Gilmará tiene una personalidad compuesta por las tres primeras letras de su nombre, no me malinterpreten soy su amiga y la conozco desde que nació, tanto así que inclusive compartimos día y mes de nacimiento, por ende, sé con certeza que nuestras vidas iban a estar juntas como dos ríos que si bien marcaban independencia por diversos cauces y desembocaduras, iban a estar cercanos, aunque sin mezclarse, ya saben, la autonomía es necesaria.
Ella, es hermosa, con unas caderas envidiables, un cabello que aprendió a valorar hace poco y un alma en exceso pura, una carcasa de fuego y hierro, nadie entra fácilmente, es tan difícil que sí estás dentro nunca llegarás a saberlo realmente, este límite es tan profundo que su dolor casi siempre es individual, injusto y la carcome. Esto es debido a que nosotras fuimos criadas con reglas de silencio, los celos, los callas, los muerdes, disimulas y sonríes. Nada ha pasado, eres libre, solo eres un amigo. A esto me refiero, a que lo gil pasa como un atributo más de personalidad.
Las relaciones del silencio
Amistad, solo eso, así resume mi querida Gilmará a todos cuando ve llegar un obsequio, cuando nota mayores atenciones de quien se le ve notoriamente interesado, pero ella, externamente lo minimiza, no quiere develar que por dentro le importa, que se cae de bruces por un beso, por esos buenos días, y que además le importa muchísimo lo que dirán sobre su nuevo prospecto, ella, primeramente controla las habladurías y las asimila, aunque por dentro estalle en cohetes, en otras palabras, es la amiga que en silencio ya se imagina de capa y velo, pero jamás lo confesará.
El problema con esto, es que se convierte en un monstruo que tal cual el Rey Midas que pidió contemplaciones a los dioses, comienza a comerse a sí misma, a fallecer poco a poco porque las imaginaciones no se cumplen, o los intereses se van solo a lo carnal y ella queda relegada otra vez, queda como la amiga linda, sexy y confidente que escucha divertida cada una de las más sucias aventuras, todo chill, nada le interesa, total ¿somos amigos, ¿no? Pero, yo que soy su amiga, se la verdad, le duele, está celosa y necesita saber más después de cada historia de aventuras, que claramente, no fueron con ella.
La adicción cognitiva
Ese hábito insano es nuevo para ella, lo acaba de descubrir hace relativamente poco tiempo, descubrió que es un hambre insaciable que le perjudica, pero, como toda adicción no puede conducirse adecuadamente, la voluntad le flaquea y se vuelve Sherlock Holmes y requiere nombres, saber de orgasmos, si pasó más de una vez o sí es serio o un arrimón de una noche. Ella requiere saberlo todo. Se convierte en una quimera, no la descubres, no la lees, tiene su fino arte de ocultar lo que siente muy bien domesticado, y si es a distancia ¡Uff, es imperceptible!
Ella, se disfraza de una confidente fiel y leal, incapaz de juzgar, pero, lo cierto, es que se invade de envidias y celos asquerosos que le corroen la piel, a continuación, lo que hace es buscar validación externa: usa escotes, se bambolea al caminar, frente y mentón en alto, sonrisa jocosa, ropa atractiva que le haga sentirse poderosa, sin embargo, esta forma de manejar el despecho que ella misma se inventó la rompe en mil pedazos, la ilusión deshecha de lo que ella se fabricó se esfumó, y lo peor, es que sin llegar a nada, realmente.
No lo comenta, se lo sacas a cucharadas.
-Gilmará, sé que no estás bien, habías decidido avanzar con él, hacerle regalos y abrirte emocionalmente, inclusive, le perdonaste esos arranques verbales que tuvo cuando te sentiste mal, le diste una oportunidad diciéndole cómo conducirse contigo en momentos así, para que no se repitiera, es decir, invertiste emociones y esfuerzos en encauzar la cosa, pero, aun así, le decidiste seguir llamándolo amigo.
Y es aquí, cuando arranca y con la mirada más fiera y tenebrosa te dice en un brote de furia con mesura: “Era obvio, menos mal que fue así, porque mientras yo me ilusionaba él se acostó con otra, sí, ese día antes de que pasará lo de mi “mal día”, sí días antes ocurrió. Y yo allí, malgastándome diciéndole cómo me gustaría que me arrullara, ¿Qué no te das cuenta de lo inservible que es seguir?, ¿Qué aquí no vale decirle lo que siento porque él solito se encargó de manosearlo y tirarlo después? Abre los ojos tú”.
La falacia
Se hace la dura, lo dice convencida, pero, en el fondo, está dolida hasta la médula, ella es así, una mujer fuerte pero excesiva consigo misma, ciega a darse cuenta que su valor está por encima de la valoración de sus tacones y su melena, y que, el hacedor de ilusiones que cree es su prospecto idóneo realmente no lo es, es simplemente un payaso que en un acto de abrir y cerrar de ojos destruyó las ilusiones de alguien que pudo darle una calidad de vida y bienestar alto, pero, ya sabes lo que dicen sí no estás listo, no importa lo que tengas al frente, no lo valorarás.
Entonces, para ti Gilmará que se identifica con la historia, o la amiga que la acompaña, te brindo un soplo con aroma a alivio. Celos es querer o anhelar lo que sentiste fue tuyo y se te arrebató. No, nadie es de nadie, las ilusiones en un recipiente equivocado brindan una confusión del demonio, que en un inicio sabía a elixir de vida, te nutría, salvaba del cataclismo existencial, pero es falso, tomabas la salvia de una fachada que jamás se concretó en la realidad, apégate a la idea de que es mentira y no lo mereces.
Cuida de ti misma, evita el control, los largos cuestionarios, los interrogatorios disfrazados no sirven para acallar la duda, al contrario, afinan el ímpetu de corroborar lo que para ti es una infamia. La deslealtad no se cura con base a detalles absurdos y sin contexto, se hace desde el plano de replantear el lugar donde están y quieren estar, y para eso, se requiere de dos entes bien enterados y comprometidos. Ese proceso de odiar, perdonar, amar y herir que solo tú provocas en la mente, no funciona, reconciliarse sola no tiene sentido, la realidad es lo que está machacando tus entrañas, que lo suavices con la mente solo hará que la mentira perdure.
Protégete y resguárdate de la tormenta de pensamientos de recordar sus palabras que comunicaron el hecho. No vale la pena darle tantas vueltas, no sirve molestarte por mucho tiempo y sufrir por ello, lo que queda es decidir ¿Qué harás con la ira? O construyes o te marchitas.No se trata de fingir, no me malentiendas, se trata de que los celos cuando son desmedidos, cuando no se ha dado nada realista, que solo están «tonteando», «vacilando» o simplemente es una situación de «saliditas sin más» date la oportunidad de hacer un alto y revisarte, y, en segunda instancia, revisar qué sucede allí afuera, ¿realmente quieres seguir invirtiendo energías y empecinarte en quién te está dando todas las señales de que emocionalmente no está disponible? Cuestionarte duele y salva, no hay puntos medios, pero, es necesario.