Flor de Alheli

Flor de Alheli Quispe Incarroca (1997). Bachiller en Psicología por la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. En formación para la Especialización de Terapia de Lenguaje.

¿Qué pasa cuando el poder te intoxica? En este tiempo de campaña electoral hablamos sobre el síndrome de Hubris

Cada cinco años pasamos por la temporada de elecciones presidenciales y es casi imposible mantenerse al margen de toda la información diaria de los candidatos, y qué decir de los escándalos o incoherencias que cada postulante muestra en pantalla. Toda esta puesta en escena electoral ya nos es habitual, tanto así que nos parecería inusual unas elecciones libres de ataques, destapes, desinformación y escándalos; lo curioso aquí es que esta forma de hacer campaña aleja al votante de que realice un análisis serio, no solo hablamos del conocimiento de las propuestas de campaña de cada partido, sino de un elemento tan importante como es la integridad del candidato y del futuro gobernante de la nación, aquí es donde debemos de poner un apartado y aclarar que tanto las dolencias físicas como los trastornos mentales (evaluados por un especialista y no solo un simple rumor o una palabra lanzada al azar para denominar las peculiaridades de una persona) no son impedimentos al momento de ocupar un cargo público;  el ejemplo que apoya esta idea es Abraham Lincoln, en su juventud pasaba por fuertes cambios de humor que lo hundían en una depresión y el aprender a convivir con esta situación lo ayudó a formar su carácter, siendo considerado uno de los más grandes presidentes de EEUU.

Al decir integridad me refiero a si el candidato puede enfrentar a dos transformaciones negativas muy comunes que trae el poder, la primera sucede cuando no posee la suficiente fuerza mental y física para enfrentarse al cargo y todo el trabajo que demanda, deteriorando su salud como el caso del ex primer ministro de Reino Unido Harold Wilson quien en su segundo mandato desarrolló algunos problemas cardiovasculares y poco después de renunciar en su tercer mandato lo diagnosticaron con Alzheimer. El segundo caso sucede cuando el poder afecta la percepción propia del gobernante y empieza a padecer lo que comúnmente llamamos delirios de grandeza, suele actuar de manera arrogante creyendo que posee dones especiales; es aquí donde se encuentra nuestro tema central, y como David Owen observó las conductas que se repetían en la mayoría de sus colegas políticos, describiendo este síndrome, como un estado mental que acompaña a la mayoría de personas que asumen cargos de poder, porque si nos ponemos a pensar encontraremos bastantes ejemplos de este síndrome no solo en políticos o dictadores, también se ha mostrado en gobernantes monárquicos, en CEO del mundo empresarial, o hasta en los mismos dirigentes de la Iglesia católica; aunque el actual Papa se libra de esta influencia por la humildad que lo caracteriza.

Ilustración basada en el soneto de Ozymandias de  Percy Bysshe Shelley

El término “Hubris” tiene su origen en la antigua Grecia, donde lo conocían como “hybris o hibris”, su traducción más aproximada sería “desmesura” y se refiere a lo que hoy en día llamamos confianza exagerada en uno mismo, tratando a los demás con desprecio e insolencia, esta característica era muy censurada por los griegos, porque la consideraban una conducta deshonrosa carente de moralidad, sobriedad y moderación. En la mitología griega encontramos personajes que fueron influenciados por el hibris, uno de ellos fue Prometeo conocido como el protector de la humanidad, engañó a Zeus en la elección de las ofrendas al hacerle escoger el montón de hueso y grasa, y robo el fuego de los dioses regalándole a los humanos, estos actos fueron tomados como insolencia hacia los dioses y fue castigado por la eternidad. Este concepto fue ampliamente utilizado por el teatro griego contándose por etapas, en la primera parte el héroe aparece ganando la aclamación del público obteniendo la gloria en sus batallas, después nos explican que sus éxitos lo van diferenciándose de los demás, confía en sus facultades y creé que es capaz de lograr cualquier cosa, este exceso de confianza lo lleva a cometer errores y tergiversar la realidad, al final la obra termina cuando el héroe se encuentra con Némesis quien se encarga de su destrucción (Némesis es la diosa del castigo y es enviada cuando el héroe cegado por su osadía trata de ir en contra de lo impuesto por los dioses).

El hombre culpable, con su grueso y brutal rostro criminal inspirado en el emperador romano Caracalla, es la presa del destino implacable, que atraviesa las nubes negras en el cielo a la luz de la luna. Temis y Némesis van a su encuentro. Justicia y venganza divina en busca del crimen (PRUD’HON Pierre Paul)

En la actualidad esta denominación, fue utilizada ampliamente por el neurólogo y excanciller británico David Owen en su libro “El poder y la enfermedad. Enfermedades de jefes de estado y de gobierno en los últimos cien años” publicada el 2008, donde explica sus observaciones y análisis de gobernantes que creyeron que fueron los escogidos para hacer grandes trabajos, como Roosevelt, Ariel Sharon, el Sha de Irán, George Bush, etc. Explicando cómo este síndrome está relacionado con el poder y cómo se va alimentando con el éxito, pero que desaparece cuando la persona ya no se encuentra en tal posición. Para el 2009, David Owen y el psiquiatra Jonathan Davidson proponen que este síndrome sea considerado como un trastorno psiquiátrico, con 14 criterios de los cuales se debe presentar al menos 3 para diagnosticar como tal. Estos son:

  • Una propensión a ver el mundo principalmente como un escenario en el que ejercen el poder y buscar la gloria.
  • Una predisposición a emprender acciones que parecen proyectar al individuo bajo una buena luz, tomadas en parte con el fin de mejorar su imagen.
  • Una preocupación desproporcionada por la imagen y la presentación.
  • Una forma mesiánica de hablar y una tendencia a la exaltación en el habla y la manera.
  • Una identificación con la nación u organización, en la medida en que consideren la perspectiva y los intereses de los dos como idénticos (factor único).
  • Una tendencia a hablar de sí mismos en tercera persona o usar el ‘nosotros’ real (único)
  • Confianza excesiva en el propio juicio del individuo y desprecio por los consejos o críticas de los demás.
  • Confianza exagerada en sí mismos, que bordea un sentido de omnipotencia, en lo que pueden lograr personalmente.
  • La creencia de que, en lugar de rendir cuentas ante el tribunal mundano de colegas o la opinión pública, el tribunal real al que responden es mucho mayor: la Historia o Dios.
  • Una creencia inquebrantable de que en ese tribunal serán reivindicados (únicos)
  • Pérdida de contacto con la realidad; a menudo asociado con el aislamiento progresivo
  • Inquietud, imprudencia e impulsividad (única)
  • Una tendencia a permitir que su ‘visión amplia’, especialmente su convicción sobre la rectitud moral de un curso de acción propuesto, evite la necesidad de considerar otros aspectos del mismo, como su practicidad, costo y la posibilidad de resultados no deseados (único)
  • Incompetencia en la ejecución de una política, donde las cosas van mal precisamente porque demasiada confianza en sí mismo ha llevado al líder a no preocuparse por los aspectos prácticos de una política.

También Owen nos explica que hay ciertas personalidades que predisponen al desarrollo de este síndrome, por ejemplo, podemos encontrar similitudes con las características del trastorno narcisista de la personalidad, según el DSM-5 este trastorno presenta nueve criterios y requiere la presencia de 5 o más para diagnosticar como tal:

Tiene un grandioso sentido de autoimportancia.

  • Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder o amor ideal.
  • Cree que es especial y único.
  • Requiere una admiración excesiva.
  • Tiene un sentido de derecho especial.
  • Es interpersonalmente explotador.
  • Carece de empatía.
  • A menudo es envidioso de otros o cree que otros le envidian.
  • Muestra conductas arrogantes o soberbias.
Narciso de Caravaggio, basada en el mito de Narciso

Hay algunos casos sobre todo en el ámbito médico, donde se observa este síndrome, pero a través de lo que llamaríamos «poder del conocimiento», Gonzalez, J (2019) explica que:

El síndrome de «hubris» (SH) es un trastorno psiquiátrico adquirido que afecta a personas que ejercen el poder en cualquiera de sus formas. Se ha descrito en multitud de campos, desde la política a las finanzas. La relación médico-paciente también es una relación de poder. La falta de humildad y empatía en su ejercicio puede hacer que cualidades como la confianza y seguridad en uno mismo se transformen en soberbia, arrogancia y prepotencia características del médico con SH.

Este mismo autor plantea 10 criterios de diagnóstico, basadas en las 14 propuestos por Owen, que pueden poseer los profesionales médicos, aunque el informe se haya basado en neurocirujanos, estos criterios son universales y válidos para cualquier especialidad médica. Pueden ampliar esta información en el siguiente link: https://www.neurologia.com/articulo/2018355

En lo referido a su tratamiento este síndrome suele ser pasajero y va relacionado con la duración del poder que uno ostente, claro que las consecuencias o el castigo de Némesis llegan de acuerdo a que tan exagerada fue su arrogancia o insolencia. Para evitar pasar por todo este drama griego y no ser intoxicado por el poder la persona debe actuar con humildad y empatía; parece algo tan sencillo, pero al ponerlo en práctica en situaciones reales nos dificulta bastante, como cuando pierde tu equipo y no aceptas al otro equipo como ganador, o el reconocer que necesitamos ayuda, o admitir que no sabemos ciertos temas, o el hecho de aceptar nuestras equivocaciones y pedir disculpas.

Como una reflexión final sobre todo si nos encontramos en posición de votantes, tomemos con importancia las razones que nos harán elegir a una persona para el puesto de líder de una nación o para ocupar un lugar en el congreso, ya que debido a los acontecimientos políticos que vivimos hace poco, no es un tema que debamos tomar a la ligera. Pensemos en nuestro futuro como país y evitemos elegir a un ser carente de humildad que sea consumido por el poder; actuando en base a lo que la desmesura, la arrogancia y su avaricia demanden, como un Ícaro que solo quiere acercarse al sol, pero solo logra derretir sus alas falsas y caer al mar, olvidándose su posición en la naturaleza y sus limitaciones humanas.

Si se quiere conocer más acerca de este tema, hay una asociación que se encarga de informar sobre el síndrome de hubris y hace charlas para prevenir su desarrollo, su página web es  http://www.daedalustrust.com/ y también el mismo autor que planteó este síndrome, tiene un blog personal donde presenta sus estudios referentes a situaciones y figuras políticas actuales, su página web es http://www.lorddavidowen.co.uk/


Referencias

Animasmundi (2014). ¿Qué es la hybris?: Animasmundi. Recuperado de  https://animasmundi.wordpress.com/2014/07/13/que-es-la-hybris/

Carvajal, C. (2014). Síndrome de Hibris: descripción y tratamiento. Santiago, Chile: scielo. Recuperado de https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872014000200020

Daedalustrust (s.f.) Sobre la arrogancia: Daedalustrust. Recuperado de http://www.daedalustrust.com/about-hubris/

Editorial Siruela (2015). En el poder y la enfermedad. Enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años: Metahistoria. Recuperado de  https://metahistoria.com/novedades/david-owen-en-el-poder-y-la-enfermedad/

Gonzales, J. (2019). Síndrome de «hubris» en neurocirugía: Neurología. com. Recuperado de  https://www.neurologia.com/articulo/2018355

Owen, D. (s.f.) Fragmento de En el poder y en la enfermedad. Recuperado de https://www.siruela.com/archivos/fragmentos/En_el_poder_y_la_Enfermedad.pdf Significados (2017). 14 ejemplos de humildad: Significados. Recuperado de https://www.significados.com/14-ejemplos-de-humildad/

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