Katye Labra Macedo

Estudiante e interna en psicología clínica, parte de la familia de Warayana. Interesada en la Terapia Dialéctico Conductual y Cognitivo Conductual, con aspiraciones a ser psicooncóloga o sexóloga. Inclinada por el servicio comunitario y ayuda psicológica. Amante de las películas y de aprender nuevos idiomas.

¿Amo demasiado o soy dependiente?

Amar, sentir y querer, es una rama de sentimientos que nos permite saber que estamos vivos, por medio de emociones desatadas a través de una persona. Todos hemos tenido una persona, o más, que nos haya hecho sentir “mariposas en el estómago”, que es un sentimiento hermoso donde la dopamina; a nivel neurológico, nos gobierna, al nublar nuestro juicio y raciocinio, volviéndonos vulnerables. 

Las fases del enamoramiento son el conocerse, salir , enamorar, ser novios, y después, viene una etapa estigmatizada llamada matrimonio, donde puede (o no) que tengamos buena referencia sobre el mismo, pero lo cierto es que cuando nos enamoramos no vemos un final con esa persona. 

Dicho esto, ¿qué pasa cuando llegamos a un punto donde ya nos acostumbramos tanto a esa persona y no podemos ser capaces de vivir sin ella? Cuando necesitas sentirte parte de su día a día, para sentirte bien, cuando necesitas de él para hacer cosas, cuando no ves un plan donde él no esté. ¿Es correcto?, ¿eso es el amor?

Según de la Villa et al. (2018), la dependencia emocional es una distorsión del amor que se manifiesta mediante la necesidad constante por el otro, que nos vuelve incapaces de estar sin la otra persona, por medio de un gran temor y pánico por una separación, donde la sintomatología se presenta como excesiva necesidad del otro, no poder ser autónomos a nivel personal, síntomas de abstinencia y no poder vivir de la misma forma las experiencias (p. 157).

Entonces, la dependencia emocional se manifiesta en una conducta repetitiva de necesidad y miedo al abandono, lo cual es un sufrimiento para ambas partes. Es importante identificar cuando una relación anda mal y cuando ya se encuentra mal, para poder hacer algo si aún se está a tiempo, pero esto tiene que ser por ambas partes. El desgaste constante que implica el mantener una relación así, es perjudicial para nuestra salud mental y física, por lo que afecta distintos planos de nuestra vida diaria, como los estudios, el trabajo y las relaciones amicales o familiares; ante todos los sentimientos dañinos que sientes cada día. Tal vez tuviste una relación sana que se volvió «tóxica» o, simplemente, siempre fue así, recordemos que las relaciones son «subes y bajas», pero no intentemos justificarlo con eso, cuando esto comienza a alterar tu sistema nervioso por la presión y frustración excesiva, es necesario pensar si debemos seguir. 

Silvia Congost, en su exposición sobre dependencia emocional, expresa que hay tres tipos de relaciones de pareja: La primera es la sana, la cual es funcional, presenta admiración por el otro, te sientes a gusto y en paz, tienen el mismo proyecto de vida y los conflictos tienen soluciones constructivas. El otro tipo es una relación sana que se vuelve «tóxica», donde la admiración se va y nace el instinto por otras personas, sienten incertidumbre, aparecen los castigos que son un tipo de maltrato psicológico, y ambos permanecen en un constante sufrimiento. Y finalmente, una relación completamente «tóxica».

El punto es saber dónde nos encontramos ahora, puede que sepamos conscientemente y decidamos continuar. ¿Estamos dispuestos a seguir con esa persona?, ¿estamos dispuestos a seguir sufriendo?, ¿o tal vez ocurre que solo amamos demasiado? El término “amar” es una palabra que posiblemente no esté siendo bien utilizada, ya que el amor es un constructo constante de aceptación y decisión por la otra persona, a sabiendas de lo bueno y malo del otro. El amor no es algo simple, es materia de estudio científico hasta la actualidad, para descubrir el trasfondo de esta palabra, pero te aseguro que no es algo de días, ni de semanas, es algo que perdura y no duele.

El libro Las mujeres que aman demasiado de Robin Norwood, nos explica que cuando “el amor significa sufrir es que estamos amando demasiado”, pero el trasfondo nos remonta a que permitimos ese trato nocivo hacía nosotros por un sistema de creencias o sucesos de la infancia, que fueron reforzados por nuestro medio social. Este libro es una muestra de lo que estamos dispuestos a aceptar por un poco de amor, y que en realidad no sabemos si se quedará y tendrá un final. Por ejemplo: esperar mensajes, llamadas y detalles, o aguantar castigos, insultos, comentarios hirientes y seguir con esa persona.

Nos olvidamos de algo clave, la otra persona, es esa persona que estamos dañando y que nos está dañando al mismo tiempo, puede ser que muchas de las actitudes que tenga no sean adrede, pero eso no justifica que es consciente de que nos está haciendo daño. Él o ella también tuvo un pasado, tiene traumas, recuerdos dolorosos, él también es un ser humano, y él también es dependiente de ti. 

La dependencia emocional es una palabra fuerte y que da miedo reconocerlo, porque representa vulnerabilidad, representa que algo está mal, representa que estamos mal. Sin embargo, como cualquier otro problema, tiene solución; si bien requiere de ayuda terapéutica —que sería lo mejor—, hay veces que no asistimos por diversos factores, pero podemos ayudarnos a mejorar, con los siguientes pasos:

  1. Reconocer el problema: Para poder salir de un problema es importante reconocer el problema y poder aceptar que necesitamos ayuda.
  2. Adquirir información: Educarnos nos da las herramientas para poder tener la valentía y la voluntad de tomar decisiones.
  3. Identificar las cosas, actitudes y comportamientos que nos causan daño: Tener conocimiento de qué cosas están perjudicando nuestra tranquilidad, nos ayudará a evitarlas o detenerlas.
  4. Trabajar la autoestima: Comenzar o reforzar las habilidades y hábitos que nos gustan. Pensar de forma positiva sobre nuestro cuerpo, sentimientos y capacidades, nos hará sentirnos más amados por nosotros mismos. 
  5. Aprender a estar solo: El encontrar espacios para que nosotros podamos ser como somos y podamos distraernos, nos ayudará a reconocer que tenemos un espacio en donde nos podemos sentir bien.
  6. Refuerza tu red de apoyo: Encontrar o reforzar la relación con personas que nos quieren, nos ayudará a saber que no estamos solos.
  7. Agradece y da un paso adelante: En este paso podrás mirar atrás y recordar los momentos buenos y malos, con un “gracias”, entonces, serás capaz de mirar hacia delante.

Ahora sabemos que todos podemos salir de una relación con dependencia emocional. El tomar la decisión de terminar con eso es lo mejor, pero no es fácil, por lo contrario, aceptar que algo está mal y que necesitamos mejorar es un gran paso que poco a poco, según el proceso de cada uno, se irá conduciendo hacia una mejoría. Donde tengamos paz y tranquilidad, y donde podremos crecer personalmente solos. Si ya tomaste la decisión de dejar aquella relación, es importante que te permitas sanar y recordar quién eras antes de entrar a una nueva relación, porque corremos el riesgo de entrar a un bucle de dependencias.

Por eso, ahora, lo mejor es priorizarte a ti mismo; verás que  todo lo que pasó fue un aprendizaje, para llegar al punto donde sepamos amarnos y ser fieles a nuestros principios e ideales, y que cuando llegue el momento para dejar entrar a alguien a nuestro corazón, estemos preparados.

Referencias

De la Villa-Moral, M., Sirvent, C., Ovejero, A., & Cuetos, G. (2018). Dependencia emocional en las relaciones de pareja como Síndrome de Artemisa: modelo explicativo. Terapia psicológica, 36(3), 156-166.

Norwood, R. (1985). Las mujeres aman demasiado. Titivillus.

TEDxReus. (2023). Dependencia emocional en la pareja/Silvia Congost [Archivo de Video]. https://www.youtube.com/watch?v=aqo4_BlMIbw

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