La motivación debe ser de esas sensaciones que todos podemos percibir, pero pocos pueden definir. En términos generales se refiere algunos factores que impulsan a la gente a actuar de determinada manera, y como todo lo que les pasa a los humanos, la motivación inicia en el cerebro, y existe gracias a algo que se llama el “sistema (circuito) de recompensa cerebral” y está muy ligado con la dopamina.
El circuito funciona así:
- Un estímulo externo, por lo general, es percibido por el cerebro, que lo analiza, y genera dopamina, si este estímulo le causa placer o le evita el dolor.
- Cuando recibimos este baño de dopamina, queremos más, entonces actuamos en consecuencia para obtener más de dicho neurotransmisor, lo que refuerza la conducta que conduce a la recompensa.
- Este sistema se activa cuando se experimenta algo placentero o gratificante, como comer un alimento delicioso o recibir un elogio.
Como podrás imaginar, este sistema se activa y se desactiva varias veces durante el día, todo depende del estímulo de turno. Pero es solo una chispa que se apaga bastante rápido. A veces, algunos estímulos que nos generen dopamina ahora, quizás no lo hagan más tarde, y algunos estímulos pueden provocar conductas perjudiciales, pues este sistema también está muy relacionado con las adicciones.
¿Entonces es buena la motivación?
Por supuesto, nadie dice que la motivación sea mala, es el primer paso de un camino más largo, la disciplina.
Durante mi etapa universitaria, muchos docentes comentaban la importancia de la motivación de los trabajadores, pero pocos te decían cómo hacerlo, qué es lo que implica una acción motivadora. A menudo, son charlas, capacitaciones o conversaciones, y es cierto, en la mayoría de casos, una charla motivacional logra que un trabajador mejore su desempeño, pero por un muy corto tiempo, y cabe mencionar que esto no solo ocurre en ámbitos laborales…
Estamos llegando a la mitad de este año, ¿cuántos de los propósitos de año nuevo ya hemos abandonado? Seguramente estabas muy motivado a empezar a ejercitarte en el gimnasio, te propusiste leer más libros, hacer dieta, o a retomar tus pasatiempos. El estímulo externo de “año nuevo” generó la suficiente dopamina para motivar, pero cinco meses más tarde, no te has inscrito al gimnasio, no has abierto ese libro desde hace dos semanas, y rompiste la dieta un día después de empezarla.
Esto se debe a que la motivación suele durar poco, muchas de las actividades saludables, las hemos asociado al dolor, y el sistema de recompensa cerebral quiere evitarte ese dolor, es por ello que la motivación, por sí sola, no funciona.
El cambio a esta situación
El proceso completo que te permitirá lograr tus propósitos de año nuevo estés motivado o no, o que hará que tus trabajadores siempre se desempeñen al mejor nivel estén motivados o no, es la disciplina.
Kenji Yokoi es un conferencista, y probablemente, te hayas topado con sus videos en TikTok o Youtube. Él explica que la disciplina tiene tres elementos: Organización, limpieza y puntualidad.
- Organización, porque todo tiene un lugar, y esto optimiza el tiempo y el espacio.
- Limpieza, porque se deshace de todo aquello que no es importante, lo innecesario.
- Puntualidad, porque es el respeto del tiempo de los demás, es el respeto a la propia palabra.
Ahora bien, puede sonar raro que vayas a “disciplinar” a tus trabajadores, y es porque durante el Siglo XX, la palabra «disciplina» se usó, para algunos casos, como sinónimo de castigar. Es por eso que nos resulta extraño hablar de ella, de disciplinar a los hijos, a los trabajadores, o incluso, a uno mismo, hemos convertido la disciplina en dolor.
Pero si no quieres hablar de disciplina, puedes hablar de hábitos, de crear nuevos y buenos hábitos, y eliminar los malos, en ti, en tus hijos, o en tus trabajadores.
James Clear, autor de “Hábitos Atómicos”, establece estos cuatro pasos: Señal, anhelo, respuesta y recompensa.
La señal es hacerlo obvio, es el primer estímulo que te recordará el hábito que quieres implementar. Por ejemplo, una alarma puede darte el estímulo de recordarte que es hora de leer durante veinte minutos. Un factor más importante que la motivación puede ser el ambiente. El ambiente que te rodea puede brindarte las señales necesarias para iniciar tus hábitos: un libro al costado de tu mesa de noche, te recordará que debes leer antes de dormir; una jarra llena de agua en la mesa, te impulsará a beber más agua y menos bebidas azucaradas, y una pizarra de pendientes te apresurará a acabar con ellos en el trabajo. Evidentemente, si quieres desechar un mal hábito, elimínalo de tu ambiente, si quieres dejar de tomar gaseosa, no tengas gaseosas en tu ambiente.
El anhelo es hacerlo atractivo, es aquí donde activamos el sistema de recompensa -la motivación-. Puedes hacer planchas o abdominales y descansar mientras revisas tus notificaciones de Facebook, o ves unos cuantos videos en Tik Tok. Al vincular la actividad de necesitas con la actividad que quieres hacer, usarás el sistema de recompensa cerebral a tu favor. Procurar estar en ambientes donde lo que quieres lograr, sea normal, por ejemplo, ir al gimnasio, y rodearte de personas que ya han conseguido el hábito, permite que sientas el hacer ejercicio de manera más natural. Aléjate de los ambientes donde tu hábito sea anormal o diferente. En caso de que desees eliminar un hábito, intenta quitarle atractivo, así te costará cada vez más hacerlo.
La respuesta es hacerlo sencillo. Una vez que has generado la señal y has vinculado la actividad que necesitas con la actividad que quieres para generar dopamina, es hora de la actividad en sí. Aquí es donde entra la disciplina, debes repetir el hábito hasta que sea parte de ti, hasta que lo hagas de manera inconsciente. Debes simplificar el hábito lo más que puedas, y añadir dificultad poco a poco, por ejemplo:
- Inicia con una lectura de veinte minutos.
- Haz ejercicio durante quince minutos.
- Empieza con las tareas pendientes más sencillas.
- Procura que el nuevo hábito este en tu rutina diaria.
- Si vas a correr durante quince minutos, no busques el lugar más alejado de tu casa.
Podrás creer que correr quince minutos no te ayudará a bajar de peso, o que leer tres páginas no servirá de mucho aprender cosas nuevas; pero, el objetivo no es ese sino crear el hábito, más adelante, correrás mucho más tiempo sin cansarte, y leerás sin parar.
Otra manera de generar hábitos duraderos, es asegurarlo una sola vez, por ejemplo: pagar tres meses de gimnasio hará que sea más sencillo ir durante ese tiempo, en cambio, si debes pagar cada día que vas, el dolor se multiplicará cada día que vayas; si quieres hacer dieta, puedes comprar platos más pequeños; si quieres leer, intenta adquirir toda una saga de libros que te interese, en una sola compra; en un ambiente laboral, simplifica las labores de tu equipo, no burocratices demasiado, siempre procura tener los recursos necesarios para la tarea. Si quieres eliminar los hábitos malos, haz que sean difíciles, si te dan ganas de tomar gaseosa, y ya eliminaste todas las botellas de tu casa, es probable que no quieras salir de tu casa para ir a comprar una.
Finalmente, la recompensa es hacerlo satisfactorio, nuestro cerebro prioriza la recompensa inmediata, y a menudo, esta viene de los malos hábitos. Por ejemplo, la satisfacción de comer un pastel es instantánea, calma tu hambre y tu necesidad de azúcar, justo después de acabarlo. La satisfacción de ir al gimnasio es a futuro, solo después de algunos meses, podrás ver tu progreso y te sentirás más fuerte y saludable.
Es por eso que es más fácil comer un pastel todos los días, que ir todos los días al gimnasio; pero puedes añadir satisfacción inmediata en tus buenos hábitos o en la eliminación de malos hábitos, por ejemplo: Cada día que vayas al gimnasio, tomarás un baño de burbujas, verás un capítulo de tu serie preferida, escucharás las canciones que más te gusten de tu playlist, cada día que evites comer un pastelito, ahorrarás ese dinero para comprarte algo que desees mucho, como una par de zapatillas, o un abrigo de piel. Puedes usar un calendario para marcar los días que ahorraste, o los días que leíste varias páginas, así verás cómo progresas, eso también genera satisfacción inmediata.
Honestamente, hoy no tenía ganas de escribir este artículo, si me conoces de otro lado, habrás visto que no han sido mis mejores semanas, mi motivación para hacer casi cualquier cosa, no está en su punto más alto, diría que ahora, es todo lo contrario. Pero intento que escribir aquí sea un buen hábito, vi que hoy era miércoles (señal), anticipé que mucha gente pueda leerlo e interesarse por este artículo (anhelo), revisé mis notas sobre este tema que ya había elegido para escribir, y simplemente, me puse a redactar (respuesta). Ahora tomare una ducha, espero que el agua esté caliente, y me pondré a jugar un videojuego mientras escucho algunas canciones que me encantan (recompensa).
Referencia
Clear, J. (2019). Hábitos Atómicos. Ciudad de México: Paidós.