La ansiedad es una experiencia frecuente en la vida de muchas personas, todos nos hemos sentido ansiosos en algún momento, ya sea antes de un examen importante, una entrevista laboral o una situación agobiante. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve abrumadora y desproporcionada con respecto a la situación, o cuando persiste durante un período prolongado de tiempo, e interfiere con nuestras actividades diarias provocando síntomas intensos, como ataques de pánico, se convierte en un problema significativo en nuestro desarrollo y calidad de vida, incluso puede llegar a manifestarse en forma de trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico, fobia o ansiedad social.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones percibidas como amenazantes, desafiantes o estresantes. Es una señal de alerta que nos prepara para lidiar con el peligro percibido, lo que activa nuestro sistema de «lucha o huida». Cuando estamos ansiosos, nuestro corazón puede palpitar más rápido, nuestra respiración se acelera y podemos sentirnos inquietos o tensos.
Los ataques de ansiedad son eventos intensos y perturbadores que pueden sacudir profundamente a quienes los experimentan. Desde una perspectiva cognitivo-conductual, estos ataques se pueden entender como manifestaciones de un ciclo enlazado entre pensamientos, emociones y comportamientos en el cual reposa la interpretación distorsionada de las situaciones y las sensaciones corporales, que a su vez, desencadena respuestas emocionales y conductuales, inadecuadas y desadaptativas.
Los ataques de pánico: Cuando la ansiedad alcanza su pico
Los ataques de pánico son aquellos episodios súbitos e inesperados de miedo intenso o malestar, acompañados por síntomas físicos y emocionales abrumadores. Pueden surgir de manera inesperada, sin aparente causa, o pueden ser desencadenados por situaciones puntuales o pensamientos relacionados con el miedo, los síntomas más comunes durante un ataque de pánico pueden ser:
- Sudoración excesiva.
- Temblores o sacudidas.
- Ritmo cardíaco acelerado.
- Sensación de ahogo o falta de aliento.
- Mareos o vértigo.
- Sensación de irrealidad o de estar desconectado de la realidad.
- Miedo a perder el control o a morir.
Los ataques de pánico pueden ser aterradores y provocar una sensación de pérdida de control, lo que lleva a muchas personas a huir de situaciones o lugares donde han ocurrido previamente los ataques, repitiendo conductas evitativas y autodestructivas que inicialmente parecen buenas porque se alejan de la situación, sin embargo, esto prolonga y mantiene su malestar.
¿Cómo podemos afrontar ataques de ansiedad y pánico?
Aunque la ansiedad y los ataques de pánico pueden ser desafiantes y complicados de manejar, existen varias estrategias efectivas que pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de la persona.
- Respiración profunda y consciente: La respiración profunda puede ayudar a reducir la frecuencia cardíaca y calmar el sistema nervioso. Prueba respirar lenta y profundamente, inhalando por la nariz durante unos segundos y exhalando lentamente por la boca.
- Práctica de la Atención Plena (Mindfulness): La atención plena consiste en prestar atención deliberada al momento presente sin juzgarlo, la práctica continua de la atención plena puede ayudar a reducir la ansiedad y los ataques de pánico ya que promueve la conciencia de los pensamientos y sensaciones sin reaccionar ante ellos.
- Ejercicio regular: El ejercicio físico regular puede ser un poderoso antídoto contra la ansiedad y el estrés. La actividad física libera endorfinas, sustancias químicas en el cerebro que actúan como analgésicos naturales y mejoran el estado de ánimo.
- Técnicas de relajación: La práctica de técnicas de relajación, como la meditación, el yoga o la visualización guiada, puede ayudar a reducir la ansiedad y promover la relajación física y mental.
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): La TCC es una forma de psicoterapia que se ha demostrado eficaz en el tratamiento de la ansiedad y los ataques de pánico, trabaja para identificar y cuestionar las creencias irracionales y distorsionadas que sustentan los pensamientos catastróficos; mediante técnicas como la reestructuración cognitiva, se ayuda al individuo a desarrollar un pensamiento más realista y adaptativo frente a las situaciones desencadenantes de ansiedad.
- Evitar estímulos desencadenantes: Identifica los desencadenantes de tus ataques de pánico y trata de evitarlos en la medida de lo posible. Si no puedes evitarlos por completo, desarrolla estrategias para hacerles frente de manera efectiva.
- Buscar apoyo: No tengas miedo de pedir ayuda, busca apoyo de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psiquiatra, si estás experimentando ansiedad o ataques de pánico de manera regular.
Al comprender los ataques de ansiedad, revelamos un complejo vínculo de pensamientos, emociones y comportamientos, esto no solo muestra una luz sobre la naturaleza de estos ataques, también nos ofrece un camino hacia la esperanza y la recuperación.
Al desafiar los patrones de pensamiento distorsionado y los comportamientos de evitación, nos invitamos a cuestionar aquellas creencias limitantes y a cultivar una nueva y más sana relación con la ansiedad. Cada paso en este proceso representa un acto de valentía y autoconocimiento, lo que nos guiará hacia una vida más plena y armoniosa con nosotros mismos.