
Hace algunos días, mientras iniciaba diciembre, me puse a escuchar unos villancicos en YouTube mientras realizaba un quehacer. Yo estaba muy tranquila y relativamente contenta. De pronto, me dieron muchísimas ganas de llorar. Era como si estas lágrimas salieran, pero con mucha tranquilidad. De verdad, se sentía muy bien llorar. Quizá de pronto te das cuenta de que la Navidad cambia de sentido para ti.
Y aunque me arriesgo a abrirme un poquito en este escrito, quiero contarles que particularmente no tengo agradables recuerdos de algunas navidades de la infancia. A mis 17 años decidí cambiar mi historia y pasar Navidad con mis abuelitos. Desde entonces, no conozco otro lugar seguro en estas fechas. A lo que voy es que está bien si de pronto no te sientes tan festivo en estas fechas, ya sea por ansiedad social, por el materialismo, por recuerdos dolorosos o por lo que fuera. Siempre puedes hacer una historia con la Navidad, cambiarla a lo que tú necesites y donde te sientas más seguro (a).
Huracán de emociones en diciembre y Navidad

A medida que vamos creciendo, la Navidad deja de ser solo una fiesta de luces, villancicos y regalos. Para muchos, y me incluyo, estas fechas se vuelven una especie de espejo emocional, reflejando no solo la alegría, sino también los sentimientos más profundos que solemos tener guardados durante todo el año. La Navidad, que alguna vez fue pura emoción y regalos, se va transformando en una ocasión de reflexión, nostalgia y, a veces, melancolía.
Estamos creciendo, nuestros sentimientos hacia la Navidad cambian. De niños, estas festividades se viven con entusiasmo y una gran expectativa, pero a medida que vamos ganando años y experiencias, nuestras emociones se vuelven mucho más complejas. La nostalgia se convierte en una de las emociones más comunes, puede que a lo mejor, queramos revivir aquellos momentos de nuestra infancia, o tal vez deseamos compartir estos momentos con quienes ya no están. Por eso, no es raro que, mientras nos preparamos para estas fiestas, sintamos una mezcla de alegría y tristeza.
Todo lo que somos y fuimos

Y luego, está la reflexión inevitable que llega al final de cada año. En diciembre, mientras el ambiente se llena de luces y celebraciones, muchos no podemos evitar mirar atrás y hacer un análisis del año que está por terminar. Puede ser un momento hermoso lleno de gratitud y aprendizaje, pero también puede ser frustrante. ¿Realmente logré todo lo que me propuse al inicio del año? ¿Cumplí mis metas? ¿He avanzado lo suficiente? Este tipo de cuestionamientos puede ser demasiado fuerte en estas épocas, sobre todo cuando vemos demasiados anuncios de «nuevos comienzos» y las expectativas de un inicio perfecto en enero.
Realmente es sencillo caer en la trampa de pensar que no hemos alcanzado lo que queríamos y sentir que el tiempo se ha escapado de nuestras manos, los pensamientos nos pueden jugar una muy mala pasada. Pero es importante recordar que todo esto forma parte de un proceso personal, y que las comparaciones con otros, o con lo que creíamos que debíamos lograr, solo nos generan más ansiedad. Como un gran amigo me dijo, si comparas defecto con virtud obviamente estás en desventaja, pero ¿y si comparas virtud con virtud? a lo que agrego, ¿y si comparas tu versión actual con la de hace algunos años?
Aquí es donde la compasión es muy importante. Es necesario abrazarse en este momento, ser amable contigo mismo (a), darse permiso para sentir que no todo salió como esperábamos. Abrazar nuestros avances, por pequeños que sean, es una forma de validar todo lo que has vivido y el esfuerzo que hiciste durante el año. Has continuado dando lo mejor de ti, y eso es suficiente. No se trata de llegar a una meta específica, sino de seguir avanzando. Cada paso, cada lección aprendida, cada esfuerzo cuenta muchísimo.
La nostalgia me abraza
La palabra “nostalgia” proviene del griego (nostos = regreso) y (algos = dolor). La nostalgia es, en muchos casos, una de las emociones más fuertes que surgen con la llegada de la Navidad. Este sentimiento puede tener algo muy dulce, pero también puede traer consigo una sensación extraña de pérdida o de recuerdos dolorosos. De pronto un deseo de recuperar un momento del pasado, de los seres queridos, de un hogar que ya no existe de la misma manera, etc. Pero lo bonito de la nostalgia es que nos conecta con nosotros mismos, con nuestras raíces, con los momentos que nos marcaron y nos hicieron ser quienes somos actualmente.
¿Y qué pasa si no te sientes festivo?

Es importante recordar que no hay una forma “correcta” de sentir la Navidad. Algunas personas pueden vivir estas fechas con ansiedad social, con una sensación de soledad, simplemente sin ganas de participar, o como un día más del calendario. Y está bien. Si en este momento las celebraciones no resuenan contigo como lo hacían antes, no te sientas obligado (a) a poner “la carita feliz de festividad” que esperan. Cada quien tiene su propia historia y su propio proceso.
La Navidad, al igual que cualquier otra festividad, puede ser lo que tú decidas que sea. Si sientes que el enfoque tradicional no te aporta paz, puedes crear tu propia versión de las fiestas. Cambiar tu historia navideña no significa rechazar la tradición, sino adaptarla a lo que más necesitas: un espacio seguro, lleno de paz, que te permita ser tú mismo (a).
Pequeños recursos para vivir la Navidad de manera más tranquila

Si sientes que las festividades te generan incomodidad, ansiedad o melancolía, aquí van algunos pequeños recursos que pueden ayudarte a sobrellevarlas:
- Acepta tus emociones: Reconocer que las emociones que sientes son válidas, ya sean de alegría, tristeza o nostalgia. No tienes que obligarte a sentirte de una determinada manera.
- Creación de nuevas tradiciones: Si las viejas costumbres ya no van contigo, tal vez es hora de inventar nuevas. Piensa en actividades que te den paz: ver películas tranquilas, leer un buen libro, cocinar algo delicioso para ti mismo(a) e incluso pasar tiempo en la naturaleza.
- Establece límites: No tienes que estar en todas las fiestas. Si prefieres quedarte en casa o hacer algo diferente, está muy bien.
- Momentitos de gratitud: Aprovecha la Navidad para pensar en lo que realmente te llena de gratitud. Reflexiona sobre los logros y las experiencias que te han hecho crecer este año, sin importar cuán grandes o pequeños sean.
Finalmente, lo más importante es que la Navidad sea un espacio para el descanso, para la reflexión, para la conexión contigo mismo (a) y con tus seres queridos y por supuesto para alimentarte bien. No importa cómo decidas celebrarla, lo esencial es que sea una fecha que aporte algo valioso a tu vida.
 
			 
			




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