El rechazo a la soledad es un tema con el que me encuentro siempre en contacto, pues los pacientes que más atiendo son los que, dentro de sus problemáticas, se encuentran con un síntoma en común: el de resentir la soledad y, por ende, el abandono de las figuras que en los momentos presentes de su vida representan una fuente de amor para ellos. Y aunque el apego esta siempre en los vínculos de todo ser humano, para todos los que tienen heridas abiertas o incluso cicatrizadas, sabemos que esto representa un malestar o un sinsabor.
Para empezar tenemos que hablar del concepto herida, que personalmente quiero que se entienda como una metáfora, estoy segura que muchos habrán escuchado de las heridas de la infancia, este es un modelo explicativo de Lise Bourbeau pero, en el campo académico y desde los estudios científicos, tenemos el modelo explicativo de los experiencias adversas en la infancia, modelo que desde su autor pionero Vicent Felitti, en 1998, sigue siendo enriquecido con más estudios que pulen este modelo en el cual encontramos el abuso emocional, la negligencia, y las disfunciones del hogar, los cuales menciono por que son los que en las historias de vida que escucho, encuentro con mayor frecuencia.
«Somos víctimas de nuestras circunstancias», es una frase que encuentro realista, pues ninguno de nosotros elegimos quienes serán nuestros padres y que tan favorable será nuestro entorno, esta es una de las primeras cosas en la vida sobre las que no tenemos control y que determinara los retos que tendremos al ir creciendo.
El rechazo a estar solos
El rechazo a estar solos es consecuencia de los problemas con nuestra vinculación afectiva, esta misma es resultado de la negligencia o abuso emocional. En mi perspectiva de psicóloga, de forma simbólica, veo una escalera donde los peldaños de abajo son los que llamo “los peldaños de los sin sabores”, pero, al ir subiendo están “los peldaños del trauma”, en estos se ubican cada persona que me ha permitido escucharla, yo también me vi a mi misma en esa escalera, como estoy segura de que ahora podrá verse cada persona que haga un repaso de su vida e infancia.
Según el peldaño, veremos heridas, traumas o estrés postraumático. En algunos peldaños, es más probable encontrar el miedo a estar solos, sobre todo en aquellos donde la negligencia o el abuso emocional ha estado presente en menor o mayor medida.
Pero el miedo a estar solos no solo es producto de las vivencias adversas de la infancia, de hecho, hay explicaciones desde el aspecto evolutivo, el hombre, al aprender a sobrevivir en grupo, entiende que si es abandonado o dejado por los otros, está a merced de los depredadores y las amenazas de su medio. Ninguno de nosotros experimenta placer al estar frente a la pérdida, pero, si sumamos esto a experiencias traumáticas, podemos enfrentarnos en la vida adulta a dificultades en nuestras relaciones y a patrones autodestructivos que buscan evitar que las personas que se encuentran en nuestro entorno nos dejen solos y sintamos ese temido vacío de la soledad.
Como en muchas problemáticas, la solución radica en exponernos a ese miedo y en ver a la cara a eso que es tan temido. Lo que me inspiró a escribir sobre este tema fue la letra de una canción que habla sobre una propuesta hacia la soledad… conozcámonos:
Soledad
Aquí están mis credenciales
Vengo llamando a tu puerta, desde hace un tiempo
Creo que pasaremos juntos temporales
Propongo que tú y yo nos vayamos conociendo
Aquí estoy
Te traigo mis cicatrices
Palabras sobre papel pentagramado
No te fijes mucho en lo que dicen
Me encontrarás en cada cosa que he callado
Ya pasó
Ya he dejado que se empañe
La ilusión de que vivir es indoloro
Que raro que seas tú
Quien me acompañe, soledad
A mí, que nunca supe bien
Cómo estar solo
Jorge Drexler, Soledad
Ya dejé la ilusión de que vivir es indoloro, eventualmente, nos encontraremos con ese vacío, pues las pérdidas, los finales y los duelos son aspectos garantizados de la vida. Es más fácil hablarlo que vivirlo, pues aunque las recomendaciones, buenos y malos consejos estarán siempre presentes, la verdad es que ninguna hace que sanar duela menos, no se vuelve más fácil, es la persona la que se vuelve más hábil y la que aprende a gestionar el dolor al adquirir más herramientas, y esto le permite volver a etapas de paz y crecimiento. El duelo y aceptación son el camino hacia la paz, al entendimiento y a la sabiduría.
Y cuando hablamos de soledad, sabemos que hablamos de una sensación de vacío, casi nunca nos quedamos literalmente solos, estamos siempre rodeados de personas, los que caminan a nuestro lado en el día a día y nuestro entorno más inmediato como la familia, amigos y pareja. Curiosamente, son los vínculos más cercanos los que pueden hacernos sentir frente a la soledad, hay compañías que nos hacen sentir solos, nos dan malestar, daño, confusión y mayor dolor que su ausencia, pero cuando no has conocido la soledad y cuando no se ha emprendido el camino de la sanación prefieres «guardar cadáveres», se cree que no tener nada es peor, claramente es un error. La frase de Julio Cortázar: “Hay ausencias que representan un verdadero triunfo” es real.
Conocer la soledad, te permite elegirla como una opción mucho más deseable a la de cargar con cadáveres en la vida. Aunque volver a reencontrarte con la soledad pueda ser desagrable, ya tendrás la experiencia donde sabes que en ella no hay ninguna monstruosidad, que es un reencuentro con facetas profundas, con el amor, y con el amor a otros, pues aprenderás a dejar entrar a aquellos que te pueden ofrecer verdadera compañía. En la soledad podrás invocar a tu fortaleza
Si eres una mujer fuerte prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar contra corriente.
Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto
Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo
rodéalo de fosos profundos
pero hazle anchas puertas y ventanas.
Es menester que cultives enormes amistades
que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres
que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitación
una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.
Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.
Haz de saber que eres campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbados
y el óxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero
Guarda las distancias
Constrúyete. Cuídate
Atesora tu poder
Defiéndelo
Hazlo por ti Te lo pido en nombre de todas nosotras.
Gioconda Belli
Este poema dirigido a una mujer, lo tomé de ejemplo para explicar por qué las mujeres recienten más este vacío a la soledad. Si hacemos una comparación con los hombres, se hace referencia a el análisis de las consecuencias de la falta de figura paterna en los hijos (niñas y niños) y los resultados evidencian que hay correlaciones importantes entre el nivel de escolarización, la actividad laboral, la calidad del matrimonio y la participación del padre en el cuidado de los hijos.
En ambos sexos se pueden ver consecuencias de la falta de un padre, como son los sentimientos de la ira, el dolor, la inseguridad, la desconfianza, el abandono, la baja autoestima, la vulnerabilidad y la conducta agresiva, pero en estudios efectuados solamente en mujeres, vemos consecuencias adicionales, como es la necesidad de protección y compañía, sumisión y subordinación.
Son las conductas de sumisión un peligro real para las mujeres, al haber hecho mi tesis sobre el sexismo y su relación con la violencia, puede decirse que la evidencia pone de manifiesto que no son las conductas agresivas y hostiles de los hombres lo que realmente pueden llevarte a relaciones o vínculos desiguales y peligrosos, en cambio, la aceptación de las mismas mujeres a roles sumisos donde ponen como un ideal a el hombre que actúa de forma paternalista. El sexismo benévolo de las mujeres, la búsqueda de un amor incondicional, los pensamientos mágicos sobre el amor, son cuestiones que se presentan por el querer evitar el vacío de la soledad.
Un dolor viejo y añejo se presenta en cada relación frustrada o culminada, se pone una máscara y aparenta ser esa persona a la que le lloras, podría parecer que es ese ser humano que querías o amabas quien a dejado ese gran hoyo en tu pecho, pero debes mirar más allá de ese rostro, ese dolor no es esa persona y no se esta llevando nada de ti. Aunque su presencia en tu vida no debe ser minimizada, no debes darle más peso del que realmente tiene.
Actualmente, a fin de evitar el dolor, hombres y mujeres buscan adoptar posturas cada día más radicales y que se van a los extremos. Como siempre, quedan relegados aspectos importantes como lo son los valores, la columna vertebral de nuestra personalidad adulta y de nuestras maneras de proceder, de cómo actuamos en la dicha y las tristezas, en la ilusión y en el desamor, en la salud y en la enfermedad, y que deberían vivir cultivándolos en nosotros, en constante revisión, hasta que la muerte nos separe de la vida.
Cómo deberían ser y qué deberían hacer nuestros amigos, familia y pareja debe estar determinado en quiénes somos nosotros, en cómo son nuestros sentimientos y cómo es nuestra parte cognitiva, es decir, cómo pensamos y cómo es nuestra filosofía de vida, y, finalmente, en nuestras maneras de actuar ante todo. Quienes nos ofrezcan compañía deberán ser personas en sintonía con ello, no significa que no podamos disfrutar de todo tipo de personas, pero nuestra verdadera red de apoyo y verdaderas conexiones, esas que no nos dejen con un vacío más profundo, son en las que podemos confiar, aquellas que no juzgan, escuchan y que su honestidad puede manifestarse de la mano de una verdadera preocupación y con palabras dirigidas por el respeto y la empatía.
Una frase que siempre le digo a mis pacientes y amigas es: “¿quieres un hombre que sea un caballero solamente contigo (sexismo benévolo), o quieres un hombre respetuoso que además de ser así contigo, sea así con todo el mundo, incluso con las mujeres con las que discrepa y no son de su agrado (un ser humano que sostiene el valor del respeto)?». Por último, recuerda que no solo debes estar atenta a cómo son los demás, recuerda esa parte del poema que dice: “Ampara, pero ampárate primero”, ver por ti no solo en cuanto a ser selectivo y poner límites, si no que, si tu pides, por ejemplo, respeto, seas capaz de ofrecer respeto a los demás y a ti misma, si te has prometido algo, si te haz comprometido a hacer cosas para mejorar en cuanto a tu cuerpo, salud, en lo profesional, en lo personal. Cumple tus promesas.
De sostener tus valores y promesas esta hecha la verdadera fuerza y ese es tu llamado, el conocer la soledad y el elegirla en determinados momentos es lo que te permitirá ver en ti misma (o en ti mismo), grandeza y no es la fortaleza de papel que nos llama a alejarnos de los otros, sino aquella que, a pesar de saber cuánto duele perder a alguien, aún nos permite volver a acercarnos, volver a confiar, volver a amar, volver a elegir la soledad si es necesario y volver a reinventarnos. Me despido con las últimas palabras de Gioconda Belli: “Constrúyete. Cuídate , atesora tu poder, defiéndelo, hazlo por ti. Te lo pido en nombre de todas nosotras.
Referencias
Vásquez, M. R. (2020). Impacto emocional de la ausencia de la figura paterna, en niñas y niños de 10 a 12 años, de la Escuela Darío González jornada matutina ciclo 2018 (Doctoral dissertation, Universidad de San Carlos de Guatemala).
Astudillo, M. A., & Brito, M. R. (2019). Impacto de la ausencia de la figura paterna en mujeres de 20 a 22 años que presentan dependencia emocional en relaciones afectivas dentro del departamento de bienestar estudiantil mi UDA (Bachelor’s thesis, Universidad del Azuay).
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