El pensamiento es la capacidad que poseemos las personas de construir ideas y representaciones de la realidad. En sí, el pensamiento es toda creación de nuestra mente.
Un gran porcentaje de personas presenta una forma de pensar rígida, hecho que influye en su forma de sentir y de actuar.
Los pensamientos rígidos, absolutos o «pensamientos ladrillo» son inflexibles, y se empiezan a consolidar desde que tenemos uso de razón, pueden verse significativamente influenciados por los estereotipos, creencias y prejuicios sociales. La variabilidad crea inseguridad y ansiedad.
Algunas características que promueven el fortalecimiento de esta rigidez son la intolerancia a la incertidumbre, a la ambigüedad, la resistencia al cambio y a la novedad, la obstinación y el ego desmedido.
La inflexibilidad mental limita nuestro modo de pensar, cerrando nuestras ideas entre cuatro paredes, hecho que interfiere directamente con procesos como la creatividad, la espontaneidad y la adaptación.
Este tipo de forma de pensar es una característica de personalidades obsesivas.
Las creencias se fundamentan en una sola perspectiva unidireccional, en donde la mayoría de las veces tienden a excluirse criterios alternativos. No asumen que existen otras formas de ver el mundo.
A una persona con rigidez mental se le dificulta percibir la realidad desde diversas perspectivas, permaneciendo atrapada en un patrón cognitivo y a la vez conductual que la misma persona se formó, y del cual le cuesta significativamente poder salir, pese a que las consecuencias negativas a las que la rigidez conlleva.
Esta forma de pensar es completamente unidireccional, ya que existe una fuerte negación a darle la oportunidad a nuevas perspectivas, hecho reforzado por la reticencia a los cambios.
Personas que presenten rigidez mental, suelen utilizarla para encubrir la incertidumbre que acontecería de permitirse generar algún cambio, o romper algún esquema autoimpuesto. Esto quiere decir que, detrás de la pared de ladrillos, se encuentra una percepción de autoindefensión.
Esta percepción errónea de tener siempre la razón, no fomenta el desarrollo del pensamiento divergente, el cuál se centra en emplear la creatividad y el ingenio, como complemento al pensamiento lógico o lineal, para la búsqueda de soluciones.
La pobre apertura al cambio, se fundamenta en un miedo inconsciente de perder el control, por lo que se aferran a sus propias creencias. Es así que, la rigidez mental se considera un mecanismo de defensa.
En cierto punto, esta característica de seguir los mismos antiguos patrones para sentirse a salvo, repercute negativamente en las relaciones interpersonales, especialmente en aquellas situaciones en donde se requiere del trabajo en equipo, ya sea en un medio laboral, social o de pareja.
Para no salir de su visión túnel, se encuentran en una búsqueda constante para lograr racionalizar lo que sienten, bloqueando aquellas emociones que podrían sugerirles que la decisión tomada, no es necesariamente la correcta.

Todo aquel que no les dé la razón queda fuera de cualquier reflexión autocrítica, presentándose una sólida reafirmación del yo interno, en donde se le atribuye mayor valor a la propia opinión que a la empatía, aún en circunstancias en donde se requeriría darle más cabida a este componente de la inteligencia emocional.
Una persona con poca flexibilidad mental, oculta un gran temor al fracaso, a la equivocación, hecho por el cual, no se brinda la oportunidad de evaluar otras posibilidades. Sus pensamientos ladrillos son percibidos como inamovibles y entonces se convierten en una especie de zona de confort mental, es donde se desarrolla un estado de ansiedad severa por intentar permanecer ahí.
El pasado les supone su aprendizaje base, por lo que se aferran a él, aún cuando hayan variables distintas en nuevas experiencias. Esto construye sus propios conceptos de perfección, rechazando o evadiendo cualquier posibilidad que los ponga en «riesgo».
La rigidez mental es una característica de algunos desórdenes psicológicos, tales como, la personalidad obsesivo compulsiva, personalidad anancástica, el Trastorno del Espectro Autista, Trastornos de la conducta alimentaria (Especialmente Anorexia nerviosa), entre otros.

 
	
	
			 
		





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