Concluyendo que, esto se correlacionaría con otorgarle una menor importancia a los aspectos morales y a presentar una mayor desinhibición.

Muchas veces, la mitomanía se asume como parte de la sintomatología de patologías psíquicas, en donde el foco de la acción de mentir podría explicar parte del diagnóstico. Las principales patologías que la incluyen son los Trastornos de personalidad límite, antisocial, del control de impulsos (Cleptomanía, Ludopatía), y dentro de los trastornos de adicciones.

Si te interesa saber más de este tema, te recomiendo la serie de Netflix «Inventado a Anna».

Bibliografía utilizada:

Ferrari, L. (2011). Cómo descubrir la mentira y al mentiroso. www.tusbuenoslibros.com

Detrás de la máscara de un mitómano

Alguna vez en nuestra vida nos hemos puesto a pensar por qué mentimos; y es innegable el hecho de que todas las personas en el mundo alguna vez han mentido por diferentes circunstancias, siendo considerada muchas veces una estrategia para no tener que enfrentar la realidad o tener que asumir las consecuencias de nuestras propias acciones.
Un estudio realizado en la universidad de Massachusetts nos mostró que el 60% de las personas mienten al menos una vez durante una conversación de 10 minutos. Y es que el individuo empieza a mentir desde la infancia y los sigue haciendo hasta la adultez, pero ¿Cuándo es que esta mentira esporádica podría considerarse una mitomanía?
Conociéndose también con los nombres de seudología fantástica o mentira patológica, la mitomanía suele ser una conducta adictiva y repetitiva no teniendo un motivo o circunstancias válidas. Para el mitómano el mentir se convierte en un hábito, siendo una forma de relacionarse con los demás, lo que los pude llevar a crear historias insostenibles, y aunque se puedan dar cuenta de que las otras personas los han descubierto pueden seguir mintiendo y complicar aún más su narración. Por lo que este trastorno puede llegar afectar todos los aspectos de la vida de la persona que lo padece tanto en el ámbito laboral, familiar, sentimental y social, siendo muchas veces incapaz de darse cuenta de qué es lo que origina estos problemas.

Por lo que es relevante conocer cuáles son los síntomas de un mitómano:

  • Manifiesta niveles de ansiedad altos cuando tiene frente a él las condiciones ideales para poder mentir.
  • Pensamientos recurrentes que lo llevan a mentir.
  • Manifiesta dificultad para poder resistir el impulso de mentir.
  • Siente satisfacción cuando los demás descubren las mentiras.
  • Presenta baja autoestima.
  • Pocas habilidades sociales.

Todos estos síntomas también pueden provenir de un trastorno de personalidad antisocial o personas con dependencia de sustancias. El mitómano se siente más cómodo mintiendo que diciendo la verdad ya que este trastorno es una conducta adictiva. La edad promedio de origen es a los dieseis años.
El 40% de mitómanos presentan anomalías en el sistema nervioso, presencia de epilepsia, traumatismo cráneo encefálico o infección.

Cómo identificar a un mitómano:

  • Con frecuencia hablan de sus experiencias y logros en los que figuran como victoriosos o heroicos.
  • También suelen contar historias en las que ellos son las victimas en busca de simpatía.
  • Sus narraciones siempre están bien elaboradas y están llenas de detalles.
  • Se caracterizan por tener diferentes versiones de la misma historia.

El mentir compulsivamente podría afianzarse como consecuencia de los castigos recibidos en la niñez. Lo que nos indica que no hay que castigar a los infantes cuando dicen pequeñas mentiras que son producto de su imaginación y forman parte de un estado evolutivo. Ya que lo que se origina es reforzar un comportamiento negativo; siendo relevante explicarles la diferencia entre realidad y fantasía.

¿Qué le sucede al cerebro de un mitómano?
Las mentiras le pueden proporcionar al individuo, cierto nivel de satisfacción; el saber que cada una de las mentiras que pueda decir tienen cierto nivel de peligro produce una descarga de adrenalina en el cerebro actuando como un reforzador fortaleciendo la respuesta mitómana y convirtiéndose en un círculo vicioso.
Investigadores del University College de Londres nos dicen que es importante conocer que cuando mentimos por primera vez para obtener algo, se origina una activación en la amígala; la cual tiene la función de originar sentimientos negativos que nos hayan sentir mal, limitando el alcance de la mentira.
Actualmente neurocientíficos de la Universidad de California del Sur encontraron que el cerebro de los mitómanos es ligeramente diferente de los individuos que dicen la verdad. Teniendo 26% más de sustancia blanca en la corteza prefrontal.
La sustancia blanca tiene como función la transmisión de la información por lo que al haber un incremento de las misma hay una mayor capacidad cognitiva para poder procesar las mentiras y poder manipular.
Muchas veces las historias contadas por los mitómanos pasan como creíbles ya que cuentan con abundantes detalles. Lo que conlleva a pensar que el individuo a estado procesando a minuciosamente toda esa información.

El pensamiento de un mitómano
Tras la mentira patológica o mitomanía hay una persona con baja autoestima, tiene el pensamiento de que si se muestra tal y como realmente es, no será aceptado por los demás. Los mitómanos están caracterizadas por poseer una personalidad insegura; y sus mentiras con frecuencia son un plagio de ideas, pensamientos y vivencias de los otros; siendo usualmente de personas que ellos admiran. Al presentar pocas habilidades sociales hacen uso de las mentiras para poder parecer más interesantes ante las personas que lo rodean.
Citando a la doctora Maricarmen Jiménez Colín del Departamento de psiquiatría y salud mental de la UNAM; nos dice que la mitomanía es una falsificación desproporcionada que puede llegar a ser extensa, complicada o presentarse durante años o incluso toda la vida.
Es importante conocer que el mitómano dice mentiras con dos fines, el primero, para poder obtener algún beneficio; y el segundo, para poder construir una imagen y así poder ganar la admiración de los demás.
Como se dijo, suele estar vinculado a diferentes trastornos mentales, como el trastorno histriónico, el antisocial, el límite, el facticio o el narcisista.

Tratamiento
El mitómano no es capaz de reconocer que lo que está haciendo trae problemas, por lo que es relevante que la persona quiera cambiar por si sola; ya que la mayoría de estas personas que llegan buscando ayuda solamente lo hacen por haber sido obligados por sus familiares o por razones médico-legales.
Por lo que si el mitómano necesitase un tratamiento psicológico, la más factible es la psicoterapia cognitiva conductual, ya que lleva al individuo a un análisis de la situación; aclara cómo es que funciona la persona; cuál es el entorno en el que se da la problemática y cuáles son las consecuencias que trae consigo. De esta forma, el individuo podría darse cuenta de la situación y poder tomar la decisión de realizar un cambio.
En algunas situaciones el tratamiento psicológico va acompañado de fármacos.
Para que el tratamiento pueda ser efectivo se necesita la ayuda profesional, compromiso del paciente y apoyo o colaboración de su entorno.

PALABRAS CLAVES: Mitómano, adrenalina, narcisista, capacidad cognitiva.

REFERENCIAS

  • Dike, C. (2008). ¿Mentira patológica síntoma o enfermedad? Recuperado de https://www.psychiatrictimes.com/view/pathological-lying-symptom-or-disease
  • Linares, R. (2021). La mentira como forma de vida. Recuperado de: https://www.elpradopsicologos.es/blog/mitomania-mitomano-mentiroso-compulsivo
  • Mitomanía o la forma compulsiva de mentir – Ciencia UNAM.